Al principio los anestesistas simplemente conocían el dato en base a sus experiencias, pero una serie de experimentos «ligeramente crueles, por el bien de la ciencia» confirmó el hecho, midiendo el dolor que sentían al recibir descargas eléctricas mientras se les suministraba gas anestesiante.
Se cree que esto puede tener que ver con algún factor de tipo genético común a todas las mujeres pelirrojas, que además de proporcionarles su natural palidez y color de pelo rojizo las haga especialmente sensibles al dolor; de ahí que sea más difícil «dormirlas» con anestesia. [Fuente: Discovery Fit & Healt vía How Stuff Works.]
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