CONTRA EL PINGALISMO CASTRISTA/ "Se que no existe el consuelo que no existe la anhelada tierrra de mis suenos ni la desgarrada vision de nuestros heroes. Pero te seguimos buscando, patria,..." - Reinaldo Arenas
lunes, noviembre 23, 2009
Cuando "Occidente" dejó de existir ( I I )/
Cuando "Occidente" dejó de existir ( I I )
Juan Benemelis/ Cubanálisis-El Think-Tank
lunes, noviembre 09, 2009
Cuando ¨Occidente¨ dejo de existir [I]/ Juan Benemelis
Cuando "Occidente" dejó de existir ( I )
Juan Benemelis/ Cubanálisis-El Think-Tank
lunes, octubre 12, 2009
Escenarios no previsibles en las relaciones Rusia-Estados Unidos/ Juan Benemelis
Escenarios no previsibles en las relaciones Rusia-EEUU
Nos hallamos en pleno período de transición, en el cual se dificulta vislumbrar cual es el final o cual es el camino histórico hacia un nuevo sistema mundial. Hemos presenciado guerras mundiales y catástrofes, desplomes de imperios, desastres ecológicos, al lado de un descomunal crecimiento demográfico que atenta contra los recursos del planeta. Rusia y Estados Unidos disponen del arsenal militar atómico suficiente para destruir la civilización.
La actual hegemonía norteamericana, determinada por el derrumbe soviético, no ha sido aceptada por la generalidad de los estados europeos y asiáticos, los cuales pugnan por desarrollar agendas propias. En esta incertidumbre, Washington se halla ante la disyuntiva de prevalecer por sobre el resto, de conjunto con un grupo de aliados, o hacerlo de manera unilateral. El punto es que su actual hegemonía no es sólida y presenta sectores vulnerables como la deficiencia financiera, y la dependencia de fuentes energéticas exteriores, que la lleva a desplegar una geopolítica de despliegue militar permanente.
Ahí precisamente se halla lo que define nuestro momento actual, que no es la confrontación ideológica o religiosa, sino el asegurar aquellos recursos naturales que determinan la superioridad económica, y que tienden a desaparecer: en especial el petróleo, sin el cual todo el aparato militar resulta obsoleto. Nuestra época, de loca demografía y decrecimiento planetario de materias primas, presenta un forcejeo de las grandes potencias por acaparar ese recurso natural, del cual no se ha escapado la confrontación bélica en el Medio Oriente; lo que muchos autores han considerado como “la nueva geografía de conflictos”, debido a que el petróleo, por ejemplo, se va transformando de un recurso vital para mantener la hegemonía en un recurso estratégico para mantener la supervivencia.
El conflicto mundial entre las principales potencias está atrapado actualmente en una gran competencia por recursos críticos, especialmente el petróleo. El petróleo y su alti-bajas de precios no responden al vaivén del mercado, sino de la competencia geo-estratégica; por ello se ve afectado primordialmente por las crisis políticas y militares. Ya, en la historia, otras potencias litigaron por acaparar recursos naturales, como en el post-Renacentismo, cuando España, Portugal, Inglaterra y Francia se lanzaron a aventuras marinas, a la colonización de otros pueblos, y a guerras con el fin de acaparar las rutas por las especies y las fuentes de metales. La revolución industrial surge con una geopolítica que enlaza continentes: el África como fuente de mano de obra esclavizada, América y Asia con sus plantaciones, y Europa como procesadora y mercado. El te, el tabaco, el café, el azúcar y el algodón determinaban las estrategias de las cancillerías, las guerras, las tensiones territoriales, las pugnas comerciales.
Hoy nos parece risible que el algodón, por aquel entonces necesario a la industria textil, por ejemplo, fuera causa de guerras. Pero lo mismo sucedió luego con el caucho, cuando comparecieron los productos sintéticos; y una nueva geopolítica se impuso, en la cual los bosques tropicales dejaron de ser importantes. Hoy es el petróleo, a medida que se vislumbra la disminución de sus fuentes, y dentro de pocos años van a ser los recursos hidráulicos.
En la actualidad crece su importancia, no sólo por ser imprescindible a la sociedad moderna, sino porque no es suficiente para satisfacer las demandas a precios estables y accesibles para países pocos desarrollados. Muchos economistas ya consideran que el precio del petróleo es mucho más alto de lo que refleja el mercado, pues no incluye el costo de la presencia militar que lo custodia, y el pago de la alianza política de los países por los cuales pasan los oleoductos que lo transportan. Ese es precisamente el punto vulnerable norteamericano, forzado a sostener un costosísimo despliegue militar en el planeta, custodio de los yacimientos y las vías de transporte del petróleo, so pena de perder su preeminencia internacional y su nivel económico, de vida y consumo.
La hegemonía norteamericana descansa en el dominio de un petróleo que comienza a escasear y que deviene en un factor estratégico crucial. Estados Unidos ha logrado controlar políticamente las principales fuentes del petróleo en el Medio Oriente frente a un grupo de vastos consumidores como Europa, Japón, China y la India. Rusia, por su parte, posee sus propios yacimientos y lo suficiente para exportar petróleo y gas. Existen otras áreas del planeta que son escenarios de forcejeos, como el Asia Central; y otras que por el momento se mantienen sin conflictos de este tipo, como América Latina y África.
La paz actual nos parece efímera y se acerca más a una nueva Guerra Fría, aunque no ideológica. A ello hay que agregar los intereses de las grandes corporaciones petroleras y de los productores por impedir el desarrollo de las fuentes energéticas alternas y mantener los altos precios, que se traduce en una falta de “voluntad política” para explotar nuevos yacimientos. Esto es evidente ya desde el fracaso de la “doctrina Carter”, a raíz de la crisis petrolera de la década 1970; doctrina que buscaba explotar nuevos yacimientos y buscar alternativas energéticas.
Esta transición de la bipolaridad a la unipolaridad de manera pacífica y en cierta medida “ordenada” tuvo que ver con el proceso de reformas que intentaba instaurar Gorbachev, y la consideración de que ya era innecesaria la política expansionista. Asimismo, la cautela de Occidente ante lo que acontecía en la Unión Soviética evitó una reacción violenta de la oposición gorbacheviana, al punto que las presiones e incluso la intentona golpista de 1991 no tuvo apoyo popular. La égida de Yeltsin no conllevó una “terapia de choque” total hacia una economía de mercado y un retablo político democrático. En esencia Rusia obtuvo su independencia de la federación soviética, y se despojó de una carga económica, pero Moscú no perdió todas sus colonias zaristas, ni abrazó un aislacionismo internacional.
Fue Occidente quien comenzó a tratar a Rusia como un Estado insignificante, olvidando que tal conducta vejatoria aplicada a la vencida Alemania de la Primera Guerra Mundial, trajo como consecuencia la Segunda Guerra Mundial. Pero Estados Unidos no ha sido consecuente en conceder a Rusia un papel de primer orden, convencidos de la existencia de un vacío geopolítico en Eurasia. El Kremlin luchó por que se le admitiera en el grupo de los países desarrollados, el G8, y la prueba de que Estados Unidos no respetaba ni quería admitir una esfera rusa fue su intervención militar en Kosovo en 1999, conociendo que Rusia estaba opuesta y apoyaba a los serbios ortodoxos, queriendo demostrar que sólo había una súper-potencia.
Si algo identifica a Yeltsin con Putin es que ambos se enfrascaron en mantener el poder central ruso, pese a los movimientos que respondían a las diferentes naciones enmarcadas dentro de la federación. El Kremlin se mantuvo fieramente centralista en el caso de Chechenia por razones geopolíticas vinculadas a los oleoductos, y debido al fundamentalismo islámico.
