Aunque se aleja del tema de esta nota, no es la primera vez que se produce una escisión en esa “Universidad” en torno a la posición de Hebe de Bonafini, cuyo brindis y discurso celebrando el ataque terrorista del 11 de Septiembre de 2001 en New York, llevó en aquella ocasión a la denuncia y renuncia de tres profesores.
A partir de junio de este año, Néstor Kohan ha contado con el apoyo del Colectivo AMAUTA, formado inicialmente en la Universidad Popular, y que se reconoce de inspiración “marxista, guevarista y mariateguiana”, para hacer la competencia a la UPMPM ofreciendo cursos y conferencias sobre materias de interés de la izquierda marxista.
Desde que surgió en 1929 en Argentina el primer grupo trotskista, ha tenido allí gran auge esa tendencia del comunismo, pero como en otras partes, también se ha caracterizado por sucesivas escisiones.
El profesor Kohan refleja en sus escritos los principios generales de la llamada IV Internacional, pero a diferencia del grupo de Carlos Petroni que se opone al castrismo, obvia la trayectoria de Castro que en enero de 1966, usara la plataforma del Congreso de la Tricontinental en La Habana para atacar a diferentes grupos del trotskismo latinoamericano.
También ignora Kohan las características de un régimen que ha puesto en práctica en Cuba el culto a la personalidad, durante más años que Stalin en la Unión Soviética y donde recibió refugio Ramón Mercader, tras su excarcelación en México por el asesinato de León Trotsky.
Ante verdades tan evidentes cualquier lector desapasionado se preguntaría ¿por qué publica entonces Cubanálisis-El Think-Tank este trabajo de Néstor Kohan? En cierto sentido, estos debates teóricos de la izquierda radical recuerdan monjes, en tiempos de computadora, discutiendo cuantos ángeles virtuales caben en la cabeza de un alfiler electrónico.
La respuesta está en el artículo que reproducimos:
"¿Por qué guevaristas? Porque en nuestra historia latinoamericana el guevarismo constituye la expresión del pensamiento político más radical de Marx y Lenin y de todo el acervo revolucionario mundial, descifrado a partir de nuestra propia realidad y nuestros propios pueblos. El guevarismo se apropia de lo mejor que produjeron los bolcheviques, los chinos, los vietnamitas, las luchas anticolonialistas del África, la juventud estudiantil y trabajadora europea, el movimiento negro norteamericano y todas las rebeldías palpitadas en varios continentes. El guevarismo no es calco ni es copia, constituye una apropiación de la propia historia del marxismo latinoamericano, cuyo fundador es, sin ninguna duda, José Carlos Mariátegui. […] el guevarismo constituye la actualización del leninismo contemporáneo descifrado desde las particulares coordenadas de América Latina. "
Esta definición, elaborada y publicada cuando llega a su fin el mando efectivo de Fidel Castro en Cuba y en América Latina, indica que para ciertos elementos de izquierda en el hemisferio, ha llegado el momento de soltar por la borda el peso muerto del castrismo e intentar substituirlo por un pensamiento radical más potable para las nuevas generaciones, por estar enmarcado en una aureola de idealismo revolucionario.
Para sostener esa tesis, -según el escrito de Kohan-, el oportunismo político de Castro, se convierte en inspiración guevariana en los difíciles momentos de fines de la década de los 80:
"[D]entro de Cuba, Fidel Castro apeló al Che Guevara como bandera y antídoto frente al mercado perestroiko y a la adaptación procapitalista que impulsaban los soviéticos”
LA TESIS GUERRILLERA DE CHE GUEVARA
En su afán por justificar la tesis de la lucha guerrillera del Ché, Kohan se empeña en culpar al intelectual francés Regis Debray de que en su ensayo "Revolución en la Revolución", sobre el foco guerrillero, haya eliminado elementos básicos de la estrategia guevariana. Al respecto escribe el profesor argentino que:
"...en aquella época [1968] dos militantes cubanos salieron públicamente a criticar la caricatura “foquista” de Debray (Simón Torres y Julio Aronde [posiblemente dos seudónimos de colaboradores del comandante Manuel Piñeiro Losada, alias “Barbarroja”]: “Debray y la experiencia cubana”. En Monthly Review N° 55, año V, octubre de 1968. pp.1-21.). Estos dos compañeros cubanos le critican abiertamente a Debray […]el haber simplificado la revolución cubana, el haberla convertido en una simple teoría del “foco” y el no haber visto en ella que junto a la guerrilla, en las ciudades luchaba la juventud, el movimiento obrero, el movimiento estudiantil, etc. En suma, le cuestionaban, en particular, el total desconocimiento de la lucha urbana y, en general, la total subestimación de la lucha política, base de sustentación de toda confrontación político militar."
