Antonio Arencibia/ Cubanálisis-El Think-Tank
Cuando se escribe desde España sobre las reuniones de la Unión Europea con América Latina y el Caribe, lo primero que hay que decir es que aquí se siente de inmediato un clima de inquietud política y social como reacción al plan de recortes de pensiones y salarios de funcionarios públicos que ha planteado Rodríguez Zapatero ante la crisis económica.
Criticado por sus aliados sindicales y atacado por el opositor Partido Popular, el gobierno del PSOE ha sufrido una grave caída en el respaldo ciudadano y confiaba que el evento a desarrollarse en Madrid, bajo la presidencia española de la UE, le trajese de vuelta un poco de reconocimiento, del que está tan escaso en estos tiempos.
De inicio, Zapatero no estaba en su mejor momento de relaciones con la izquierda rabiosa de América Latina. Aunque no ha renunciado a sus plan de modificar la Posición Común de la Unión para favorecer al régimen de los Castro, los sucesos de los últimos tres meses en Cuba, -muerte de Orlando Zapata Tamayo, recrudecimiento de la represión a las Damas de Blanco, huelga de hambre de Fariñas-, han despertado el repudio de intelectuales y políticos de izquierda cercanos al PSOE, y esto forzó al presidente del gobierno español a hacer algunas críticas a la dictadura.
Por eso Raúl Castro no fue a Madrid y envió a Bruno Rodríguez Parrilla como mensajero de su desagrado ante Zapatero. La mejor prueba fueron las declaraciones del Canciller del régimen, de que la UE no tiene autoridad moral para hablar con su gobierno sobre derechos humanos. Después participaría en la llamada Cumbre Alternativa donde rechazó el sentido elemental de la reunión UE-América Latina y Caribe que es la asociación bi-regional. (Recomiendo leer al respecto el artículo “Un mendigo arrogante” que escribe Miriam Celaya en su blog SinEVAsión, www.desdecuba.com).
La ausencia de Chávez tampoco era de extrañar. Ni siquiera envió a Madrid a Nicolás Maduro, porque su Ministro de Exteriores lo estaba representando en Teherán en la Cumbre de los 15.
Esa otra reunión sirvió de telón de fondo a la lamentable concertación de Lula con los turcos para poner una hoja de parra a Ahmadinejad con la refinación de uranio iraní en Turquía. Por eso los “bolivarianos” estuvieron representados ante la Unión Europea por Arias Cárdenas, vice-ministro de Relaciones Exteriores, es decir a un nivel aún más bajo que el de los castristas.
Sin embargo Evo Morales y Rafael Correa asistieron a la Cumbre con Europa, principalmente para interceder por los bolivianos y ecuatorianos indocumentados y bajo amenaza de expulsión. Por eso ambos mantuvieron un discreto comportamiento, si exceptuamos la extemporánea acusación de Morales al PP de estar detrás del golpe de Estado contra su gobierno, que fracasó en septiembre del 2008.
Lula llegó a España después de presionar al gobierno para que no invitasen a la cumbre a Porfirio Lobo, el presidente electo de Honduras. Por “coincidencia” en esos momentos Granma publicaba que Raúl Castro recibía en La Habana a Manuel Zelaya, noticia ocurrida dos días atrás.
Siete cumbres en una
En realidad hubo siete cumbres en España, siendo la primera la UE-México que se celebró en Cantabria, el domingo 16, con la asistencia del presidente Felipe Calderón. Luego en Madrid se efectuaron las cumbres UE-Chile, UE-CARIFORUM y UE-Mercosur el lunes 17; la UE-América Latina y Caribe el martes 18, y culminaron el 19 con la Cumbre UE-Comunidad Andina y la UE-Centroamérica.
Aparte del maratón de encuentros, la mayoría formales, esta Cumbre o cumbres tuvieron la característica de la ausencia del Rey Juan Carlos, por prescripción facultativa, y con los Príncipes de Asturias de anfitriones en la cena oficial de Palacio. Tampoco asistieron muchos jefes de estado europeos, con la excepción de los anfitriones y de Nicolás Sarkozy y Angela Merkel.
Hay que destacar la sobria exposición del nuevo presidente de Chile, Sebastián Piñera, sobre el intercambio comercial y las inversiones europeas, (y sobre todo españolas), con su país, y demostró que está centrado en promover los intereses chilenos tanto con la cooperación como con la competitividad.
El contraste fueron las continuadas intervenciones de la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner sobre cualquier tema, que la prensa española sazonó con notas irónicas de “protagonismo absoluto y arrasador” o “imparable verborrea”, por su actitud de maestra primaria ante párvulos, en vez de presidenta en cónclave de iguales.
Pero lo de la Kirchner es pecata minuta comparada con las payasadas de Hugo Chávez o las barbaridades, esta vez suprimidas por conveniencia, de Evo Morales. Por eso los estadistas serios de Europa y América agradecieron en su fuero interno las ausencias de tantos rabiosos de izquierda a las reuniones de Madrid.