El capitalismo ruso no surgió a partir del desarrollo de la propiedad privada y del mercado, sino del desmantelamiento de la economía estatal que originó una oligarquía que estableció un comportamiento mercantil especulativo. La era de Yeltsin significó la convivencia corrupta de la nueva oligarquía con el Estado, mientras que en la de Putin esta dicotomía fue cercenada de raíz. El rol de Putin fue el de fortalecer el Estado y concederle un objetivo nacional, pero no utópico o ideológico, para asegurar la existencia de la nación rusa, cuya identidad peligraba ante la acometida de Occidente.
El paso decisivo con Putin fue la centralización de los recursos energéticos, que impidió la transferencia de la economía rusa a los carteles de Occidente, y con ello el fin de su Estado. Tras imponerse a los oligarcas con mano de hierro autoritaria, Putin sumó una victoria militar sobre los rebeldes chechenios, algo que Yeltsin no pudo lograr. Lejos de lo que opina Occidente, el pragmatismo político de Putin ha logrado un apoyo nacional y una admiración de los rusos sin el terror estalinista. Si Yeltsin perdió su voz política en la arena internacional reclamando la multi-polaridad que Occidente le negaba, Putin se ha enfilado hacia sus vecinos asiáticos haciendo frente a la irrupción de Washington en el Asia Central.
Tras haber consolidado el Estado central que peligraba desde la descomposición de la Unión Soviética, domeñado a la oligarquía cortando sus vínculos y dependencias con Occidente, aplacado los reclamos chechenios, y poner contra la pared a los georgianos pese a las amenazas estadounidenses, Rusia inaugura una nueva política, de mayor confrontación y reclamo ante Estados Unidos. Más que un cambio de estilo se trata de un cambio de estrategia. Por eso, Putin se ha dirigido a la vieja Europa como una potencia, en una sutil campaña anti-norteamericana; su intención de recuperar terreno sin alardes se demostró en sus reclamos por los recursos naturales del Ártico, en su programa militar de defensa balística, así como en su rechazo al establecimiento de un sistema defensivo norteamericano en Europa.
Ya la diplomacia norteamericana se está convenciendo de que Rusia es más que una potencia regional, y que en nada ayuda soslayarla o aislarla. Su peso estratégico en Europa, Asia Central y en el Pacífico es palpable. Al igual que todas las potencias de importancia, Rusia atraviesa un período vulnerable; sus dirigentes han comprendido que deben modernizar su economía, que hoy depende de los hidrocarburos, so pena de quedar en un segundo plano.
A diferencia de Estados Unidos, Rusia se halla en una posición energética privilegiada con sus vastos yacimientos de gas y petróleo, y China no tiene que realizar ingentes gastos militares para asegurarse su abastecimiento. Un factor de complicación es que los yacimientos que de por sí se hallan en territorios étnica, religiosa y políticamente inestables. En la actualidad ya estamos presenciando “batallas geopolíticas”, tanto en el Golfo Persa como en la cuenca del Caspio y en las repúblicas islámicas ex soviéticas. Ya Arabia Saudita, la mayor reserva mundial, no puede aumentar su producción. Aunque no es del dominio general, la geopolítica del petróleo se halla presente en los poco conocidos estados del Asia Central, sobre todo de Kazajstán, Uzbekistán y Turkmenistán. Allí la disputa de Estados Unidos y Rusia, fundamentalmente, es por controlar las vías de los oleoductos de la futura explotación petrolera.
Ubicado en la región productora y comercializadora más sensible para la estabilidad energética mundial, Irán tiene los yacimientos de gas más importantes del planeta, sólo segundo de Rusia, y dispone de reservas petroleras sin explotar que le permitirían duplicar su producción. Al lado de su desarrollo de la energía nuclear, y promotor del terrorismo islámico anti-occidental, Teherán moderniza su capacidad militar. Pero Irán, para complicación de la proyección norteamericana y la seguridad de un Israel amenazado por HizbAllah, ha cerrado relaciones comerciales profundas y a largo plazo con China, la India y el Japón. Todo ello dificulta a Estados Unidos, empantanado en Iraq y Afganistán, neutralizar su peligroso programa nuclear, amén de la tensión con los países islámicos, que calificarían un ataque contra Irán como un agresión al Islam, clamarían por una “guerra santa” y la desestabilización del el sur chiíta iraquí.
Las consecuencias de un golpe militar norteamericano contra Irán repercutirían desfavorablemente en toda Eurasia con un alto precio político. Aliado o contrario a Estados Unidos, Irán es el país clave del Golfo Pérsico. Washington apuesta entonces a un cambio de régimen en Irán, provocando problemas internos e inclinándose a sectores opuestos al gobierno islámico. Pero Estados Unidos no logra encontrar una solución viable, con el peligro de la consolidación a largo plazo de la posición de un Irán miembro del selecto grupo de países nucleares, lo que precipitaría a que Turquía iniciase su desarrollo nuclear.
El primer escenario en la lucha norteamericana por consolidar su hegemonía se halla en el área energética del Asia central.
El ascenso al poder de Vladimir Putin fue resultado de la conciencia política colectiva rusa del enorme fracaso que se produjo tras la disolución de la Unión Soviética, y la aspiración de recuperar nuevamente un lugar central en los asuntos del planeta. De hecho, todos los esfuerzos de Putin se han centrado en buscar alianzas exteriores que le permitieran afrontar nuevamente al mundo anglosajón. Sus esfuerzos no han sido en vano, y en China ha encontrado, hasta ahora, un aliado que parece compartir sus consideraciones políticas.
Acorde con esta consideración de obtener un lugar mundial competitivo, Rusia y China cerraron un pacto estratégico con los países de Asia Central petroleros y gasíferos, para el desarrollo futuro deproyectos sobre oleoductos y gasoductos transfronterizos, para no depender de los hidrocarburos “occidentales”.
Los depósitos de hidrocarburos del Asia Central no son necesarios para el consumo ruso (aunque si lo son para una China que es el segundo consumidor del planeta) que se autoabastece y exporta, además de los yacimientos de minerales no explotados de Siberia, que representan el 50% de los minerales del mundo todavía sin explotar. Lo fundamental en Asia Central son los oleoductos y gasoductos.
El gas y el petróleo de Kazajstán, Uzbekistán y Tayikistán necesitan de tales ductos para iniciar su explotación. China logró para si un gigantesco oleoducto y negocia otros desde Siberia. Al igual que Estados Unidos, tanto China como la India son vulnerables, al depender de gigantescas compras de petróleo en la medida en que crecen sus economías; de ahí sus acuerdos energéticos con Irán.
Rusia ha buscado afanosamente integrar a este bloque de la “Organización de Cooperación” al propio Irán, a la India, a Paquistán y a Mongolia. Ello conformaría la entidad energética más gigantesca del planeta, con un sabor anti-anglosajón, que pondría en aprietos la hegemonía de Estados Unidos. Al ser este bloque euroasiático autónomo y ajeno a las influencias de Estados Unidos, facilita el acercamiento también de Rusia con Alemania y Francia, a través de sus dependencias a los hidrocarburos rusos. Si Rusia y China logran consolidar su acercamiento, y Europa se mantiene neutral entre Moscú-Beijing y Washington, tendremos un moderno paradigma de bipolaridad entre Eurasia y Estados Unidos. Lossubcontinentes de África y América del Sur pasarán a la periferia.
