A 35 años de la muerte de Ernesto Che Guevara, me pareció importante presentar un itinerario de aquellos ideales y métodos que le han hecho un ídolo internacional, para sorpresa de los cubanos quienes mejor le conocieron como “revolucionario”. No sólo los ensayos literarios posteriores a su muerte realizados por la izquierda "chic" y los intelectuales de café en Roma o París han exagerado sus escritos panfletarios, su rol guerrillero, y han obviado su rotundo fracaso como administrador de la economía cubana, sino que han tendido un manto de silencio sobre su participación en el mecanismo de “terror rojo” que se implantó en Cuba.
El pasaje del Che Guevara por la administración cubana es un rosario de fracasos, desde su ineptitud como jefe de la fortaleza de La Cabaña, pasando por su desastrosa estancia como director de Industrialización de la Reforma Agraria, como su poca efectividad al frente del Banco Nacional de Cuba y su final descalabro en el cargo de ministro de Industrias.
Lejos de lo que se ha creído, el Che Guevara era un escritor mediocre, no gozaba de una cultura eminente, ni era un teórico de las ideologías de izquierda. Los escritos del Che Guevara no aportan al marxismo ningún pensamiento original, ni siquiera para el ámbito latinoamericano. Sus apuntes en el folleto El Hombre Nuevo resultan un amasijo improvisado e insustancial, alejado de la realidad que enfrenta el individuo dentro del socialismo real. Su intento de estructurar un sistema económico en el socialismo basado en los estímulos morales como palanca del trabajo, el famoso “sistema presupuestado”1 experimentado en Cuba llevaron a su actual colapso a la economía de la Isla.
El Che Guevara era un individuo inhumano, frío e implacable, que igual a Maximiliano Robespierre mandaba a ejecutar por simple sospecha, sin juicios. El Che Guevara no ocultaba su desprecio y desdén por casi todos los latinoamericanos, en especial a los cubanos, a los que consideraba inferiores culturalmente. Castro tuvo en el Che Guevara al ajusticiador de la revolución. En su tiempo de comandante en la fortaleza militar de La Cabaña, Che Guevara ordenó y supervisó el fusilamiento de miles de cubanos con esa frialdad hacia la vida humana que lo caracterizaba. Durante el año 1959 y parte del 1960, un baño de sangre sin paralelo cubrió la Isla de Cuba: 17,121 cubanos fueron fusilados, de los cuales 9,245 no fueron juzgados.
En febrero de 1959, frente a las cámaras de televisión del Canal 6 de La Habana y ante el estupor general de los televidentes, el Che Guevara declaraba que en La Cabaña todos los fusilamientos se hacían por órdenes expresas suyas2. Las madrugadas habaneras se hacían eco de las descargas de los pelotones de ejecución que ordenaba el Che Guevara.
El Che guerrillero es un mito creado por Fidel Castro, a inicios de la década sesenta, un instrumento idóneo para atraer latinoamericanos y africanos para desarrollar la guerra de guerrillas, la violencia como método para asumir el poder, la subversión de países y continentes, el terrorismo urbano, la eliminación física de los "enemigos de clase" y de armas.
El Che Guevara no era un ser desprendido que puso su vida al servicio de los “condenados de la tierra”. Todo lo contrario, era un ambicioso desmedido que anhelaba brillar con luz propia; que rehusaba escoltar la sombra de Castro; que ansiaba ser también el jefe de una revolución. En suma, un aventurero que el destino colocó en una coyuntura de poder. El Che Guevara no fue un guerrillero hábil y brillante como el númida Yugurta, el galo Vercingetorex, el sioux Caballo Loco, el confederado John S. Mosby, el dominicano Máximo Gómez, el croata Joseph Broz Tito, el chino Mao Tse Tung, o el vietnamita Nguyen Von Giap. Como militar fue uno de los peores comandantes conque contó Castro en la Sierra Maestra; y sus andanzas de jefe guerrillero por El Congo y en Bolivia resultan una lección de incompetencia y de gruesos errores tácticos.
La indiada de Bolivia no realizó esa marcha de gigantes que el Che Guevara profetizara y los hormigueros de rudos jornaleros y mineros no estallaron en tempestades de protesta. El experimento de Bolivia no fue sino la marcha cruel de una hambreada retahíla de cubanos por embrujadas selvas, encabezados por un hermético, insensible y enfebrecido profeta por elección propia, prisionero de su razonamiento utópico e impregnado del destino bíblico del comunismo.
Si bien en Occidente se desató una frenética campaña de mistificación del Che Guevara y los jóvenes llevan aun su rostro impreso en las camisetas, éste no era un romántico sino el anticristo de aquellos que le abrazarían a partir de su muerte: los abanderados del pacifismo, del amor social, de la juventud de las flores y los Beatles. Sin embargo, en todo el bloque comunista, en las sociedades del futuro para la cual supuestamente se había sacrificado, no sólo fue objeto de críticas sino que su muerte pasó con indiferencia. Cuando en Varsovia o Praga se le preguntaba a los jóvenes, al hombre nuevo que tanto predicó, su criterio sobre el Che Guevara, estos decían no saber de quién se trataba, y algunos preguntaban si era una marca de perfume o un grupo musical. Se habla del asesinato del Che Guevara, pero en la quebrada del Yuro, éste recibió de los bolivianos la misma medicina que había aplicado en Cuba, de forma implacable y masiva, a sus opositores: el ajusticiamiento sin apelación.
