Según "Laical": la muerte de Zapata no tuvo consecuencias importantes
Huber Matos Araluce/ Cubanálisis-El Think-Tank
El reciente editorial de la Revista Laical: “La mediación deberá seguir su curso inalterable” (que Cubanálisis reproduce en la sección Cuba en la Prensa Mundial), subestima la importancia de la reacción internacional ante la muerte de Orlando Zapata, los atropellos contra las Damas de Blanco y la huelga de hambre de Guillermo Fariñas, para darle el crédito a la dictadura y a la jerarquía de la Iglesia Católica por la liberación de presos políticos. Dice así:
“Fuerzas cubanas asentadas dentro y fuera de nuestras fronteras geográficas, conectadas a redes políticas internacionales, han intentado hacer ver que la liberación de los presos por motivos políticos ha sido el resultado de la “presión internacional” y de la “lucha” de la disidencia interna; no de la moderación y de la disposición al diálogo entre actores sociales y políticos. Es posible que dicha presión haya podido tener alguna influencia. No obstante, sería iluso pensar que ésta haya sido su causa eficiente. La presión ha estado presente por más de 50 años y no ha logrado cambiar nada.”
Empecemos por considerar la afirmación final: “La presión ha estado presente por más de 50 años y no ha logrado cambiar nada.” Este argumento desconoce que la crisis actual en Cuba no tiene precedentes. No es la Cuba de los sesenta ni la de los ochenta ni la de los noventa. Ni remotamente la presión es la misma.
En el país hay una nueva generación de cubanos cuya vinculación con “la revolución” es remota o inexistente, preocupación reconocida en la prensa oficial. Los “logros” en educación y salud se han evaporado. La corrupción es práctica normal.
La grave situación económica en la isla no tiene paralelo con ningún tiempo anterior, ni aun al del periodo especial en los noventa después del desplome de la URSS. Sin la subvención chavista Cuba estaría en la quiebra. El país tiene que importar hasta el 85% de los alimentos que consume la población.
Parte del problema es que la gerontocracia está dirigida por un presidente que no inspira y un hermano mayor que se dedica a predicar el apocalipsis planetario y todavía se refiere a los rusos como soviéticos, un imperio que se acabó hace dos décadas.
El mundo se ha dado cuenta de que la revolución ha sido un fraude colosal y el pueblo cubano piensa igual. En ese escenario de crisis económica, descomposición social y un régimen desprestigiado sucedieron hechos igualmente inéditos, y la dictadura no se percató de las nuevas circunstancias.
Antes de la muerte de Orlando Zapata se habían asesinado en las prisiones cubanas a otros presos políticos. Los represores pensaron que en este caso tampoco pasaría nada, por eso privaron a Zapata del agua y lo dejaron morir. Luego cometieron otros errores absurdos.
Después de su muerte, el régimen lanzó la calumnia de que había sido un delincuente común. A esto se le sumó un acto de repudio contra las Damas de Blanco transmitido en televisión oficial en la isla y en el exterior por los medios de información internacionales. El video expuso la brutalidad con que se trataba en Cuba una manifestación de mujeres indefensas que hacían un reclamo pacífico al gobierno. Estos hechos desataron una reacción negativa sin precedentes, que incluyó a simpatizantes del socialismo en el mundo.
La prolongada huelga de Guillermo Fariñas fue el catalizador de una visión sin censuras de la realidad brutal que sufre la oposición democrática en Cuba. Fariñas simplemente reclamaba la liberación de un grupo de presos políticos que estaban enfermos, de los 75 cubanos cuya injusta condena en el 2003 ya había sido motivo de continuas críticas en el exterior.
Las acciones de la dictadura hicieron quedar en ridículo al gobierno español, que fracasó en su intento de que la Unión Europea flexibilizara su política respecto al régimen castrista. Ante tal situación España hizo esfuerzos constantes por publicitar su interés en la liberación de presos políticos.
Los efectos que esta crisis podía tener en la industria turística cubana no pueden pasar inadvertidos para nadie, el régimen estaba obligado a lavarse la cara por esta y otras razones, entre ellas mantener vivo su permanente cabildeo ante el gobierno en Washington.
Ultimo y no por eso de menos peso, los hechos provocaron también dentro de la isla un rechazo importante, incluso entre personas vinculadas al régimen, incluso en miembros del Partido Comunista y de las Fuerzas Armadas.
El argumento del editorial de la Revista Laical de que “La presión ha estado presente por más de 50 años y no ha logrado cambiar nada.” no se ajusta a la realidad histórica ni al presente. Desconoce que con anterioridad la dictadura ha dispuesto la liberación de más presos políticos cuando le ha convenido, utilizando otros intermediarios para simular que es capaz de negociar con el propósito de lograr algún beneficio en sus relaciones internacionales.