Rusia, irritada por la penetración norteamericana en sus antiguos territorios, exige que estas repúblicas renuncien a la presencia norteamericana; y ha presionado conjuntamente con China para que Washington abandone su base aérea en Kirguisia, exigiendo lo mismo en Uzbequistán. Si bien Kazajstán se muestra ambivalente entre los dos extremos, el norteamericano y el eje Moscú-Beijing, comprometidas sus fuerzas militares por el asesoramiento y apoyo norteamericano y la asociación con la OTAN.
Asimismo, desde Europa y Asia existe una campaña para desplazar al dólar como divisa internacional, promoviéndose el oro. Ello sería un golpe mortal al hegemonismo norteamericano. Su red de bases militares y flotas de portaaviones garantiza el flujo petrolero por las rutas vitales y por territorios hostiles.
Pero, a medida que la voracidad de las nuevas potencias consumidoras siga creciendo, como China, los tigres asiáticos y la India, la geopolítica planetaria se complicará y el riesgo conflictivo se acentuará, pues el “techo” del petróleo, a juzgar por los geólogos, ya se acerca a la encrucijada en la cual su oferta resulte insuficiente, no existan los ansiados yacimientos alternos, y las otras fuentes energéticas que pueden reemplazarle se hallan en desarrollo primario o experimental.
El dilema estriba en que es precisamente Estados Unidos quien se encuentra presente militarmente cerca o in situ en los territorios que poseen los yacimientos más importantes. Sin dudas, en ese lapso de insuficiencia y de falta de sustitutos, en el cual no puede primar la negociación o el mercado, es plausible el enfrentamiento bélico. Lo riesgoso no es que sólo se está jugando con la hegemonía norteamericana, sino con la vida económica de nuestra actual civilización.
Ese momento inexorable de los niveles críticos de agotamiento del petróleo, en el cual no alcance a cubrir las demandas, presenciará un desequilibrio de tal magnitud que tendrá como única solución una reorganización territorial del planeta, por vía de conflictos armados o negociación entre las superpotencias en pugna por tal recurso (Estados Unidos, Rusia y China), por la cual aquellos pequeños países productores de petróleo no podrán dictar ni precios ni a quién vender, hasta que las nuevas fuentes energéticas logren suplirlo.
Por otro lado, se va conformado ya otra tendencia geopolítica, la que concierne a las fuentes hídricas, elemento vital también crucial para la humanidad, que se está configurando tan indispensable como el petróleo. Todas las predicciones apuntan a que el dilema final del petróleo coincidirá con la del agua potable. Ambas parecen serán más riesgosas para la humanidad que los riesgos contemporáneos como el terrorismo, las tecnologías peligrosas, o los magnos accidentes tipo Chernobyl. Ya en la ONU se ha argumentado que ante la crisis mundial por el agua, que no mejora, existen todos los componentes para que se transforme en casus belli en este siglo XXI. Ya en tiempos del presidente egipcio Annuar Sadat estuvo a punto de estallar una guerra con Sudán y Etiopía por el uso del río Nilo.
La diferencia estriba en que el agua potable es determinante en la producción agropecuaria, no tiene fuentes alternas como el hidrocarburo, y su disponibilidad es limitada, además de la contaminación a que se ve sometida. Sólo Rusia, Sudamérica, el África central y Canadá resultan áreas privilegiadas; Canadá será el futuro proveedor de agua potable a Estados Unidos. Las regiones con profundos déficits hídricos resultan el África subsahariana y mediterránea, todo el Medio Oriente, China, India y Paquistán. Es prohibitivo el costo por desalinizar el agua del mar. Aunque la disputa por sus fuentes todavía está enmarcada en diferendos fronterizos o regionales, lo explosivo es que en la actualidad sólo un 25% de la humanidad tiene acceso constante al agua potable, y un tercio enfrenta escasez crónica.
martes, septiembre 15, 2009
Stalin en el metro de Moscu
No quedan dudas que paulatinamente se ira asumiendo que Putin es el heredero de Stalin, ante la mirada lacayuna de Europa y los Estados Unidos. La nueva geopolitica en construccion.
lunes, junio 22, 2009
De Metternich a Obama/ Juan Benemelis
De Metternich a Obama
Juan Benemeli/ Cubanálisis-El Think-Tank
Las estrategias y doctrinas de política exterior fatalmente emergen de los hechos; cuando se analizan sus decisiones y acciones en torno a las crisis es cuando reconocemos un patrón filosófico que enhebra todo el esfuerzo. Ante una economía debilitada y un descenso en las operaciones financieras y niveles de consumo, sería costoso y sin resultados para cualquier administración norteamericana, no importa el color de partido, amparar políticas conflictuales que pongan en peligro el balance y el status quo. Y tal cosa es lo que parece primar en el equipo de política exterior del presidente Barack Obama.
Estos meses de ejercicio presidencial y quehacer exterior se han enfocado primordialmente en gestos diplomáticos dramáticos que han traído una expresión global positiva de la opinión pública internacional y de la generalidad de los jefes de Estado y Gobierno. El presidente Obama y su canciller Hilary Clinton han desplegado una notable ofensiva de negociaciones hacia múltiples territorios, contiendas particulares y fines estratégicos. Si se examina cada caso, se notan elementos políticos y estratégicos adaptados al problema en cuestión. Ello no implica que no existan los riesgos inherentes que puedan, en algún punto, oscurecer las tácticas negociadoras. Pero la administración ha lanzado el reto a todos los atolladeros existentes en el planeta.
En sus mensajes presidenciales Obama concibe un mundo en el cual Estados Unidos coadyuve a eliminar la pobreza y conquistar las enfermedades, a la vez que restaure la dignidad y la esperanza a las poblaciones marginales. Ello, según su apreciación, haría a Estados Unidos menos vulnerable. Pero no dejan de brotar desajustes ante estas visiones de la Casa Blanca. Existe una aversión en la historia diplomática norteamericana hacia la negociación con sociedades que no comparten sus valores y su visión internacional. A su vez, los veteranos de la era clintoniana que integran su batallón diplomático sostienen la creencia de que el poder militar norteamericano es central para la seguridad del planeta, y no paran mientes en admitir que se podría usar tanto el poder “suave” como el “duro”.
La mono-polaridad y hegemonismo mundial norteamericano, como evolución inexorable y sin retroceso, había cambiado la política mundial después de la Guerra Fría, provocando la emergencia de coaliciones antagónicas en la que los franceses, los chinos y los rusos han tratado de retrotraer al mundo al viejo sistema multipolar, al balance que existía hasta el desplome del bloque soviético. Y es en tales coordenadas que debemos ubicar las tendencias de la política exterior norteamericana bajo la presidencia de Obama.
Según Henry Kissinger, la política exterior de Obama refleja la misión de “concertación europea” creada por Charles Maurice de Talleyrand, el príncipe de la diplomacia, y depurada por Prince von Metternich, el creador de la “Santa Alianza”. Es indiscutible la semejanza entre el procedimiento de diplomacia de concierto de la presidencia de Obama, con la época que tiene lugar tras las guerras napoleónicas, en la cual los grandes poderes, en concordancia, implementaron las normas que regulaban las relaciones internacionales. Pero, avistando lo que se ha consumado hasta doy día, me inclino a pensar que la doctrina de su política exterior se acerca más a los postulados del Barón de Montesquieu; puesto más crudamente: los conflictos innecesarios debilitan a los conflictos necesarios.
En esencia, el presidente Obama se ha movido con agilidad y visión larga, convencido de la inextricable interdependencia evidente en este mundo de pos-Guerra Fría. El punto nodal reside en escoger si últimamente descansará en el consenso o en el equilibrio. Para ello tendría que re-definir aún más su estructura y sus prioridades de seguridad nacional, como única fórmula para juzgar el medio internacional y calibrar una estrategia acorde con ello.
