Antonio Arencibia/
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Omar Santana |
Tras un viaje iniciado el domingo 1ro de julio, que con los modernos
medios de transporte no podría durar tanto, el general Raúl Castro
aterrizaba en Beijing el miércoles 4 a las 3 y 25 de la tarde,
después de más de un día en paradero desconocido. Llegaba, y lo
sabía bien, a una región del planeta donde detrás de los
modernísimos rascacielos, trenes de alta velocidad y tiendas de lujo
donde compran los nuevos millonarios chinos, hay un entorno de
serias confrontaciones con países del área y cambios de alianzas
estratégicas.
Durante este nuevo viaje a la guarida del gran Dragón Chino, el jefe
del neocastrismo, además de prestar atención a sus objetivos
económicos, se mantuvo alerta a las noticias de Vietnam, el pequeño
dragón que no teme a los retos de su enorme vecino, porque
coincidiendo con la visita del dictador-heredero se ha recrudecido
el viejo diferendo entre los dos estados del socialismo de mercado.
Los
esfuerzos chinos de dar una buena imagen en América Latina
recibieron notable impulso propagandístico con la visita de Raúl
Castro. La “generosidad” de Beijing en donaciones, créditos blandos
e inversiones con un régimen en bancarrota como el neocastrista es
muestra del gran potencial de China para países en pleno crecimiento
como Chile, Perú o Colombia, que pueden sacar provecho de las
relaciones económicas con el gigante asiático.
En
el ámbito de las relaciones políticas con los dirigentes de China,
Raúl Castro no solo sostuvo conversaciones con los líderes salientes
y con los ya designados mandarines-sucesores, sin que mil
trescientos cincuenta millones de chinos hayan tenido voz ni voto en
esa designación. El poco carismático general puso una pincelada
grotesca en el banquete oficial cantando a los chinos loas a Mao
Zedong.
El
viaje de estado del general Castro empezaba el domingo 8 de julio en
Vietnam, país que no tiene los recursos de China, pero que puede
seguir asegurando el envío de grandes cantidades de arroz a la Isla.
En Hanoi, y solo en privado, el visitante podrá expresar simpatía
ante los reclamos de soberanía de sus anfitriones sobre territorios
que los chinos quieren arrebatarles por la fuerza, pero si le
preguntan en público solo se atreverá a hablar de la necesidad de
diálogo para resolver los problemas de la región.
Por
eso de este artículo no se debe esperar un análisis económico,
aunque sean importantes para la gerontocracia criolla los donativos,
el nuevo crédito sin intereses otorgado, o la prórroga en tiempo
para la amortización de créditos chinos y los miles de toneladas de
arroz que prometan los vietnamitas. El énfasis estará en las
enseñanzas que podemos sacar de la situación de seguridad en Asia,
donde China está mostrando abiertamente las garras expansionistas de
un voraz imperialismo clásico, para demostrar que los Castro, por
ese camino, -con mayor o menor apertura económica- están llevando a
Cuba a una relación de sometimiento a los intereses chinos.
Un enfrentamiento de larga data
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time.com/ Over 30000 Vietnamese and Chinese soldiers died in short but fierce war
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Las
contradicciones entre China y Vietnam, tienen una historia bi-milenaria
que se remonta a las invasiones de ejércitos de la dinastía Qin, la
primera de doce dinastías chinas que dominaron el actual territorio
vietnamita por mil cien años. No obstante, siempre hubo firme
resistencia de la población nativa contra las fuerzas extranjeras de
cualquier procedencia. En los siglos XIX y XX los vietnamitas
lucharon contra la ocupación colonial francesa, luego contra la
invasión japonesa, y después de nuevo contra París. Tras la derrota
francesa definitiva iniciaron una larga guerra contra Estados Unidos
que culminaba con la retirada de las tropas norteamericanas en 1973.
Dos años después, el gobierno comunista del norte controlaría todo
el país.
Precisamente, a raíz de esa reunificación, los Khmer Rojos de
Camboya, en alianza con la República Popular China, empezaron a
atacar a los vietnamitas en la frontera común, y tropas de Vietnam
entraron en ese país y derrotaron al régimen genocida de Pol Pot,
que había exterminado a la cuarta parte de la población camboyana.
En represalia, entre febrero y marzo de 1979, el gobierno chino
encabezado por Deng Xiaoping ordenó la invasión a Vietnam, que a su
vez ocupó las disputadas islas Spratly en el Mar del Sur de China.
Como bien recordamos los cubanos de más edad, aquella breve guerra
sino-vietnamita provocó los insultos de Fidel Castro a quien hoy los
chinos veneran como el arquitecto de las reformas económicas. [Ver
mi trabajo “La decadencia de la Alianza Bolivariana”, Cubanálisis,
junio 18 de 2012].
