IDEOLOGÍA, VIANDAS Y REFORMAS ECONÓMICAS
Dr. Eugenio Yáñez
Cubanálisis - El Think-Tank
En el orden internacional, el gobierno de Raúl Castro ha logrado sus respiros: recientemente pasó por el tamiz en Ginebra, el examen periódico universal (EPU) de los derechos humanos de la ONU, sin penas ni gloria, dígase lo que se diga, aunque el dictamen final solo se conocerá el lunes en la tarde, cuando ya esta edición esté on-line. Es aceptado, por las razones que sea, por los gobiernos de América Latina, y sus gobernantes se desviven por visitar La Habana y fotografiarse con Fidel Castro aunque después se diga que la foto es trucada. Aunque los checos, por experiencia propia, no ven en Cuba los "avances" que España percibe, hasta el momento la Unión Europea ofreció la tregua del levantamiento de sanciones que dura hasta mitad de año. Dimitri Medvedev, en Rusia, y José Eduardo dos Santos, en Angola, avivan nostalgias, comparten recuerdos, comida y bebida, y acuerdan colaboración. Y la nueva administración norteamericana no tiene entre sus prioridades, al menos por el momento, hacerle más difícil la vida a Raúl Castro, ni tampoco más fácil.
En el frente interno, la prolongada estancia de Raúl Castro en el exterior, en un momento incluso coincidiendo con la de su segundo al mando, José Ramón Machado Ventura, da muestras de un férreo control de la situación en el país. Sin embargo, algo diferente sucede en la economía, fundamentalmente en lo referente a un asunto de "seguridad nacional", como es la producción de alimentos.
Según “Granma”, la cosecha de viandas, granos y hortalizas en el año 2008 habría sido aproximadamente de unos tres millones cuatrocientas mil toneladas (3’400,000), cifra que se obtiene, de nuevo gracias al órgano oficial del partido comunista cubano, cuando asegura que “se espera alcanzar un 12% (unas 400,000 toneladas) más de productos que en el 2008”.
Es cierto que Granma publica las cifras de producción agropecuaria en toneladas o quintales, arrobas o kilogramos, caballerías o hectáreas, indistintamente, aunque esos productos se venden a la población en libras y onzas, lo que dificulta el seguir la pista a los números.
Da risa, sin embargo, que Reuters informe, tranquilamente, que el periódico “no reveló la cifra de la producción agrícola de cosechas alcanzada en el 2008”, porque se podría apostar cómodamente que varios millones de cubanos en la Isla, interesados en el tema por ser cuestión de subsistencia elemental, y conociendo mínimamente sobre “regla de tres” y “razones y proporciones” matemáticas, habrán sacado la cuenta antes de que el periodista de la agencia inglesa terminara de escribir su noticia.
Lo importante en realidad son las cifras reales que están bajo el tapete en todas estas informaciones: esos 3.4 millones de toneladas que se habrían producido en 2008, si lo que dice “Granma” es exacto, son, hablando en cubano, 6,800 millones de libras para unos 11.4 millones de personas, lo que representa un promedio per cápita de 563 libras anuales, algo así como una libra y diez onzas (veintiséis onzas ó unos 840 gramos) cada día de “viandas, granos y hortalizas”.
Que hablen las amas de casa: seis onzas de arroz, seis de frijoles, seis de viandas y cuatro de vegetales no posibilitan una comida “gourmet” ni mucho menos, ni reúnen los balances alimenticios óptimos establecidos en el mundo moderno, pero ¿son suficientes al menos, para una comida decente al día? Y que hablen los cubanos de a pie, no los “periodistas” de Granma y toda la prensa oficial cubana: ¿qué tienen que ver estas cifras con lo que realmente pudieron adquirir durante el 2008?
Más aún, una aritmética elemental indica que si tales cifras se obtuvieron con más del 50% de las tierras sin producir, en una producción eficiente se hubiera podido, al menos, duplicar esa producción, lo que hubiera representado un per cápita diario de 4 ¼ libras de viandas, granos y hortalizas
Naturalmente, esa supuesta producción anual excluye pérdidas en transporte y acopio, “desvío de recursos” y otros males de la legendaria desorganización socialista cubana, más las “asignaciones” al turismo, la exportación, comedores colectivos, hospitales y demás, incluyendo el “comedor del ministro” y otros cuadros en cada dependencia estatal y provincial. Pero aún así, los números son interesantes.
Lo más interesante de la agricultura “socialista” cubana es que se mueve solamente en escenarios y situaciones de “perder-perder”. Cuando la producción se queda corta, es insuficiente para satisfacer la demanda de la población, pero el sobre-cumplimiento, de haberlo, tampoco resuelve demasiados problemas, porque el régimen en realidad no está preparado ni interesado para asumir lo que promete.
Como dice “Granma”, “los ejemplos negativos se reiteran cuando lo producido supera el plan por mucho margen y los medios y recursos asignados, digamos envases, transporte, almacenes y frigoríficos, no son suficientes”. Y peor aún, este asunto “se torna complejo por falta de organización, de rigor, de exigencia, máxime cuando hay que hacerle frente a cantidades no pronosticadas”.
