Antonio Arencibia/ Cubanálisis-El Think-Tank
Esta semana la posición del régimen de La Habana con relación a la administración Obama varió bruscamente tras una “reflexión” de Fidel Castro el 4 de noviembre.
En la misma, el viejo dictador la emprende contra la política norteamericana, basado en que mantiene a Cuba en la lista de países terroristas, le aplica “la Ley asesina de Ajuste Cubano”, la “bloquea” económicamente, y sus tribunales de justicia aplican sanciones “ridículas” a los anticastristas e “injustas” a sus espías. Para Castro eso es muestra del “repugnante cinismo del imperio”.
Ese tipo de declaraciones no tendrían nada de notable, pues el odio hacia Estados Unidos ha sido el leitmotiv de Castro durante casi 50 años. Lo interesante es que se producen después de meses de fingida alabanza al presidente afro-norteamericano, y cuando el Canciller del régimen y el Jefe de la Oficina de Intereses en Washington están insistiendo en negociaciones directas con Estados Unidos.
Además, en esa reciente Reflexión, Castro califica de amenaza contra Venezuela y “todos los pueblos del Centro y el Sur de nuestro hemisferio”, la firma del acuerdo militar colombo-norteamericano e insiste en que “no [es] … Bush: es Barack Obama quien suscribe ese acuerdo”. Cierra el párrafo con la aseveración de que desde la base norteamericana de Palmerola, en Honduras se llevó a cabo el golpe militar contra Manuel Zelaya, “bajo la actual administración”.
En tono de burla Fidel Castro se refería al presidente Obama como “nuestro flamante Premio Nobel”, para advertirle a continuación que se equivoca avanzando por “ese camino sórdido y despectivo hacia los pueblos de América Latina”. Para que no quedasen dudas, ratificaba el apoyo del régimen a Hugo Chávez y a su posición contra el pacto de las bases militares, y aseguraba la continuidad de los programas cubanos de cooperación con otros países del continente.
Por si fuera poco la primera diatriba, el día seis de noviembre Castro lanzaba otro artículo titulado “La anexión de Colombia a Estados Unidos”. Sería para quedarse frío leer el contenido de tal “reflexión”. ¿Cómo se le ocurre al dictador hablar de anexión norteamericana, si dos días antes se refería a la devolución de la base de Manta, en Ecuador? ¿Cómo evitó Correa la anexión y pudo obligar “al imperio” a que saliera de Ecuador?
Ante la mendacidad de Castro hay que recordar que en el 2006, Rafael Correa, recién electo presidente, declaraba a la prensa:
Ecuador tiene la única base norteamericana en Sudamérica y en el 2009 fenece ese infame tratado, firmado por el presidente Jamil Mahuad sin nada a cambio, en un entreguismo sin límites, y hemos dicho claramente que no se renovará el convenio
En aquel entonces George W Bush se sentaba en la Oficina Oval de la Casa Blanca, por eso Obama heredó las negociaciones iniciadas años antes por el Pentágono y el Departamento de Estado para sustituir lo perdido en Manta por nuevas posiciones en varias bases militares colombianas. Ni entonces ni ahora hubo manifestación de “anexión”.
Por eso es totalmente incongruente lo que escribe Fidel Castro sobre la presencia militar estadounidense en bases de Colombia:
Nunca se trató con mayor desprecio a los pueblos latinoamericanos de este hemisferio.
¿Nunca? ¿Nunca como ahora, en época de Obama? ¿De veras? ¿Ni en tiempos de Teodoro Roosevelt? ¿Ni siquiera bajo los gobiernos de Johnson, Nixon, Reagan, o los Bush, padre e hijo?
Pues se podría haber llegado a creer otra cosa, porque el Comandante se ha pasado medio siglo diciendo de cada nuevo presidente de Estados Unidos que era peor que el anterior, pero dejó de hacerlo tras la elección de Barack Obama.
La verdad es que el viejo tirano consideraba a Obama una especie de Jimmy Carter de piel oscura, pero le ha resultado un pragmático inteligente y no un idealista ingenuo. Se trata de un presidente norteamericano que estrecha en Puerto España la mano a los enemigos de su país (Chávez, Ortega y Evo Morales), en gesto muy diplomático, pero sabiendo que esperan explotar cualquier debilidad para expandir por el continente su descabellado socialismo del siglo XXI.
Lo que hay detrás de las diatribas de Castro es que la jugada de reelección de Manuel Zelaya en Honduras les fracasó por la actitud de la gran mayoría de los políticos y la totalidad de los militares hondureños.
Y que a pesar de la condena de la OEA al golpe de estado, el apoyo chavista a los disturbios, y el rol prepotente de Brasil en esta crisis, se ha ido imponiendo la razón de que no hay otra salida más que un nuevo presidente hondureño, electo en comicios limpios y supervisados internacionalmente. Por eso escribimos el 29 de junio, al día siguiente de la salida de Zelaya por la fuerza, que en Honduras había comenzado la crisis del ALBA.
La popularidad en Cuba del presidente afro-americano es innegable, y son muchos los que creen que va a influir en los cambios. Quizás eso también explique por qué el “compañero Fidel” ha variado de opinión sobre su persona.
