TRES AÑOS DE RAULISMO ( I I I, FINAL): Sombras nada más
Eugenio Yáñez, Juan Benemelis y Antonio Arencibia/ Cubanálisis-El Think-Tank SOMBRAS NADA MÁS
“… Tengo el derecho de curiosear en el sentido de saber, si es posible,
a qué comprovinciano se le ocurrió ponernos el sol aquí detrás,
que a mí no me molesta, pero estoy seguro de que ninguno de ustedes
me puede ver; verán, si acaso, una sombra: ese soy yo”.
General Raúl Castro
Holguín, Cuba, Julio 26 2009
LA CRISIS VA CERRANDO LAS TENAZAS
El nuevo ministro de Economía y Planificación anunció recientemente que el crecimiento del Producto Bruto se reduciría a un 2.5%, del 6% previsto, lo que de por sí resultaba dudoso, cuando tantos países del mundo anunciaban crecimiento “cero” o caídas y decrecimiento. Posteriormente, la cifra se ajustó nuevamente a 1.7%, y sigue pareciendo exagerada.
El desplome de los precios del níquel en el mercado internacional (de 33,000 dólares por tonelada a 8,000) provocó la caída estrepitosa de los ingresos de 2,700 millones en el 2007 a solo unos 552 millones de dólares en 2008.
La zafra 2008-2009, sufriendo continuamente por el proyecto de aniquilación ordenado por Fidel Castro a principios de este siglo, llegó, según fuentes independientes, a 1’300,000 toneladas, del plan previsto de 1’500,000.
También hay mermas de ingresos por una baja en las exportaciones de tabaco, langosta y camarón. El ministerio de Turismo se congratuló recientemente por un crecimiento de 2.7% en el arribo de viajeros el primer semestre del año, pero se desconoce a cuánto ascendieron los ingresos brutos, que en la actual situación de crisis mundial tienen que haber sido, necesariamente, mucho menos. El país recibió de enero a mayo 1.2 millones de turistas, 2.1 % más respecto a igual período del año anterior, pero los visitantes dejaron menos dinero, pues la captación de divisas de ese sector descendió en 13.7 %.
Con una reducción del crecimiento de la economía en este período, Raúl Castro necesita mostrar algún indicio de mejoría o tendencia alentadora para el resto del año, o promesas de cambios radicales.
Para el 26 de julio del 2008 había anunciado una política de reforzar la defensa, demandando producir más alimentos y advirtiendo que había que apretarse el cinturón. En esa fecha omitió mencionar medidas específicas para los cambios estructurales prometidos en el discurso de la leche del 2007, y de entonces acá esos temas desaparecieron de los muy pocos discursos que pronuncia cada año.
Desde antes que comenzara la actual crisis económica mundial, el Sucesor no ha podido implementar las medidas necesarias en la economía para elevar la producción y sacar al país de la crisis alimentaria. El actual descenso brusco en casi todos los niveles de la producción agro-industrial, con su secuela reflejada en la reducción de la magra cuota distribuida por la libreta de abastecimientos, es un factor adicional que impide desarrollar cualquier tipo de estrategia si no se rompen los cánones de una economía estatal cuartelaria, que basa su control social en la pobreza sistemática e insuperable de la población.
En el acto conmemorativo del 26 de julio del 2009 el general-presidente anunció un nuevo ajuste en la precaria economía, y afirmó una vez más que aumentar la producción agrícola es un asunto de seguridad nacional para Cuba, pero sin anunciar detalles que reservaba para la semana siguiente.
Pero la doble crisis compromete las necesarias reformas en la agricultura, que van desde la descentralización administrativa y fortalecimiento de los municipios en la organización y toma de decisiones, hasta la entrega de tierras ociosas, bajo régimen en usufructo, con el fin declarado de aumentar la producción, así como la sustancial transformación de los sistemas de acopio y comercialización de la producción.
Según estimados del viceministro de Agricultura, Alcides López, hasta la fecha suman unas 100,000 las solicitudes “recibidas y tramitadas”, y se ha entregado el 38 % del fondo ocioso, del cual sólo el 20 % (que resultaría el 7.6% del entregado) está en explotación o sembrado.
El dilema es que no existen los recursos suficientes para que estos nuevos campesinos produzcan, ni mucho menos existe una estrategia o una política definida para apoyar a estos potenciales productores, que se siguen viendo por el régimen como fuentes de conflictos para el poder, en vez de eventuales soluciones.
