2. El balance Fidel-Raúl Castro
3. La élite ante dos desastres naturales
4. Los puntos más difíciles de la crisis actual
5. El debate sobre la ayuda. EEUU-Cuba-Exilio-Disidencia
6. Un nuevo escenario
7. Información y desinformación
8. CONCLUSIONES
Desde el punto de vista del poder, lo más duro para el régimen ya pasó: nunca se perdió el control. El impacto más trascendente del paso de los huracanes Gustav y Ike no ha sido la catastrófica destrucción que provocaron, ni la creación de una disyuntiva reformas-inmovilismo, sino el surgimiento de un nuevo escenario donde Raúl Castro mostró todas sus capacidades y limitaciones, Fidel Castro es consultado pero no dirige, y nuevos actores geopolíticos entraron en escena, mientras otros quedan apartados.
Todo parecía indicar que surgía una nueva etapa, con Raúl Castro perdiendo prestigio ante el país por fallar en momentos decisivos, y el Castro enfermo y obsoleto aferrado a los cargos a que renunció, emitiendo advertencias apocalípticas y orientaciones que quiere tengan fuerza de edicto. Por eso, aparte de la catastrófica destrucción que provocaron los huracanes “Gustav” y “Ike” sobre Cuba, desde el punto de vista político parecía que surgía un nuevo escenario donde la sucesión se habría detenido, Raúl Castro habría mostrado más limitaciones que capacidad, y Fidel Castro habría retomado el poder aún desde la cama a que lo amarra su precaria salud física.
Pasaron más de diecisiete días desde los primeros vientos huracanados de “Gustav” hasta que Raúl Castro apareció en público por primera vez en la destruida Isla de la Juventud, que además había sido golpeada también por “Ike”, para decir a los atribulados pineros cosas como que hay que tener calma, no perder el ánimo ni la esperanza, no desmoralizarse, trabajar duro y confiar en que sus problemas serán resueltos, aunque “llevará tiempo y mucho trabajo” por la magnitud de los daños.
Al día siguiente, esta visita del general a una de las zonas de desastre fue reflejada en Juventud Rebelde y las agencias noticiosas del régimen, pero omitida de las páginas de Granma. Hubo que esperar un día más para que el “Órgano del CC del PCC” la reportara junto a la que realizó a Pinar del Río. Esto quizás podría valorarse como ejemplo de desavenencias en el marco de la lucha faccional dentro del régimen, aunque pudiera ser parte de la proverbial ineficiencia y lentitud del órgano partidista.
Siempre se supo que el estilo de Raúl Castro era diferente al del Comandante, y nadie esperaba sensacionalismo de su parte, pero ha mostrado falta de protagonismo rotunda e irreversible. Ya antes del paso de “Ike”, mirando su actuación en ocasión de “Gustav”, Cubanálisis-El Think-Tank señaló que “Raúl Castro puede haber sufrido un patinazo de liderazgo ante una crisis mayúscula, o por el contrario haber mantenido una posición deliberadamente secundaria (…). Toda una serie de aparentes incongruencias (…) tendrían una lectura diferente si, en vez de falta de liderazgo, hubiera sido una muestra más del secretismo del general y su predilección por la sorpresa estratégica”.
Tras dos semanas de observación detallada del escenario, protagonistas, y decisiones, la primera impresión era que la crisis de los huracanes resultó mayor que la capacidad del general para manejarla y al mismo tiempo preservar la imagen clásica de líder a que todos están acostumbrados. Parecía que por el momento Fidel Castro había regresado al poder y su hermano había quedado en el papel de administrador.
No es que Raúl Castro lo hubiera hecho mal en cuanto a la previsión y preparación para el golpe de los huracanes y en la posterior recuperación de emergencia, teniendo en cuenta los recursos disponibles, sino que dejó un imperdonable vacío en cuanto al papel y lugar que le corresponde a un jefe de estado durante una emergencia de este tipo, y su absoluta ausencia de los escenarios destrozados resultó muy significativa para nacionales y extranjeros.
La información básica y más trascendente alrededor del huracán vino del Comandante en Cama con traje deportivo, no del oculto general aferrado a los teléfonos: fue Fidel Castro quien comparó a “Gustav” con un golpe nuclear y definió las pérdidas del primer meteoro en tres o cuatro mil millones de dólares cuando aún era imposible calcularlo; fue quien manejó el pulso con la administración Bush y rechazó las primeras ofertas de ayuda porque el equipo de evaluación sería de espías; y fue Castro quien finalmente anunció que “la hermana República Bolivariana de Venezuela, y su presidente Hugo Chávez, han adoptado medidas que constituyen el más generoso gesto de solidaridad que ha conocido nuestra patria”.
Fue el viejo dictador quien en medio de la catástrofe orientó mantener activa la propaganda mundial por la excarcelación de los cinco espías condenados en Estados Unidos; y fue también quien impuso la declaración de Raúl Castro de apoyo a Evo Morales en Bolivia cuando el general no se había dirigido a los cubanos. Todo eso sin olvidar que fue Castro quien aconsejó a Hugo Chávez la línea a seguir en apoyo del presidente boliviano, que culminó en la reunión de UNASUR.
Fue en una de sus Reflexiones donde se rechazó cualquier posibilidad de ayuda de Estados Unidos señalando que ni “mil millones de dólares” se aceptarían, y vinculando la aceptación de cualquier ayuda de EEUU al “levantamiento del bloqueo”, con lo que asegura también que el sector más intransigente del exilio siga presionando en contra del levantamiento temporal de las restricciones familiares.
Y sin mucho ruido ha rechazado la ayuda de 25 de las 27 naciones de la Unión Europea –sólo se admite de España y Bélgica- como parte de la presión para que formalicen acuerdos de cooperación con el gobierno. De manera que con esa intransigencia de la “dignidad”, impide la ayuda a los damnificados por parte de las naciones más ricas del planeta y crea una presión extraordinaria y un cerco a la gestión de Raúl Castro en el manejo de la recuperación del país tras los dos devastadores huracanes.
Fue el Comandante, quien minimizó públicamente a Raúl Castro al destacar a Machado Ventura y los generales Espinosa Martín, Quintas Solá y Cintras Frías por su papel en las tres regiones militares en que se divide el país al paso de los huracanes.
Incluso se llegó a debatir internamente en Cubanálisis si esa maniobra publicitaria de Fidel Castro era una amenaza velada contra su hermano de que si se desviaba de la línea podría aparecer un nuevo equipo de gobierno de toda la confianza del viejo dictador. Sin embargo, después de largos intercambios, aparentemente no existen fuerzas suficientes en la élite “no-raulista” con poder real para retar el control al núcleo pro-Raúl que lo detenta. Eso sin contar que en el caso hipotético de que el viejo tirano decidiera respaldar una facción frente a la otra, pudiera dar lugar a resultados imprevisibles que condujeran al fin del régimen.
