Tengo 103 razones (de ellas, tres son personales) para estar en contra de eso que llaman Revolución. Pero ello no quiere decir que no vea el empoderamiento creciente de una gestión que combina, por un lado, las inversiones en áreas claves como el turismo, la tecnología o la educación; y por el otro asegura la sostenibilidad de un sistema, más el aumento en número y monto de ciertas cuentas personales e inversiones en el exterior. De esas, comentaré en otro momento.
Está claro, que los abusos, la desidia, la saturación del panfleto, y el hartazgo del discurso, pidiendo sacrificio con martirologio agregado, han hecho que la mayoría de la población se separe del gobierno, pero también de la oposición.
El ama de casa, el campesino, el obrero, el médico, el ladrón y el estudiante, no son políticos ni apolíticos, sino contra políticos. Consciente de esta verdad, el gobierno dio pasos concretos y simuló romper la separación entre dirigente y dirigido nombrando ejecutivos más jóvenes… Perdón, quise decir menos viejos, menos viciados y más cercanos al pueblo, aunque en la práctica ninguno de ellos cuenta con libertad real y poder de mandato.
El pasado año tuvo una extraña congelación el presupuesto militar, tanto así que hace unos días el General pidió confianza a la población armígera. Jugada política o no, siempre es algo que completa la imagen pragmática de un líder, verle decir públicamente que es sabedor de las limitaciones administrativas y de caja.
Sin embargo, a los ojos del empresario foráneo, develan una economía lenta, pero en recuperación, abierta a la inversión extranjera y urgida de comerciar sin fronteras. Y como es casi un precepto, que el capital carece de ideología y adora la oportunidad, el negociante raudo y veloz, cae en el jamo y termina siendo pasto del gobierno, mercancía de cambio, que lo utiliza como rehén para sondear intereses y presionar gobiernos, estados y monarquías. Tarde entienden que tal recuperación no se basa en la producción ni en mercado laboral, sino en evitar salideros de una muy deteriorada fontanería estatal.
Mañosos en diplomacia, y en propaganda oficialista, saben que el mundo de hoy no es de izquierdas luchadoras ni derechas acomodadas, sólo de hombres que se inclinan hacia uno u otro lado según se mueva la balanza de sus intereses. Por eso se les facilita comprar tantos compromisos regalando dientes a quienes no pueden sonreír, y colores a los que no ven. Humanitariamente armaron, con un sinfín de pacientes, ejércitos de agradecidos.
El gobierno de Cuba se prepara en marcha forzada para enfrentar el futuro, que vislumbro al doblar de la esquina. No quiero parecer negativo, no lo soy, pero no puedo dejar de pensar en mi astuta abuela, propietaria de una sabiduría sin igual, cuando me decía, “El mundo se divide en dos: los que tienen el poder; y esos a quien alguien llamó Los nadie dueños de la nada”.
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