A Dios rogando y con el mazo dando
Al descartar la presión internacional e interna como la causa principal que obligó al régimen castrista a liberar los presos políticos, con el falso argumento de que esa presión había existido por cincuenta años sin lograr nada, la Revista Laical construye un escenario imaginario.
Si no fue esa presión la decisiva: ¿Qué motivó la liberación de los presos políticos cubanos?
La respuesta de Laical viene como anillo al dedo: “la moderación y… disposición al diálogo entre actores sociales y políticos.”
¿Cuáles han sido esos actores?
Según Laical, el gobierno en la isla y la jerarquía de la Iglesia Católica.
En otras palabras, por alguna razón que no fue la reacción ante los factores externos e internos y las posibles consecuencias de esa presión, en Raúl Castro y en el grupo que monopoliza el poder en Cuba, se impuso “la moderación y… disposición al diálogo.”
La afirmación es sorprendente porque entonces nos encontramos de la noche a la mañana con una dictadura que acaba de cometer atropellos que han desatado la indignación en el mundo, y de momento como por un acto de arrepentimiento, se transforma, es decir se modera y se dispone a negociar.
Lo que sucede con esta caracterización del régimen es que no corresponde con la realidad. A pesar de esta presunta transformación, la madre de Orlando Zapata seguía siendo vilmente acosada y las Damas de Blanco continuaban siendo hostigadas.
Algunos miembros del Partido Cuba Independiente y Democrática en la isla eran arrestados, amenazados, vejados y golpeados. A Katia Sonia Martín, Coordinadora del CID en occidente, la amenazaron con mandarla a la cárcel y quitarle sus dos hijas menores. Unos agentes de seguridad del estado visitaron la escuela donde estudian sus hijas para conversar con la directora, un acto para inspirar el terror en cualquier madre que vive en un estado totalitario.
Describe Roberto Marrero, presidente del Ejecutivo Nacional del CID, que el día 18 del mes pasado en la unidad de la PNR de Zanja y Dragones:
“me encerraron en un calabozo con más de treinta personas que daban lástima. Llevaban varios días sin poderse bañar y había una peste tremenda. Los baños estaban llenos de excremento… Allí había detenidos varios vendedores ambulantes. Uno por tener 28 mazos de habichuelas, otro por un saco de aguacates y otro con guayabas y anoncillos.”
Definitivamente la afirmación de moderación y disposición al diálogo por parte de la dictadura no corresponde con la realidad de un país donde la policía política sigue acosando a los opositores pacíficos – esto por supuesto que no es exclusivo contra los miembros del CID.
Es además, una afirmación subjetiva. El director de Laical, Roberto Veiga no formó parte de las reuniones que se llevaron a cabo entre la jerarquía y Raúl Castro, o por lo menos no tenemos noticias de eso. Si es cierto que en su calidad de sobrino del Cardenal Ortega, Veiga puede haber tenido información sobre las reuniones o su ambiente, nadie más puede comprobarlo. Estos encuentros fueron privados o secretos y se desconoce que pasó en ellos.
En todo caso, “la moderación y… disposición al diálogo” quedaría entre las partes. Aunque parece razonable, esta es una versión sin pruebas. No hay registros de las conversaciones ni de las negociaciones. No hay testigos de las mismas; en resumen, no hay información.
Pudiera ser que la posición de la dictadura fuera como la describe el sabio refrán: “a Dios rogando y con el mazo dando,” porque mazo siguieron y siguen dando.
Sin agotar el tema, pero pasando a otro, no sabemos si en realidad existió una negociación o una conversación. No sabemos si fue el régimen, que indiferente a las presiones internacionales decidió, por razones de expiación y arrepentimiento, actuar con “moderación y…disposición al diálogo”, o si fueron en efecto el escándalo público y sus consecuencias lo que lo obligó a llamar a la jerarquía de la Iglesia Católica.
¿Pero, llamarla para qué?
a) Para negociar la liberación de los presos políticos. Si este es el caso, ¿qué se negoció? ¿Qué cosa se dio por la otra?
b) O, ¿llamaron a la jerarquía católica para que les sacaran las castañas del fuego?
En realidad no sabemos si esos diálogos consistieron en una negociación, opción que valdría la pena explorar, o fue en realidad una petición de la dictadura que, decidida a soltar a los presos políticos sin que pareciera que cedía ante la presión internacional y nacional, quiso simular que esta decisión era el producto de su “moderación y… disposición al diálogo” en interacción con otro actor de iguales y civilizadas actitudes: la jerarquía católica.