Sin dejarse arrastrar por teorías conspirativas, todo lo anterior condujo a pensar en una recuperación parcial del control por parte de Fidel Castro, que siempre que pueda será el árbitro final en la lucha de facciones.
Por su parte Raúl Castro parecía volver a ser lo que siempre fue durante casi medio siglo: segundo al mando, jefe de estado mayor, organizado y relativamente eficiente. Una especie de gran burócrata que muestra como logros que la defensa civil minimizó las muertes en ambos huracanes; que los consejos provinciales de defensa hayan cumplido su misión; que se haya mantenido el mando y el control del país en medio de la catástrofe; que las reservas materiales del país se hayan puesto a funcionar con mucha celeridad y relativa eficiencia, que objetivos estratégicos se hayan protegido razonablemente de la destrucción; que se hayan ido restableciendo poco a poco la electricidad y las comunicaciones; y que nadie se haya atrevido seriamente a cuestionar el poder. No es un mal balance para lo que se conoce como un “dirigente”, pero resulta absolutamente insuficiente para poder ser un líder en medio de una crisis colosal.
Fidel Castro, tanto en julio del 2006 como en febrero del 2008 se vio incapaz de seguir gobernando porque se sabía imposibilitado físicamente, pero Raúl Castro nunca se engañó: siempre mantuvo su cordón umbilical con el hermano enfermo, tal vez buscando una legitimidad que no sentía, y le hizo el regalo, aprobado por aclamación en la Asamblea Nacional, de que se le consultarían todas las decisiones estratégicas.
Esa decisión del general lo tiene atado de pies y manos para actuar completamente por su cuenta mientras no se celebre el Gran Funeral, pero tal vez él mismo se sienta mejor así.
Como administrador ha resultado eficiente en la debacle, desde la preparación cuando se acercaban los huracanes hasta el proceso de recuperación de emergencia que está en curso todavía, y seguramente tiene que haber ganado mucho reconocimiento por parte de sus subordinados, pero no parece capaz de pretender un liderazgo efectivo y personal mientras viva el Comandante, por sentirse por debajo del hermano mayor en este punto, sea por desmesurada lealtad, complejo o debilidad.
En otras palabras, su falta de protagonismo, aunque sea una decisión errada, no sería porque no pueda, sino porque no quiere: le basta con ser reconocido y aceptado por la élite que lo siente eficaz y en control, pero no le interesa el aplauso de la población, ni la población en sí misma, con la enfermiza fruición que caracteriza a Fidel Castro.
Por eso la idea de esperar que Raúl Castro encarne el liderazgo tras la muerte de su hermano en un estilo similar al Comandante se desvanece como el gato en “Alicia en el País de las Maravillas”. Cuando ese día llegue, mantendrá su estilo nada protagónico pero eficaz de gobernar desde las sombras. Podrá ser un líder pragmático y efectivo, pero nunca un líder carismático.
1. Cuba tras dos huracanes y la “dignidad” castrista
A partir de todo lo anterior es necesario analizar la etapa inmediata que se avecina para el régimen, donde hay cuatro factores fundamentales a tener en cuenta:
1. la ayuda financiera de Hugo Chávez para alimentación y construcción
2. el suministro ruso de tecnología y maquinaria que podría ser financiado por Chávez
3. la pasividad de China y Vietnam, que se han comprometido con muy bajo perfil, y
4. la absoluta exclusión de la ayuda de Estados Unidos y la limitación de la del exilio.
El aporte sustancial al gobierno de La Habana por parte de Hugo Chávez es una imperiosa necesidad para el bolivariano, quien no puede darse el lujo de una debacle del régimen cubano que pondría en ascuas al suyo, incapaz de sostenerse sin la “asesoría” cubana, y no precisamente la asesoría médica, profesoral y deportiva, sino la militar y de seguridad.
Tiene dinero para ello, no se somete a los controles elementales de un estado de derecho, y maneja la chequera petrolera a su antojo. Recuérdese que el presidente Carlos Andrés Pérez fue destituido por una oscura operación de 17 millones de dólares de una partida de dinero discrecional del presidente, pero el teniente coronel puede manejar muchas veces más esas cifras sin que el escándalo vaya más allá de cierta prensa y algunas manifestaciones, aunque en estos momentos, descendiendo los precios del petróleo y saliendo a flote el excesivo gasto público venezolano, tendrá que ser mucho más cuidadoso y discreto, por lo que tal vez nunca se haga público el monto real de la ayuda.
Llegó a La Habana al atardecer del domingo (foto superior), invitado por Fidel y Raúl Castro para "hacer llegar el abrazo solidario del pueblo venezolano al glorioso pueblo de Martí''. (…) "Están pasando por momentos difíciles por el paso de huracanes por la isla''. (…) "…el imperio norteamericano en lugar de ayudar (a Cuba) aprieta el cerco para ahogar a la revolución''. (…) "Cuba cuenta con el apoyo de Venezuela, con el apoyo del continente y el del mundo''.
Días atrás, Fidel Castro definió la ayuda venezolana tras los huracanes como "el más generoso gesto de solidaridad que ha conocido nuestra patria”, aunque posteriormente moderó el lenguaje de sus entusiasmos en una "reflexión" más reciente. Habrá que esperar para ver en qué se concretan esas declaraciones de ambas partes, aunque no son pocas las posibilidades de que no se sepa exactamente el volumen real de la ayuda, por las posibles dificultades actuales de Hugo Chávez con sus arcas, por lo que no puede descartarse que parte de la ayuda se entregue "por debajo de la mesa", no solamente para no exponer exageradamente al teniente coronel bolivariano, sino también para tener más combustible en la batalla "humanitaria" contra la administración Bush en aras de lograr el "levantamiento del bloqueo".
El compromiso de Rusia es doble y simultáneo, y puede confundir al que no lo observe en detalle. Parte de la oferta concreta expresada por el vicejefe del gobierno ruso, -nada casualmente jefe de los órganos de seguridad-, de enviar más ayuda de emergencia, no tardará en materializarse y se verán pronto aviones y tal vez algún buque transportando productos alimenticios y materiales de techado de emergencia.
Pero el interés geopolítico ruso va mucho más allá, y es parte de la respuesta a maniobras norteamericanas con Georgia y Ucrania para acercarlas a la OTAN, y al disloque de la Cuarta Flota en el Caribe.
Esa estrategia global de Rusia se pone de evidencia en la presencia de seis ministros y más de cuarenta directores de empresas en la escala de cinco horas en La Habana del Viceprimer ministro ruso en viaje Moscú-Caracas y continuado a Nicaragua. Esa visita relámpago resultó en el compromiso de una masiva ayuda rusa para la reconstrucción de Cuba, probablemente financiada con dinero de Venezuela, que pagaría la factura mediante una operación triangular. Además, sin gran despliegue se anunciaron planes para la construcción de un centro espacial ruso en Cuba “con fines pacíficos”, que haría parecer la Base de espionaje de Lourdes como un juego de niños.