Castro soñaba con grandes concesiones por parte de esta administración demócrata. Una especie de tratamiento de gran -o al menos mediana- potencia, totalmente divorciado de la realidad de que ya no tiene cohetes nucleares, (como su colega Kim Jon Il), ni planta de energía atómica, (como los ayatolas), ni tanques en las alturas de Golán (en apoyo a la Siria de El Assad), ni tropas en África.
Tampoco hoy, veinte años después de la caída del muro de Berlín, hay Unión Soviética ni campo socialista. La única lección que ha sacado es la de tratar de que nada cambie en el país, de mantener a los cubanos en una suerte de éxtasis temporal mediante el miedo.
Para mantener la ficción de que el comunismo triunfa, se ha visto obligado a alabar a los chinos que tanto denigró, y le molesta tanto que lo hace torpemente, como cuando citó este fragmento de un discurso de Hu Jintao que dice todo lo contrario de lo que él autoriza que se haga en Cuba:
El desarrollo y progreso logrado en los sesenta años de la Nueva China ha mostrado plenamente que sólo el socialismo puede salvar a China y que solamente la reforma y apertura puede permitir el desarrollo de China, del socialismo y del marxismo.
Durante la reciente visita a la Casa Blanca de Rodríguez Zapatero, se abordó el tema de Cuba, y el Presidente del Gobierno Español aceptó cumplir la petición de su homólogo norteamericano de mediar entre Cuba y Estados Unidos.
Pero de inmediato el régimen rechazó su intermediación, ordenando al canciller Bruno Rodríguez Parrilla incluir en su discurso en Naciones Unidas el tema de conversaciones directas en pie de igualdad.
El mensaje de Obama a Raúl Castro vía Zapatero era -según El País- “que si él no da pasos tampoco yo podré darlos”. Algunos observadores consideran que eso pudo haber causado la irritación de Fidel Castro, porque el mandatario estadounidense desconoció que él tiene todavía el poder en Cuba.
Petróleo y política
A Fidel Castro no le conviene nada que amenace su fracasado experimento social, ni siquiera la posición del gobierno del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), comprometido a cerrar los ojos ante la represión en la Isla y cambiar la posición común de la Unión Europea, para garantizar su condición de mayor país inversionista en Cuba.
Esfuerzo inútil, pues ante la bancarrota de La Habana lo único que ha obtenido el gobierno español es la promesa de descongelación paulatina y sin fecha de los fondos españoles en bancos cubanos.
Este verano la petrolera hispano-argentina Repsol YPF iba a iniciar los trabajos de perforación en los dos bloques que opera en la Zona Económica Exclusiva de Cuba en aguas profundas, pero se pospuso para el 2010 ó 2011. En contraste, Repsol está participando en la explotación de yacimientos en la zona norteamericana del Golfo de México, que ya producen más de 120,000 barriles diarios.
En esa esfera, donde las inversiones extranjeras están prácticamente paralizadas, lo único nuevo en la Isla es el anuncio por Cupet (Cubapetróleos) de la firma de un convenio con la empresa rusa de hidrocarburos Zarubezhneft, para la perforación de dos pozos en tierra y dos en aguas someras al este de Varadero.
Y al tema petrolero se añade esta semana una extraña declaración del viceministro del MINREX Rogelio Sierra Díaz, de que Cuba escogió conseguir petróleo bajo el Acuerdo de Caracas, que es más caro que el que se ofrece en el proyecto chavista Petrocaribe, porque “no nos hace tan dependientes”.
El funcionario añadió que su gobierno ha estrechado relaciones con otros productores de hidrocarburos como Rusia, Angola, Brasil y Argelia, algo que ya Cubanálisis-El Think-Tank había venido alertando tiempo atrás. “Al igual que los Estados Unidos, nuestra política exterior incluye consideraciones energéticas”, dijo el viceministro.
Toda esa monserga sobre la no dependencia de Caracas pretende enmascarar el temor de La Habana a un derrumbe del chavismo: más rápido que en Cuba, y a pesar de estar sentados los venezolanos sobre enormes yacimientos petroleros, llegaron allí, como cosa diaria, los tiempos de los apagones, del racionamiento de agua, la escasez de artículos de primera necesidad, y la inflación galopante.
La olla de presión y la represión
La testarudez y soberbia de Fidel Castro impiden el avance de las conversaciones, que están en punto muerto, pero además están complicando otros objetivos del ala más liberal del Partido Demócrata.
El proyecto de ley para autorizar los viajes a Cuba de cualquier ciudadano norteamericano, pendiente de discusión en el Congreso de Estados Unidos, ha recibido muy recientemente el rechazo de cincuenta representantes demócratas. Los legisladores enviaron una carta a la Presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, donde señalan que “cualquier ley que tenga por fin aliviar o eliminar las sanciones enviaría un mensaje devastador al movimiento opositor en Cuba y legitimaría una dictadura en vías de extinción”.
