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Por Café Fuerte
Álvarez nació un 28 de agosto de 1943 en el municipio de Alquizar en la antigua provincia de La Habana, tenía 16 años en enero de 1959 y ya había comenzado a trabajar en diferentes oficios.
Para entonces no hubiera podido prever que de mensajero de farmacia, vendedor de frutas, camarero de restaurantes y ayudante de carpintero, al pasar menos de una década iniciaría una carrera que lo convirtió en el hombre al que Fidel Castro le confió el poder de las complejas negociaciones comerciales entre Cuba y EEUU, y con cuyas habilidades, a pesar de la Ley de Embargo, entre los años 1998 al 2009 convirtió a esta nación en el quinto socio comercial de la isla.
En octubre de 1960, cuando se constituyó el Banco de Comercio Exterior, Álvarez fue contratado como uno de sus mensajeros, en consecuencia cuando en febrero de 1961 la institución deriva en Ministerio de Comercio Exterior, los estudios que cursó de Licenciatura de la Economía le abrieron el camino para el desempeño posterior que ya muchos conocen.
“Yo no escogí la carrera política” -aseguró. La vida fue la que me llevó por ese camino. Estuve trabajando de manera permanente en el antiguo bloque socialista y además, de visita en más 50 países atendiendo las actividades del comercio exterior. Esas funciones siempre atraen la política y eso se concretó aún más cuando me encargaron las relaciones comerciales con Estados Unidos”.
Aunque por razones obvias las responsabilidades que ocupaba deben haberlo hecho depositario de detalles muy confidenciales, el principal interés de quienes han seguido sus pasos desde que huyó de Cuba, Álvarez lo desvirtúa cuando dice que su dominio de información se restringe únicamente a lo referente al área de los negocios “que además es de conocimiento público”.
¿Por qué permaneció entonces en silencio durante estos dos años?
En su respuesta se mostró cauteloso, igual que lo ha sido su proceder desde que decidió radicarse en la Florida a donde asegura que llegó en una lancha, desmintiendo la versión de que lo hizo a través del Aeropuerto de La Habana.
“Yo sí burlé controles para salir -dijo. Pero no fueron los del Aeropuerto y tampoco salí disfrazado de mujer como han asegurado. Lo que sí puedo decir es que mi salida fue algo que organicé, planee y realicé sin involucrar a ningún familiar o amigo, porque era un asunto tan delicado que nunca compartí para no arriesgarlo y tampoco exponer a nadie a ese peligro. Nadie que vive en Cuba tuvo algún tipo de responsabilidad con mi salida. Quizás algún día decida hacer público cómo logré irme”.
“A pesar de que nunca los medios de prensa me dejaron de asediar, adopté la postura del silencio, sobre todo porque prefiero estar tranquilo. Además porque hay gente en Cuba a la que le guardo cariño y no me interesaba comprometerlos al hacer pública mi presencia aquí. Como tampoco quería que al anunciar mi llegada a Estados Unidos, muchos empresarios con los que hice negocios y otras personalidades con responsabilidad en el gobierno se sintieran comprometidas a contactarme. Hasta hoy no he llamado a ninguna de estas personas para evitarles inconvenientes” -aseguró.
La principal interrogante que se impone son los motivos que tuvo para marcharse tras haber sido por años una figura clave en su país.
En sus expresiones no insinuó que la drástica decisión que puso fin a su posición de privilegio en Cuba haya tenido que ver con desencanto hacia el régimen, aunque le señaló varias críticas. Tampoco manifestó una marcada ruptura ideológica con el gobierno por el que sin embargo, sí reconoce nunca más podrá volver al país. Las razones que esgrimió para explicar su salida inesperada son de índole emocional.
Me sentí solo
El 4 de noviembre del 2010, Olga Lidia Cruz de la Llera, esposa de Pedro Álvarez, murió en un accidente aéreo por la caída de un avión de Aerocaribbean en el poblado de Guasimal, en la provincia de Sancti Spíritus, al centro de la isla.
En septiembre de ese año Álvarez había solicitado su liberación del cargo como presidente de la Cámara de Comercio de Cuba, tras lo cual fue reasignado como consultor de una firma bajo las siglas CONAS, una sociedad anónima que ofrece servicios de auditoria y consultoría.