Pero como plantea Regis Debray, ese libro fue escrito en La Habana y modificado tras largas discusiones con Castro, que lo leyó. (Cf. http://www.regisdebray.com/). Si Kohan ignora eso, (o lo escamotea), no puede explicar que los “compañeros” oficiales de la Contrainteligencia cubana olvidaran el pequeño dato de que en enero de 1967, tras la salida del Che a Bolivia, por orden de Fidel Castro se publicaran en Cuba, ¡doscientos mil! ejemplares de "Revolución en la Revolución",
EL SUJETO SOCIAL DE LA REVOLUCION SOCIALISTA
Al hablar sobre la clase social que impulsaría el socialismo, Kohan recuerda que Guevara consideraba que ese sujeto es la clase trabajadora, aunque en el caso particular de Cuba, la fuerza social cuantitativamente hegemónica era el campesinado pobre, por constituir la mayoría del Ejército Rebelde. Pero aclara, que si la lucha campesina hubiese sido por la propiedad de la tierra, eso “hubiera conducido a la revolución a un callejón sin salida para el conjunto de la sociedad”
Por eso el autor plantea que Guevara estaba de acuerdo en evitar tal desviación “campesinista”. Pero Kohan exagera notablemente al considerar que "Esa singular combinación que se dio en Cuba y en Vietnam (ausente en los escritos de Marx o Engels), donde una fuerza social de mayoría campesina es conducida a la toma del poder por un destacamento revolucionario de ideología proletaria, constituye una de las elaboraciones de Guevara que bien valdría la pena repensar en el mundo contemporáneo."
Como es de todos sabido, el modelo clásico de una revolución socialista triunfante de mayoría campesina no es del Ché, sino de Mao Zedong, que condujo en 1949, al establecimiento de la República Popular China. Y fue precisamente allí, en 1958, donde se copiaron las ideas de colectivización forzosa que caracterizaron la política stalinista en la Unión Soviética iniciadas en 1928 en sustitución de la Nueva Política Económica orientada por Lenin.
Tras el fracaso absoluto del maoísmo y las reformas económicas impulsadas por Deng Xiaoping son risibles hoy las palabras que Guevara escribió a Castro en abril de 1965, de que “China tardará centenares de años en tener el ingreso per cápita de los Estados Unidos”.
Las afinidades de Guevara con la política económica de Stalin y de Mao se pusieron de manifiesto cuando era Ministro de Industrias en Cuba en 1962 y junto al entonces Presidente del INRA, Carlos Rafael Rodríguez, impulsó y respaldó la decisión de Castro de eliminar las cooperativas cañeras, lo que convirtió a los cooperativistas cubanos en trabajadores agrícolas asalariados. (Ver, Pedro Campos Santos, “Ejemplo cubano de socialización: Las cooperativas cañeras 1960-62(I y II)”, Kaos en la Red, Agosto 21 y 26 de 2007).
La idea de Ernesto Guevara de que hay que avanzar desde el inicio de la toma del poder hacia el comunismo, equivale a la vía maoísta de construir simultáneamente el socialismo y el comunismo, que ha fracasado. Eso también ha ocurrido con la política etapista de los soviéticos de ir avanzando hacia ese objetivo, utilizando paulatinamente los mecanismos de mercado, salario y precios. Solo queda en los regímenes comunistas, como posible salida a ambos fracasos, explorar el camino intermedio del “socialismo de mercado” de tipo chino y vietnamita, o transitar completamente a la sociedad democrática moderna.
AMBICIOSA ESTRATEGIA TROTSKISTA
Con relación a Argentina, y el movimiento revolucionario en América Latina, Néstor Kohan critica a quienes como Dieterich, buscan el socialismo mediante la colaboración con sectores de las fuerzas armadas.
Como es sabido, está en marcha la concepción de intentar el “poder revolucionario”, modificando desde dentro el “estado burgués”, como es el caso de la Venezuela chavista, y otros intentos en Bolivia y Ecuador. Es evidente que para Kohan, eso se emparienta con la tesis alcanzar el socialismo por ‘vía pacífica”, como intentara Salvador Allende en Chile."
Por ello, apoya la toma del poder mediante la violencia revolucionaria a través de la unión de los grupos más radicales de la izquierda comunista. Para ello se basa en los planteamientos del guerrillero argentino guevarista, Mario Roberto Santucho, fundador del Partido Revolucionario de los Trabajadores y Comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo, quien cayera en combate contra fuerzas del ejército argentino en 1976. En 1968, Santucho había tratado de impedir la división y el enfrentamiento entre de trotskistas y maoístas argentinos señalando que la tarea teórica principal de los marxistas revolucionarios era “fusionar los aportes del trotskismo y el maoísmo en una unidad superior que significará un retorno pleno al leninismo".
Los castristas cubanos han alardeado de que su caduco líder gana batallas como el Cid amarrado a su caballo después de muerto. Los trotskistas argentinos saben que hay que sustituir rápidamente ese cadáver político por el de Che Guevara cabalgando sobre el lomo quimérico de su Rocinante.
Ambos se pelean a dentelladas por la herencia del profeta desacertado: porque ambos necesitan imprescindiblemente una teoría “revolucionaria” para sus proyectos sin sentido.
En el 40 aniversario de su muerte en Bolivia, se mantiene la mística de Ernesto Guevara de la Serna, pero sus utópicas ideas no tienen nada que ver con la realidad del mundo globalizado de hoy.
Aunque acompañan al Ché, a pie o montados, Mao y Trotsky, en una “larga marcha de la revolución permanente”, su destino no se avizora porque el sueño del comunismo es simple espejismo. Nada más: aunque la utopía se vista de seda, utopía se queda.
(NOTA: El lector debe armarse de paciencia para abordar los largos párrafos y el extenso trabajo sobre un tema más propio de la autopsia política que de la realidad latinoamericana).
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