Por otra parte, si se excluye la cena oficial de Palacio, el contraste entre la Cumbre UE-América Latina de 2006, celebrada en Viena, donde se derrochó comida para los asistentes y periodistas, y la de Madrid 2010, donde solamente sirvieron agua, cafés y algún tentempié, fue una señal de la obligada austeridad de estos tiempos de crisis.
Aunque Zapatero tuvo que hacer un recorte “imprescindible” de 600 millones de euros de la ayuda al desarrollo, el balance de la(s) Cumbre(s) puede considerarse todavía alentador para estos tiempos. En días en que el euro cayó a su nivel más bajo respecto al dólar en los últimos cuatro años, se firmaron acuerdos comerciales de la UE con Perú y Colombia; se reanudó la negociación, (suspendida desde el 2004), de un tratado de libre comercio entre la Unión y los países del Mercosur, y se firmó otro del mismo tipo con Centroamérica.
El presidente de la UE, José Manuel Durao Barroso, se comprometió a continuar la ayuda para la reconstrucción de Haití “durante al menos un año más”, y en el comunicado final se pidió respeto a los derechos humanos de los inmigrantes y no hubo referencias ni a Cuba ni a Honduras.
Mientras tanto en La Habana…
En la capital de Cuba, al mismo tiempo de la Cumbre de Madrid, se ponía nuevamente de manifiesto la contradicción inherente a las relaciones entre España y el régimen, con la celebración de un encuentro entre una delegación de empresas madrileñas y representantes del gobierno de Raúl Castro.
La reunión había sido promovida por la Cámara de Comercio de Madrid, y la delegación estuvo encabezada por su presidente, Salvador Santos Campano, y se centró en el desarrollo de negocios en las ramas de equipamiento médico y sanitario, de materiales de construcción e ingeniería, equipamiento informático, comunicaciones radiales, generación de energía eléctrica y equipamientos para la industria alimentaria.
Al final, la delegación visitante tuvo que pedir a sus interlocutores “seguridad jurídica” y el cumplimiento de los contratos con sus empresas que operan en Cuba, pues para consolidar las relaciones comerciales hay que “ayudar a los empresarios que están aquí y a otros que tenían intenciones de establecerse”, según explicó Santos a la agencia EFE.
Sobre las retenciones de fondos de cuentas bancarias de empresas y el retraso de pagos, el presidente de la Cámara de Comercio de Madrid declaró que “parece que se va arreglando y solucionando” esa situación.
Hay que decir que en este forcejeo entre los inversionistas españoles y los representantes del gobierno castrista aparecen dos palabras claves: estos últimos prometen pagar y Santos dice que “parece” que sí, pero para abrirles el apetito riposta hablando de los empresarios que “tenían intenciones de establecerse”. Ese pretérito imperfecto del verbo tener es más que suficiente para el buen entendedor.
El caso es que las inversiones españolas en estos tiempos de crisis tienen suficiente campo en otros países, y no son nada tranquilizadoras las declaraciones del Canciller del régimen en la Cumbre Alternativa de Madrid para los que quieren aventurarse a una associación seria. Sus palabras fueron que
“la asociación es imposible entre esos acreedores [europeos] que se hicieron ricos saqueando nuestros recursos con nosotros que somos deudores, a mucha honra, a pesar de que tantas veces hemos pagado ya la deuda”.
Pero la noticia sobre Cuba que sigue acaparando titulares en la prensa española, no tiene nada que ver ni con inversiones, ni comercio con España, sino con la reunión entre Raúl Castro y los arzobispos de La Habana y Santiago de Cuba, y su cobertura por la prensa castrista. Aunque Rodríguez Parrilla alardeó ante Madrid de que no hay presos políticos en la Isla, la nota de prensa de la jerarquía eclesiástica cubana reproducida en Granma, lo desmiente al hablar de
“las gestiones que en las últimas semanas ha hecho la Iglesia en Cuba ante las autoridades del país a favor de los presos y las Damas de Blanco”.
El régimen hace una jugada y parece abrirse a los elementales reclamos de la Iglesia, después de haber rechazado la apertura de Obama por “insuficiente”, y reaccionar con soberbia ante los leves reproches del gobierno de Zapatero.
Eso nos pone a todos a cavilar. ¿Será posible la libertad sin destierro de los presos políticos? ¿Se abrirá un diálogo con el clero de Cuba como único interlocutor? ¿Habrá cabida para la mediación de otras fuerzas?
Mientras, el reloj sigue avanzando, especialmente para un Fidel Castro cada vez más incoherente, que presencia a diario en “Granma” los repetidos homenajes a sus más mínimos decires y haceres.
Un interminable elogio fúnebre en vida.
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