Alrededor de los días en que decidió dejar el cargo y en medio de rumores sobre interrogatorios a los que él estaba siendo sometido, a su esposa le negaron un trámite de viaje.
“Lo asumí como algo que estaban haciendo en mi contra, pero era injusto. Esa molestia creció, aunque nunca antes había pensado en desertar, teniendo la oportunidad de hacerlo en Canadá o Londres a donde muchas veces viajé con ella. Tras su muerte con sólo 44 años sentí que allí estaba demasiado solo, me deprimí profundamente y tomé la decisión de venir a Estados Unidos a donde están mis únicos familiares allegados, mi hija, mi hermana y mis sobrinos”.
“La forma ilegal de abandonar el país se sobreentiende debido al alto rango de las responsabilidades que ocupé, lo cual conlleva que tras mi salida para aquel gobierno cargué el estigma de la traición -dijo. Yo había tratado de salir con la familia de mi difunta esposa hacia España, pero al solicitar permiso nunca me dieron una respuesta y por eso decidí venir de esta forma”.
Pedro Álvarez admitió que antes de estos acontecimientos drásticos, desde hacía años, “como muchos cubanos, me cuestionaba la ineficiencia del sistema”.
Aceptó que por haber sido un interlocutor muy cercano a Fidel Castro las reacciones del gobierno cuando el huyó “deben haber sido muy fuertes”, pero interrogado acerca de si sabía la represalia de la cual algunas personas fueron objeto después de que se confirmó su deserción dijo “no me consta”.
La hipótesis de que pueda haber sido enviado como un agente de la seguridad cubana la negó totalmente y comentó “es absurdo pensarlo”.
“Cómo el gobierno de Cuba va a utilizar a un funcionario tan vinculado a la dirección superior del país y que en su momento tuvo un papel estratégico, para que viaje a los Estados Unidos a infiltrarse. Es como en el juego de ajedrez, quitar a un rey para colocar a un peón. El golpe de la deserción mía es más fuerte para ellos que cualquier beneficio que pudieran sacar si me enviaban como un agente”-argumentó.
Sobre posibles vínculos con el FBI o el gobierno de EEUU respondió: “No pueden decir que he contactado a ninguno, a pesar de que se han interesado en saber de mi, porque en el Congreso anterior y el actual, independientemente de la relaciones oficiales, hice algunos amigos, pero por la forma en que llegué no he querido comprometer a nadie”.
Aclaró asimismo que en ningún momento estuvo detenido por el Buró Federal de Investigaciones.
“Tampoco -dijo- he recibido dinero de ellos. Por supuesto no voy a negar que me buscaran, como era de esperar. En dos ocasiones sostuvieron conmigo una charla respetuosa. Me interrogaron sobre información de inteligencia que no tenía, ni tengo y hasta la fecha me han dejado tranquilo”.
En cuanto a la posibilidad de ser portador de información confidencial, Álvarez reiteró una negativa y explicó que “para todo el que conoce la manera de funcionar el gobierno cubano, no será difícil entender por qué, en consecuencia con la forma en que se compartimenta y centraliza lo que puede considerarse secreto de estado”.
Si bien Álvarez no expresó el tipo de opiniones que suelen escucharse de los altos funcionarios del régimen cubano cuando deciden una ruptura drástica, sí fue claro al exponer un criterio que tras dos años de residir en territorio estadounidense sostiene.
“El momento de propiciar los cambios en Cuba es ahora. Es absurdo esperar que concluya la era de los hermanos Castro, hay que hacerlo ya. Pero la clave para conseguirlo no son las presiones, sino propiciando un contacto pueblo a pueblo. De esta forma los cambios se producirían de abajo hacia arriba”.
“¿De qué ha servido el embargo? Se preguntó. ¿Ha cambiado en algo la realidad de Cuba en más de 50 años? Los que sabemos la respuesta debemos entonces plantearnos que en este juego lo que hay que cambiar es la táctica y la estrategia”.
“Estados Unidos con la Ley del Embargo, le ha estado cediendo el terreno a su competencia. Cuba puede constituir una oportunidad de negocios muy interesante para los empresarios estadounidenses, aún en las condiciones que enfrenta”.