Cierra el triángulo Rusia-Cuba-Venezuela la capacitación, entrenamiento y transferencia masiva de experiencia operativa y modus operandi para seguridad, defensa, “trabajo político” y “enfoque social de la economía” a la Venezuela bolivariana, quien a su vez la haría llegar en la primera oportunidad a los gobiernos “hermanos” de Bolivia, Ecuador y Nicaragua, mediante un paquete que combina el petróleo solidario y las declaraciones antiimperialistas. Ese proyecto cuenta con la bendición de Fidel Castro y convertiría a Hugo Chávez en el único e indiscutido líder de la izquierda radical latinoamericana. Sus planes de maniobras militares conjuntas con Rusia y de grandes compras de armas e inversiones multimillonarias en Venezuela por parte de China, lo elevan además a la categoría de enemigo principal de Estados Unidos en la región. El propio domingo Chávez aparecía en entrevista en Rusia declarando: "Necesitamos a Rusia para nuestro desarrollo económico y social, para el apoyo en general, para las vidas de las personas de nuestro continente, para la paz".
En esta ecuación cabría, además, el belicoso presidente iraní Ahmadinejad, a quien Raúl Castro había logrado mantener a distancia bloqueando el eje Caracas-Habana-Teherán que tanto desean el persa y el bolivariano, y al que ahora será más difícil rechazar frente a los muchos millones de razones que alegará el teniente coronel a favor del iraní, más otros millones de razones que podría aportar Teherán.
China y Vietnam parecen haber quedado con muy bajo perfil, no solamente por su tibia y lenta respuesta a la emergencia en Cuba, sino porque en las actuales condiciones las relaciones comerciales bilaterales no dispondrán de demasiado dinero por la parte cubana ni los rusos tampoco tendrán demasiado interés en que se establezca una cabeza de playa china en la Isla. Podrán mantenerse algunos convenios actualmente en ejecución, pero es muy probable que no se comiencen otros de importancia, y la “opción asiática” con que el raulismo a veces parecía coquetear queda suspendida hasta nuevo aviso, si acaso después de los funerales del Comandante.
Las eventuales medidas de mejoramiento de relaciones con la nueva administración norteamericana que asumirá en enero del 2009 pierden no solamente su urgencia, sino también el carácter casi imprescindible que tenían: con Fidel Castro “reflexionando” activamente y una grave situación económica y social en el país, el régimen necesita un enemigo “malo”, mientras más “malo” mejor, y enfocará la relación bilateral basada en demandas imposibles de conceder sin nada a cambio, como la eliminación “del criminal bloqueo imperialista” y de “la asesina ley de ajuste cubano”. Ese resurgir del castrismo “numantino” impedirá el relajamiento en las tensiones con Estados Unidos, aún si asume la Oficina Oval la tendencia más proclive a negociar.
El régimen se prepara para confiscar por “contrarrevolucionaria” cualquier ayuda que llegue al país procedente de organizaciones del exilio, y de hacer eso y no rechazarla completamente y devolverla, la distribuiría según sus propios criterios, y si n mencionar su origen, con independencia del destino original de tal ayuda. Por ninguna circunstancia el régimen está dispuesto a permitir que algún cubano en el país pudiera sentirse agradecido de una ayuda proveniente de “la mafia de Miami”.
De la misma manera, no hay intención de eliminar “el impuesto correspondiente” a las tasas de cambio arbitrariamente impuestas a las remesas familiares, ni los precios leoninos que se establecen en las llamadas tiendas recaudadoras de divisas. Ya Fidel Castro “reflexionó”, diciendo que “Los que reciben las remesas de dinero de Estados Unidos, después de pagar el impuesto correspondiente, pueden comprar las cuotas normales a bajísimo precio y también adquirir productos en las tiendas de divisas, que hoy ofrecen mercancías cuyos costos en el exterior se han elevado considerablemente”.
La Habana seguirá intentando dividir al exilio miamense confrontando la política de “la mafia de Miami” con los intereses familiares de “la emigración”. Por esa vía tratará de influir en las elecciones al congreso en el Sur de la Florida. Pero hay dos elementos nuevos a tener en cuenta en el panorama político: el rechazo unánime de la comunidad cubano-americana a la limitación y obstáculos que pone el régimen a la ayuda humanitaria masiva para el pueblo de Cuba, así como el rechazo de buena parte del exilio de a pie a la intransigencia e inflexibilidad de la administración norteamericana y del exilio histórico desconectado de la realidad de la población insular, combinación que se ha opuesto a un tratamiento más humanitario hacia el pueblo de Cuba en este momento de crisis.
Entre las malas noticias que se derivan de la nueva situación en la Isla, los prisioneros de conciencia verán más difícil una posible excarcelación, ni siquiera por motivos de salud, y las relaciones con la Unión Europea serán más duras y complejas, pues mientras los raulistas parecen pretender un acercamiento, Fidel Castro ya definió las intenciones del viejo continente como “hipócritas” y ahora, sin preocuparle para nada la suerte de los damnificados, ha bloqueado la ayuda de 25 de las 27 naciones de esa organización, amenazando a los europeos, sin decirlo así, con un caos humanitario incontrolable.
2. El balance Fidel-Raúl Castro
Si a lo largo de su trayectoria Fidel Castro ha aprovechado o provocado crisis y coyunturas políticas extremas para proyectar su protagonismo, Raúl Castro se enfrentó a una catástrofe natural de envergadura nacional y está enfrentando el caos subsiguiente.
No solo se presentaron dos estilos de abordar el fenómeno meteorológico que atravesaba el país, sino existieron y existen dos percepciones. Se puede argumentar que Fidel Castro ejerce influencia y Raúl Castro ejerce el mando, y por lo tanto, no está preocupado de asumir el discurso acostumbrado de máximo líder.
En un símil con los bolcheviques, el estilo del viejo dictador tiene mucho de Trotsky y Lenin, mientras Raúl Castro se asemeja más al aparatchik Stalin por su frialdad. Si no se puede decir que Raúl Castro salvó al sistema ante la crisis de los ciclones, sí demostró su funcionalidad; de haber estado en el poder total Fidel Castro, el caos, el descontrol y la hambruna estarían hoy a la orden del día, junto a la interminable oratoria del Comandante y la sombra de una grave crisis humanitaria como arma de presión frente al “imperialismo”.
Aún ahora, al Castro mayor lo que le importa es el rol "internacional" de Cuba en estas gravísimas circunstancias, ya que en última instancia, eso es lo suyo. En lo que concierne al general, la crisis, además de ser una gran tragedia nacional, podía hacerle perder u obtener la total legitimidad.
Querer llegar a la conclusión de que en el forcejeo que se desarrolla entre ambos hermanos, -a todas luces real-, ya existe un perdedor o ganador, es apresurado, ya que sólo los acontecimientos venideros pueden dar la razón a quienes argumentan de un lado u otro. Sin embargo, hay ciertos indicios y elementos que desde ahora se pueden destacar:
Si bien Fidel Castro no dispone de instituciones ni el poder administrativo para interferir a fondo en las decisiones de su hermano, está aferrado a su condición de primer secretario del partido para interferir e imponer sus opiniones, y cuenta con voceros en la prensa y la televisión (sus puntos fuertes) que le sirven para hacerse valer como guía político. Además goza de especial influencia en una figura clave en el ámbito hemisférico e internacional, el presidente venezolano Hugo Chávez.