Si bien Bolivia llegará a ocupar la primera plana por la figura del Che Guevara en la guerrilla, el país andino no se destacaba en la agenda que originalmente había confeccionado Castro para el continente. Bolivia sería al principio un mero puente fronterizo para el teatro de operaciones argentino. Mucho antes del triunfo de la revolución, Cuba ya tenía una larga historia de asociación y auspicio a la subversión y al terrorismo en la Argentina. Después de 1959, Castro y el espadón rioplatense Juan Domingo Perón confluyeron uno hacia el otro a la velocidad de la luz.
En junio de 1959, Castro establece en La Habana la agencia cablegráfica de noticias Prensa Latina3, repetición de la que había sido fundada en tiempos de Perón. Prensa Latina servirá a varios propósitos además del informativo: simultáneamente, será un vehículo de sostén a la beligerancia, un medio de procesamiento de información para la policía política, y un instrumento de reclutamiento de intelectuales y periodistas latinoamericanos.
En Cuba se dio cita un enjambre de peronistas y comunistas argentinos en diciembre de 1959, entre ellos Jerónimo Ludovico Remorino, Jorge Antonio, Angel Berlenghi y John William Cooke. Este último había sido simpatizante público del nazismo durante la Segunda Guerra Mundial. Esta tertulia cristaliza una alianza política con Raúl Castro, el Che Guevara y el entonces vicecanciller castrista Carlos Olivares. Entre el "justicialismo" de Perón y el "humanismo" de Castro se esperaba fomentar el pugilato en Argentina.
El reportero argentino Jorge Ricardo Masetti había visitado la guerrilla de Castro y del Che Guevara en La Sierra Maestra, y se había convertido en un expositor de la oposición anti-batistiana en Argentina. Masetti, eligiendo un nuevo oficio, el de las armas, pasaría a integrar el círculo íntimo del Che Guevara. Masetti introdujo en la agencia Prensa Latina a sus coterráneos Carlos Aguirre, Raúl Alejandro Apold, Ezequiel Martínez Estrada y Rodolfo J. Walsh, todos miembros peronistas de la Alianza Nacionalista Libertadora. A este ensamblaje se sumaron varios españoles y latinoamericanos, entre ellos Gabriel García Márquez; también se añadieron cubanos de la seguridad del estado, y miembros de la vieja guardia comunista cubana.
En julio de 1960, la policía bonaerense decomisó una valija diplomática cubana con material subversivo dirigida a los militantes peronistas. Tres meses después expulsan al embajador de Cuba en Buenos Aires, Américo Cruz, a quien acusan de estar implicado en conspiraciones con elementos peronistas.
En el plan cubano para Argentina se insertaba a la vecina Bolivia como un punto necesario de tránsito y logística. Así lo infiere el hecho que en enero de 1960 José Tabares, funcionario castrista en La Paz, fuera señalado por el gobierno boliviano como la mano organizadora y financiera de los corrillos insurrectos en ese país. Un año y medio después, en junio de 1961, se descubrirá una extensa conspiración encaminada a propagar la agresión guerrillera, y cuyos hilos salían de La Habana. En el centro del complot estaba el representante cubano Mauro García Triana, con la participación de los estalinistas bolivianos Jorge Kolle Cueto, Monje y Luís Leyton.
Cuba continuó formando bandas armadas en Sacaba, Cochabamba y en otros sitios para derrocar al gobierno4, lo que provocó que las autoridades de La Paz realizaran una vasta redada entre los militantes de izquierda y del partido comunista. Ya en diciembre de 1960 se había tratado de poner en marcha el diseño de La Habana para Buenos Aires con una intentona acelerada por el general gaucho Miguel A. Iñiguez en la que la embajada cubana era nuevamente el eje de los contactos.
En La Habana, acontecimientos con el círculo de argentinos que resultaría ser portavoz de la nueva idea del foco guerrillero, precipitaron los eventos en el Cono Sur. Masetti se vio compelido a renunciar a su cargo en Prensa Latina por intrigas del anterior Partido Comunista cubano, y entonces abraza la idea de Guevara de intentar, una vez más, la agitación armada en su país.
Pero el momento escogido para irrumpir con la insurrección en Argentina resultó contraproducente. Arturo Illía acababa de ser elegido presidente el 7 de julio por mayoría de votos. No obstante, se llevaría a cabo el intento de provocar la insurrección en las provincias de Salta y Jujuy y en las proximidades de Córdoba. Las actividades fueron supervisadas por el Che Guevara, y la ejecución estuvo a cargo de Masetti, transformado ahora en el “comandante Segundo5”.