Esta carta de los congresistas puede ser también una forma de presión sobre Raúl Castro. Uno de los firmantes, el representante por New York, Gary Ackerman declaró: “Creo que tenemos que ver alguna señal por parte de los cubanos. Nos tienen que indicar su disposición de avanzar en la dirección correcta”.
El error de los demócratas en Estados Unidos, y también de los republicanos, y del gobierno del PSOE, es creer que el general Castro es de verdad el nuevo presidente Castro.
Como Raúl Castro tiene que consultar todos los lineamientos generales y estratégicos con su hermano, continúan en esencia, entre otras cosas, el enfrentamiento verbal con la administración norteamericana y las excusas para no avanzar en el entendimiento, así como la vieja política represiva contra los que disienten de cualquier manera.
La reciente agresión-secuestro a la internacionalmente conocida blogger Yoani Sánchez y sus acompañantes, para impedirles participar en una marcha pacífica por la no violencia que se iba a realizar -y se realizó- en la céntrica zona de El Vedado, en La Habana, demuestra, además del miedo al cambio, la incompetencia y poca lucidez de los que impartieron las órdenes a los esbirros actuantes.
La burda acción represiva se llevó a cabo en el mismo momento en que el arzobispo italiano Claudio María Celli, presidente del Consejo de Comunicaciones Sociales del Vaticano, desarrollaba una visita oficial a Cuba.
Esa misma noche, en la iglesia Santa Catalina de Siena de La Habana, y ante el público asistente y el cardenal de La Habana, Jaime Ortega, Celli disertó sobre el tema “Iglesia, comunicación y cultura digital”, y señaló al blog Generación Y, de Yoani Sánchez, como ejemplo de comunicación que “trasciende fronteras”.
Por otra parte, desde hace casi un mes no cesa la movilización de Brigadas de Respuesta Rápida fomentadas por la Seguridad del Estado contra los reunidos en “plantón” de protesta en casa del disidente Vladimiro Roca en Nuevo Vedado.
La ilegal confiscación por parte de la policía política de la cámara digital de un disidente, miembro de la Red de Comunicadores Comunitarios, es la causa de la protesta. Esta reunión no violenta desencadenó una serie de ataques y “actos de repudio” contra los opositores pacíficos, que incluyeron la violación del domicilio de Roca por los porristas y la golpiza a varios asistentes, según denunció Martha Beatriz Roque Cabello, así como un permanente lenguaje vociferante y soez, y hasta la participación de niños entre la llamada “población indignada” que se presta a la infamante payasada.
El reclamo iniciado por los disidentes el 10 de octubre lleva ya 29 días, e igual tiempo lleva el asedio y agresión contra los allí reunidos. Como ha señalado nuestro colega Lázaro González, la movilización de las turbas muestra el terror del régimen de que se extiendan por el país esas manifestaciones de protesta.
Hay que decir que con la nueva administración norteamericana y la Sucesión iniciada en Cuba en el 2006 se dieron las posibilidades de que el régimen apagase la hornilla donde se cocina la sociedad cubana, o por lo menos bajase la temperatura a la olla de presión.
Sin embargo, no ha sido así: en el plano interno se ha incrementado la represión contra disidentes y opositores, y a los gestos de apertura por la parte norteamericana se ha respondido con dilaciones o con argumentos insultantes.
Resulta que los cubano-americanos, que ahora viajan a la Isla sin restricciones, se traducen en un peligro para la salud pública, pues llegan de Estados Unidos, uno de los países con más casos de gripe porcina, según “reflexiona” Fidel Castro.
Las propuestas de conexión con Cuba mediante cable de fibra óptica norteamericano, más económico y desarrollado que el de Venezuela que no acaba de concretarse, conllevan un riesgo de seguridad para el estado cubano.
El correo directo entre ambos países sería un paso positivo, pero se exige que hay que autorizar previamente los vuelos de Cubana de Aviación.
Esto último y mucho más se le pide al presidente norteamericano, pretendiendo ignorar que el Ejecutivo es solamente uno de los tres poderes constituidos, y no puede imponerse, como en Cuba, ni sobre las leyes ni sobre los tribunales de justicia.
Hay personas inteligentes que consideran que hay en Miami una exagerada presencia virtual de Fidel Castro, mientras que en Cuba su figura se desvanece.
Las dos reflexiones que hemos comentado demuestran que no es exactamente así, aunque su presencia pública y en los medios sea mucho menor, porque la política del régimen se formula o se modifica donde esté el Comandante en Jefe, ya sea en Palacio, en el hospital, o en su residencia de Punto Cero.
No importa -nunca ha importado- que los cubanos no lo vean o que él no le hable a los cubanos: lo decisivo es que los administradores del estado, empezando por Raúl Castro, le consultan y le obedecen.
El periódico El País, en un largo y edulcorado artículo sobre los años de “retiro” de Fidel Castro, cita a alguien del entorno del dictador, que dice que éste hoy está “dedicado a las grandes estrategias y a los problemas mundiales”.
Una interpretación elemental de esa declaración obliga a concluir que el viejo tirano sigue teniendo todavía en sus manos, desgraciadamente, los hilos del destino de Cuba.