Raúl Castro, por otra parte, está rodeado de un equipo altamente leal que sólo toma como orden ejecutiva la que recibe por los canales del actual Presidente de los Consejos de Estado y Ministros.
Cada uno de los hermanos es fuerte en lo que ha venido desarrollando en décadas de poder: Fidel en los medios de difusión, (el aparato de la Batalla de Ideas), y en su proyección internacional, y Raúl en la institución militar y de seguridad.
En un balance inicial, todo parece indicar que, pese al extenso empleo de los medios de comunicación por Fidel Castro, estableciendo la iniciativa estratégica política, la dirección operativa de Raúl Castro en la crisis le valió un apoyo más incondicional de su élite, y la adición acaso de otro círculo de la nomenclatura de gran importancia operativa: los primeros secretarios provinciales y municipales del PCC, así como las autoridades administrativas regionales.
Si bien el general estuvo mucho tiempo ausente físicamente de los lugares del desastre, no fue Fidel Castro ni más nadie, sino el propio Raúl Castro quien se comportó como el verdadero jefe de Estado, cuando en medio de la emergencia nacional, atendió al vice-presidente del gobierno ruso, sostuvo conversaciones con dignatarios extranjeros y envió mensajes a Bolivia, sin dejar de estar al tanto de todas las acciones llevadas a cabo en el país para la salvaguardia de vidas y bienes.
El monto aceptado del desastre es de unos 5,000 millones de dólares que según cálculos serios constituyen casi el 10% del Producto Interno Bruto. Una caída de esa magnitud es seria para cualquier país, pero no basta para quebrarle el espinazo al régimen si finalmente recibe ayuda sustancial y maneja acertadamente la crisis.
La necesidad de solventar los problemas más agudos que se enfrentan (viviendas, viales, electricidad, telefonía, agua potable, alimentos), impone medidas que van desde el viejo arsenal castro-guevarista, con movilizaciones masivas para recuperar productos del agro e iniciar siembras, hasta la entrega inmediata y apresurada de tierras en usufructo a la mayor cantidad de solicitantes (al momento de escribir estas líneas ya son más de 16,000), que había estado frenada en los últimos tiempos. (En la foto, grupo electrógeno).
Aunque Fidel Castro hable del resultado de la furia de los huracanes como de un “golpe nuclear”, aún reconociendo que los daños son enormes, nunca será como en el período especial que sobrevino en Cuba por el desplome de la URSS, cuando se esfumaron las fuentes de abastecimiento y créditos, y los mercados se cerraron de sopetón.
En aquella ocasión el Comandante se vio obligado a recurrir a las yuntas de bueyes en la agricultura estatal y a la tracción animal y humana en el transporte urbano, y tuvo que aceptar el cuentapropismo y la dolarización, que después lamentó pero no pudo eliminar.
Lo que se espera ahora podría ser otro período especial, más breve y no anunciado, donde coexistirán grandes movilizaciones para el trabajo de recuperación con la rehabilitación urgente de la producción exportable que no ha sido sustancialmente afectada, y cuenta para su venta con mercados estables. Eso contando que en lo que resta del año no aparezca un tercer huracán sobre el país, que aunque no fuera de los más dañinos y potentes, golpearía entonces sobre los daños anteriores, con consecuencias que serían realmente impredecibles.
Por esa razón Raúl Castro no tiene necesariamente que llegar al extremo de aplicar medidas de “comunismo de guerra” como han vaticinado algunos analistas. Aunque gran parte de los recursos que reciba los tiene que dedicar a restaurar la infraestructura económica dañada y las instalaciones estatales afectadas en la agricultura y la industria, está obligado, por razones más que nunca estratégicas, a incrementar la producción de alimentos, favoreciendo con entregas de tierras y una política adecuada de precios y comercialización a los agricultores privados.
Desde el miércoles al mediodía del sábado fueron reclamadas más de 240,000 hectáreas de tierras ociosas por 16,354 personas, casi la mitad de ellas para cultivos varios y la otra mitad para ganado mayor y menor. 100,000 hectáreas produciendo viandas y granos a razón de solamente 2 toneladas por Ha., cifra muy conservadora, podrían ser doscientas mil toneladas antes de fin de año. Las otras cien mil Ha., con ganado vacuno, cerdos, ovino-caprinos y aves podrían producir leche, carne de ganado menor, aves y huevos en relativamente poco tiempo. Además, no puede descartarse la construcción de viviendas campesinas rústicas en esas áreas, que aliviarían la presión habitacional creada por los huracanes.
La información señala que "el 78,6% de las personas que han acudido a las oficinas municipales de Control de la Tierra para solicitar área agrícola no cuentan actualmente con terrenos, por lo que constituyen nuevas fuerzas que se incorporan a la producción de alimentos o son personas que tenían animales y los pastoreaban en áreas ociosas o en los bordes de las carreteras, mientras el 21,4% son propietarios o usufructuarios".
Tampoco va a detener los incentivos salariales para los trabajadores productivos estatales. Pero en las desastrosas condiciones del país es probable que se le imponga al trabajador más rigor y dificultades para elevarse por encima de la media, y ya anunció que la eliminación de la “doble moneda”, proyecto que todos reconocen como necesario pero que nadie se decide a proponer concretamente la forma de acometerlo, podría demorar hasta cuatro o cinco años.
Además hay que tener en cuenta que los polvos de la desigualdad social que trajo el período especial se acrecientan ahora con estos lodos que dejaron los ciclones “Ike” y “Gustav”, porque los que nada tienen deben esperar por el gobierno o por la ayuda rusa o venezolana. A partir de las promesas de Raúl Castro de que el gobierno fabricará 7,000 viviendas anualmente para los damnificados cuando obtenga los equipos requeridos, y del total de casas totalmente destruidas por la furia de la naturaleza y la falta de mantenimiento, se está hablando de no menos de diez años para resolver las situaciones familiares más graves si solamente se cuenta con esa vía. La precariedad de vida de miles y miles de personas en esta situación repercutirá duramente en el tejido de la sociedad cubana.
Paralelamente a esta grave crisis habitacional, hay un gran movimiento por parte de la diáspora cubana a favor de incrementar la ayuda monetaria a sus familiares en la Isla por vía directa e indirecta, sin olvidar otros aportes humanitarios desde el extranjero que se han estado generando para el resto de la población. Sería posible incluso que el régimen importara para comercializar en moneda dura materiales de construcción e implementos para el hogar, lo que favorecería la entrada de mayores remesas por parte de los exiliados. Todo ello contribuiría a acrecentar la desigualdad social y cierra posibilidades de avance a los sectores más marginados, (negros y blancos pobres, no campesinos), por lo que aumentará también la desigualdad racial.
