Antonio Maria Delgado
Los afectados, muchos de ellos médicos, residen ilegalmente en Venezuela sin poder trabajar o viajar, y viven bajo constante temor de ser detectados por funcionarios del régimen de Nicolás Maduro, lo que llevaría a su arresto e inmediato traslado a Cuba.
“Estoy desesperado. No tengo trabajo; no tengo dónde vivir; no tengo quién me ayude”, dijo desde Caracas Lázaro Gabella, un enfermero cubano que desertó de Barrio Adentro en el 2007, y quien desde entonces se encuentra atrapado en Venezuela.
“Yo ya no quiero seguir viviendo aquí. Tengo que estar por allí, de un lado a otro, y estar pendiente de que la policía no me pare”, afirmó Gabella, quien no puede trabajar legalmente en Venezuela y sólo ha podido limpiar casas ocasionalmente para obtener dinero con qué comer.
Al igual que Gabella, son cientos los desertores cubanos cuyo sueño de emigrar hacia Estados Unidos ha sido denegado por el Departamento de Estado, tras fracasar en su intento de convencer a las autoridades de que formaban parte del programa de asistencia médica conocido en Venezuela como “Misión Barrio Adentro”.
Cerca de 8,000 profesionales pertenecientes a la Misión han desertado a lo largo de los últimos años, muchos de ellos tramitando la visa estadounidense bajo el programa conocido como Parole para Profesionales Médicos Cubanos (CMPP, por sus siglas en inglés).
No obstante, las autoridades estadounidenses niegan entre el 10 y el 15 por ciento de las solicitudes obtenidas, según cálculos de Solidaridad Sin Fronteras, una organización no gubernamental dedicada a ayudar al personal cubano enviado por el régimen de los hermanos Castro a otros países.
“Cuando son denegados, las razones que brinda el Departamento de Estado es que no presentaron suficientes pruebas de que son cubanos y de que se encontraban en Venezuela sirviendo en estas misiones, en calidad de trabajo oficial, enviados por el gobierno cubano”, explicó Julio César Alfonso, presidente de Solidaridad Sin Fronteras.
Pero en muchos casos, la negativa responde a que el solicitante cubano presentó el pasaporte equivocado.
Según Alfonso, las autoridades estadounidenses normalmente esperan que el solicitante cubano presente el “pasaporte rojo”, el cual es otorgado por el régimen castrista a quienes salen del país por razones oficiales.
Ese es el entregado al personal enviado a Venezuela bajo el Acuerdo Integral de Cooperación firmado a inicios de la década pasada por Hugo Chávez y el régimen de La Habana, a través del cual la isla se comprometió a brindar personal y asistencia técnica en diversas áreas, incluyendo la salud, deportes, agricultura y educación, a cambio de envíos regulares de petróleo y derivados.
Pero el personal normalmente es obligado a entregar el documento a los jefes de las misiones tan pronto llegan a Venezuela, quedándose sin identificación cubana.
Muchas de estas personas posteriormente han solicitado nueva documentación en la embajada cubana en Venezuela, y han recibido el “pasaporte azul”, otorgado a cubanos que salen de la isla por razones no oficiales.
Lo que ha estado ocurriendo, explica Alfonso, es que los desertores han estado utilizando el pasaporte azul en vez del rojo para solicitar los beneficios del parole, y las autoridades estadounidenses se encuentran ante un documento que muestra que el solicitante es cubano, pero no que se encontraba en Venezuela por razones oficiales.
“Lo que nosotros aconsejamos es que si tienen que entregar el pasaporte [rojo], que de alguna forma se las arreglen para sacarle fotocopia. Pero si no pueden hacer esto, entonces es incluso mejor ir sin pasaporte, y explicarles a las autoridades americanas que se lo quitaron, porque ellos saben que eso sucede. Eso es mejor que ir con el pasaporte azul”, comentó.
A Gabella le negaron la solicitud tres veces, con el último pronunciamiento del Departamento de Estado indicando que era la negativa final.
En su desesperación, Gabella emprendió la tarea de contactar a las autoridades estadounidenses directamente, en una ocasión reuniendo con dificultad suficiente dinero para llamar por teléfono a la oficina de la congresista Ileana Ros-Lehtinen.
“Quería explicarle que yo no estoy pidiendo que nadie me regale nada. Que yo tengo fuerza para trabajar y salir adelante”, relató.
Gabella no logró hablar con la congresista, pero dijo que seguirá intentándolo.
Juan Gómez es otro ex integrante de las misiones cubanas, cuya solicitud fue rechazada por las autoridades estadounidenses.
Llegó a Venezuela en agosto del 2007, y participó en varias misiones antes de que decidiera desertar. Su experiencia en el país sudamericano no ha sido grata, dijo en un correo electrónico enviado a el Nuevo Herald.
“La vida ha sido y es inhumana tanto en la misión, como fuera de ella. Somos indocumentados, mi visa ya se venció y no podemos trabajar, ya que al estar en estas condiciones de desertor no nos dan permiso de trabajar en ningún tipo de labor”, comentó Gómez.
“Para sobrevivir aquí, lo hacemos gracias al apoyo y la caridad del algunos venezolanos. Es vergonzoso vivir así pero no pierdo las esperanzas de que al revisar mi caso se den cuenta de que es verdad cuanto digo”, expresó.