La
confrontación entre China y Vietnam sobre las islas Spratly y las
islas Paracel en el Mar del Sur de China, que ya costó la vida a
setenta soldados vietnamitas a fines de la década de 1980, se ha
vuelto a enconar en la actualidad. Pero las exigencias chinas de
soberanía sobre esos territorios se han acrecentado por la posible
existencia de petróleo y gas natural. Sin embargo, no se trata solo
de Vietnam, ya que China reclama a Indonesia las islas Natura y se
enfrenta a Filipinas por los depósitos de gas de Malampaya y Camago
y el islote Scarborough en ese mismo Mar del Sur. Además, el gigante
asiático ha exigido a Rusia la devolución de grandes territorios, a
Japón otras islas, y a Taiwán (República China) que cese su
soberanía y se reincorpore a la China continental, además de
sostener una guerra y dos choques armados con la India por la
posesión de Arunachal Pradesh.
Vietnam y el cambio de alianzas en la región
Recientemente han ocurrido una serie eventos que marcan el
incremento del papel de Estados Unidos en Asia-Pacífico y su mayor
colaboración militar con países del área. Simultáneamente, países
como Filipinas y Vietnam han dado pasos para hacer valer sus
derechos soberanos frente a China. A inicios de junio la fuerza
aérea vietnamita llevó a cabo vuelos de patrulla sobre las islas
Spratly, y en respuesta el Ministerio chino de Defensa anunció que
había iniciado el patrullaje en esa zona con unidades navales
“listas para el combate”. Filipinas, por su parte sostuvo un amplio
enfrentamiento verbal con China sobre sus derechos en Scarborough y
el presidente Aquino declaró que “podría llegar a pedir” a Estados
Unidos que emplease aviones espías para vigilar las actividades
chinas en torno a esas aguas en disputa.
A
inicios de junio se celebró en Singapur el diálogo sobre Seguridad
Regional que reúne anualmente a los Ministros de Defensa de los diez
países del Sudeste Asiático asociados en la ASEAN y a otros países
vinculados al diálogo, como Estados Unidos, China, Japón, India,
Australia, Nueva Zelanda, Reino Unido, Canadá y Francia. En la
reunión, a la que China envió este año una delegación de bajo nivel,
el Secretario norteamericano de Defensa, Leon Panetta, anunció el
desplazamiento en un plazo de diez años del sesenta por ciento de la
flota estadounidense hacia la zona Asia-Pacífico. De inmediato, el
Diario del Pueblo de Beijing acusó al gobierno norteamericano de ser
“una fuerza hegemónica externa” que está inmiscuyéndose de forma
impropia en el Mar del Sur de China.
Al
terminar el cónclave de Singapur, Panetta partió hacia Vietnam,
donde visitó la antigua base naval norteamericana de la Bahía de Cam
Rahn, una de las más importantes establecidas durante la guerra.
Allí declaró que Estados Unidos “trabajaría con asociados
nuestros como Vietnam para poder usar bahías de este tipo durante el
traslado de nuestros navíos desde los puertos de la Costa Oeste
hacia estaciones aquí en el Pacífico”.Y añadió que:
El acceso de los buques de Estados Unidos a este
puerto es un componente clave de la relación (con Vietnam) a la que
vemos un gran potencial en el futuro.
Nada de lo que dijo Panetta podía agradar a los chinos, pero es
evidente que los vietnamitas estén dando un giro hacia mayor
colaboración militar con Estados Unidos. Prueba de ello es que desde
el 2008 se celebra un encuentro anual sobre Política, Seguridad y
Defensa entre ambos países, y en el 2011 firmaron un memorándum de
cooperación en la esfera de la defensa. El diálogo de este año se
llevó a cabo en Hanoi el pasado 21 de junio, después de la visita
del Secretario Panetta, y fue encabezado por el viceministro de
Relaciones Exteriores vietnamita, Le Luong Minh y por el Secretario
de Estado Adjunto para Asuntos Político-Militares norteamericano,
Andrew J. Shapiro.
El
mismo 21 de junio la Asamblea Nacional Vietnamita aprobó un decreto
que estipulaba que tanto las islas Spratly como las Paracel son
parte integral del territorio de Vietnam. Horas después el
Ministerio de Relaciones Exteriores en Beijing declaraba que “China
expresa su más resuelta y radical oposición” a ese decreto, y el
Consejo de Estado aprobaba establecer una prefectura china y un
comando militar con jurisdicción sobre el área en disputa.
Como otra muestra del acercamiento político militar que está
ocurriendo entre Vietnam y EE.UU., la Secretaria de Estado, Hillary
Clinton llegará a Hanoi un día después del fin de la visita de
estado de Raúl Castro, para discutir con los dirigentes vietnamitas
la cooperación en las esferas económica y educacional entre ambos
países. Esto coincide con la presencia de una delegación militar de
Vietnam como observadora en los ejercicios navales RIMPAC, que se
están desarrollando en aguas cercanas de Hawai desde el 29 de junio
hasta el 3 de agosto. Los ejercicios, que son organizados anualmente
por la Flota del Pacífico de Estados Unidos, son los mayores del
mundo en participación internacional, con la presencia este año de
22 países, además de 40 buques y submarinos, 200 aviones y 25,000
miembros del personal. Hay que añadir que China estará notablemente
ausente de esas grandes maniobras navales.
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