DURHAM, Carolina del Norte.— Ayer la diferencia entre el equipo nacional universitario de Estados Unidos y la selección cubana se acrecentó a favor de los anfitriones, lo cual, además, acuñó la barrida de cinco victorias en el tope bilateral de béisbol que concluyó en esta ciudad.
Este fue el regalo a su afición: se enfrentó a 22 cubanos, a la mitad los ponchó, no dio boleto, le pegaron solo dos jits. Nadie le pisó segunda y solo tres les sacaron la bola del cuadro. Se fue con seis y dos tercios y el juego tres por cero, para darle al también carolinero Morrison la posibilidad de lucirse, pero Cuba, apagada durante siete entradas durante dos horas y media y con el marcador castigándola 5-0, cargó jits consecutivos de Edilse Silva y Yulieski, de emergente por el receptor, para dejar la escena lista.
El jonrón de Lázaro Herrera, el único de esta serie, y con un estadio que temblaba por la euforia de ver brillar a sus ídolos, apuntalan su condición de pelotero corajudo que señalábamos la víspera, cuando decepcionó a todos por su pésima actuación en la receptoría. El aplauso de sus compañeros fue el reconocimiento a esa importante cualidad y a la oportunidad de cerrar el choque 5-3.
Con el juego con dos de desventaja, la dirección del conjunto optó porque no se le despegara más el rival y envió a la lomita a Raciel Iglesias, quien cumplió la misión.
Pero ya no había remedio, el dominio de Rodón y la mejor ofensiva de los estadounidenses en este tope no permitieron la remontada, pero sí que no quedara la imagen que estaba dando la escuadra cubana ayer, totalmente desinflada, hasta ese octavo episodio, cuando el propio graderío le pidió ver sus mejores atributos.
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