RELACIONES INTERNACIONALES
Los tímidos, escasos y muy aislados gestos de Raúl Castro hacia Estados Unidos, coartados en todas las ocasiones por Fidel Castro, requerirían tener factores cardinales componentes, mucho más decisivos que meros gestos políticos para congraciarse con el mundo internacional.
Estados Unidos representa no una, sino tal vez la única opción de mejoría económica acelerada del régimen, no sólo por los préstamos y ayudas, o visitas masivas de un turismo de mayor nivel económico, sino por la entrada de las compañías petroleras norteamericanas en las áreas marinas de reserva de hidrocarburos en el Golfo de México.
Y dadas las fuertes presiones del establishement norteamericano, actualmente incrementadas con la crisis económica que atenaza a Estados Unidos y al resto del mundo, los reclamos para la democratización y apertura política de Cuba podrían ser diferidos por parte de la administración Obama, si el gobierno cubano comenzara a implementar una reforma económica que facilite el comercio bilateral, el turismo y la prospección petrolera.
En tal escenario, los reclamos de democratización para Cuba desde el sur de Florida o New Jersey no lograrían demasiado ante los reclamos de normalización de las relaciones con el gobierno cubano desde muchas otras regiones y sectores norteamericanos. Ya están presionando en ese sentido los estados agrícolas del medio-oeste, los manufactureros del muy deprimido “Rust Belt” del nordeste, y los de la costa del Golfo de México, con sus economías a veces agonizantes en estos momentos, así como las compañías petroleras y de aviación, todos dispuestos a obviar la moral política y los valores filosóficos, a favor de una solución pragmática, amparados en el ejemplo de las relaciones norteamericanas con China, Vietnam, Arabia Saudita, Nigeria, Venezuela o Irán.
Buena parte de la prensa internacional y muchos expertos sobre Cuba continúan sin entender la realidad cubana, que la imaginan como la de un país cualquiera: el nombramiento de 38 nuevos embajadores no significa necesariamente el reemplazo de los existentes por un cambio de política exterior, ni mucho menos. Aunque la prensa oficial asegure que se trata del fortalecimiento del servicio exterior, ser designado en la categoría de embajador en Cuba no significa automáticamente su acreditación ante un país: es un muy lógico desplazamiento de los preferidos del antiguo canciller, no necesariamente una nueva dirección en la política exterior. La reciente sustitución del embajador cubano en Caracas no representa haber sustituído un “raulista” por un “fidelista”, como afirman algunos transnochados. Cuando el saliente embajador fue designado en 1994 por el Comandante, Raúl Castro no tenía ningún poder de decisión en política exterior o nombramiento de embajadores.
AFP, desde La Habana, señala a Margarita Alarcón, hija del presidente de la Asamblea Nacional, como “filóloga y experta en política internacional, en particular sobre Cuba y Estados Unidos”. ¿Cual es el currículum de la Sra. Alarcón para considerarla como una experta en el tema, más allá de ser hija de un jerarca, nada brillante, de la nomenklatura? ¿Cuáles son sus publicaciones? ¿Dónde y por quién es citada en la academia o entre los analistas serios? ¿Así pretende AFP entender el tema cubano? Es la misma agencia que nos asegura que un “periodista” sustituyó a un “sociólogo”como embajador en Caracas, como si fuera un tema de títulos académicos y no de servicios de inteligencia y política exterior.
Sólo con Venezuela el régimen goza en estos momentos de un intercambio favorable, al precio político de manejar con guantes de seda y sin incondicionalidad las relaciones bilaterales y latinoamericanas, y mantener una asesoría y colaboración decisivas para el belicoso teniente coronel bolivariano, pero sin seguirlo de cerca en sus aventuras del socialismo del siglo XXI.
La relación de Chávez con Raúl Castro siempre pasa por el tamiz del hermano mayor. Visitó a Fidel Castro recientemente, en ocasión de su cumpleaños, y al regresar a Venezuela declaró: “Estuvimos como hasta las ocho de la noche, con sus hijos, sus nietos, su esposa y Raúl (Castro), el presidente cubano, conversando...”. Solamente después vino lo demás: [al día siguiente] “Desayuné con Raúl de 8 (de la mañana) como hasta las 10, trabajando, revisando un conjunto de temas. Y de allí fuimos a hablar con Fidel hasta las 3 de la tarde”. No lo dice Chávez, pero la segunda visita tiene que haber sido para buscar la aprobación definitiva del máximo líder en los temas tratados: ninguna decisión del general sería firme sin la aprobación del Comandante.
