10 Junio 11 - Madrid - E. V.
Sorbo a sorbo. Sorpresa tras sorpresa, a cada cual más impactante. Como si de una macabra tortura se tratara, la sociedad argentina se levanta cada día, desde hace dos semanas, con una nueva entrega del mayor escándalo de los últimos tiempos: el de Sergio Schoklender, un “arribista” de la causa de las víctimas que, mientras se aferraba al brazo de las incansables Madres de Plaza de Mayo, amasaba una fortuna amparado por los resquicios del poder.
Sergio Schoklender era el apoderado de la Fundación Madres de Plaza de Mayo, la asociación que reivindica la memoria de las víctimas de la dictadura argentina, hasta que el pasado 26 de mayo tuvo que dimitir acuciado por un entonces “supuesto” escándalo de malversación de fondos y la sospecha de que había aprovechado este dinero para enriquecerse.
Las últimas revelaciones periodísticas apuntan a que lo hizo de una forma desaforada, con todo tipo de excesos, haciendo gala de una vida de nuevo rico protegido por el poder y exento de cualquier obligación de rendir cuentas con Hacienda.
Y lo más terrible: desmontan la versión oficial del Gobierno de Cristina Kirchner de que se trataba de una suerte de estafador solitario y metódico que burló no solo a la asociación que preside Hebe de Bonafini, sino sobre todo al Gobierno, el encargado de suministrar las subvenciones que supuestamente él ha desviado.
Retiraba millones de pesos en ventanilla
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