Este comienzo, que puede calificarse de impresionante por su vastedad, está alterando la dirección de la política exterior norteamericana; en cada viaje al exterior (Europa, Turquía, México, Trinidad-Tobago), sus resultados han sido la consolidación del respeto internacional hacia su presidencia. Al reestructurar las prioridades, la lucha contra el terrorismo está siendo tratada como algo crucial, pero ya no domina al resto de los objetivos políticos. En áreas importantes se ha revertido el curso: se ha iniciado el desmantelamiento militar en Irak y la clausura de la prisión en la base naval de Guantánamo; se han inaugurado conversaciones con Rusia, Irán, Siria y todo luce indicar que pronto será con Cuba.
Así, se han elevado de categoría los problemas económicos globales, China, Afganistán, los oleoductos del Asia Central, el diferendo palestino-israelí y la no proliferación nuclear. Quizás lo más difícil resulten los problemas que le presentan Irán y Rusia, ante los cuales Obama ha señalado su intención de solucionarlos definitivamente.
Diplomacia y Negociación
A todas luces se ha iniciado una remodelación con el mundo islámico, como fue detallado en el discurso del presidente ante el parlamento de Turquía, definiendo que las relaciones de Estados Unidos con la comunidad islámica no estaban determinadas por la oposición al terrorismo, y que se buscaría una connivencia más abarcadora basada en intereses y respeto mutuo.
En su discurso en Ankara, el presidente Obama expresó que la confianza que vincula a Estados Unidos y Turquía se hallaba tensa y se que esa tirantez era compartida en muchos lugares donde se practicaba la fe musulmana. Por ello aseveró que Estados Unidos no estaba ni nunca estaría en guerra contra el Islam, pero no dejó de establecer las coordenadas de su política hacia la región al expresar: “Cuando una nación procura armas nucleares, todas las naciones corren mayor riesgo de un ataque nuclear. Cuando extremistas violentos operan en una franja montañosa, el peligro se cierne sobre gente al otro lado del océano. Y cuando personas inocentes en Bosnia y en Darfur son asesinados, sentimos un peso en nuestra conciencia colectiva. Eso es lo que significa compartir este mundo en el siglo XXI”.
Obama reiteró su apoyo a la entrada de Turquía a la Unión Europea, provocando un “desacuerdo” con el presidente francés Nicolás Sarkozy. Turquía es esencial para la nueva política norteamericana respecto a toda la red de oleoductos procedentes del Asia Central y del Cáucaso, y para estabilizar al Afganistán; amén de que un batallón turco figura en la misión de paz de la OTAN, y Hikmet Cetin, el ex ministro de Relaciones Exteriores turco, fue el principal funcionario civil en Kabul, entre 2003 y 2006.
Entre los temas que sobresalieron en las conversaciones entre Obama y el presidente turco Abdullah Gül y el primer ministro Recep Tayyip Erdogan figuraron ampliar el intercambio comercial, la cooperación en inversiones para la energía renovable y el cambio climático, así como el constante apoyo a los esfuerzos de Turquía para hacer llegar a Europa el gas y el petróleo de la región del Caspio. “Esta cooperación económica solamente reforzará la seguridad común que Europa y Estados Unidos comparten con Turquía como aliado de la OTAN, y los valores comunes que compartimos como democracias”, dijo Obama.
En esta visita el presidente Obama ha probado ser un inusitado pragmatismo, pues su presencia en la Puerta Sublime demuestra una finta diplomática de calibre, al recuperar a un aliado vital en el centro del nudo de los oleoductos y gasoductos del planeta; a la vez, valladar anti-ruso en el flanco sur del Kremlin, y anti-iraní en la franja norte de los persas; el aliado no público de Israel en la zona, y la llave para mantener el equilibrio interno en Irak a medida que se va produciendo el desmantelamiento militar.
En el Cairo, Obama planteó que el Islam era parte de Estados Unidos, y apuntó que entre algunos musulmanes había una tendencia preocupante de medir las creencias propias en base al rechazo de las de los demás. Afirmó que la riqueza de la diversidad religiosa debía defenderse, ya sea por los maronitas del Líbano o los coptos en Egipto, y que debían solucionarse las divisiones entre musulmanes, ya que la separación entre suníes y chiítas ha resultado en trágica violencia, particularmente en Irak.
Referente al caso palestino, la diplomacia norteamericana ha expresado que tal situación es intolerable y que no se les dará la espalda a las aspiraciones legítimas de los palestinos a la dignidad, oportunidades y un estado propio. Estados Unidos ha hecho público que no acepta la legitimidad de más asentamientos israelíes, pues dicha construcción viola pactos previos y menoscaba los esfuerzos por lograr la paz. Su compromiso es lograr un acuerdo entre Israel y los palestinos, en el cual estos últimos logren un Estado, pero garantizando la seguridad de Israel, forzando a que el mundo islámico la reconozca definitivamente.
Si bien la blitz de Obama por el mundo islámico puede catalogarse de una diplomacia política, la que se va tejiendo con Turquía e Israel es de orden estratégico. Israel es parte del eje militar anglo-estadounidense, con acuerdos de cooperación militar con Georgia y Azerbaiyán. El oleoducto del Caspio que desemboca en Turquía canaliza petróleo a mercados occidentales; a su vez, servirá para transportar petróleo directamente hacia Israel. Al respecto, entre los puntos en cartera de la diplomacia de Obama se examina el proyecto de oleoducto submarino turco-israelí (desde el puerto de Ceiján al puerto Ashkelón) y de ahí, al puerto de Eilat en el Mar Rojo. Lo que permite a Israel jugar un rol esencial en la reexportación de petróleo del mar Caspio a los mercados asiáticos. Las implicaciones estratégicas consideradas por el equipo Obama, de esta redireccionamiento de petróleo del mar Caspio son de largo alcance, pues evade territorios de Rusia e islámicos.
El conflicto político internacional en torno a la guerra en Irak marcó el momento cumbre tras la Guerra Fría, pues el fondo del debate en realidad ha tenido que ver en cómo se van a reorganizar los poderes internacionales, y en el deseo franco-alemán de crear un contrapeso a Estados Unidos. En tal puja, Europa se desentendió de su alianza con Estados Unidos y los compromisos con la OTAN, al oponerse a que la organización extendiese su sombrilla defensiva a Turquía. Por eso, la política iraquí de Obama trata de asegurar un retorno a las alianzas con Europa-OTAN, mediante un desmantelamiento militar no precipitado en Irak, que evite un peligro para las fuerzas bélicas que se retiran. El énfasis se centra en entrenar, equipar y asesorar a las fuerzas de seguridad iraquíes; conducir específicas operaciones anti-terroristas y proveer protección al personal civil y militar.
El proceso diplomático con Irán dependerá de si es posible establecer un balance geo-estratégico en la región en el cual todos los países encuentren seguridad sin que uno de ellos resulte el dominante. Para la consecución de tal propósito, en esta reconexión con el mundo islámico, destaca su reto a la dirigencia iraní por un diálogo incondicional.
En las negociaciones con Siria, promovidas silenciosamente por Turquía, se busca desbrozar el terreno para un encuentro entre Siria e Israel, que de lograrse, prácticamente resolvería el ancien diferendo árabe-israelí. De igual manera se han abierto conversaciones con Somalia, con Yemen, con Kenya y con los países sahelianos del África. Lo más avanzado parece ser poner fin a la crisis de Darfur y asegurar la estabilidad duradera del Sudán.