El objetivo de Castro, el Che Guevara y Masetti era establecer inicialmente los cuarteles generales de las guerrillas en Bolivia. Desde allí, y bajo la tutela de Masetti, se velaría por las actividades de los primeros cuerpos combatientes en los collados y selvas de Salta y Jujuy. Todo obedecía a preparar el arribo del Che Guevara, quien ya estaba familiarizado con estas localidades. Dada su ubicación, estos parajes estaban llamados a convertirse en el santuario guerrillero para todo el desempeño en Bolivia, Perú y Chile, pero, en especial para la Argentina.
En junio de 1963, Masetti recala en Bolivia escoltado por uno de los agentes claves en las posteriores campañas del Che Guevara, reconocido como el Ricardo Morales que organizó la red clandestina en la empresa de Bolivia. Masetti armó su campo de entrenamiento en un punto fronterizo con Argentina, en una hacienda llamada Emboraraza, al frente del cual había un cuerpo guerrillero en el que figuraban tres militares cubanos. Meses después, Masetti comenzó a infiltrar hacia suelo argentino contingentes para ir creando santuarios y emprender el reclutamiento para su Ejército Guerrillero del Pueblo.
Pero, Masetti cometió dos errores fatales: dividir su pequeña columna en dos grupos, y lanzarse a operar prematuramente sin haber aún consolidado su plataforma logística en Bolivia y Argentina. En septiembre, Masetti comenzó la introducción del primer grupo de guerrilleros; el segundo penetró en diciembre de 1963, a las órdenes de los cubanos Hermes Peña y Raúl Dávila, que asesoraban y entrenaban a los futuros combatientes. Los siete guerreros de Masetti acamparon en las márgenes del río Pescado, en el norte desértico del país; sostenían comunicación directa con el Che Guevara mediante un equipo que se habían traído de Cuba. Después se sumaron dos voluntarios de Córdoba, uno de los cuales resultó ser un espía de la inteligencia militar Argentina.
La infiltración al grupo de Masetti, propició la información necesaria para desmantelarlo con rapidez; así, el 19 de abril de 1964, el ejército argentino rodeaba el campamento insurrecto en la provincia de Salta. En la redada algunos rebeldes resultaron muertos, entre ellos el cubano Peña; catorce de ellos fueron hechos prisioneros; el otro instructor cubano, Dávila, logró escapar. Las armas incautadas eran de manufactura belga y provenían de Cuba.
Este sería el más nefasto de los presagios para los planes de Castro en todo el cono sur. Masetti, por su parte, se vio abandonado a su suerte, se internó con dos de sus seguidores en la impenetrable jungla del Yuto, en El Chaco, para no aparecer nunca más. La intentona combativa de Masetti en Argentina sería silenciada por parte de la dirigencia cubana, como lo sería la catástrofe del Che Guevara en el Congo.
De ahí en adelante, lo que siguió fue el derrumbe de todo el andamiaje tan cuidadosamente levantado desde La Habana. Una red de espionaje que Cuba había armado en pleno estado mayor del ejército argentino fue desmantelada. En conferencia de prensa en junio de ese año, el jefe de la policía, Carlos Maldonado, revelaba el fracaso de la operación guerrillera que se había introducido desde Bolivia, y la cual sostenía contacto con el Che Guevara.
En julio se capturó un enorme arsenal en el hotel Sweet Home, en pleno Buenos Aires. Dos semanas después era destapado otro escondite en el aeropuerto de Ezeiza, en los suburbios de la capital, donde se requisaron fusiles, ametralladoras y uniformes procedentes del ejército rebelde de Castro. En septiembre caía en manos de las autoridades en Monte Grande un importante contrabando de equipos bélicos.
Pero el dossier argentino no fue engavetado del todo por el régimen cubano. El Movimiento Nacionalista Revolucionario (Tacuara) que manejaba el aventurero Joe Baxter, recibía asistencia del Che Guevara por gestiones de William Cooke. Tacuara desató una ola de atentados y sabotajes que sacudieron el país. El 26 de diciembre de 1964 volaron el gasoducto de La Plata. La Habana acrecentaba su furia por todo el sur de América: el entrenamiento militar de jóvenes latinoamericanos, la labor de espionaje, la preparación de alzamientos armados en varios países del área y la existencia de violentas luchas en Guatemala, en Venezuela y en Perú tenía en ascuas a todo el alto mando militar del continente.
En agosto de 1965, el general argentino Juan Carlos Onganía pidió a las naciones del Cono Sur que sumaran sus fuerzas para encarar la ola terrorista. A su vez, el caporal de la gendarmería, general Julio Alsogaray, revelaba cómo el gobierno de Cuba tuvo participación en el suministro de armas que han usado varios grupos de jóvenes guerrilleros en Argentina6.
LA RED ILEGAL
Es el momento en que fracasan las operaciones de Masetti en la Argentina, y cuando el agente secreto cubano "Ricardo" logra entrar clandestinamente en La Paz. Allí comienza a reforzar la red ilegal boliviana, con el fin de repetir la faena para 1966 y 1967. A Ricardo luego se le incorporó el alto oficial cubano Orlando Pantoja (Olo), quien venía de asesorar al guerrillero peruano Hugo Blanco.