Con el eufemismo característico de la prensa triunfalista y embaucadora, se señala, refiriéndose a la producción de tomates que “la insuficiente disponibilidad de cajas para su acopio generó disgustos en no pocos productores, al irse la cosecha por encima de todo pronóstico. Bastaría un ejemplo: la industria debió recibir 4,000 toneladas en enero y la cifra real llegó a 11,000”.
Si el párrafo anterior se hubiera escrito en serio debería decir: “por no haber previsto y disponer de los envases necesarios, la industria provocó que los productores perdieran grandes cantidades de tomate, al no tener capacidad de producir y procesar casi 7,000 toneladas de las 11,000 que se cosecharon, y estar esos productores obligados a venderle al estado, sufriendo represión y multas si venden fuera de los mecanismos estatales o al menudeo. Además, la ineptitud, la burocracia y el inmovilismo impidieron dirigir rápidamente tales excesos a los mercados minoristas y rebajarles el precio para aumentar su adquisición por la población y evitar que se perdieran”. Pero nadie espera que “Granma” hable en serio.
Supuestamente, la esperada mejoría agrícola que se anuncia tiene como base 25,000 nuevas hectáreas en producción, algo menos de 2,000 caballerías, siguiendo siempre la prensa oficial, que presenta como dádiva real que “para garantizar ese fomento el Estado dedicó, pese a sus limitaciones financieras, divisas para adquirir modernas máquinas eléctricas de riego, tractores, fertilizantes, semillas de calidad y otros dispositivos técnicos”… “A esto se suma el que los productores puedan adquirir en tiendas seleccionadas herramientas manuales e implementos y otros insumos, y reciban los beneficios de una apreciable mejoría en los precios de lo que producen”.
El periódico “olvida” mencionar que las “herramientas manuales e implementos y otros insumos” hay que adquirirlos en pesos convertibles (CUC), es decir, moneda dura que no tienen en sus manos todos los cubanos, y a precios de monopolio. En realidad, no hay que felicitar al estado totalitario, sino preguntarle por qué no tomó medidas imprescindibles desde mucho tiempo antes, evitando el descalabro de la agricultura y las carencias extremas de la población.
Naturalmente, tales “informaciones” alimentan el ego de “periodistas”, los argumentos de la propaganda y las esperanzas de quienes aún consideran que las cosas pueden mejorar sustancialmente mientras la agricultura esté en manos del estado socialista, pero no pueden modificar la realidad, que no se expresa en la prensa sino en la mesa de los cubanos cada día a la hora de comer.
Sin embargo, en esta misma información diversionista de “Granma” se menciona un dato que muy pronto ha de poner en tela de juicio medio siglo de apología “revolucionaria” a favor de la agricultura estatal. Dice el antes mencionado artículo que “la entrega en usufructo de tierras ociosas, que ya al cierre de enero sobrepasó las 473,000 hectáreas, impulsará a mediano y largo plazos los cultivos varios”. Aunque otras cifras aparentemente oficiales (en Cuba nunca se sabe) mencionan hasta la fecha 660,000 hectáreas, se puede trabajar con la hipótesis de que sean 473 mil hectáreas, que equivalen a más de 35,000 caballerías.
Con números conservadores, si cada una de tales caballerías, independientemente de la fertilidad de tales tierras y de los recursos disponibles, destinara solamente una parte de la tierra a la producción de frijoles, es posible obtener 100 quintales (5 toneladas) de frijoles en una cosecha: en 35,000 caballerías, a 5 toneladas por caballería, se pueden obtener en una cosecha ¡175,000 toneladas de frijoles!
Compárese esa cifra potencial de producción de frijoles con la ridiculez del periódico Granma refiriéndose a declaraciones de un viceministro de la agricultura: “de 3,300 toneladas entregadas al balance nacional en el 2008, para sustituir importaciones, se llegará este año a 13,000 atendiendo al paquete tecnológico que favoreció más de 10,000 hectáreas. Tal compromiso no incluye las cantidades que se comercializan en la red de mercados estatales”. Concédasele a “Granma” una cifra de producción similar referida a las cantidades que se comercializan en la red de mercados estatales, lo cual es muy improbable, y sigue quedando la producción estatal seis veces por debajo de la producción potencial que pueden lograr los cubanos trabajando por su cuenta, con pocos recursos, y venciendo todos los escollos de la burocracia y el inmovilismo.
Con relación a la producción de papas, siempre siguiendo a “Granma”, y “si predomina el buen tiempo”, en 935 caballerías de tierra se producirían este año más de 5.6 millones de quintales (280,000 toneladas) a razón de 6,000 quintales (300 toneladas) por caballería, aunque Reuters no se preocupe de hacer el cálculo. Sin embargo, si esos productores que trabajan las 35,000 caballerías de tierras en usufructo dedican otra parte de sus tierra a producir papas (además de los anteriormente mencionados frijoles), y obtienen la modestísima cantidad de 500 quintales por caballería (doce veces menos rendimiento que las empresas estatales)estarían aportando a la producción nacional ¡87,500 toneladas de papas!