El discurso de Raúl Castro en Quito la semana pasada, donde dice a Correa, “todos esos cañones de esa [IV] Flota [norteamericana] –hablo simbólicamente- están apuntándote”, no ofrece compromisos cubanos, más allá de la simpatía y la siempre recurrida solidaridad en abstracto.
Las relaciones comerciales y de colaboración bilateral de Cuba con Rusia y China, si bien no presentan la necesidad de realizar demasiadas concesiones políticas, no conllevan indulgencias o ayudas incondicionales hacia la Isla como en los buenos tiempos, sino que están reguladas por el mercado internacional, y de ahí las continuas y reiteradas dificultades en materializarlas.
Brasil podría ser un factor decisivo para contribuir a superar la crisis cubana, pero el defecto democrático del presidente Lula da Silva, que no parece decidido a una segunda reelección que podría ganar, no garantiza el largo plazo. Argelia y Angola son una relativa fuente de ayuda financiera, en modalidades de intercambio por asistencia técnica y profesional, más agradecimientos, pero limitadas.
Una buena parte de los otros hermanos del bolivarianismo insolente, como Bolivia, Ecuador y Nicaragua, son más pasivos que activos en la contabilidad gubernamental cubana, mientras otros amigos, como los saludados en las entrevistas bilaterales en la Cumbre de los No Alineados en Egipto, entre ellos Sudán o Nepal, o visitados en la más reciente gira africana del general, como Namibia, no pueden dar mucho más allá de sonrisas para las fotos y palmaditas en la espalda.
Y las declaraciones solidarias abstractas de “intelectuales” latinoamericanos, europeos y norteamericanos, de izquierda o liberales, los Pastores por la Paz, o las ambigüedades del gobierno español y la vacilante política de la Unión Europea hacia Cuba, no se pueden traducir en los recursos financieros y materiales que el país necesita urgentemente, aunque cada cierto tiempo lleguen algunas migajas como colaboración.
LA FICHA PETROLERA: VENEZUELA Y RUSIA
La apuesta estratégica de Fidel Castro con Hugo Chávez no solo dio frutos de tipo político en Bolivia, Nicaragua y Ecuador, sino que –más allá de ser un salvavidas energético para la Isla- se proyectó hacia la región en el terreno económico sobre la base de la explotación y refinación de los hidrocarburos venezolanos y cubanos.
En ese sentido, desde el 2005 se dio el primer gran paso con los planes de rehabilitación, y posterior ampliación, de la refinería de Cienfuegos, de tecnología soviética, como futuro centro de distribución de derivados del petróleo para los países integrantes de Petrocaribe. En diciembre del 2007, tras una inversión de 166 millones de dólares a cargo de la empresa mixta PDV-CUPET S.A., Chávez y Raúl Castro re-inauguraron la instalación, con una capacidad de refinación de 65,000 barriles, que en junio del 2008 se había incrementado a 72,000 barriles diarios. El programa de expansión supone que para el 2012 la planta alcanzará la capacidad máxima de 150,000 barriles de crudo refinados cada día.
En septiembre del 2008 la refinería cienfueguera contaba con siete tanques para almacenar crudo, con una capacidad total de 350,000 metros cúbicos. En julio del 2009 estaban en fase de terminación tres nuevos tanques con capacidad para almacenar otros 60,000 metros cúbicos de crudo. Esto incrementa el almacenamiento en otros 408,000 barriles, y permite al régimen contar con más días de reserva de crudo.
Aprovechando los precios record, desde el 2006 Fidel Castro estuvo restringiendo el consumo nacional para hacer exportaciones ocasionales de petróleo. Para el 2008 se empezaron a incrementar los envíos de crudo venezolano a Cienfuegos de forma sistemática, con una partida adicional de 25,500 barriles diarios para refinación y exportación. Esta cifra es la reportada por Caracas y La Habana, y representa solo la mitad de la que calculan analistas venezolanos. A esto se le sigue sumando el crudo cubano “ahorrado” del consumo para su comercialización en el extranjero. De esa manera, en 2008 el petróleo desplazó a los fármacos como segunda principal exportación de Cuba, al generar ingresos por unos 880 millones de dólares, según cálculos de analistas.
