Como parte de mi investigación, acabo de hacer un viaje a Cuba. Allí pasé doce días (15-27 de abril) y realicé mas de cuarenta entrevistas a un grupo muy diverso de blogueros y microempresarios.
Regresé de la isla desde hace una semana ya y he tenido el tiempo suficiente para reflexionar con calma sobre mi viaje y todo lo bueno, lo malo, lo bonito y lo feo que me pasó allí. La verdad es que fue una visita muy fructífera tanto en lo personal como en lo profesional. Pude encontrarme con muchos viejos amigos y colegas como el historiador Julio Cesar González Pagés - un animador ejemplar de los estudios de género en el país - y conocer a un grupo creciente y dinámico de jóvenes blogueros de todas las tendencias políticas quienes me recibieron con mucha bondad, honestidad y buena fe. También fui testigo del espíritu empresarial irrefrenable del cubano de a pie al ver la explosión de los mil y uno micro-empresas por todas partes de la capital.
Si he tardado algo en hacer pública esta reflexión es porque quiero escoger mis palabras con moderación y inteligencia para que salga la verdad y para no ser ni usada ni manipulada por fines ajenos. Tampoco quiero perjudicar a nadie en Cuba - y especialmente a los blogueros quienes confiaron en mi con buena fe.
No le pedí permiso al gobierno cubano para llevar a cabo esas entrevistas, ya que se trataba de personas privadas.
Ya sabía de antemano que entrevistar a alguien en Cuba sin el permiso del gobierno suponía un riesgo, que resulta particularmente elevado cuando se hace con una visa de turista y se incluyen a los llamados “blogueros mercenarios” entre los entrevistados. Pero hace mucho aprendí que si realmente quieres lograr algo en Cuba es mejor pedir disculpas después que permiso antes.
En el pasado había tenido experiencias muy frustrantes tratando de hacer entrevistas sobre el tema del trabajo por cuenta propia, estigmatizado hasta hace muy poco. Si pidiese una visa para hacer una investigación sobre un asunto tan “delicado” como los blogs e Internet en Cuba, con toda seguridad me encontraría con un sinfín de obstáculos burocráticos. Con toda probabilidad me dirían que no, o nunca me darían una respuesta clara.
Ya había tratado de invitar el mes pasado a la joven bloguera Elaine Díaz a participar en un panel sobre este mismo asunto en el simposio "Cuba Futures" del Centro Bildner. Ella estaba dispuesta a participar, pero me dijo que al final la Facultad de Comunicación de La Universidad de la Habana, donde trabaja, le negó el permiso de salida dado que todavía no había cumplido sus tres años de adiestramiento antes de poder viajar fuera del país.
En mi caso, no quería esperar mis propios tres años para un permiso que probablemente nunca llegaría.
Uno de los propósitos de las entrevistas realizadas a los blogueros, 18 en total, consistió en preparar un trabajo académico para un panel sobre blogs e Internet en Cuba para el próximo congreso de LASA (Asociación de Estudios Latinoamericanos), que se celebrará en San Francisco en la primavera de 2012. De hecho, la bloguera Sandra Álvarez (Negra Cubana Tenía que Ser) me invitó a formar parte de un panel que ella organizó junto a otros jóvenes blogueros cubanos y que entregamos a LASA a finales de marzo.
No tuvimos suerte con el simposio de Bildner, pero pensamos que a lo mejor podríamos tener suerte con LASA. Para ello será preciso que tanto LASA como la sección Cuba de LASA (soy miembro de ambos) aprueben nuestro panel. Además hará falta la colaboración, tanto del gobierno cubano como del estadounidense. El primero tendrá que facilitarle el permiso de salida a los cubanos, mientras que el segundo tendrá que concederle visas de entrada a los Estados Unidos.
Estando en Cuba, pedí permiso para realizar entrevistas a aquellos con quienes conversé; y tuve la suerte de que nadie me negó ese permiso. Aunque sí descubrí que mientras estos blogueros estaban dispuestos a hablar y compartir sus criterios abiertamente conmigo, no lo hacen muy a menudo entre ellos. Esto sucede probablemente por falta de interés, por desconfianza, o por miedo a ser contagiados y tildados de "oficialistas" por algunos y por supuestos "mercenarios contrarrevolucionarios" por otros.