Pero no ha sido solamente en el Medio Oriente donde la diplomacia norteamericana ha echado las bases de una política a largo plazo, sino también en Afganistán-Paquistán y en Asia, lugares desde los cuales potencialmente se podría desencarrilar la seguridad nacional de Washington. Afganistán es el epicentro de la diplomacia para el Índico, y la posición de la Casa Blanca ha sido clara en su rechazo a mantener allí, de manera permanente, tropas y bases militares. Es por ello que el centro de su doctrina mesoriental descanse en el desmantelamiento y derrota de Al Qaeda en Paquistán y Afganistán.
Si bien no todo ha salido como se esperaba; es cierto que en su primer encuentro tras-Atlántico Obama no logró convencer a los aliados de la OTAN para que inyectasen más fuerzas en Afganistán, ni logró persuadir a los miembros europeos del G-20 a incrementar significativamente sus “paquetes” de estímulo financiero para detener la recesión global. Sin embargo, entre las aperturas más interesante se halla el retorno al control del armamento nuclear que fue el eje central de la Guerra Fría, y que en la actualidad le ayuda a reactivar la política norteamericana con Rusia. En un discurso seminal en Praga, el 5 de abril, delineó su compromiso por reducir y, eventualmente, eliminar los arsenales nucleares existentes, por un mundo libre del peligro atómico.
Luego de años de relaciones deterioradas con Rusia, los presidentes Obama y Dimitri Medvedev acordaron restablecer negociaciones y examinar una nueva revisión del Tratado de Armamentos Estratégicos (START), por el cual los arsenales atómicos de ambas partes se reducirán dramáticamente. Considerando que entre las dos naciones acaparan un arsenal combinado del 95 % de las armas nucleares, ello clasifica como un paso crucial, haciendo claro de que ambos poderes se hallan comprometidos en lograr un mundo libre de armas nucleares.
La negociación con Rusia, si bien se ha iniciado, no deja de ser difícil. Los rusos consideran una amenaza a su existencia el emplazamiento de los cohetes norteamericanos en Polonia, y la nueva “luna de miel” con Turquía no deja de preocupar a Armenia, que es aliada de Rusia y un inquebrantable oponente de Azerbaiyán. El objetivo de Washington es en última instancia que Europa deje de depender de la red de oleoductos de Rusia (incluyendo el Oleoducto de la Amistad y el Sistema de Oleoductos del Báltico) y sus corredores hacia el mercado de energía europeo-occidental.
Aunque la diplomacia norteamericana se niega a conceder el histórico espacio geo-estratégico ruso en Ucrania y Georgia, de pasada, las negociaciones con Rusia por el control de armamentos afectará el papel del Kremlin en su vinculación atómica con Irán; al igual que el diálogo estratégico con China ayudará a rediseñar las negociaciones con Corea del norte.
La calificada Estrategia de la Ruta de la Seda constituye una piedra de base esencial de la política exterior futura de Estados Unidos. Si bien fue formulada en una ley del Congreso en 1999, ha sido abrazada por la diplomacia de Obama. El objetivo declarado en la Ley es desarrollar el imperio de negocios norteamericano a lo largo de un extenso corredor geográfico, energético y de transporte que una a Europa Occidental con Asia Central y en última instancia con Lejano Oriente.
Este “sistema de seguridad trans-eurasiático” busca evadir atravesar el territorio de Rusia, para asegurar el control sobre amplias reservas de petróleo y gas, y las rutas de óleo y gasoductos y pasillos comerciales. Ello demanda la militarización de todo el pasadizo, desde Turquía a la frontera de China, cruzando por Afganistán, y en ello se halla el meollo de la problemática que desafía a Obama para este asunto.
Afganistán es el espacio estratégico en Asia Central de todo este complejo; de ahí el establecimiento de una nueva diplomacia de fuertes lazos políticos, económicos y de seguridad, que desarrolle la estabilidad en esta comarca, vulnerable a presiones de Rusia al norte, Irak, Irán y Oriente Próximo al sur y China al este. Es por eso que las actuales negociaciones, con Rusia y China, afectarán las percepciones del balance regional, sobre todo en el antiguo espacio soviético del Asia central, y en el caso de China, respecto a la estructura política del noreste del Asia y el anillo del Pacífico.
El centro de gravedad de la política mundial para los próximos años puede situarse en Asia, tanto la más próxima a Europa, el Oriente Medio, como la más lejana, la costa del Pacífico. Por tal motivo es en esa enorme región que se dedican las principales atenciones políticas y se juega la partida de ajedrez de los equilibrios o desequilibrios mundiales. Como las relaciones internacionales van íntimamente ligadas a la economía, también la política de Obama ha planteado favorecer la región con más recursos, desde inversiones y tratos comerciales a esfuerzos de cooperación.
La Secretaria de Estado, Hillary Clínton, ha señalado en varias oportunidades la necesidad de una nueva estrategia con respecto a la región del Asia-Pacífico, en la cual los intercambios comerciales llegaron al millón de millones de dólares en 2007, una cifra muy superior a los 400,000 millones con Europa. Es evidente que en Asia se busca fortalecer las alianzas históricas con Taiwán, Corea del Sur y Japón. Existen varios escollos en esta comarca Asia-Pacífico; aún no se ha decidido si la presidencia de Obama se distinguirá por una estrategia de contención con China.
La tensión China-Taiwán ha decrecido apreciablemente tras la elección del nuevo presidente en la Isla y se están dando pasos que apuntan a un acercamiento histórico entre las dos orillas. China no ha mostrado voluntad para distorsionar el orden internacional existente y provocar conflictos, económicos o de otra naturaleza. El peligro es que el futuro estatus de las relaciones con China bascula entre la cooperación y el antagonismo; y ninguno de los dos se va a decidir porque el presidente Obama construya una comunidad mundial de buenas intenciones, sino que será resultado de una percepción: en la medida que Beijín advierta que Estados Unidos es aún una potencia fuerte o no lo es. Ello podría empujar o no a la China a una carrera de armamentos y a tomar decisiones contrarias a sus pretensiones de “desarrollo pacífico”.
Se busca mejorar aún más las relaciones con Japón, aunque a costa de cierto alejamiento de Tokio respecto del resto de Asia. Asimismo se profundiza con la India el acuerdo nuclear con vastas implicaciones estratégicas. Estados Unidos no puede extraer sus fuerzas de Japón, de Corea del sur o de cualquier otro punto del Asia, puesto que ello sería interpretado como una invitación a la hegemonía regional China. Según se interpreta, la presencia de tropas en Asia Central, el acuerdo nuclear con la India y el apoyo a la nueva política de seguridad de Japón son, entre otros, aspectos de una estrategia de contención frente a China.
La proliferación es el ejemplo más inmediato que puede alterar el orden mundial y la actual diplomacia del presidente Obama de acelerar la normalización de relaciones con Pyongyang, y en un futuro sentar vínculos directos que se sumarían a los de las reuniones con los “seis” (China, Corea del Sur, Japón y Rusia). El dilema es que los coreanos, al igual que los iraníes, se niegan a aceptar que el tema de la proliferación nuclear es intrínsecamente multi-lateral. Si Corea del Norte e Irán triunfan en su cometido de plantar arsenales nucleares, la perspectiva por una homogeneidad internacional se dañaría totalmente. De ahí que algunos analistas especulen con la posibilidad de un encuentro entre Obama y el coreano Kim Jong Il.
Un asunto espinoso es el gobierno del conservador Lee Myung-bak en Seúl; durante su campaña electoral Obama insinuó que renegociaría el acuerdo de libre comercio con Corea del Sur para hacerlo menos desfavorable a los trabajadores estadounidenses. Los esfuerzos antiterroristas en el sudeste asiático han dado resultados generalmente positivos. Pese a las críticas formales de Washington a los regímenes autoritarios de Myanmar, Corea del Norte y, en menor medida a China, ello ha surtido poco efecto en la opinión pública internacional.