Visto todo lo anterior, será necesario que el pragmatismo se imponga por encima de la “estrategia revolucionaria”, si es que en última instancia la élite se decide a llevar adelante la utilización de mecanismos económicos para acelerar la reconstrucción.
La visita de Raúl Castro a Pinar del Río mostró aristas muy importantes que la prensa ha ignorado, aferrada a una frase que, si se analiza fuera de contexto, parecería sugerir que el general declara que hay necesidad de trabajar pero la gente no quiere, cuando en realidad lo dice para enfatizar en la necesidad de trabajo más y más duro.
En esas palabras en Pinar del Río el estilo militar del organizador efectivo salió a flote de inmediato, al explicar la estrategia a seguir: dijo que “el país trabaja en la adquisición de los medios necesarios para equipar 15 brigadas de movimiento de tierra, una para cada provincia y la Isla de la Juventud, de las cuales las de Pinar del Río, Camagüey, Las Tunas y Holguín tendrán una composición reforzada, especialmente con más camiones de volteo”.
Es decir, el alto mando refuerza sus cuerpos provinciales para que sea allí, y no en las oficinas de la capital, donde se tomen las decisiones para aplicar los refuerzos mecanizados a las tareas de reconstrucción. Además, y en reconocimiento de que el igualitarismo no funciona, las cuatro provincias más golpeadas serán reforzadas con camiones de volteo: Pinar del Río, Camagüey, Las Tunas y Holguín.
Se dijo en ese recorrido, además, que “se crearán otras 70 brigadas, dos por cada uno de los 35 municipios más afectados, con capacidad para construir cada una 100 viviendas por año como promedio”. Militarmente hablando, es la definición de la dirección del golpe principal.
Para quienes no hayan entendido, se deja claro que el gobierno central, con estos refuerzos, puede garantizar la construcción de 7,000 viviendas en un año en los 35 municipios más afectados del país, lo que significa que los otros 134 municipios deberán acometer con sus propios recursos y los de su provincia las tareas de reparación y construcción de viviendas en cada uno de ellos, así como los 35 municipios más afectados deberán encargarse de todo lo que se requiera más allá de las 200 viviendas por municipio anuales que apoyará directamente el país desde la estructura central.
Claro, no hay que decir que 7,000 son insuficientes. Esa no es la noticia: la noticia es que sin demagogia y escándalo ya está claro lo que garantizará el estado centralmente, de lo que se deriva lo que corresponde a las provincias, los municipios y los ciudadanos por su cuenta. Falta ahora que se agilicen los mecanismos para que los miles y miles de familias que deberán acometer la tarea por sus propios medios no sea dificultadas con absurdas trabas burocráticas o innecesarios acosos policiales.
Raúl Castro está imponiendo su estilo de dirección en medio de la crisis. No solamente la salud impide que Fidel Castro retorne nuevamente a hegemonizar todo el poder, sino que ya la élite ejecutiva actual no responde ciegamente a su dirección. Pero, por otra parte, Raúl Castro no puede impedir la intromisión de su hermano, el caudillo fundador del Estado socialista, so pena de provocar un enfrentamiento público y abierto que, a la larga, implicaría una victoria pírrica pues podría desencadenar la violencia en el país.
Así planteado, el diferendo entre el fundador y el sucesor designado se deberá analizar considerando un plazo intermedio, de varios meses o un año, para poder concluir a quién de los dos favoreció esta crisis.
3. La élite ante dos desastres naturales
Salvo en las guerras africanas de los ochenta, donde la élite militar fue capaz de sostener simultáneamente dos frentes de guerra (Etiopía y Angola) y salir victoriosa en ambas, no se había presentado un escenario para aquilatar hasta qué punto el equipo que había ensamblado Raúl Castro en los últimos dos años podía afrontar una crisis doméstica de gran envergadura.
La élite militar-civil estaba preparada para la eventualidad de un desastre como éste. En los meses iniciales del año se realizó el ejercicio de entrenamiento Meteoro 2008, por las FAR y la Defensa Civil, en el cual se entrenaban las acciones a desarrollar si la Isla era devastada por un huracán categoría 5. (Olga Lidia Tapia, secretaria del PCC en Pinar el Río, habla con el general Leopoldo Cintras Frías (Polo), a la derecha en la foto, después del paso de "Ike")
Antes de los golpes ciclónicos, alrededor de 90,000 efectivos militares asistidos por una cantidad superior de la Defensa Civil, de los servicios médicos, y de reparaciones eléctricas, telefónicas y de acueductos, se hallaban en sus puestos de alerta, tras haber evacuado a unos 3 millones de civiles a refugios o lugares más seguros, en una movilización cronometrada. En el último mes se había agregado más de un 10% de la producción del país a las reservas estatales de comestibles y materiales. Durante los dos huracanes solamente se perdió la comunicación del mando central encabezado por Raúl Castro entre Holguín y Baracoa, cuando “Ike” entró con enorme destrucción por esa zona oriental.
La dirección de Raúl Castro, de los Jefes de Ejércitos, y de los mandos provinciales de la Defensa Civil fue constante, evitando la desorientación de todo el aparato ejecutivo militar, estatal y civil. Si bien en los medios de comunicaciones nacionales e internacionales la figura de Raúl Castro estaba desaparecida, no lo estaba para el aparato que se estaba enfrentando a los pasos de los ciclones y en la primera semana posterior al mismo.
Para la élite, el mando de Raúl Castro en la crisis significó una diferencia para mejor con el tradicional manejo del tema por parte de Fidel Castro. La descentralización territorial de la toma de decisiones, el apoyo logístico inmediato, y la exigencia de los mandos centrales, transformarían esta élite tradicionalmente apática en un aparato que respondía de inmediato, con los medios a su alcance, a las eventualidades que se iban presentando.
La confianza que ha inyectado Raúl Castro a su nomenclatura es diferente a la que impedía Fidel Castro: los dirigentes provinciales y regionales bajo la férula del Comandante esperaban órdenes y no se responsabilizaban con las tareas que tenían asignadas; bajo Raúl Castro asumen responsabilidades y se sienten con poder de decisión y sin el temor a la interferencia del Máximo Líder.
El paso de los huracanes sirvió para destacar a varios dirigentes importantes, como el general Pardo Guerra, organizador de toda la estrategia y logística de la Defensa Civil, la Secretaria del PCC de Pinar del Río, Olga Lidia Tapia, el de Santiago de Cuba, Misael Enamorado (foto), y el jefe de las reservas estatales, general Lezcano Pérez.
4. Los puntos más difíciles de la crisis actual
Raúl Castro probó ser eficiente ante su élite, y pese a la magnitud de la crisis y las limitaciones de recursos fue capaz de infundir confianza en ellos, organizar respuestas, y buscar opciones para superar las situaciones más desesperadas.