Como parte del proyecto de abastecimiento a la refinería hay que incluir la compra por la venezolana PDVSA a China de los tanqueros “Sandino” y “Petión”, con capacidad de carga de 490,000 barriles cada uno, operados por la empresa mixta Trans-Alba. La operación, por un monto de 122 millones de dólares, fue financiada por el Banco de Desarrollo Económico y Social de Venezuela (Bandes).
Los planes del ALBA referentes a Cuba incluyen la construcción y montaje en Matanzas de una refinería similar a la de Cienfuegos, la que cubrirá el 50% de su capacidad con crudo de producción nacional, y el resto procedente de Venezuela. Parte importante del proyecto es la “repotenciación” del oleoducto Druzhba (Amistad) de 189 kilómetros (117 millas), construido por los soviéticos entre la base de supertanqueros de Matanzas y Cienfuegos, en desuso tras el derrumbe de la URSS. De reactivarse el oleoducto, la refinería cienfueguera podría abastecerse con petróleo descargado en el puerto matancero (de mayor calado y que no necesita de patanas trannsbordadoras), y serviría como base de almacenamiento de derivados para el comercio con distintos países.
El reciente acuerdo petrolero firmado en La Habana por el vice-premier ruso Igor Sechin en la parada cubana de su viaje que lo llevó antes a Nicaragua y Venezuela, no es precisamente de envergadura. Se trata de “sentar las bases” para que la compañía rusa Zarubeshneft haga prospecciones de hidrocarburos en la Zona Económica de Cuba en el Golfo de México. El régimen de Raúl Castro necesitaba al menos este gesto simbólico de Rusia, después que la Sherrit International abandonó sus cuatro concesiones en aguas profundas en esa zona y el anuncio de la Repsol española de posponer la perforación, en los seis bloques que tiene asignados.
Hay que señalar que los planes de exploración de Repsol se hacen en colaboración con las empresas StatoilHydro, de Noruega, y ONGC Videsh de la India. Otras compañías con contratos de arrendamiento para la perforación petrolera en la isla son las estatales de Vietnam, Petrovietnam, Petronas de Malasia y Petrobras, de Brasil. Las compañías vietnamitas y las malasias no han hecho su aparición todavía en la isla. Durante la reciente visita a Cuba del ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior brasileño, Miguel Jorge, este señaló que Petrobras está a punto de concluir los estudios geológicos en el bloque que tiene contratado y se prepara para traer a la isla los equipos de perforación.
Anteriormente en este año el régimen había anunciado que las compañías petroleras rusas podían seleccionar para arrendar 15 de los 59 bloques en que ha dividido esas aguas. Se trata aparentemente de un gran bocado, pero no es seguro, por lo que Rusia no se apura en estos tiempos de crisis a invertir en prospección, cuando cuenta con enormes recursos energéticos seguros en su propio territorio. Si se suman esos 15 bloques a otros 21 ya otorgados a siete compañías extranjeras, quedan libres todavía 23 bloques sin repartir en la ZEE.
Un vocero del Ministerio de Industria Básica de Cuba dijo a inicios de este año que estaban en negociaciones para arrendar 8 bloques a la corporación de Petróleo Nacional de China y a la compañía nacional de petróleo de Angola, pero seis meses después no hay nada claro. Si se lograse el acuerdo con chinos y angolanos, todavía quedarían 15 bloques, que son de gran atracción para los petroleros norteamericanos y constituyen un factor de presión para que se levante el embargo.
En ese sentido hay que apuntar que en fecha tan reciente como julio 24 del 2009 se presentó en el Senado de Estados Unidos un proyecto de ley que contiene la autorización a compañías norteamericanas de participar en la exploración de hidrocarburos en la ZEE de Cuba. Esta propuesta de las Senadoras Lisa Murkowski (R-Alaska) y Mary Landrieu (D-Louisiana) permitiría también los viajes a Cuba a funcionarios de la industria petrolera estadounidense.