Washington ha dado a entender que no obstaculizará el desarrollo de las negociaciones post-Kyoto, y que iniciará la transferencia de técnicas limpias a los países en desarrollo.
En el caso de América Latina se ha anunciado una nueva era de asociación hemisférica, enfocándose en retos claves de desarrollo económico, igualdad, en energía y en seguridad regional, priorizando, entre otras cosas, la lucha contra los carteles de la droga de México. El presidente Obama ha conceptuado la política hacia Cuba como un anacronismo, que sólo sirve de barrera entre Estados Unidos y el resto de la región.
En conclusión, es demasiado prematuro adscribirle al presidente Obama una filosofía política cabalmente delineada, aunque es claro que los cambios realizados se encaminan a redefinir la política exterior norteamericana.
lunes, mayo 18, 2009
No es crisis financiera, ni siquiera economica: es geopolitica [II]
Juan Benemelis/Cubanálisis-El Think-Tank
No tiene pies de barro
Napoleón Bonaparte apuntó que en algún momento de la historia China dominaría al planeta y el ex presidente norteamericano Richard Nixon también advirtió del peligro de mantener aislado al gigante asiático. Con la era del presidente George Bush (padre), el comercio China-Estados Unidos escenificó un salto y con el presidente Bill Clinton se ratificó el status de nación más favorecida.
La gran sorpresa del siglo es que China llegaría a ser potencia económica y comercial, perspectiva que ha tenido perplejo a los actuales polos financieros del planeta. China transformó su economía de la pobreza llegando a ser la segunda del planeta. Sus exportaciones se dispararon a un ritmo increíble en las tres últimas décadas. El bajo costo de su fuerza laboral ha hecho que las firmas Occidentales (incluyendo las de Japón, Hong-Kong y Taiwán) desplacen sus instalaciones hacia tierra firme.
China encierra el más dramático e indescifrable enigma del futuro de nuestra civilización; ya es la segunda economía del mundo por su tamaño, sobre la base de la paridad del poder de compra. China y los Estados Unidos resultan el motor impulsor de la economía mundial. La inversión extranjera directa llegó a una cifra apenas igual a la de Estados Unidos. Japón es, por mucho, su principal socio comercial, seguido por Hong-Kong y Estados Unidos.
Para sorpresa universal, el despertar de China se ha sentido en todo el planeta y su demografía y su fuerte desarrollo, devoran cada vez más materias primas, y esta demanda ha elevado los precios de los productos primarios, minerales en especial, en el mercado internacional. Desde 1989, año que se supone inició el terrorífico crecimiento chino, los precios del petróleo, del gas, del acero, del cobre, del plomo del níquel, etcétera, se han disparado.
Su ascenso súbito a potencia comercial se ha recibido con una curiosa mezcla de admiración y miedo, impulsando a los inversionistas a conseguir con la mayor cantidad de acciones, sin entender cabalmente la forma en que operan tales empresas. Con una deuda externa pequeña e ingentes reservas en dólares (610,000 millones), se espera que este crecimiento continúe, impulsado por la demanda de su inmensa población que está envuelta en una dinámica economía subterránea no registrada en las estadísticas oficiales. La expansión está ligada al proceso de internacionalización de sus empresas y no deja de considerarse un competidor de los Estados Unidos, amenazándole con poner fin en este siglo a su hegemonía actual.
Los politólogos occidentales han estado errados en el caso de China. El gigante asiático no ha copiado el modelo occidental sino que se inclinó desde el comienzo hacia la filosofía industrial-financiera japonesa. Los chinos prestaron atención a Tokio y no precipitaron las privatizaciones, asegurando primeramente sus mercados vitales. China ha mantenido sus empresas dependientes de préstamos bancarios y no de seguros, haciendo más fácil el control del movimiento financiero.
La ola de inversionistas internacionales estaría obligada a moverse hacia Hong-Kong, cuya bolsa crecería exponencialmente desde 1990 para sorpresa de Wall Street, debido a que una parte considerable del comercio de China y su inmenso capital acumulado y no declarado, son manejados desde ese enclave. Lo que hace pensar del posible choque comercial norteamericano con China, puesto que los vaivenes en las tasas de intereses norteamericanos tienen secuelas letales en la rival bolsa de Hong-Kong.
La hemorragia de capitales hacia la veintena de economías emergentes del planeta, sobre todo China, se ha enfilado hacia los bonos corporativos, inversiones de valores y en préstamos dudosos a compañías. Los mercados de valores y de viviendas fueron los de más rápido crecimiento de este enorme portafolio privado, con el peligro de que este ingreso de inversiones se esté esfumando, minando las economías y sus monedas, elevando el fantasma de la bancarrota.
Ante la competencia feroz China que ha provocado la caída de las exportaciones norteamericanas y ha lesionado su economía, este país buscaría primero transferir el problema del sector privado doméstico hacia el servicio de la deuda externa, pero, lo excesivo de la deuda comprimiría las inversiones domésticas, obligando a bajar excesivamente sus intereses. El mercado de capital cambiaría dramáticamente de la práctica de préstamo bancario por inversiones directas a los peligrosos portafolios de capitales flotantes.
Los eventos que se han desencadenado en el mundo financiero reflejan la diferente estrategia de desarrollo de Asia y de Euro-América. No hay dudas de que las medidas macro-económicas que asume la bolsa de valores norteamericana con una capitalización que excede los $7 trillones, afectan profundamente al planeta, pero los asiáticos desarrollados (China, Japón, los tigres), con su excelente infraestructura de producción y un capital menos concentrado en portafolios volátiles, se hallan en mejor situación para resistir estos vaivenes bursátiles que Occidente.
Mientras los polos tecno-industriales crecían geométricamente, el mercado de consumo alto y mediano lo haría sólo de manera lenta, aritméticamente. Mientras Japón, China y los tigres asiáticos, duplicaban la producción mundial y mantenían sus mercados domésticos cerrados a cal y canto, mientras Rusia no ha gestado una clase media consumidora, y Africa, el mundo islámico y América Latina muestran un consumo rezagado, Europa occidental y Norteamérica, ya sobre-saturados, seguían como los principales consumidores mundiales.
Pero en esas décadas de tambaleo occidental y letargo nipón la irrupción de China, a velocidad inimaginada, ha llevado la debacle al “espacio vital” mundial; el planeta no puede digerir la producción y comercialización de todos los polos tecno-financieros combinados.
No puede argumentarse en contra de que China, con su catástrofe demográfica y su descomunal proceso de urbanización está ejerciendo un aumento del consumo de los recursos agotables del planeta. Su posición en la globalización desplaza a potencias anteriores, y ya no constituía un secreto que la decisión de la dirigencia china es convertir en pocas décadas al país en el “Imperio del Centro”, pero no sólo de una región asiática, como aconteció cuatro milenios antes, sino de todo el planeta.
Muchos piensan que el país inclina peligrosamente las balanzas del comercio y la tecnología mundial a su favor, y claman por levantar un proteccionismo ante el gigante asiático que tiende a volverse una amenaza económica, tecnológica y militar para Estados Unidos. Se prevé que en el año 2020, con una población de 1,400 millones de habitantes, una flota de vehículos y una demanda de combustible muy superior al total del resto del planeta, llegará a superar a los Estados Unidos. China ya supera a Estados Unidos en el consumo de acero y carbón. Y pocos años después, absorberá toda la materia prima de la Tierra. Así, con el 7% de la tierra fértil del planeta, y el 20% de la población planetaria ¿quién alimentará a China?
