
Sus destinatarios son los pequeños y jóvenes cubanos enfermos de cáncer, a quienes llevamos al encuentro con Jesús haciendo tangible SU AMOR a través de toda la ayuda que podamos brindarles.
A través de los sacramentos del Bautismo y Primera Comunión los niños y adolescentes se crecen en su vida espiritual.
Nuestra gran familia abarca más de 200 niños y adolescentes que viven en distintas provincias de la Isla.
C. V. La comunidad cristiana de la parroquia se ha vinculado a nivel personal y a través de la oración. Los sacerdotes dominicos, especialmente los padres Antonio Bendito y Cirilo, entienden y apoyan nuestra misión de amor. Forman parte de nuestra gran familia espiritual. Los niños y adolescentes enfermos acuden cada sábado a la Parroquia del Sagrado Corazón en el Vedado donde tienen un espacio. Acuden con la certeza de ser amados al encontrar una familia amorosa que los acoge sin importar religión o credo al que pertenezcan. La realidad de una familia cuyo niño padezca esta terrible enfermedad transciende toda agenda política, religiosa y racial. La Comunidad de la iglesia del Perpetuo Socorro ora y ayuda a nuestros chicos así como también las Madres Carmelitas Descalzas quienes con sus oraciones y ánimo nos han ayudado durante estos 16 años de misión para que siempre nos dejemos “llevar como un simple lapicito en manos de Dios.”
Recuerdo una de mis conversaciones con Madre Teresa donde me comentó—tal vez con una visión futurista-que se necesita una ternura férrea para construir un pequeño universo que se interese por personas—en este caso se refería a pequeños enfermos de cáncer— que una gran mayoría no quiere ver. Al principio muchas personas muestran su pena pero después olvidan. Entiendo que resulta difícil aceptar esta dura realidad de niños enfermos de cáncer.
Algo que resulta hermoso es ver cómo cada sábado los niños de la comunidad piden por nuestros niños y jóvenes acercándoseles y compartiendo con ellos.
Rey y yo rezábamos en los bancos vacíos de la iglesia pidiéndole a Dios que transformara nuestro sufrimiento en algo hermoso y útil para Él. Siete años después nuestras oraciones fueron contestadas. Las Misioneras de la Caridad-con quienes ya trabajábamos ayudando a los más pobres de entre los pobres en la barriada de El Fanguito, aledaña al río Almendares—me pidieron que sirviera de intérprete a la Madre Teresa. La conocí el 16 de julio de 1988, día de la Virgen del Carmen. Ella palpó nuestra soledad interesándose también por mi salud. Intentó llevarme a Estados Unidos donde me atendería su oculista. Lamentablemente no pudo ser.
La Madre nos pidió que participáramos en una de sus misiones en La Habana. Esta misión consistió en visitar la sala de pediatría del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología. Al enfrentarnos con la presión de las autoridades y trabas administrativas decidimos mantener pequeña la Misión.
Este proyecto es el resultado de la encomienda de la Madre Teresa. Durante 15 años trabajamos en la sala de pediatría llevando a niños y padres al encuentro con Jesús, a aquellos que lo pedían. Estuvimos tolerados según el humor de las autoridades del momento. Cuando la visita del Papa Juan Pablo II a Cuba se nos otorgaron pases permanentes para visitar a los niños. Lamentablemente desde agosto del 2003 las autoridades del hospital nos han prohibido visitar la sala de pediatría del Hospital Oncológico. Es por esta razón que cada sábado las madres vienen a la parroquia del Vedado buscando un consuelo, unas manos amigas que las ayuden a levantarse para poder seguir adelante.
Me subrayó la importancia de escuchar a los que se sienten solos y vencidos. Para mí fue un gran impacto en mi vida personal.
Cuando conocí a las Misioneras de La Caridad nadie nos visitaba ni nos llamaba por teléfono. Nunca olvidaré el día que mi esposo, Rey, me dijo: “Carmen te llama por teléfono la Hermana María Lina.” No lo podía creer. Era como si Jesús me hubiese llamado. A partir de ese día las Misioneras empezaron a visitarme, mi casa era una extensión de la capilla Jesús Obrero donde vivían. Fui portadora de la noticia de la visita de la Madre el 16 de julio de 1988 a las Misioneras; entonces ellas no tenían teléfono. Así que cuando la Madre me habló de escuchar el dolor de los demás para que no se sintieran solos y desamparados ya yo no lo estaba. Dios me había dado una bella familia con las Misioneras de la Caridad. Empecé a ser una mujer alegre porque comprendí que Jesús es la única respuesta al sufrimiento.
Hay una frase de la Madre Teresa que acude a mi mente a menudo cuando veo tanto sufrimiento a mi alrededor. Refiriéndose al sufrimiento del pueblo cubano, expresó que “los cubanos éramos privilegiados porque llevábamos la parte más pesada de la cruz.”
Por todas partes de mi ciudad veo muchos niños y adolescentes en la calle. No es que sean de la calle, sino que se crían en la calle donde lejos de aprender a amar aprenden a pelear, a condenar, a sentirse culpables, a ser intolerantes. En la adolescencia pasan a vivir en las becas y escuelas en el campo lejos de sus hogares y me pregunto ¿cuánto tiempo pasan los hijos junto a sus padres? El tiempo es la vida.