La respuesta del equipo Raúl, en el caso de la restauración de la energía eléctrica y las comunicaciones, puede compararse con la que implementa Estados Unidos cada vez que una ciudad importante es golpeada por huracanes. La cantidad de viviendas y postes eléctricos derribados por Ike en Cuba duplicó los provocados por el huracán Andrews en el sur de la Florida en 1992; y si a casi dos semanas más del 70% de las viviendas afectadas ya cuentan con fluido eléctrico en Cuba, en Miami ese por ciento no se logró antes de un mes. Asimismo, el país está funcionando con las reservas civiles y militares, las cuales supuestamente pueden suplir un mínimo de supervivencia por más de un mes.
Tanto la electricidad como el servicio de agua están en vías de solución y es cuestión de una o dos semanas más en los sitios más difíciles.
El problema más grave es el de la alimentación. La recogida urgente de las cosechas derribadas por los vientos es un paliativo; la medida de otorgar una caballería de tierra en usufructo (13.42 ha), para duplicar la cantidad de productores privados del país, no arrojará fruto más que a mediano plazo, y el gobierno asegura estar dispuesto a entregar en usufructo hasta la última hectárea disponible.
La producción agro-industrial sólo puede restaurarse en un período, cuando menos, de 4 meses. Por eso el régimen tendrá que depender de una inmediata y masiva ayuda exterior de alimentos y productos esenciales para la agro-industria. Todo indica que Rusia y Venezuela se han responsabilizado con ayudar masivamente en el problema alimentario, algo que ya Rusia hizo durante décadas.
La producción de alimentos ya venía en continuo declive desde muchos años antes, y a principios de año el problema había sido definido por el gobierno como cuestión “de seguridad nacional”, cuando se consideraba que se necesitarían cerca de 2,500 millones de dólares solamente para la importación de alimentos, lo que ahora se agrava sustancialmente al conocerse que se perdieron más de 100,000 hectáreas de cultivos varios (unas 8,300 caballerías), además de café, cítricos y aves.
Es imprescindible para el gobierno producir aceleradamente la mayor cantidad de cultivos de ciclo corto para la alimentación de las personas, como boniato, calabaza, maíz y frijoles. El ministerio de agricultura debe andar de prisa en las tierras estatales, y el del azúcar, además de la caña, ya está enfrascado en sembrar diariamente unas 500 Ha (37 caballerías) de estos cultivos, aunque según el ministro, general Rosales del Toro (foto), todavía no se logra.
Las solicitudes de tierras comenzaron a un alto ritmo, pero hubo una declaración de una funcionaria municipal del ministerio de agricultura advirtiendo que las respuestas podrían tardar entre 78 y 108 días, lo que apunta a Diciembre, aunque también dijo que había instrucciones de acelerar los procesos. Evidentemente, con ese enfoque burocrático no se llega a ningún lado cuando las necesidades son como las actuales.
El punto de la vivienda, si bien de inmediato no es el problema número uno mientras facilidades temporales de emergencia palien la situación, en unos meses será crítico. Se necesitan con urgencia materiales para reparar suficientes viviendas, que permitan reducir a una cantidad manejable los que se hallan en refugios y facilidades temporales.
El país no cuenta con tales reservas constructivas ni la capacidad para lograrlas en un plazo corto. Una de las grandes limitantes es la madera. La industria de materiales de construcción del país tendría que duplicar su capacidad ampliada en cemento, concreteras, canteras, muebles sanitarios, tuberías plásticas, para producir en un plazo de tres años unas 500,000 viviendas (en el 2006 se construyeron unas 100,000). Será necesario modificar la cultura de “estado benefactor” a cargo de todo para darle espacio a construcciones y reparaciones mediante cooperativas y esfuerzos individuales.
Salvo las casas de tabaco, los principales rubros de divisas (turismo, níquel, fármacos, servicios médicos) no se vieron afectados. La reconstrucción de las casas de tabaco, que garantizan la exportación en ese sector, requiere 400 brigadas de seis hombres cada una, dos de ellos carpinteros, pero de obtenerse, que no es imposible, en varias semanas se normaliza la situación, pues las siembras aún no han comenzado.
5. El debate sobre la ayuda. EEUU-Cuba-Exilio-Disidencia
Sin dudas, Estados Unidos perdió una oportunidad (¿la última por largo tiempo?) de actuar como el gran benefactor, de borrar de un golpe cinco décadas de propaganda negativa, de ocupar un espacio para negociar aperturas, y de acelerar la recuperación de la Isla. La Casa Blanca, aconsejada por una visión errada del exilio político cubano "de línea dura" y sus congresistas, se aisló de su rol humanitario y de su posible desempeño en propiciar reformas y aperturas en la Isla, convencida de que el régimen se desplomaría como castillo de naipes tras el paso de los ciclones. Es la misma ecuación de pronóstico que sucedió cuando Fidel Castro anunció su traspaso de poder a Raúl Castro, de no actuar y esperar, porque el nuevo régimen desaparecería con rapidez.
Por si fuera poco, el mantenimiento de tal política le dio la espalda a la plana mayor de la disidencia interna, la cual pidió -con gran astucia-, la suspensión temporal del embargo, para así lograr una estatura dentro de la Isla que le permitiera influir en el curso de los acontecimientos. Aislada y desoída por muchos líderes del exilio y la Casa Blanca, el futuro de la disidencia, hoy por hoy, es incierto.
Un importante sector del exilio político se ha empeñado en la viabilidad de la opción del "big-bang": fue lo que esperó cuando la transferencia de poder en julio del 2006, y lo pronosticó nuevamente con el caso de los dos huracanes en días pasados.
La experiencia de los totalitarismos del ex bloque soviético, incluida Cuba, la idea errónea que se tiene de cómo se produjeron las transiciones, y la consideración de que la élite castrista no dispone de opciones salvo EEUU, lleva a esa línea dura del exilio directamente a la conclusión de que el equipo ensamblado por Raúl Castro es incapaz de auto-reproducirse en el poder: Error importantísimo sostenido en 2006, que hoy repiten.
La miopía en política se paga quedando fuera del juego. Raúl Castro dispone del apoyo directo o virtual de los dos sectores que podrían retarle ideológica o políticamente en el escenario interno, que son los intelectuales y la Iglesia Católica. La disidencia interna ha seguido aislada de la población y atomizada políticamente; por si fuera poco, ahora ha sido ninguneada por el exilio y por Estados Unidos.
Por su parte, el régimen debería cambiar su enfoque si pretende que se incremente el flujo de remesas familiares: los escandalosos precios establecidos arbitrariamente en las tiendas de recaudación de divisas (TRD), la tasa de cambio artificial, y el oneroso “peaje” establecido con criterios feudales en el cambio de dólares a CUC o pesos cubanos, deberán ser repensados a la baja si realmente se pretende que esta vía de ingresos, que resulta significativa para que la población pueda aliviar sus penurias, pueda jugar un papel importante en la recuperación. Sin embargo, como se señaló más arriba, ya Fidel Castro parece haber cerrado definitivamente esta opción. El establecimiento del aumento de precios de los combustibles en medio de los huracanes, aunque estuviera previsto de antemano para esa fecha, ha resultado una medida impopular y torpe, aplicada en el momento menos propicio.
