NOTA PARA MEDITAR: Lo ilógico: la negociación, puede estar sucediendo
Juan Benemelis/ Cubanálisis-El Think-Tank
A veces, el analista o el historiador asumen la lógica de lo lógico para escudriñar un fenómeno político o un evento en cuestión, y se equivocan; esto se debe a que, en gran parte de los casos, los eventos o fenómenos políticos se comportan como una barca en un mar embravecido…. En el cual el rumbo se pierde constantemente.
¿Como se puede interpretar la atmósfera de quietud y el impasse que existe en las dos mitades del Estrecho de la Florida, luego de un turbulento mes de notas, reflexiones, alusiones, discursos, pronunciamientos, conversaciones privadas, rumores, etcétera provenientes del presidente norteamericano Barack Obama y del primer secretario del PCC, Fidel Castro, y de altos miembros de ambos equipos gobernantes?
El optimismo cundió tras los pronunciamientos iniciales de Obama y de Hilary Clinton, y la respuesta intempestiva de Raúl Castro de negociarlo “todo”; se iba a desencadenar un constante ajetreo diplomático entre La Habana y Washington, con deshielo súbito. Luego, cayo el pesimismo total tras la manida “Reflexión” de Fidel Castro, el “yo no dije lo que dije” de Raúl Castro y las parcas respuestas de la canciller del Potomac.
A lo que ha seguido, un silencio total. Los norteamericanos planteando que la bola está en la Isla, y los cubanos que la bola está en la Casa Blanca.
Pero, lo más lógico, el inicio de las negociaciones a nivel de funcionarios de cancillería y embajadores, “parece” a ojos vistas lo más ilógico. Sin embargo, ni La Habana ni Washington han dado muestras de haber cerrado a cal y canto la posibilidad de la negociación, pese a las retóricas acusatorias y los bravazos.
Luego de tantos años de cortina de bagazo, la diplomacia cubana y norteamericana no va a perder esta coyuntura, por muy difícil e intrincada que nos parezca. Analizando nuevamente y con cuidado todos y cada uno de los pronunciamientos, de un par de meses para acá, uno llega a la conclusión de que se habló un lenguaje muy genérico, que el llamado a negociar no fue rechazado, y que la posibilidad de “contactos” no públicos si está implícito.
Quiere decir, en lenguaje diplomático y en el atrevimiento analítico de este autor, que existen los contactos iniciales, por supuesto que en los lugares menos llamativos (Base Naval de Guantánamo, Secretaría de Estado y Cancillería-Sección de Intereses, embajadores en la ONU), que no es imposible el inicio de la negociación con los puntos menos problemáticos (congelamiento de los fondos cubanos en bancos suizos, el 20% sobre el valor del dólar en la Isla, las cuotas de inmigración).
Que muy bien pueden estar en las notas de los negociantes otros aspectos del ejecutivo y del congreso norteamericano menos controversiales, como ampliar la no aplicación de aspectos del embargo, la Ley de Ajuste cubano, o en el caso de La Habana, menos restricciones a la salida de cubanos, la ex carcelación y salida inmediata del país de presos políticos, etcétera.
La historia de las relaciones políticas internacionales y de la diplomacia nos revela que en la casi totalidad de los casos, el inicio de las negociaciones entre rivales no se produce en público, y siempre bajo una atmósfera de hostilidad entre ambos contendientes. Nadie se lo ha planteado en estos momentos, pero en política todas las opciones plausibles son válidas de considerar.
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