El cuestionamiento se reduce a la simple pregunta siguiente: si nuestro planeta es capaz de sostener simultáneamente al resto del mundo y a China con una economía dos veces del tamaño de los Estados Unidos. Si existirán suficientes recursos para la voracidad de otro mercado consumidor de tal magnitud.
La euforia de la globalización político militar impulsada por China se ha estancado ante una periferia, endeudada y de retardados niveles de desarrollo y consumo, acercándonos a ese punto neurálgico donde el planeta ha resultado insuficiente para sostener su orden reproductor. Este escenario de desbalance entre producción-consumo traería, a la postre, la gran crisis que presenciamos, y la necesidad de un reajuste internacional que aún no se ha acometido, porque no sabemos qué hacer, ya no con el Japón, ahora con China, y que en otras etapas anteriores de la historia se hubiera resuelto por la guerra.
Las medidas
Existe el criterio por una parte del mercado como un buen mecanismo de ajuste, a "la mano invisible" de Adam Smith, mientras que por otro lado se considera necesario alcanzar el equilibrio general estático óptimo del mercado, como proponía Wilfredo Pareto, para lograr la reasignación correcta de los recursos, sobre todo cuando cambiaban las condiciones entre la oferta y la demanda. Hayek subrayaba los beneficios dinámicos del mecanismo de mercado y rechazaba la optimización de Pareto como marco de evaluación. Pero el sistema de mercado no asegura la soberanía de los consumidores ya que la posibilidad de elegir sólo puede ejercerse sobre un conjunto predeterminado de bienes con precios prefijados, que sólo pueden aceptar o rechazar, aunque libremente.
Al deprimirse la demanda efectiva, la economía está operando a niveles inferiores al desempleo. Así, la forma más lógica de solventar la crisis propuesta por los europeos y norteamericanos ha sido elevar la demanda, pero no existe una capa de consumidores suficientes en el planeta para equilibrarse con la oferta. La respuesta a la brecha entre micro y macro racionalidad ha sido que el Estado interviniese en el mercado, para contrarrestar la demanda insuficiente. No es que estos mercados regulados funcionen a plenitud, no sólo por la competencia, sino sobre todo por su existencia.
Pero esta intervención reguladora, con sus reglamentos y orientaciones y aportando parte de la infraestructura requerida para el comercio, no se puede parcializar solo con aquellas empresas que crean mercados, realizando sustanciales subvenciones a las que crean empleos. En la actualidad, los economistas no se ponen de acuerdo a cuál de ambas preferenciar. Esta intervención tiende a ser costosa en extremo y se ha probado que los remedios keynesianos, tanto convencionales, fiscales como monetarios, no pueden enfrentar el aumento de precios y salarios simultáneo a la disminución de la producción y el empleo. Esta política de intervención en el mercado, con políticas fiscales y monetarias acompañadas de políticas de ingresos y precios, no logra superar los problemas macroeconómicos que surgen del mercado.
Pero no es solo el sub-consumismo la causa de la crisis. La utilización de los intereses para inyectar dinero y cualquier expansión artificial provocada por la expansión crediticia podría distorsionar la estructura de producción, pues ella depende más de la armonía entre la estructura de producción y las preferencias del consumo, algo que rompieron primero el Japón y luego China.
Las medidas, por eso, pierden de vista de qué se trata. Al enfocar sólo la matriz financiera o, en el mejor de los casos, de la economía en conjunto, se escapa la visión del “espacio vital” saturado y retado.
¿Cuál es el futuro?
Aunque aspectos rutinarios de la producción industrial cada vez se automatizan más, esto tiene como escenario los polos económicamente desarrollados, y pese al triunfo planetario del homo fabril gran parte del planeta aún no ha logrado establecer una tecnología industrial, viviendo en sociedades agrarias, existiendo incluso bolsones de resistencia al trabajo industrial, las llamadas "culturas de pobreza".
Mientras la cultura general contribuye a una revolución que eleva las expectativas de consumo de toda la población, la forma y dinámica del mercado mundial y el progreso tecnológico de los países avanzados hace vulnerable económicamente a las naciones menos aventajadas, cuyo lento ritmo de crecimiento amplia el abismo de los niveles de consumo. Por ello no existe una cultura planetaria, por ello la villa global que supuestamente crearía la electrónica es un mito.
Lo que en la nueva economía aún no es suficiente es la habilidad para entender y utilizar el conocimiento. La teoría económica nunca logra describir completamente al mundo real, y probablemente jamás lo podrá hacer, y por eso en la actualidad quedan abiertas innumerables interrogantes sobre la incidencia de nuevos polos tecnológicos hasta que no se produzca un reordenamiento de la producción y de los mercados.
La falacia de la economía contemporánea es que la devaluación monetaria y los préstamos públicos resultan el mecanismo para disparar la producción y resolver el desempleo; la lección del ejemplo asiático, es que la devaluación y la deuda pertenecen al problema. Las fórmulas para el desarrollo económico, para un floreciente comercio exterior, ya no son las del británico John Maynard Keynes, de Paul Samuelson, o inclusive las del recientemente fallecido premio Nóbel de Economía, Milton Friedman, ferviente defensor de la economía de libre mercado. No existen las fórmulas mixtas, la autonomía económica, o las economías “nacionales.”
Es cierto que en rincones, como Africa, América Latina y el Cercano Oriente, la vieja geopolítica retiene importancia, y los instrumentos del poder militar y la influencia diplomática son dominantes. Pero en la arena principal de los asuntos mundiales es la geo-economía lo que incesantemente está dando forma a los asuntos europeos, americanos, japoneses y de otros competidores.
Los parámetros por los cuales se mide el desarrollo no son certeros, pues el patrón dinero o los volúmenes de acero ya no son capaces de valorar la información y la computación. El grueso de las nuevas inversiones en los países desarrollados se dirige a servicios como las telecomunicaciones, la banca, los seguros, las reinversiones, el transporte aéreo y la salud. El catálogo del desarrollo del futuro debe comprender la disponibilidad de energía, la información, la capacidad de procesamiento material e intelectual, la investigación y experimentación, para así evitar los desbalances del mundo financiero que amenazan transformarse en problemas económicos.
Décadas atrás, lo novedoso era la mercadería, las industrias y los servicios, así como quiénes lo concebían y fabricaban. En la actualidad debe imponerse la cultura monetaria, donde el desarrollo se estimule por el procesamiento tecnológico de la información, y donde el procedimiento dominante del intercambio comercial ya no son los productos manufacturados o incluso los servicios, sino el dinero, pero en la forma de información. Hoy día tiene que imponerse la primacía de las negociaciones, las transacciones financieras, la compra-venta, la conglomeración y la integración económica. Al invertir en la industria financiera, que a su vez ofrece servicio a las inversiones, se canjea información, o mejor dicho, dinero-información, fundamentada en la confianza humana en la continuación incesante de este intercambio que genera más dinero.
Pero cuando la confianza humana falla se desploma el sistema. Y, la confianza tiene sus bases en la geo-política. La famosa teoría del equilibrio económico, donde las intersecciones de las curvas de oferta y demanda determinaban los precios, ha probado ser inoperable en un “espacio vital” no resuelto. La economía internacional no funciona como la concibieron Adam Smith o Jeremias Bentham; es un sistema no lineal y tiene que ser entendido como tal. John Maynard Keynes equivocó su diseño al considerar la economía como un sistema; en realidad no es tal, lo que existe, llámese como se le llame, se halla muy lejos del equilibrio, pues tiene que ajustarse continuamente para mantener el balance.