Ciertamente, la producción de papas depende en gran medida de la calidad de las semillas, y es de esperar que tales productores en tierras privadas en usufructo no reciban, en caso de recibir algo, grandes cantidades de semillas de calidad. Así que se puede conceder que la producción de papas quede en manos de la agricultura “leninista” y los usufructuarios se dediquen a cultivos menos sofisticados como boniato, calabazas y maíz, además de cultivos que “Granma” califica de “estratégicos”, como yuca y plátano. No es broma, estimado lector, es textual: “cultivos permanentes y estratégicos (de ciclo largo) como la yuca y el plátano”.
Cualquiera que haya sido campesino o tenga información elemental de la realidad en la agricultura cubana sabe que producir en el año cien quintales de frijoles y quinientos de viandas dista mucho de ser misión imposible, y sería más bien una producción muy modesta, a la que pueden agregarse sin dificultad la cría de gallinas y cerdos, y la producción de ajos, vegetales, y árboles frutales. Según “Granma”, refiriéndose al plátano, “aportaba anualmente 15 millones de quintales”, que son 750,000 toneladas. Si cada caballería en usufructo produce cien quintales de plátanos (¿500 racimos?), será casi la cuarta parte de la producción cubana del 2008.
Naturalmente, este proceso no se materializará en tres o cuatro meses ni mucho menos, y además de que las las tierras que se reciben en usufructo no están en las mejores condiciones para comenzar de inmediato a producir con los mayores rendimientos, no habrá un fácil acceso a semillas, fertilizantes, equipos de riego, aperos de labranza y animales de tiro, que son asignados prioritariamente al sector estatal.
Pero, aun así, tal vez después de un año comenzarán a verse los resultados, cuando los verdaderamente interesados en su producción y eficiencia, y que no son precisamente obreros asalariados del estado, pongan su esfuerzo y su sudor en función de garantizar su autoconsumo y vender el 90% de la producción al estado, como rezan las disposiciones establecidas. (Cualquier recuerdo de la renta en especie en tiempos del feudalismo no es pura coincidencia).
Pero hay algo más interesante y de más profundidad: aunque “Granma” se cuida mucho de no mencionarlo, en esas cifras triunfalistas que señala está incluida la producción de los campesinos privados y las verdaderas cooperativas (no las “leninistas”), que poseen de conjunto menos del 20% de las tierras pero aportan cerca del 70% de la producción de viandas, granos y hortalizas, porque las empresas estatales de “cultivos varios” se llevan ampliamente el galardón de la ineficiencia en el país comparadas con las de agricultura cañera y ganadería, y de este dictamen podrían excluirse, tal vez, solamente las empresas arroceras.
Lo que significa que, a más tardar en dos años, la producción campesina privada, de cooperativistas reales y usufructuarios, superará ampliamente el volumen de producción de la agricultura “socialista” cubana. Como dato “alentador”, el periódico Granma dice, citando al inefable viceministro, que “si en enero lo acopiado fue de 85,070 toneladas, el volumen podrá superar las 100,000 en febrero y aun llegar a 164,000 en marzo”. La cifra de enero ya se ejecutó, la de febrero habrá que ver al terminar el mes, y la de marzo es a futuro: hay que ver cuales serán las cifras reales, y si “Granma” las publica.
Lo que se aproxima a medio plazo en el agro cubano es una aplastante superioridad en volumen, rendimientos y eficiencia de la producción privada, cooperativa y usufructuaria, frente a la ineficiencia burocrática estatal, que siempre tiene muchas más explicaciones justificativas que soluciones y resultados positivos..
El régimen podría aceptar las realidades y darle más facilidades aún a la producción no estatal, para resolver definitivamente las claves fundamentales del problema alimentario cubano, “asunto de seguridad nacional”.
Lamentablemente, como se comporta hasta ahora la gerontocracia, es posible que quiera seguir atrincherada en sus posiciones y sus privilegios, crear infinitas y absurdas trabas a la producción no estatal, continuar gritando maravillas de la agricultura socialista y publicando reportajes apologéticos en la prensa oficial, a la vez que impone a los cubanos escasez, limitaciones, y carencias innecesarias, que considera imprescindibles para mantener su espurio poder.
El régimen, naturalmente, dirá lo que desee, porque no tiene que rendir cuentas a su población, y publicará las estadísticas que le convienen de acuerdo a las "nuevas metodologías" de cálculo y las "informaciones" de la prensa oficial, pero por ese camino nunca podrá modificar la realidad de los cubanos, cada día, al sentarse a la mesa, porque la mejor y más completa de las ideologías alimenta mucho menos que la más frugal de las viandas cubanas.
Aunque “Granma” asegure lo contrario.
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