Enunció que una desestabilización en Cuba no es conveniente para aquel país, pero tampoco para Estados Unidos.
“Si se acrecienta la crisis en la isla, independientemente de que haya unos miles que emigren a otros países, la mayoría querrá venir y un éxodo descontrolado en este momento sería peligroso”.
Álvarez fue capaz de predecir que aunque escasos aún, algunos de los cambios que se perfilan en Cuba podrían ir propiciando escenarios diferentes y mencionó que el propio Raúl Castro se refirió a que una misma persona no debe ocupar el cargo por más de dos períodos presidenciales.
“Él lo dijo. En su caso, acaba de concluir el primero, cuando termine el segundo, debe cumplir con su palabra” -aseveró.
Entre las medidas en las cuales también avizora posibilidades de cambio mencionó la descentralización del control de algunas producciones y el sector de los servicios, la autorización para que las personas puedan viajar, la anuencia para vender y comprar casas y automóviles, el uso de teléfonos celulares y ciertas acciones que “aún sin pensar que son las necesarias, sí indican cambios”.
Pedro Álvarez fue el último viceministro cubano que negoció con la República Democrática Alemana y el primero que visitó Alemania, tras la caída del muro del Berlín. Cuando esto ocurrió de un día para otro las exportaciones cubanas se devaluaron en un 70 por ciento y es ahí donde este experimentado economista ubica el origen de los cambios que aunque de forma lenta y a veces imperceptible, el gobierno de Cuba se ha visto obligado a adoptar desde entonces.
“Por eso digo que la propia vida ha llevado a adoptarlos, y creo que la mejor variante para que continúen sucediendo es hacerlos venir desde abajo”.
Predijo que los próximos tres años serían “decisivos para estas acciones” y aseguró que “bajo la actual administración estadounidense se pueden hacer”.
Sugirió que “el presidente Obama desde su función al frente del poder ejecutivo del gobierno puede compulsar acciones que respalden a los cubanos para que actúen”.
Álvarez mencionó el ejemplo de los negocios que se lograron con productores agrícolas norteamericanos, pero dijo que hay otras posibilidades de intercambio como en los servicios médicos “porque Cuba es un país subdesarrollado, pero allí se fabrican medicamentos que pueden hacer la diferencia entre la vida y la muerte”.
“Por eso digo que existen caminos que se pueden transitar antes de centrarnos en resolver el módulo original de las diferencias entre Cuba y Estados Unidos”.
Sobre su realidad actual Álvarez dice que aunque le cuesta trabajo, lo que quisiera es tener una vida privada “no es por gusto que he estado dos años sin ni siquiera buscar a los amigos”.
“Si accedí a dar esta entrevista –dijo- no es porque me interese aclarar nada, sino porque siempre he pensado que lo mejor de mi carrera correspondió a la etapa en que propicié el comercio entre estos dos países y pienso que haciendo recordar esa época puedo contribuir en algo para que se retomen estrategias que serían de beneficio mutuo”.
“Lo está diciendo alguien que sabe que no puede regresar a Cuba, pero estas declaraciones las estoy dando por encima de mi persona”.
Comentó que le han hablado de escribir un libro basado en su historia. Sobre eso adelantó, “es una posibilidad”.
Acerca de su estatus actual aseguró que vive “de manera modesta, tratando de hacer negociaciones con la ayuda de amigos”.
“Al llegar me acogí a la Ley de Ajuste Cubano. Ahora busco alternativas legales de empleo. Ojalá y estuviera tan exitoso y millonario como me están promoviendo” –dijo.
Recordó que sus promociones en Cuba las logró a partir de su trabajo y por eso “aunque en el recuerdo tenga presente los años de éxito, me siento bien aquí donde trato de estar tranquilo y he sido tratado con respeto”.
Al retomar la razón de por qué permaneció en silencio dijo “hasta ahora no se había propiciado él momento. Espero que esta entrevista cumpla un objetivo”.
Hacer revelaciones que lo involucren a él u otros no está en sus propósitos, “los secretos si los tengo, se irán conmigo”.
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