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patrimonio nacional(ista) y transnacionalización
Lioba Rossbach de Olmos
Antropóloga de la Universidad Johann Wolfgang Goethe en Frankfurt am Main y
doctorado en la Universidad Johannes Gutenberg en Maguncia. Investigadora y docente en
el Instituto de Investigación Cultural Comparativa – Antropología en la Universidad
Philipps de Marburg. [rossbach@staff.uni-marburg.de]
Texto recibido: 02/03/07; Aprobación: 10/05/07
Resumen
Después de Pierre Verger (1976) ha sido Lorand Matory (1999b) quien puso en claro que,
como subjeto cultural, los esclavos traidos desde África al Nuevo Mundo para trabajar en
las minas, las plantaciones o en las casas de la nobleza nunca perdieron la relación con el
continente de donde provenían. Siempre han habido negros marineros, comerciantes libres
o libertos que mantenían de una u otra manera el contacto y actuaban de mensajeros,
intermediarios y protagonistas del intercambio. Este panorma no cambió tampoco por
completo en las generaciones posteriores. De este modo además de mercancías y productos
nativos también los pensamientos, corrientes ideológicas y movimientos cruzaron el oceano
desarrollando su propia dinámica a cada uno de los lados. Esto no quiere significar que los
esclavos gozaban de una verdadera libertad de movimiento. Los que vivían en ciudades
portuarias tuvieron ventajas en relación a estos contactos en comparación con aquellos que
tuvieron que trabajar en las plantaciones de azúcar. Los esclavos empleados para lavar el
oro en algún río lejano tal vez nunca participaban en este intercambio. Pero para el negro
como subjeto cultural este “diálogo de vida”, como lo denomina Matory, si existió.
Tanto Matory como Verger se concentran en los contactos entre Brasil y el Golfo de Benin
los que han sido los más intensos por ciertas particularidades históricas, pero Matory enfoca
también a Cuba. Sin embargo ni el uno ni el otro han previsto que este díalogo cultural bajo
las condiciones de la globalización se amplaría notablemente involucrando cada vez más
actores y más regiones con diferentes historias individuales y trasfondos nacionales así
como culturales. Lo que antes era el marinero, comerciante o liberto es en la actualidad el
migrante con sus nuevas tecnicas de comunicación. El diálogo de la vida se ha
multiplicado. En estas condiciones la santería misma se ha vuelto una religión en pie de
viaje. Sus discursos y sus debates internos se desarrollan en torno a las posibles diferencias
de los conocimientos mitológicos y de la práctica ritual entre Nigería y Cuba, pero al
mismo tiempo se hace presente un espectro mucho más amplio de movimientos, corrientes
e ideologías. La santería, mientras avanza en su carácter transnacional, crea al mismo
tiempo continuamente enraizamientos nuevos locales. En la actualidad ella demuestra una
particularidad que la comparte con muchas de sus deidades: Tiene – así se dice de algunos
orichas que integran aspectos muy diferentes – diferentes caminos.
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