Si los niños encuentran en su hogar amor, comprensión, dedicación, serán hombres y mujeres maduros y responsables el día de mañana.
Sí. Caritas Habana que tiene el proyecto de La Infancia que incluye a nuestros niños enfermos de cáncer.
Los niños enfermos y sus familiares también reciben ayuda de personas de buen corazón: familias, diplomáticos, Caritas de San Petersburgo en Tampa, La Comunidad del Perpetuo Socorro. Personas que como tu, Dagoberto, y tu equipo de Vitral ayudan a los pequeños y jóvenes enfermos de cáncer.
Nuestro proyecto aún no tiene una visibilidad. Lo que dificulta una mayor ayuda a los pequeños porque no se puede amar lo que no se conoce. Quizás cuando las leyes nos brinden la oportunidad, esta misión de amor deje de ser pequeña para así brindar una mayor ayuda a los pequeños enfermos y familiares. Cuando el cáncer irrumpe en una familia, casi siempre se produce un descalabro familiar. Esta enfermedad puede durar años y la madre se ve forzada a dejar de trabajar para estar al lado de su hijo enfermo. Los niños y adolescentes enfermos de cáncer necesitan alimentos nutritivos, productos de higiene, ropas, ayuda para transportarse desde los más recónditos lugares de la Isla hasta La Habana y durante su estancia en la ciudad. Son niños gravemente enfermos y cuya enfermedad los hace aún más pobres. Cualquier ayuda se convierte en un tesoro mayor.
Seria muy bueno extender esta obra de amor porque: “Todo gesto de amor es un gesto de paz por muy pequeño que éste sea.” ( M. Teresa)
Aquellas personas o grupos que quieran, a través de su ayuda, devolverles a nuestros pequeños una sonrisa olvidada hace ya tanto tiempo pueden hacerlo cada sábado al terminar la misa, a las 6 P.M. en la parroquia del Vedado sita en calle Línea entre C Y D. O a través de nuestro teléfono particular 833-9236. Deben preguntar por Carmen Vallejo Witowska o Rey Febles Mirabal.
D. V. ¿Algún mensaje especial para los lectores de Vitral?
Es hija del Dr. René Vallejo Ortiz y de María Witowska Dzudzuczynska.
Su padre estudió medicina en la universidad de La Habana
y después de graduarse se unió a las Tropas Aliadas trabajando para la UNRRA, Administración de Rehabilitación y Alivio de Naciones Unidas, como director médico-cirujano durante la Segunda guerra mundial en Wildflecken, Alemania donde conoció a la madre de Carmen, María Witowska, ciudadana polaca.
El doctor Vallejo a su regreso de Europa fundó la clínica La Caridad en su ciudad natal, Manzanillo. Este centro estuvo al servicio de los primeros rebeldes que desembarcaron en el yate Granma. En el año 1958 René Vallejo después de estar preso y puesto en libertad condicional por su vinculación con el Movimiento 26 de Julio, partió a la Sierra Maestra incorporándose al Ejercito Rebelde donde alcanzó los grados de Comandante. Su madre se trasladó a La Habana con sus dos pequeños hijos Carmen y René ya que sus vidas estaban amenazadas. En La Habana Carmen ingresó en la escuela las Dominicas Francesas donde cursó primer y segundo grados. En 1961 su padre se trasladó definitivamente para La Habana donde murió repentinamente a la temprana edad de 49 años el 13 de agosto de 1969.
Carmen estudió en la Universidad de La Habana Literatura y Lengua Francesas graduándose en 1976. Su tesis de grado sobre Los Juegos de Palabras en Paroles de Jacques Prevert se publicó en Cuba en la revista Unión No 3 en septiembre de 1978 y ha sido referencia bibliográfica en las clases de estilística de la universidad de La Habana. En 1980 se casó con Rey Febles quien también estudió lengua y literatura francesas en la Universidad de La Habana.
En 1988 cuando la Madre Teresa de Calcuta visitó la Isla por tercera vez Las Misioneras de la Caridad pidieron a Carmen que le sirviera de intérprete. La Madre Teresa de Calcuta pidió a Carmen y a su esposo Rey trabajar en una de sus misiones en La Habana. Esa misión consistió en la atención y el cuidado de niños enfermos de cáncer. Así empezaron a visitar la sala de pediatría del Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología, a organizar excursiones al campo, a la playa, al teatro o al Parque zoológico, o a cualquier otro lugar donde los niños puedan disfrutar, y se sientan felices, dándoles así la oportunidad de volver a sentirse niños, al menos durante un rato.
Cada sábado los niños y sus padres vienen a la Parroquia del Sagrado Corazón en el Vedado donde tienen lugar los encuentros de ayuda espiritual, emotiva y sicológica. A lo largo de estos 16 años ayudan a los pequeños y adolescentes a prepararse a su encuentro con Jesús. Más de cien niños y jóvenes han recibido el Bautismo y Primera Comunión.
Estos pequeños y adolescentes enfermos de cáncer se esfuerzan por mantener su dignidad al enfrentar con valentía su enfermedad. Ellos forman parte de los bienaventurados que viven con valor y fe.
La condición de estos jóvenes pacientes transciende cualquier límite político, social, económico, o religioso. El dolor de estos niños convoca a la solidaridad humana dándosenos así la oportunidad de hacer realidad las palabras de Madre Teresa “A Menos que se viva para los demás la vida no merece la pena vivirla.”




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