6. Un nuevo escenario
Sin dudas, la Cuba que hoy dirige Raúl Castro después de los huracanes no es la misma ni será la misma que heredó el 26 de julio del 2006 o el 24 de febrero del 2008.
Quiéralo o no, el general está obligado a imponerse a su hermano en las direcciones estratégicas de la economía y la estrategia política, porque en ello no sólo va su credibilidad, sino que está en juego todo el sistema: la élite lo sabe y lo palpó, y podría estar dispuesta a seguirlo incluso en un enfrentamiento con el "mito viviente".
El nuevo escenario es la dicotomía de Fidel Castro versus el resto de la élite del poder, pues ya no es el diferendo sordo que tenía hasta hace poco con su hermano sobre métodos, funcionarios e ideas que no compartía. La élite dejó de ser el conjunto de "almas muertas": tiene mucho que perder y no desea perderlo.
En el orden político, los ciclones y el período de los meses subsiguientes han servido y servirán para probar a los candidatos del equipo definitivo al que Raúl Castro pensaría transferir el poder, ya que su estancia al frente del estado está llamada a durar entre 3 ó 4 años por razones de edad y salud. Muchos de los nombres de la siguiente generación, que tradicionalmente se barajaban como candidatos fuertes al primer círculo, estuvieron fuera o lejos del escenario en esta ocasión, y otros con menos visibilidad hasta hoy, -sobre todo en las provincias-, han desplegado un gran protagonismo.
En el orden económico, las prioridades se han convertido en asunto de vida o muerte para todo el sistema. El debate ya no es reforma o inmovilismo: Raúl Castro está obligado a resolver la crisis alimentaria y de vivienda utilizando todos los resortes económicos y medidas pragmáticas o dogmáticas a mano. El país ha estado importando el 84 % de los productos alimenticios destinados a su canasta básica - que incluye alimentos como arroz, pollo y pescado enlatado-, por un costo anual de más de 1,200 millones de dólares. Se perdieron 111,000 Ha. de cultivos varios, 900 toneladas de café, e infinidad de techos en las instalaciones agropecuarias. Y ahora al problema se le agrega la espiral de precios que ya se disparó y que se mantendrá hasta que el mercado los ajuste a las nuevas realidades.
Por eso, tiene que reavivar la agro-industria hasta niveles de auto-suficiencia, y es muy difícil que lo intente de la manera tradicional que hasta ahora se ha seguido, y que se sabe que no funciona, puesto que necesita resultados rápidos y considerables. Uno de los problemas a resolver es la falta de iniciativa, motivación y disciplina en el trabajo que provocan las actuales fórmulas económicas, que deberán ser ajustadas con urgencia.
La producción destinada a la exportación no tiene grandes problemas para funcionar a plenitud en términos de semanas; asimismo, todo indica el incremento de los beneficios de la biotecnología y del petróleo en el Golfo de México con compañías extranjeras, aunque el petróleo cubano ya satisface el 50 % de sus necesidades energéticas internas, y se espera que en un par de años el país produzca el doble de sus necesidades. En la delegación rusa que visitó La Habana con urgencia hace pocos días se encontraba también el presidente de GAZPROM, el gigante petrolero ruso, y no por gusto.
En los recorridos por Isla de Juventud y Pinar del Río, Raúl Castro ha tocado puntos álgidos pro-reformas, como la unificación de la moneda, el pago acorde con el salario, la aceptación de las diferencias de ingresos, sobre todo con la entrega inmediata de tierras que representará, comparativamente, altos ingresos para los nuevos agricultores.
¿Qué se propone Raúl Castro con estos rodeos, en vez de impulsar reformas más profundas? No se puede determinar con precisión si finalmente este nuevo equipo se inclinará hacia la utilización de la economía de mercado con férreo control político, más que a la ideología y la práctica del capitalismo. Pero si algo ya aprendió esa élite es que la descentralización de funciones, como se pudo ver durante los huracanes y las crisis, la liberalización de la economía, o la entronización de medidas del mercado, no implican la pérdida del poder político. (FOTO: El Comandante de la Revolución Ramiro Valdés se reúne con el Consejo de defensa en Santiago de Cuba, después del paso de "Ike". Al día siguiente haría lo mismo en Holguín).
Sin dudas se imponen una serie de terapias de choque en la economía y los servicios, y dejar a un lado el dogmatismo guevarista y la insoportable lentitud que estaba caracterizando al reformismo. Una de las opciones que se abren, y de la cual es difícil todavía predecir como influirá internamente, es el retorno de Cuba al circuito técnico-económico moscovita ruso, muy diferente al soviético que la élite conoció.
Ante la posición de la actual administración Bush, que no es probable que se modifique, y la auto-suficiencia de la élite habanera, la opción siempre será tratar de demostrar que se puede prescindir de Estados Unidos. En definitiva, aunque en un escenario geográfico diferente, las transiciones en Europa oriental, el Cáucaso y Asia central se han efectuado sin el apoyo económico y financiero de los Estados Unidos. Allí ha sido Alemania el motor tecno-mercantil-bancario que ha sustentado las vías hacia la democratización.
7. Información y desinformación
No es fácil mantener la estabilidad emocional cuando se trata de informaciones sobre Cuba. Y no se trata solamente de la prensa oficial, claramente vertida al triunfalismo, el optimismo y la felicidad paradisíaca de los cubanos después de dos terribles huracanes y cincuenta años de dictadura.
También del otro lado algunos titulares reflejan ciertos deseos más que la información contenida en los textos, y el “ojala” sustituye demasiadas veces a la profesionalidad. “Cubanos sin albergue” es el título de una información referida a cubanos que duermen en el piso dentro de un albergue. “Cunde el pánico” es otro titular de textos que hablan de cualquier cosa menos pánico: limitaciones idiomáticas o quien sabe cuáles desinforman y distorsionan en aras del “periodismo”, que en demasiadas ocasiones funciona solamente en horario de oficina de lunes a viernes, como si la realidad y la dinámica descansaran en algún momento.
Raúl Castro en Isla de la Juventud pide “paciencia”, no desmoralizarse, y advierte que las soluciones necesitan “tiempo y mucho trabajo”. El Secretario de Comercio de EEUU (foto) dice en Miami que no es necesario enviar dinero a Cuba, porque no hay nada que comprar.
Fidel Castro rechaza ayuda de EEUU aunque fueran “mil millones”, y de todos los países de la Unión Europea menos España y Bélgica. El presidente Bush pide a los americanos enviar dinero a las víctimas de Ike en Texas, sin limitarla a padres, hijos y hermanos, ni a 300 dólares por trimestre, pero eso es lo que él mismo y los congresistas cubano-americanos dicen que es suficiente para los cubanos en Cuba, quizás porque aunque todos los seres son humanos, algunos son más humanos que otros.