Las labores de penetración del aparato secreto cubano en Bolivia se habían incrementado desde el año 1963: originalmente para proteger la función de Masetti y el Che Guevara en la Argentina, y posteriormente con el designio de poner en pie una infraestructura que patrocinase eventualmente el despliegue de una contienda armada competente en Bolivia.
Paquita Leytón, esposa de Luís Leytón, así como el boliviano Orlando Jiménez Bazán (Camba) habían comenzado a colaborar desde muy temprano en la red de espionaje que Ricardo levantaba en La Paz. Camba se afiliaría más tarde a la guerrilla del Che Guevara. En marzo de 1963, la contrainteligencia militar boliviana arrestaba al peruano Armando Rivas Paredes que respondía a Ricardo; infiltrado en Cochabamba, Rivas Paredes se dedicaba al reclutamiento de bolivianos y peruanos que debían procurarse instrucción guerrillera en Cuba; asimismo, empleaba como contacto a Víctor Zannier, editor del diario El Mundo.
En esa época Ricardo participa en las operaciones que Cuba lleva a cabo en La Paz y que serían descubiertas más tarde. El gobierno cubano dispone de fuertes sumas de dinero para fortalecer un brote armado dirigido por Alberto Muñoz de la Barra, así como para apoyar los desórdenes en las minas de estaño que manejaban Ireneo Pimentel y Federico Escobar. Pese a la eficiente labor de la policía boliviana, Ricardo no es detectado.
En junio de 1964 se descubre otro intento de subversión en el oriente boliviano, donde Ricardo y el militar cubano Olo Pantoja se habían involucrados; los agentes cubanos escapan de nuevo. Pocos meses después, en octubre, las autoridades bolivianas vuelven a desarticular otra pequeña red de espionaje cubana que llegaba incluso hasta la propia Cancillería, donde el boliviano Juan Rivero Lezcano, substraía para Cuba documentos secretos. El diplomático cubano José R. Viera, empalme principal con la red, se ve precisado a salir precipitadamente del país.
La Habana había colmado la copa. Bolivia rompe relaciones diplomáticas con Cuba, pero la ponzoña queda dentro: la estructura de espionaje de Ricardo permanece intacta. Entonces, La Habana envía a Bolivia a Tamara H. Bunke Bider, la famosa "Tania la guerrillera", que asume el falso nombre de Laura Gutiérrez Bauer. Tania había nacido en Argentina en 1937, hija de un comunista alemán que escapó del nazismo y de una judía de origen ruso. En 1952 se trasladó con sus padres a Alemania Oriental, y en 1958 fue reclutada por los servicios secretos del Ministerio de Seguridad Estatal bajo las órdenes de Guenther Maennel. Es el propio Maennel quien posteriormente descubre la identidad de Tania, al desertar a Occidente7.
Tania fue asignada a la KGB para relacionarse con altos dignatarios extranjeros que frecuentaban Berlín y obtener de ellos información. En diciembre de 1959 Tania entró en contacto con el Che Guevara, como traductora en un viaje que éste hizo a la Alemania Oriental. La extraña belleza de Tania atrae al Che Guevara, iniciándose un idilio que tendría consecuencias letales para éste.
En mayo de 1961 arribó Tania a Cuba, solicitada directamente por Guevara a las autoridades alemanas para que trabajase en el Ministerio de Educación. De inmediato Tania se hace necesaria a los planes del foco guerrillero en América Latina, siendo su primer bautismo de fuego con el brote guerrillero nicaragüense de 1962. Durante su estadía en Cuba y en Bolivia, Tania se mantuvo fiel a sus jefes en Berlín y por intermedio de ellos con la KGB, los cuales seguían paso a paso toda la estrategia cubana.
En 1964, Tania arribó a Bolivia bajo el nombre de Laura Gutiérrez Bauer con documentación Argentina, para unirse al hábil espía Ricardo. El trabajo de penetración que realizaron Tania y Ricardo en Bolivia permitió consumar con precisión una de las operaciones más complejas y vastas que halla afrontado el aparato cubano. Pero el papel de Tania en la edificación de este andamiaje clandestino, y en la destrucción intencional del mismo que precipitará el final del Che Guevara, merece atención. A su aparición en Bolivia, Tania asiste a cursos de arqueología en la Universidad e imparte clases privadas de alemán. Así comienza a desplazarse en los círculos intelectuales y de la alta sociedad de La Paz.
A través de su amistad con la boliviana Anita Heirinch logra acceso al poderoso ministro de gobernación Antonio Argüedas. Todo parece indicar que Tania y el ministro boliviano se hacen amantes. Argüedas termina siendo reclutado para el servicio cubano de espionaje. Por medio de él, Tania tendrá acceso no sólo a los procedimientos de entrada y de salida del país, sino a los detalles que posee la policía boliviana sobre las actividades clandestinas.