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Los afectados, muchos de ellos médicos, residen ilegalmente en Venezuela sin poder trabajar o viajar, y viven bajo constante temor de ser detectados por funcionarios del régimen de Nicolás Maduro, lo que llevaría a su arresto e inmediato traslado a Cuba.
“Estoy desesperado. No tengo trabajo; no tengo dónde vivir; no tengo quién me ayude”, dijo desde Caracas Lázaro Gabella, un enfermero cubano que desertó de Barrio Adentro en el 2007, y quien desde entonces se encuentra atrapado en Venezuela.
“Yo ya no quiero seguir viviendo aquí. Tengo que estar por allí, de un lado a otro, y estar pendiente de que la policía no me pare”, afirmó Gabella, quien no puede trabajar legalmente en Venezuela y sólo ha podido limpiar casas ocasionalmente para obtener dinero con qué comer.
Al igual que Gabella, son cientos los desertores cubanos cuyo sueño de emigrar hacia Estados Unidos ha sido denegado por el Departamento de Estado, tras fracasar en su intento de convencer a las autoridades de que formaban parte del programa de asistencia médica conocido en Venezuela como “Misión Barrio Adentro”.
Cerca de 8,000 profesionales pertenecientes a la Misión han desertado a lo largo de los últimos años, muchos de ellos tramitando la visa estadounidense bajo el programa conocido como Parole para Profesionales Médicos Cubanos (CMPP, por sus siglas en inglés).
No obstante, las autoridades estadounidenses niegan entre el 10 y el 15 por ciento de las solicitudes obtenidas, según cálculos de Solidaridad Sin Fronteras, una organización no gubernamental dedicada a ayudar al personal cubano enviado por el régimen de los hermanos Castro a otros países.
“Cuando son denegados, las razones que brinda el Departamento de Estado es que no presentaron suficientes pruebas de que son cubanos y de que se encontraban en Venezuela sirviendo en estas misiones, en calidad de trabajo oficial, enviados por el gobierno cubano”, explicó Julio César Alfonso, presidente de Solidaridad Sin Fronteras.
Pero en muchos casos, la negativa responde a que el solicitante cubano presentó el pasaporte equivocado.
Según Alfonso, las autoridades estadounidenses normalmente esperan que el solicitante cubano presente el “pasaporte rojo”, el cual es otorgado por el régimen castrista a quienes salen del país por razones oficiales.
Ese es el entregado al personal enviado a Venezuela bajo el Acuerdo Integral de Cooperación firmado a inicios de la década pasada por Hugo Chávez y el régimen de La Habana, a través del cual la isla se comprometió a brindar personal y asistencia técnica en diversas áreas, incluyendo la salud, deportes, agricultura y educación, a cambio de envíos regulares de petróleo y derivados.
Pero el personal normalmente es obligado a entregar el documento a los jefes de las misiones tan pronto llegan a Venezuela, quedándose sin identificación cubana.
Muchas de estas personas posteriormente han solicitado nueva documentación en la embajada cubana en Venezuela, y han recibido el “pasaporte azul”, otorgado a cubanos que salen de la isla por razones no oficiales.
Lo que ha estado ocurriendo, explica Alfonso, es que los desertores han estado utilizando el pasaporte azul en vez del rojo para solicitar los beneficios del parole, y las autoridades estadounidenses se encuentran ante un documento que muestra que el solicitante es cubano, pero no que se encontraba en Venezuela por razones oficiales.
“Lo que nosotros aconsejamos es que si tienen que entregar el pasaporte [rojo], que de alguna forma se las arreglen para sacarle fotocopia. Pero si no pueden hacer esto, entonces es incluso mejor ir sin pasaporte, y explicarles a las autoridades americanas que se lo quitaron, porque ellos saben que eso sucede. Eso es mejor que ir con el pasaporte azul”, comentó.
A Gabella le negaron la solicitud tres veces, con el último pronunciamiento del Departamento de Estado indicando que era la negativa final.
En su desesperación, Gabella emprendió la tarea de contactar a las autoridades estadounidenses directamente, en una ocasión reuniendo con dificultad suficiente dinero para llamar por teléfono a la oficina de la congresista Ileana Ros-Lehtinen.
“Quería explicarle que yo no estoy pidiendo que nadie me regale nada. Que yo tengo fuerza para trabajar y salir adelante”, relató.
Gabella no logró hablar con la congresista, pero dijo que seguirá intentándolo.
Juan Gómez es otro ex integrante de las misiones cubanas, cuya solicitud fue rechazada por las autoridades estadounidenses.
Llegó a Venezuela en agosto del 2007, y participó en varias misiones antes de que decidiera desertar. Su experiencia en el país sudamericano no ha sido grata, dijo en un correo electrónico enviado a el Nuevo Herald.
“La vida ha sido y es inhumana tanto en la misión, como fuera de ella. Somos indocumentados, mi visa ya se venció y no podemos trabajar, ya que al estar en estas condiciones de desertor no nos dan permiso de trabajar en ningún tipo de labor”, comentó Gómez.
“Para sobrevivir aquí, lo hacemos gracias al apoyo y la caridad del algunos venezolanos. Es vergonzoso vivir así pero no pierdo las esperanzas de que al revisar mi caso se den cuenta de que es verdad cuanto digo”, expresó.
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