Pero viajó para algo más: “Cuando iba manejando mi carrito con la mujer al lado y los muchachos, le dije a Nancy Colmenares: ‘Nancy, si me llega a pasar algo, a mí que me entierren en esta sabana’”.
Chávez no solo recordó estos episodios el domingo 31 de agosto de 2008, durante un Aló Presidente transmitido desde la carretera Sabaneta-Ciudad de Nutrias, sino que extendió el deseo a sus familiares: “¡Lo repito hoy! Cuando me toque, me entierran en esta sabana, heroica sabana. Sabana, sabana linda”.
No era la primera vez que el mandatario hacía esa confesión al país. Fue el 13 de febrero de 2000, en los estudios de Radio Nacional de Venezuela, con los sentimientos revueltos por una copla llanera. “Cuando yo me muera quiero que me entierren en Sabaneta de Barinas, lo digo ante el país”, proclamó en vivo.
Amaba esa tierra. La redibujó con palabras recordando los ríos Apure y Boconó, cuyas aguas salen a mitad de la sabana. Donde caen chubascos y palos de agua que hacen temblar la tierra. Donde brota la paja, vuelan las garzas y hay tanta libertad. “Allá quiero descansar. Lo digo a todos para que se cumpla eso”.
En su autobiografía “Cuentos del Arañero” (2012) refrendó por escrito esta misma voluntad. “Y me conformaré con una cosa muy sencilla, como la abuela Rosa Inés”.
Sabaneta, un pueblo caliente de 41 mil habitantes, esperaba a su hijo ilustre con vigilias en la plaza Bolívar, fotos, corazones formados con pétalos de flores, velas y canciones.
De manera extraoficial el periodista Nelson Bocaranda tuiteó que Chávez habría expresado su voluntad de ser enterrado en el solar de la casa de su abuela. Aunque la familia habría acordado con el ministro Francisco Sesto levantar un mausoleo sencillo en ese punto, presuntamente el miércoles lo hallaron inconcluso en una inspección.
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