Argüedas propicia la introducción de otro agente de Ricardo en las oficinas de la presidencia, el boliviano Antonio (Inti) Peredo, miembro de una familia de guerrilleros. En marzo de 1965, Ricardo enrumba hacia Méjico con un pasaporte colombiano. De allí pasa a La Habana para concretar los detalles operativos de la próxima lucha armada en El Congo junto al Che Guevara. Ricardo deja entonces a Tania a cargo de la red clandestina en Bolivia.
Ya en 1965, la actividad insurreccional en Perú se incrementó con las refriegas en la cordillera andina oriental de Uceda, cabeza del MIR y vinculado estrechamente a Cuba. Uceda había sido expulsado del APRA por su vínculo con La Habana y fundó posteriormente el MIR, cuyas aventuras de violencia estremecieron a todo el país. Internado en las intrincadas estribaciones andinas, por Quillabamba, su brote guerrillero resultaba casi inexpugnable.
En octubre de 1965, Uceda es capturado y ejecutado junto a otros siete guerrilleros. Entre las pruebas encontradas a Uceda figuraba el asiduo contacto radial clandestino que sostenía con Cuba. A Uceda le siguieron otros cabecillas rebeldes que venían de Cuba, luego de recibir un fuerte entrenamiento. Ese fue el caso de Guillermo Lobatón, protegido del Che Guevara, y Gonzalo Fernández, jefe del APRA rebelde. En diciembre fue apresado y ejecutado Máximo Velando, otro de las connotadas firmas guerrilleras del MIR, y días después cae en combate el propio Lobatón, que había reemplazado a Uceda en la jerarquía insurreccional. El ocaso de la guerrilla peruana resultó fatal para todo el engendro Castro-guevarista en Bolivia: el Che Guevara entró en la palestra sin contar con una retaguardia segura.
Se escoge a Bolivia como el foco guerrillero principal debido a su posición geográfica central y contigua a varios países del Cono Sur: Argentina, Brasil, Perú, Chile, Paraguay. El croquis castrista de originar la guerrilla primero en Bolivia con el Che Guevara y luego en Perú fue consecuencia de los reveses anteriores de Lobatón y Uceda. Se resolvió preparar a los peruanos en el foco guerrillero boliviano del Che Guevara para después introducirlos en su país.
Con los residuos de la guerrilla de Masetti el Che Guevara esperaba empezar la contienda en la Argentina. Según el concepto del Che Guevara y de Castro a Estados Unidos no le quedaría más remedio que participar militarmente en el Cono Sur, el cual se transformaría entonces en el tan ansiado segundo Vietnam8. "El Che Guevara siempre tuvo en mente volver a Bolivia, donde había estado en 1953.. allí se hizo amigo de José Fellman Velard, subsecretario de prensa del gobierno del MRN. Trabó contacto con Paz Estensoro y Juan Lechín y estuvo con ellos cuando la Revolución del 6 de enero de 1953. Guevara logró vincularse al Ministerio de Asuntos Campesinos, encabezado por Nunflo Chávez, allí le acompañaba Ricardo Rojo, un argentino que defendió a Regis Debray y Bustos. Guevara visitó las minas y se informó por entonces de todos los detalles de la Revolución del 9 de abril; él pensó hacer su Revolución con esa gente y esas armas, pero olvidó que no eran comunistas sino sólo trabajadores, imbuidos de un profundo sentido nacionalista".
LOS PREPARATIVOS
Durante la conferencia Tricontinental Castro se compromete con el capo comunista boliviano, Monje, a favorecer la apertura de un frente armado paralelo al del Che Guevara. Tal núcleo diseminaría la lucha armada en todo el Cono Sur y serviría sobre todo para extender el foco guerrillero de Bolivia a la Argentina, así como para organizar la insurrección del círculo brasileño de Leonel Brizola.
En febrero de 1966, Tania se escurre de Bolivia y acude al Brasil; de allí se encaminará a México con destino a Cuba. En La Habana es puesta al corriente del nuevo foco guerrillero que se prepara en las montañas bolivianas en colaboración con el partido comunista de Monje. Mientras el Che Guevara se hallaba inmerso en El Congo, los servicios de espionaje cubanos fabricaban febrilmente desde Bolivia el esquema trazado por Masetti en el Cono Sur. De esta forma, la preparación de bolivianos emprendida por Masetti en 1963 es proseguida ahora hasta producir el contingente que difundirá la lucha.
Es evidente que el Che Guevara no era el candidato escogido inicialmente para asumir la cumbre de la jerarquía boliviana. Si el Che Guevara alcanza en 1966 el timón guerrillero en Bolivia es sólo porque la operación en el Congo había fracasado. De no haber sido así, Castro hubiese despachado a Bolivia a cualquier otro de sus guerreros estelares. Mientras, se incrementa la faena de la red clandestina cubana en Bolivia. Tania concretaba los contactos necesarios para desatar la subversión con el soporte de los comunistas bolivianos Rodolfo Saldaña y Luís Tellería; a la vez, preparaba un vital servicio de información para la guerrilla.