Hablé durante horas con algunos y apenas unos minutos con otros. Aprendí bastante de ellos y traté de contestar con claridad y transparencia todas preguntas que me hicieron.
Respeto la soberanía nacional cubana. No me paga nadie ni trabajo para ninguna potencia o partido extranjero. Aboné todos los gastos del viaje de mi propio bolsillo. Y estoy en contra de los dos bloqueos (tanto el que tiene EEUU contra Cuba como el que tiene el gobierno cubano contra su propio pueblo).
Creo que los muchos problemas que Cuba confronta, algunos reconocidos por el mismo gobierno, deben ser resueltos por los cubanos, no por los extranjeros; aunque hay mil maneras en las que simples ciudadanos de otros países podemos echarles una mano.
Como persona y como académico siempre trato de ser lo más independiente y lo más inclusivo posible. En el altamente politizado y polarizado contexto cubano, ésto no es nada fácil. Pero la independencia y la inclusión son muy valiosas a la hora de analizar, entender, opinar y escribir sobre esa nación tan compleja y contradictoria que se llama Cuba.
También reconozco que hay una soberanía individual de cada persona y sólo esa persona debe tener el derecho de dar o negar acceso a sus ideas, opiniones y experiencias. Eso se llama autodeterminacion y debe ser un derecho natural y hasta sagrado de cada persona. Aunque sé muy bien que es el gobierno - no el individuo - quien vigila las puertas de una nación.
Ningún cubano me preguntó si yo tenía permiso o autorización del gobierno para hacerles preguntas. Creo que no les importaba. Tuve la impresión de que se consideran capaces de juzgar por sí mismos si podían confiar o no en mi buena fe.
Todas las entrevistas que grabé, y grabé casi todas, tuvieron el permiso previo del entrevistado. En un par de ocasiones, los entrevistados prefirieron el anonimato, que, naturalmente, garanticé. Sin embargo la gran mayoría hablaron "on the record," cediéndome el derecho de difundir sus ideas y opiniones junto con sus nombres, apellidos y fotografías, aquí en mi blog, y después en mis publicaciones.
No sé cual fue mi "delito mayor": hacer estas entrevistas sin el permiso de "papá Estado" o hablar abiertamente con blogueros que el gobierno ha tildado de "contrarrevolucionarios" en todos los medios oficiales del país. Aunque también hablé con muchos otros blogueros que se auto-describen con adjetivos tan variados como marxistas, rebeldes, revolucionarios, desencantados, feministas, socialistas, alienados, moderados, izquierdistas, socialdemócratas o liberales.
En ese amplio espectro que constituye hoy la blogosfera cubana habían al menos dos blogueras, Sandra Alvarez del blog "Negra Cubana Tenia Que Ser" y Elaine Diaz de "La Polémica Digital," que fueron celebradas como "buenas blogueras revolucionarias" por los medios oficiales en el programa de televisión "Las razones de Cuba."
Respecto a la aparición de Elaine en el episodio "Ciberguerra" del programa “Las razones de Cuba,” ella misma me confesó que no le gustó para nada ser presentada y hasta definida como “La Anti-Yoani.”
“Soy mucho más que esto,” me dijo.
Así que entré en Cuba como turista porque fui de verdad una especie de "turista de ideas, opiniones, pensamientos y experiencias." De hecho, todas las mas de 15 veces que he viajado a Cuba, desde la primera vez en 1997, lo he hecho con un visado de turista. Aunque las torpes, anacrónicas e injustas leyes de inmigración de los dos países estipulan que, o bien tienes que viajar como turista, "tomando mojitos en la playa" como me dijo un agente de la seguridad del estado cubano durante un breve interrogatorio en el aeropuerto, o bien no puedes hacer de turista en absoluto.
Además, conozco a numerosos colegas norteamericanos y europeos (conservadores, liberales e izquierdistas) que viajan a Cuba muy a menudo por motivos de trabajo, empleando visa de turista. Es la manera más fácil y menos burocrática de acceder a la isla y a su pueblo, aunque al mismo tiempo puede funcionar como una especie de espada de Damocles, porque te exige portarte bien para no pagar las consecuencias.
Los lectores de este blog saben que no escondí en absoluto mis actividades. Cada dos o tres dias fui posteando aquí mis observaciones, además de las fotos de todos los blogueros entrevistados, siempre con su permiso. También posteé fotos de las mil y una nuevas o renacidas microempresas, incluyendo un par de fotos de la tarjeta de negocio de Robertico Robaina, un ex-canciller que ahora pinta y es socio del paladar La Paila.