Aún existe la concordia y el diálogo político internacional para una solución económica de conjunto, en el cual la fórmula tradicional de eliminar a uno de los contendientes no se ha impuesto. La no solución de la crisis puede llevar a otras viejas fórmulas en las cuales se considere el aislacionismo, el cierre de fronteras, el super-proteccionismo comercial, sin importar que el resto de las economías del planeta se hundan.
La nueva fuerza tendencial tendrá que amainarla actual “globalización” para ir desembocando en algo más práctico, en espacios tecno-económicos viables para la aplicación masiva de alta tecnología, el desarrollo de investigaciones y proyectos complejos y la combinación de grandes recursos financieros, de materiales estratégicos, talento y experiencia humanas.
De los tres polos tecno-científicos del planeta: Estados Unidos, Europa y Japón, este último, junto a los tigres asiáticos, figura a la cabeza en la inversión de recursos para la experimentación y el desarrollo a largo plazo de la ingeniería molecular. Por su parte, Europa se mantiene a la cabeza en los estudios de ciencias básicas y química, y muy cerca de Japón y por encima de los Estados Unidos en los esfuerzos hacia la electrónica molecular. Estados Unidos, con su desdeño a la investigación a largo plazo, su obsoleta capacidad industrial instalada y su deficiente sistema educacional, resulta el más rezagado de los tres en esta crítica área.
Un nuevo mundo emerge movido por la competencia económica en el cual naciones como Alemania-Europa, Japón, China y la India están resquebrajando la supremacía global de Washington. Ya se puede avizorar que cuajarán dos grandes conglomerados civilizadores, de eminente tecnificación y ciencia, con éticas, conductas sociales y filosofías disímiles: el asiático con su coro central en China-Japón-India; el euro-americano. Si Europa Occidental no logra superar su provincial nacionalismo, y la fuerza expansiva y de supervivencia de Rusia no liberaliza su aislado sistema interno político y económico, ambas quedarán en los umbrales.
Algunos futurólogos consideran que Europa Occidental, con la locomotora alemana, querrá ser autónoma de Estados Unidos y se inclinará a cimentarse en la Europa Oriental, Africa y Rusia. En Asia, China, Japón, los tigres asiáticos y la India conforman acaso el bloque del futuro, disputándoles la Rusia a los europeos. Estados Unidos, abandonada por Europa y por Asia que le tiene cerrada las puertas de sus mercados asiáticos, tiene como único recurso conformar un bloque cerrado en el Nuevo Mundo. Mientras en la periferia, Rusia, el mundo islámico, África y Australásia quedarán como agendas pendientes a repartir.
Retratos de fusilados por el Castrismo - Juan Abreu
"Hablame"
"EN TIEMPOS DIFÍCILES" - Heberto Padilla
A aquel hombre le pidieron su tiempo
para que lo juntara al tiempo de la Historia.
Le pidieron las manos,
porque para una época difícil
nada hay mejor que un par de buenas manos.
Le pidieron los ojos
que alguna vez tuvieron lágrimas
para que contemplara el lado claro
(especialmente el lado claro de la vida)
porque para el horror basta un ojo de asombro.
Le pidieron sus labios
resecos y cuarteados para afirmar,
para erigir, con cada afirmación, un sueño
(el-alto-sueño);
le pidieron las piernas
duras y nudosas
(sus viejas piernas andariegas),
porque en tiempos difíciles
¿algo hay mejor que un par de piernas
para la construcción o la trinchera?
Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño,
con su árbol obediente.
Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros.
Le dijeron
que eso era estrictamente necesario.
Le explicaron después
que toda esta donación resultaria inútil.
sin entregar la lengua,
porque en tiempos difíciles
nada es tan útil para atajar el odio o la mentira.
Y finalmente le rogaron
que, por favor, echase a andar,
porque en tiempos difíciles
esta es, sin duda, la prueba decisiva.
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Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, Callé: yo no soy sindicalista.
Cuando vinieron a buscar a los judíos, Callé: yo no soy judío. Cuando vinieron a buscar a los católicos, Callé: yo no soy “tan católico”.
Cuando vinieron a buscarme a mí, Callé: no había quien me escuchara.
Reverendo Martin Niemöller
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- Cuba-EEUU: Los círculos viciosos y virtuosos de la transición cubana [ I ]/ Lazaro Gonzalez
- Cuba-Estados Unidos: Los Círculos Viciosos y Virtuosos de la transición cubana [ I I ]- Lazaro Gonzalez
- Cuba: Comercio Exterior 2007 y tasas de cambio
- Cuba: Reporte de turistas enero 2008
- Cuba: Sondeo de precios al Mercado Informal
- Estudio de las potencialidades de la produccion de etanol en Cuba
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- Turismo en Cuba: Un proyecto insostenible. Analisis de los principales indicadores
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CUBA LLORA Y EL MUNDO Y NOSOTROS NO ESCUCHAMOS
Donde estan los Green, los Socialdemocratas, los Ricos y los Pobres, los Con Voz y Sin Voz? Cuba llora y nadie escucha.
Donde estan el Jet Set, los Reyes y Principes, Patricios y Plebeyos? Cuba desesperada clama por solidaridad.
Donde Bob Dylan, donde Martin Luther King, donde Hollywood y sus estrellas? Donde la Middle Class democrata y conservadora, o acaso tambien liberal a ratos? Y Gandhi? Y el Dios de Todos?
Donde los Santos y Virgenes; los Dioses de Cristianos, Protestantes, Musulmanes, Budistas, Testigos de Jehova y Adventistas del Septimo Dia. Donde estan Ochun y todas las deidades del Panteon Yoruba que no acuden a nuestro llanto? Donde Juan Pablo II que no exige mas que Cuba se abra al Mundo y que el Mundo se abra a Cuba?
Que hacen ahora mismo Alberto de Monaco y el Principe Felipe que no los escuchamos? Donde Madonna, donde Angelina Jolie y sus adoptados around de world; o nos hara falta un Brando erguido en un Oscar por Cuba? Donde Sean Penn?
Donde esta la Aristocracia Obrera y los Obreros menos Aristocraticos, donde los Working Class que no estan junto a un pueblo que lanquidece, sufre y llora por la ignominia?
Que hacen ahora mismo Zapatero y Rajoy que no los escuchamos, y Harper y Dion, e Hillary y Obama; donde McCain que no los escuchamos? Y los muertos? Y los que estan muriendo? Y los que van a morir? Y los que se lanzan desesperados al mar?
Donde estan el minero cantabrico o el pescador de percebes gijonese? Los Canarios donde estan? A los africanos no los oimos, y a los australianos con su acento de hombres duros tampoco. Y aquellos chinos milenarios de Canton que fundaron raices eternas en la Isla? Y que de la Queen Elizabeth y los Lords y Gentlemen? Que hace ahora mismo el combativo Principe Harry que no lo escuchamos?
Donde los Rockefellers? Donde los Duponts? Donde Kate Moss? Donde el Presidente de la ONU? Y Solana donde esta? Y los Generales y Doctores? Y los Lam y los Fabelo, y los Sivio y los Fito Paez?
Y que de Canseco y Miñoso? Y de los veteranos de Bahia de Cochinos y de los balseros y de los recien llegados? Y Carlos Otero y Susana Perez? Y el Bola, y Pancho Cespedes? Y YO y TU?
Y todos nosotros que estamos aqui y alla rumiando frustaciones y resquemores, envidias y sinsabores; autoelogios y nostalgias, en tanto Louis Michel comulga con Perez Roque mientras Biscet y una NACION lanquidecen?
Donde Maceo, donde Marti; donde aquel Villena con su carga para matar bribones?
Cuba llora y clama y el Mundo NO ESCUCHA!!!
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