A las órdenes de Piñeiro y de Luís Fernández Oña, el centro de la operación boliviana en La Habana realizó un verdadero alarde de técnica al proveer de múltiples identidades y pasaportes de diversas nacionalidades a cada uno de los hombres que participaron en la guerrilla. Se procuraron inscripciones de nacimiento, visas, sellos oficiales, tarjetas de identidad, y toda suerte de documentos de otros países. En Ecuador se apropiaron de formularios; mediante soborno, se obtuvieron documentaciones en Panamá, Colombia y Perú. Asimismo, en Uruguay y Bolivia los agentes cubanos se agenciaron de pasaportes, visados y cuños aduanales.
Todo parece indicar que el Che Guevara visitó el futuro campo de acción boliviano y el norte de Argentina antes de julio de 1966 para examinar el trabajo de la red confidencial cubana con antelación a su ingreso definitivo en Bolivia. El Che Guevara aprontó su foco guerrillero en Bolivia, trayendo consigo grandes cantidades de dinero; también infiltró armas y concretó los avituallamientos necesarios en un corto período de tiempo.
Tania resultó fundamental para introducir a los guerrilleros por diferentes países limítrofes. Su puesto en la oficina de prensa e información de la presidencia boliviana allanó la adquisición de numerosas tarjetas de identidad, que usarían el Che Guevara, Regis Debray y Ciro Bustos, entre tantos. Con su programa radial en Radio Zararenda lograría mandar mensajes cifrados hacia La Habana. Tania a su vez había logrado mudar y ocultar armas en la jurisdicción de Ñancahuazú donde se libraría el duelo.
Entre los que ingresan en Bolivia para crear las condiciones al Che Guevara, figura nuevamente Ricardo, que se traslada al centro de la clandestinidad en La Paz que coordina Tania. También concurrirán los hermanos Inti y Roberto (Coco) Peredo. Este último había asistido a la conferencia Tricontinental, y había sido adiestrado en Cuba. Los hermanos Peredo se dedicaban al negocio del ganado y al contrabando, y ayudarán a la entrada de los cubanos y a aparejar la infraestructura logística de los campamentos, emplazándolos en un rancho que compran en la zona para dichos propósitos.
Para efectuar los itinerarios que encubriesen su presencia y al mismo tiempo fabricarse una leyenda, el Che Guevara utiliza las identidades uruguayas de Ramón Benítez y Adolfo Mena, que habían perdido sus pasaportes. El Che Guevara viajará con carta de identificación, inscripción de nacimiento y pasaporte debidamente legalizados en la cancillería de Montevideo. El 9 y otra vez el 16 de octubre de 1966, bajo el nombre de Adolfo Mena, pasa por España burlando la supervisión de la policía franquista. El 7 de noviembre, esta vez bajo el nombre de Ramón Benítez y con cuatro acompañantes, entra de incógnito en Bolivia en vuelo de Brasil al poblado de El Alto, donde los burócratas de la aduana, previamente sobornados por la red clandestina cubana, no registran su ingreso.
El Che Guevara se encamina al campamento en Ñancahuazú. El resto del dispositivo cubano llegaría a Bolivia viajando por diversas vías: de Cuba a Praga, a Moscú o a Leningrado, donde cambian su identidad; torciendo por Frankfurt o Ginebra, penetrando por Brasil, Chile y Argentina. Para despistar a los aparatos de investigación occidentales, muchos de ellos viajan abiertamente y otros en forma ilegal.
En diciembre de 1966, un desconcertado Monje vuelve a dialogar con Castro para concretar si el Che Guevara pensaba convertir a Bolivia en el centro de sus andanzas. Monje quería saber si el núcleo bélico cubano operaría más al sur, o si ello significaba supeditar el otro frente guerrillero que él preparaba a los cubanos, con lo cual se violaba el pacto asumido en la Tricontinental. Castro ratificaría que Bolivia era sólo el santuario para desplazar con mayor facilidad al foco guerrillero hacia otros sitios, pero le pidió a Monje que discutiese con mayor detalle la delimitación de las áreas de operaciones con el Che Guevara. En la entrevista, sin embargo, Castro no puso todo el énfasis necesario para que los comunistas bolivianos secundasen la guerrilla del Che Guevara.
En su posterior entrevista con el Che Guevara, el dirigente comunista constata que la decisión anterior sobre quién ejercería el padrinazgo de las guerrillas en Bolivia se había alterado. El Che Guevara no sólo rechazó la noción de supeditar su tropa a Monje y al partido comunista boliviano, sino que indico sus intenciones de mantener en esa nación su cuartel general, desde donde partiría toda la lucha hacia el Cono Sur.
La guerrilla del Che Guevara en Bolivia se establece en la quebrada selvática de Ñancahuazú. Estaría integrada en su mayoría por cubanos, además de bolivianos, argentinos, peruanos, venezolanos, uruguayos y brasileños. Todos los cubanos poseían fuerte entrenamiento y experiencia combativa; la mayoría era altos oficiales del ejército o de la seguridad y algunos habían participado en otros focos de subversión en el exterior, como Juan Vitalio Acuña, que venía de guerrear en Vietnam.