Como siempre durante toda mi estancia en Cuba, fui consciente de que "la revolución tiene amigos y ojos en todas partes," como me dijo una vez un "seguroso". Así que preferí ser lo mas transparente posible y compartir las mismas opiniones, tanto en privado como en público.
Hice un gran esfuerzo para escuchar e incluir la mayor variedad de voces, edades, razas, géneros y posicionamientos políticos.
Así que hablé tanto con Yoani Sánchez y Reinaldo "Macho Rico" Escobar como con Elaine Díaz y Yudivian Cruz Almeida. Todos ellos son blogueros jóvenes, al menos en espíritu, a quienes el poder político del país quiere presentar como enemigos o polos opuestos.
Hablé tanto con dos estudiantes muy hospitalarios de la Universidad de Matanzas, Roberto Gonzalez Peralo y Harold Cardenas Lema, que fundaron y administran el sitio "revolucionario" La Joven Cuba, como con Erasmo Calzadilla y Alfredo Fernández, un par de muy amables jóvenes blogueros del sitio Havana Times; lo mismo con las negras feministas Sandra Álvarez y Yasmín Portales, ambas asociadas con el grupo Bloggers Cuba, que con el periodista Iván García y la abogada Laritza Diversent, negros también, que están incluidos en el portal virtual Voces Cubanas. Y tanto con el ex-bioquímico, escritor y fotógrafo, Orlando Luis Pardo Lazo y la investigadora y opositora Miriam Celaya, como con los programadores "ZorphDark" y RogerTM que forman parte del colectivo digital Bloggers Cuba.
Parece que mi esfuerzo por ser justo, escuchar sin prejuicios y dialogar con muchas de las voces de la creciente blogosfera cubana no complació ni al gobierno ni a los "segurosos" invisibles que me estaban vigilando durante mi visita.
Descubrí que para ellos soy un elemento "conflictivo" que vino a Cuba para provocar controversia, a imponer mis "criterios arrogantes" y "apoyar la contrarrevolución."
De hecho, irónicamente la ultima conversación que tuve en Cuba no fue con ningún bloguero ni con ningún cuentapropista, y desafortunadamente no me fue posible grabarla: fue con un par de segurosos enojados en el aeropuerto internacional Jose Martí, justo antes de salir del país.
Los había visto al llegar a la terminal observándome indiscretamente mientras yo franqueaba mi equipaje. Yendo a pagar mi impuesto de salida de 25 CUC, pasé a propósito muy cerca de ellos para observarlos mejor.
Antes de pasar por inmigración y seguridad fui al baño, y mientras estaba en el baño oí anunciar mi nombre por el intercomunicador del aeropuerto: "Theodore Henken, favor de pasar por Inmigración." Ya sabía lo que me esperaba al otro lado.
De allí pasé por inmigración y seguridad sin ningún contratiempo. Sin embargo, al llegar a la sala de espera una mujer uniformada me dijo que la siguiera a un cuarto pequeño de revisión de equipaje. Allí estaba el equipaje que había franqueado unos momentos antes. Ya habían empezado a tomar mis datos personales cuando otro uniformado apareció. Éste me llevó al otro lado de la sala de espera y entramos en un cuarto de revisión e interrogatorio aún mas pequeño. Esta vez sí cerraron la puerta.
El uniformado, un joven bastante cortés de 25-30 anos de edad, empezó tomarme de nuevo los datos, y a abrir y revisar metódicamente todo el contenido de mi mochila y maleta. Justo al comienzo de la revisión se vio interrumpidopor un apagón. Pensé, "bueno, el fracaso de la revolución energética me salvó." Pero me equivoqué, porque volvió la luz al cabo de unos dos o tres minutos.
Cuando vino la luz se abrió la puerta y entraron en el pequeño cuarto los dos "segurosos" que antes había visto afuera, de modo que se llenó la exigua sala de interrogatorio con cuatro personas. Cerraron la puerta y empezaron de hacerme preguntas muy precisas, mostrando con claridad que estaban perfectamente al tanto de todas mis actividades durante mis 12 días en el país.