Algunos de los que no quieren que se envíe nada de ayuda a la Isla alegan que en Cuba le venden los materiales de construcción y la comida a los cubanos damnificados, como si en Estados Unidos se regalaran: ¿Las ferreterías y los supermercados en Texas ofrecen materiales, baterías y productos alimenticios por amor al arte, sin cobrarlos?
Dicen también que en Cuba la nomenklatura se los toma para ellos y no todo llega a los cubanos. Siempre hay algo de cierto en dichas afirmaciones, en el mundo entero. ¿Quién puede jurar que en Haití, Nicaragua, Venezuela, Colombia, Honduras o Jamaica no sucede lo mismo? Naturalmente, dirán, todos los gobiernos son corruptos, pero algunos son más corruptos que otros.
8. CONCLUSIONES
Tal vez se haya amplificado en el análisis un pulseo de poder que pudo haber sido lo más normal del mundo dentro de la regla establecida voluntariamente por Raúl Castro de que su hermano sería consultado en todas las cosas importantes, y la crisis de los huracanes cumple con creces ese requisito. Si así hubiera sido, Castro I hizo lo que le correspondía, dar su criterio, aunque impositivo y absoluto como siempre.
Sin embargo, hay que tener en cuenta también la psicología de las masas: la población, en medio de la crisis necesitaba sentir a “Raúl”, la figura paternalista, el "padrecito zar”. Si Raúl Castro se hubiera paseado por helicópteros, con la prensa extranjera, por Yateras, Los Palacios o cualquier zona de desastre, tal vez hubiera contribuido a que se ofreciera más ayuda del exterior: las donaciones de China, con 300,000 dólares, y de Vietnam con 200,000, suman de conjunto lo que inmediatamente aportó Timor Leste, y la mitad de lo donado por Trinidad-Tobago.
Se produjo, por tanto, la percepción de un vacío de poder en un momento clave, ya que especialmente en tiempos de desastre es necesario se hable al país con una sola voz sin confusiones, porque todos saben, en resumen, que el que escribe casi a diario en Granma no es más que un anciano físicamente incapacitado.
Si es así, ¿qué vendrá tras los huracanes?
Podría ser más de lo mismo, tímidas reformas aguadas y el Comandante interrumpiendo y “reflexionando”, una relativa efectividad administrativa global, superior al desorden fidelista, el estilo de Raúl Castro imperando y extendiéndose a través de los funcionarios de mayor visión dentro del régimen en todas partes, pero siempre bajo la coyunda del “compañero Fidel”. Dos poderes y ningún poder único.
Venezuela y Rusia con su ayuda podrían impedir la explosión, Chávez se convertirá en heredero ungido de la izquierda ácida, Miami continuará especulando sobre el estallido popular o el éxodo masivo, y veremos un show en la ONU y en todo el mundo, donde José Ramón Machado Ventura, primer vice, critica al presidente Bush por su falta de “sensibilidad humanitaria” en el caso cubano, ridiculizando su oferta de cinco millones en ayuda humanitaria, posteriormente reducida a dos millones a través de ONGs, al compararla con el millón que ha dado Trinidad-Tobago o el medio millón de Timor Leste. En prevención a ese choque, el gobierno de EEUU declaró el domingo 21 que esa nación "está preparada para entregar, por aire y mar, suministros de construcción y albergues que puedan dar vivienda temporal y permanente" para unas 48.000 personas.
Si a esto se le añade la hipótesis de que pueda prevalecer el enfoque raulista de negociar con la Unión Europea, y liberar algunos presos políticos para recibir algunos millones de euros en ayuda, habría que decir que la vida sigue igual.
Lo que en Cuba significa que aunque ya se alejaron estos huracanes, para el pueblo no escampa.
Pero podría haber también un escenario diferente.
Con una masiva ayuda financiera de Hugo Chávez, necesitado de salvar al régimen cubano para poder salvarse él mismo, y a la vez un abastecimiento de tecnología, equipos y materiales rusos en gran escala, como parte de la estrategia geopolítica de Rusia en el Caribe, la élite cubana, muy fortalecida en su auto-estima tras el manejo de la crisis de los huracanes, podría convencerse de que aplicar reformas más profundas en toda la economía lograrían dinamizarla y hacerla crecer mucho más rápidamente sin poner en peligro los fundamentos del poder político. (En la foto, Raúl Castro conversa con el viceprimer ministro ruso Igor Sechin, durante su visita relámpago a La Habana. Sechin habla con fluidez portugués y francés, por lo que no aparece ningún traductor en esta foto).
Y esa nueva élite que ya se comienza a vislumbrar tras el paso de los huracanes, confiada en su cohesión, su funcionamiento, su experiencia y su capacidad de lograr resultados, y sin sentirse necesariamente obligada a hacerlo todo como quiere Fidel Castro, aunque guardando las apariencias, podría ser capaz de arriesgarse a intentar sacar a Cuba del vacío y evitar una explosión social sin temor a perder ni su poder ni sus privilegios.
En el sordo debate faccional que se lleva a cabo dentro de la nomenklatura, hay quienes apelan al marxismo-leninismo asegurando que de perderse el poder económico también se perdería de inmediato el poder político, aunque el derrumbe de la URSS y la fortaleza de China demuestran lo contrario. En el fondo de lo que se trata es de dos proyectos diferentes de los comunistas cubanos de cómo seguirse perpetuando en el poder.
Estas conclusiones no pueden ser el punto final del análisis, pues hay muchos elementos en desarrollo todavía. Hay que analizar el monto y alcance de la ayuda de Hugo Chávez, lo que no es posible con la información disponible en estos momentos. Y hay que conocer con más detalle el volumen y asignación ramal y territorial de la ayuda rusa.
El régimen controla los resortes del poder de forma tal que no parece probable un estallido popular, que tendría consecuencias imprevisibles para la nación cubana. Y un éxodo masivo solamente podría concebirse si el gobierno perdiera el control de la situación, lo que no se ha visto hasta ahora ni se vislumbra en el horizonte.
Es necesario prepararse para el escenario de una crisis sorda y subterránea, lenta y larga, manejable y muy peligrosa, pero siempre sin la espectacularidad de un Budapest ’56 o un Mariel ’80, aunque no son pocos los que suponen escenarios casi inmediatos de esta naturaleza.
Además, hay que seguir muy de cerca el choque, cada vez menos disimulado, entre la “dignidad intransigente” del primer secretario del partido desde su cama y sus “reflexiones”, a quien no le preocupa implantar el Khmer Rojo en la Isla o llevar a los cubanos hasta el límite de la supervivencia y el caos absoluto, y el pragmatismo burocrático y gris de Raúl Castro, silencioso y oculto, pero relativamente efectivo hasta donde puede ser efectivo el totalitarismo.
No podemos saber exactamente qué es lo que desea Raúl Castro, pero parece evidente que no le interesaría pasar al retiro ni a la historia como Lin Piao, Pol Pot, Nicolae Ceasecu o Miroslav Milosevick si pudiera hacerlo como el general Jaruselski.
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