Pero el fracasado esquema de Masetti es reproducido por el Che Guevara en Bolivia. Por algún tiempo se mantiene en secreto su presencia en las selvas bolivianas. Tania se transforma en su hilo directo con la red clandestina en La Paz, y se utiliza también a Julio Pacheco, Paquita Leytón, Loyola Guzmán y Humberto Vásquez. El Che Guevara esperaba avanzar lo más rápidamente posible hacia las jurisdicciones norteñas de Argentina tan pronto las condiciones fueran favorables y su gente se aclimatase a la dura geografía de la comarca.
Entonces decide despachar a Tania a la Argentina para activar los contactos pasados y localizar a los antiguos colaboradores de Masetti. Pero Tania no cumplirá las instrucciones del Che Guevara en la Argentina, ni realizará esfuerzo alguno por reproducir los pasados contactos de Masetti. Sólo trae consigo a un viejo camarada de Masetti, el periodista argentino Bustos, para que entreviste al Che Guevara. Al fallar Tania en la misión que el Che Guevara le ha adjudicado, se malogra su verdadero fin. El Che Guevara abandona por el momento la apertura del foco insurgente en la Argentina y se ve constreñido a persistir en las inhóspitas espesuras bolivianas, que devorarán a la guerrilla.
El golpe de gracia definitivo contra la guerrilla del Che Guevara lo proporcionará la misma Tania. La disciplinadísima combatiente no sólo desobedece las órdenes del Che Guevara llevando a los periodistas Debray y Bustos hasta los campamentos, sino que abandona su vehículo en el poblado de Camiri cargado con toda la documentación secreta de la red clandestina urbana, sus contactos en La Paz, la ubicación del foco insurrecto y sus santuarios, y las fuentes secretas de fondos financieros en Suiza9. Tania sabotea la operación, indudablemente bajo las orientaciones de sus verdaderos jefes en Berlín y en Moscú.
Ante este maná caído de la propia red cubana, las autoridades bolivianas ejecutaron una ola de detenciones, y la soldadesca adquiere la iniciativa estratégica sobre el foco subversivo. La liquidación de la guerrilla sería sólo cuestión de tiempo. El propio Guevara lo comentará en su diario, al decir de Tania, que con su error, al comprometer de un golpe la seguridad de la guerrilla, echaba abajo todo el trabajo anterior, tan cuidadosamente elaborado por años.
El Che Guevara queda totalmente aislado del exterior y privado de información y logística. Sumado a esto, el foco guerrillero del Che Guevara en Bolivia encontró dificultades imprevistas, como el choque con el partido comunista, ya que pese a sus compromisos iniciales y a las presiones de Castro, los marxistas locales se negaban a aceptar la jefatura del Che Guevara.
La población india y campesina boliviana no apoyarán el alzamiento porque había sido beneficiada anteriormente con tierra y consideraba a los guerrilleros como extranjeros. Por su parte, el ejército boliviano se presenta combativo y, en su momento, adquiere la superioridad estratégica, unido a la labor de inteligencia que desarrolla un dispositivo de cubanos anti-castristas enviados por la CIA. Sumado a esto, en los meses críticos finales, el descalabro que representa para los insurrectos las acciones de Tania será un golpe crítico, y Castro decide abandonar al Che Guevara a su suerte.
En marzo de 1967, en un punto conocido como El Angosto, los rebeldes sorprenden a una unidad del ejército ocasionándole numerosas bajas. La alarma cunde en La Paz y el presidente Barrientos decide pedir ayuda a los Estados Unidos. El primero de abril comienza el aterrizaje en Santa Cruz de los enormes transportes aéreos Hércules C-130 con logística militar norteamericana.
LA MUERTE EN EL YURO
Estados Unidos había instalado en Panamá un centro de adiestramiento anti-insurgente para un batallón de 800 bolivianos, al mando del mayor Ralph Shelton, oficiales del Comando Meridional (SOUTHCOM) y veteranos de Corea y Vietnam. Bajo el mismo plan remitió armamento ligero, cinco cazas P-51, varios helicópteros rápidos y dos H-19, raciones de campaña y avituallamiento. La CIA, a través de un núcleo de cubanos anti-castristas, desarrollaba las labores de contra inteligencia militar.
El 10 de abril una escuadra del ejército boliviano es emboscada por la guerrilla, que le inflige más de 20 bajas; los días 15 y 19 se sostienen otros encuentros y el 26 de ese mes, tiene lugar un sangriento combate en Taperillas, favorable al Che Guevara. El 18 de abril de 1967 la revista Tricontinental publicará un artículo del Che Guevara sobre la lucha armada, en el que dice: "nuevos brotes de guerra surgirán en estos y otros países americanos, como ya ha ocurrido en Bolivia, e irán creciendo. América tendrá una tarea de mucho mayor relieve: la de la creación del Segundo o Tercer Vietnam".
El 15 de mayo, se escenifica en la ciudad colonial de Bogotá, una reunión de altos oficiales de Estados Unidos, Bolivia, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, para analizar el estado de los conflictos de baja intensidad en varios países del continente y discutir sobre las posibles medidas para combatirlas.
