Por la importancia de los sucesos reproduzco el post de Yoani donde da a conocer la intimidacion de que han sido objeto ella y su esposo Reynaldo por los foragidos del Ministerio del Interior.
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Las reprimendas del miércoles
Nueve de la mañana y un oficial mira con aburrimiento la citación que hemos mostrado en la puerta de la estación de 21 y C. Nos deja esperando en unos bancos, alrededor de cuarenta minutos, mientras Reinaldo y yo aprovechamos para hablar de esos temas que el vértigo de la vida cotidiana siempre nos impide tocar. Diez menos cuarto y se llevan a mi marido, preguntándole antes si tiene un teléfono celular. Diez minutos después lo regresan y me suben a mí hasta el segundo piso.
El encuentro es breve y el tono enérgico. Somos tres en la oficina y el que lleva la voz cantante se ha presentado como el agente Roque. A mi lado, otro más joven, me observa y dice que se llama Camilo. Ambos me anuncian que pertenecen al Ministerio del Interior. No están interesados en escuchar, hay un guión escrito sobre la mesa y nada que yo haga los distraerá. Son profesionales de la intimidación.
El tema me lo esperaba: estamos cerca de la fecha para el encuentro de blogger que, sin secretismo ni publicidad, hemos estado organizando desde medio año y ellos me anuncian que tenemos que suspenderlo. Media hora después, cuando ya estábamos lejos de los uniformes y de las fotos de líderes en las paredes, reconstruimos aproximadamente sus palabras:
Queremos advertirle que usted ha transgredido todos los límites de tolerancia con su acercamiento y contacto con elementos de la contrarrevolución.Eso la descalifica totalmente para dialogar con las autoridades cubanas.
La actividad prevista para los próximos días no puede ser realizada.
Nosotros, por nuestra parte, tomaremos todas las medidas y haremos las denuncias pertinentes y las acciones necesarias. Esta actividad, en los momentos que vive la Nación, de recuperación de dos huracanes, no será permitida.
Roque termina de hablarme –casi a gritos- y yo aprovecho para preguntarle si me puede dar todo eso por escrito. Esto de ser una blogger que pone su nombre y su rostro me ha hecho creer que todos están dispuestos a colocar su identidad acompañando lo que dicen. El hombre pierde el ritmo del guión –no se esperaba esas manías mías de bibliotecaria que guarda papeles–. Deja de leer lo que estaba escrito y me grita más fuerte que “ellos no están obligados a darme nada”.
Antes de que me saquen de lugar con un “retírese ciudadana” alcanzo a decirle que no pueden firmar lo que me han dicho, porque no tienen el valor para hacerlo. La palabra “Cobardes” se las suelto casi en una carcajada. Bajo la escalera y oigo el ruido de las sillas que se acomodan en su lugar. El miércoles ha terminado temprano.
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