Solamente ha pasado medio siglo y 4 generaciones. Cuantos murieron como creyentes en tan descomunal mentira, cuantos murieron y perdieron su vida condenados por el experimento de un kaxtrizmo que ha pretendido eternizarse para su solo goce y abuso?
Creo que en esta jornada Camilo Che deberiamos reflexionar sobre todas nuestras verguenzas, errores, estupideces y actitudes miserables y complices contra nuestros hermanos que tanto destierro, crimenes y destruccion ha creado en el nombre de un Marti, un Lenin y un Mein Kampf llamado la Historia me Despreciara como a Hitler y a Stalin. Fascistas y goebblelianos, tal vez sea peor, comunistas.
En todas las escuelas del país se hace hoy una ceremonia para que los niños de primer grado entren en la organización pioneril. El matutino dura más que de costumbre, los padres acompañan a sus hijos mientras les ponen las pañoletas y gritan –por primera vez– la consigna de “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Yo también pasé por eso en dos ocasiones, una cuando me tocó alistarme en la OPJM* y otra aquel día en que presencié como se iniciaba Teo. De las dos guardo recuerdos tan diferentes que parecen haber ocurrido en dimensiones totalmente opuestas.
En mi caso eran los años del fervor ideológico y con apenas 93 centímetros de estatura, yo estaba dispuesta a dar la vida por la pañoleta que acababan de colocarme. Me sentía tocada por la mano de la Patria, aunque en realidad sólo estaba siendo sumada a las filas de una ideología. El lema de la organización a la que acababa de entrar parecía el santo y seña que me abriría todas las puertas, aunque en ese entonces ni siquiera sabía que el sufijo “-ismo” forma sustantivos que significan “doctrina, secta, sistema”. Lo menos que me hubiera gustado es que me apartaran como a Lybna, que por ser Testigo de Jehová no había hecho “los votos” junto al resto de los niños del aula. Sobre ella planeaba una sombra que se hacía más oscura –precisamente– por no llevar atada al cuello aquella tela azul.
Pasaron veinte años y estuve con mi hijo una mañana de octubre para verlo entrar en ese movimiento pioneril en el que ya yo no creía. La maestra recorrió la fila y pidió a los niños que repitieran el slogan sobre el Che Guevara. Teo se quedó en silencio y proyectó un puchero que no escapó a los ágiles ojos de la directora. Cuando le cuestionaron el por qué no decía la consigna, como el resto de los estudiantes, apuntó con su simpleza infantil: “Porque el Che está muerto y yo no quiero estar muerto”. Supuse que mi hijo acababa de ser etiquetado en el catálogo ideológico con la peor de las letras, la “C” de contrarrevolucionario. Pero no, la maestra se rió y le dio su primera lección de oportunismo “Ay, Teo, repite la consigna y ya, para qué te vas a meter en problemas”.
· OPJM: Organización de Pioneros José Martí.
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