En junio de 1967 el premier soviético Alexei Kosigyn llega a La Habana luego de sostener conversaciones con el mandatario norteamericano Lyndon B. Johnson. En la agenda de Kosigyn está incluido el espinoso punto de la subversión castrista en América Latina. A criterios de Moscú, ese diseño desestabilizador de Castro les impide asumir la defensa estratégica de Cuba ante cualquier contingencia con Estados Unidos, como resultado de los compromisos contraídos por ambos a raíz de la Crisis de los Cohetes. Kosigyn presiona a Castro para que ponga término a su compromiso con las guerrillas del Che Guevara en Bolivia.
El primero de julio, Washington decide evaluar en el terreno el panorama en Bolivia, ante los últimos golpes del Che Guevara, y envía a ese país a los generales Robert Porter, jefe del SOUTHCOM, Reginald James, jefe de la Fuerza Aérea, y Chester L. John, jefe del ejército norteamericano, conjuntamente con el director de operaciones y entrenamientos del Pentágono, Albert H. Smith.
En el momento en que el ejército boliviano decide emprender una campaña contra los destacamentos enemigos que operan al sudeste del país, concentrando en un amplio cerco 2,000 soldados de la Cuarta y Octava divisiones, el Che Guevara comete un error fatal al fraccionar la guerrilla en dos columnas, una de las cuales va a operar en las proximidades del Río Grande, al mando de Vilo Acuña, y la otra, bajo su mando, en la región de Ñancahuazú.
El equipo de contrainsurgencia de cubanos anti-castristas que colaboraba con el ejército boliviano recibía informaciones precisas acerca de la localización y estado de la guerrilla del Che Guevara a través de los desertores y los campesinos que cooperaban con el ejército. Pero sobre todo, y en forma consciente, tanto Tania (el 4 de marzo) como La Habana (el 21 de marzo) cortaron al Che Guevara las rutas de comunicaciones, de abastecimientos, la ayuda financiera, armas y hombres.
Incomunicado del resto de Bolivia y del mundo el Che Guevara se hallará sin acceso de escape hacia la Argentina, resultado de la labor premeditada de Tania, o hacia el Perú, por el descabezamiento de las guerrillas; verá desbaratado sus células clandestinas en La Paz, también como resultado de las maniobras de Tania; se sentirá rechazado por los campesinos bolivianos, se verá ante una geografía terriblemente hostil y que además desconocía en absoluto, y ante un ejército bien entrenado, armado y con una excelente información de inteligencia sobre sus movimientos.
La URSS no es totalmente ajena a la génesis, desarrollo y fracaso del proyecto boliviano del Che Guevara y de Castro. A pesar de que el bloque soviético brindó logística e inteligencia a través de Checoslovaquia y de la Alemania Oriental, la URSS no mostraba esperanzas sobre su resultado final.
Hay evidencias que dentro de la guerrilla en Bolivia, tanto la KGB como la DGI se movieron a espaldas del Che Guevara y nada hicieron por evitar la catástrofe10. El vocero del PC francés, L'Humanité, publicó en noviembre de 1967 un extenso artículo de Jacques Arnault donde se acusaba a Castro de haber provocado la muerte del Che Guevara en Bolivia. En septiembre de 1968, el PC colombiano declaró oficialmente que Castro había abandonado al Che Guevara dos meses antes de su muerte. Y Gary Prado, el militar boliviano que capturó al Che Guevara, declaró al Journal do Brasil, que éste le había dicho antes de morir que había sido abandonado por Castro11.
Abandonado a su suerte por La Habana y después de cometer el trascendental descuido de fragmentar su pequeña fuerza, los hambreados destacamentos del Che Guevara se dirigirán hacia las bien orquestadas emboscadas que les ha tendido el enemigo. En agosto, ocurre un inmenso descalabro al ser interceptada y batida la escuadra de Vilo Acuña en Río Grande, por el batallón de rangers bolivianos, recién entrenados por Estados Unidos. En esta emboscada caerá abatida a balazos en las oscuras corrientes del río, Tania, ya en estado avanzado de gestación de un futuro vástago del Che Guevara.
El 28 de septiembre tiene lugar la acción de Higueras en la que el comando rebelde soporta importantes bajas, entre ellas Coco Peredo. El Che Guevara, vegetando lenta y abúlicamente, acosado por la sed y alucinado por el hambre, está perfectamente consciente del cerco que le había tendido el coronel Joaquín Zenteno, comandante de la Octava División. Un segundo regimiento de rangers le persigue con tenacidad noche y día; el Che Guevara busca desesperadamente un corredor de escape, entre las escarpaduras y macizos selváticos, para salvar sus últimos 17 hombres.
Anotará en su diario el 26 de septiembre: "derrota". Dos días después: "día de angustias que, en algún momento, pareció ser el último nuestro". El 7 de octubre, un campesino notifica al ejército la posición exacta de los "extranjeros". A la 1:30 de la tarde del 8 de octubre, Zenteno cierra la trampa mortal alrededor del Che Guevara en la árida quebrada del Yuro. Con heroísmo trágico el Che Guevara afrontaría la muerte con el rostro tenso y lleno de fatiga.
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