"Ya sabemos en qué andas. Pero queremos saber quien te dió autorización para hacer entrevistas y llevar a cabo una encuesta en nuestro país?" dijo el que parecía el jefe de los dos.
Respirando profundamente, contesté: "Bueno, todos los individuos con quienes hablé me dieron su permiso personal. No pensé que hubiese algo de malo en hablar con la gente. Además, tengo una guía de paladares y vine para actualizarla hablando con los empresarios sobre sus negocios."
"Como en cualquier país del mundo, aquí en Cuba hay que tener permiso para hacer estas cosas y no las puede hacer con una visa de turista. Si eres un turista debes estar en la playa tomando un mojito, no visitando paladares y contrarrevolucionarios, y tomándoles fotos. Además, estos no son empresarios, como dices, sino pequeños negocios familiares."
"Vine a oír de las experiencias y opiniones de estos micro-empresarios, dada la nueva apertura para el negocio no-estatal. Les expliqué a todos mi proyecto y ninguno me negó su permiso."
"No es cierto que vinieses a escuchar sino a imponer," me respondió el mismo agente. "Los cubanos son muy educados y seguro que te van a hablar porque no saben en que andas. Pero nosotros lo sabemos y no lo vamos a permitir. Además, te relacionaste con estos blogueros que son elementos de la contrarrevolución --y los apoyas."
"Bueno, si saben realmente en qué ando, sabrían que hice entrevistas a muchos blogueros distintos, incluso a los de Matanzas que apoyan a la revolución. Vine a escucharlos y a dialogar con ellos. Conocen esta palabra: el diálogo?"
"Sabemos muy bien a qué fuiste a Matanzas. No fuiste a dialogar sino a imponer."
"No es cierto," respondí. "Fui a escuchar, a dialogar... Intercambiamos nuestros criterios escuchándonos con respeto. Les hice una entrevista a ellos y ellos me hicieron una entrevista a mí. Nadie impuso nada a nadie."
"Sabemos que defendiste a Yoani Sanchez, una conocida contrarrevolucionaria," dijeron.
"Pidieron mi opinión y se la di. También escuché sus criterios y sus críticas hacia ella. Además, me pidieron consejos sobre su blog para hacerlo más llamativo," dije yo.
"Ya sabemos todo lo que usted habló con ellos," me informaron, transmitiéndome la idea que habían conseguido de alguna manera una copia de la grabación que hicimos. "Y después de que fuiste a Matanzas, regresaste a La Habana y te reuniste con la contrarrevolucion!"
"Fui a visitar a otros blogueros tanto en lugares públicos como en sus casas. No son criminales y no es ningún crimen hablar con ellos. Si fuesen criminales supongo que no estarían en sus casas, sino en la cárcel."
"Lo que si sabemos es que no eres ningún turista sino que viniste a escribir un libro sobre los blogueros." Y con mucho sarcasmo añadieron, "a nosotros nos gustaría leer este libro y ver qué tan justo y abierto al diálogo realmente eres."
"Bueno," dije, "a ver cuando lo termino si puedo tenerlo traducido al español y les mando una copia."
"Así es. Sabemos que escribes mucho sobre Cuba y que has venido aquí más de 13 veces."
"Sí. He venido a Cuba mas de 15 veces. Es cierto."
"Bueno," dijo el encargado con gran satisfacción dando por terminada la conversación, "estamos aquí para informarte que esta será tu última vez. Entendiste?"
Salieron del pequeño cuarto rápidamente, dejándome un poco frustrado porque me quedaban un par de cosas por decir. Primero, hubiera querido avisarles que realmente no me gusta la playa (pero los mojitos, sí). Además, debería de haberles preguntado por qué el presidente Jimmy Carter, con quien estoy muy de acuerdo, tiene derecho de reunirse con lo que llaman "la contrarrevolución" sin ser tildado enemigo de la patria y yo no.
Ted Henken, Ph.D.
Nueva York
PD: Quisiera agradecer a toda la gente que me ha expresado su apoyo y solidaridad (virtual) durante la semana pasada desde Cuba (La Habana y Matanzas), España, Alemania, México y los EEUU. Entre ellos quiero reconocer especialmente a los blogueros cubanos Elaine Diaz (vea Global Voices), Orlando Luis Pardo Lazo y Yoani Sanchez, quienes han expresado su apoyo públicamente por Twitter.