Por eso se puede concluir, si se descuenta la promesa de prospección de Petrobras, que los trabajos de exploración por parte de empresas extranjeras en la Zona Económica Exclusiva de Cuba en el Golfo de México están prácticamente paralizados en la actualidad.
De ahí que la explotación de hidrocarburos actualmente se concentra en los pozos cubanos en tierra y en aguas someras, que producen un crudo muy pesado. El resto procede, como ya se ha visto, de las exportaciones venezolanas. Esto coloca un gran signo de interrogación sobre el desarrollo petrolero de Cuba en el futuro inmediato.
Por otra parte, algunos analistas consideran el último periplo de Sechin y la posterior presencia de submarinos nucleares rusos en la región como ejemplos del regreso a los tiempos del Moscú amenazante. Pero otros han observado que esa reactivación de Rusia en América Latina es pagar con la misma moneda a la posición norteamericana respecto al Kremlin, que puede resumirse en los recientes planteamientos de Hillary Clinton, rechazando que en el siglo XXI, Rusia pueda tener una esfera de influencia en Europa Oriental, y en las declaraciones del Vice-presidente de EEUU, Joe Biden, en su reciente visita a Georgia.
Esto explica la venta de armamentos rusos a Chávez y la cesión por éste a compañías rusas de los bloques petroleros en el Orinoco, que fueron cancelados a consorcios occidentales. Pero una cosa es Venezuela y otra la Sucesión en Cuba, donde Raúl Castro sabe que no puede establecer una base estratégica rusa, lo que no solo hundiría sus eventuales esfuerzos de normalización con Estados Unidos, sino que podría convertirse en el detonante del final del régimen. La política aventurera del castrismo en América Latina y el resto del mundo ha sido heredada por Hugo Chávez, y Raúl Castro no se siente molesto por tal rumbo de los acontecimientos.
Por todo eso, y por la abultada deuda del régimen que data de la era soviética, Sechin no se comprometió durante la visita a Cuba a inversión alguna en la esfera de los hidrocarburos. Los 150 millones de dólares en crédito, que otorgó su gobierno, son para la compra de equipos agrícolas y de construcción rusos, que se emplearán en las áreas afectadas por los tres huracanes del 2008.
Quizás lo más significativo que se anunció en las conversaciones de las delegaciones comerciales de Cuba y Rusia fue el acuerdo de que la compañía rusa Inter RAO EES va a participar en la modernización de la central termoeléctrica del Mariel. Esto viene a sumarse a las inversiones brasileñas por 300 millones de dólares en el dragado del puerto de esa ciudad, instalaciones portuarias y vías de comunicación, con el propósito de convertirlo en el principal puerto del Occidente de la isla, en sustitución del de La Habana. Este proyecto conjunto del gobierno cubano con Brasil y Rusia sustituye al acuerdo de fines del 2007 con la compañía “Dubai Ports World”, de los Emiratos Árabes Unidos, para modernizar el puerto del Mariel.
Los proyectos económicos priorizados por el gobierno de Raúl Castro actualmente son, en cada región:
Occidente: La modernización del puerto del Mariel para convertirlo en el principal de Cuba, en sustitución del puerto de La Habana.
Centro: La ampliación de la exportación petrolera a partir de inversiones en la refinería y puerto de Cienfuegos, que no tiene las mejores condiciones de calado para recibir super-tanqueros, y de ahí que se ejecute conjuntamente con la rehabilitación del oleoducto Matanzas-Cienfuegos y el puerto de supertanqueros de Matanzas.
Oriente: La reparación y mantenimiento de las instalaciones para la producción de níquel en el norte de Oriente, que no funcionan actualmente a toda capacidad por los precios deprimidos del mineral en el mercado mundial, y el trasvase interprovincial de aguas para contribuir a paliar las sequías y desarrollar la agricultura en el norte oriental.
SIN LUZ AL FINAL DEL TUNEL
El escenario plausible ante la coyuntura que se viene desarrollando en los últimos meses en la Isla es complejo para la actual dirigencia, y puede enrumbarse por caminos que ni el propio Raúl Castro ha sopesado.
Ya es una realidad que el general no cuenta con los medios políticos y materiales para lograr mejorar la situación en los niveles básicos de consumo y vida. Todo lo contrario, es incapaz de detener el deslizamiento de la nación hacia lo imprevisible. En su última purga, según parece coordinada con Ramiro Valdés, que demostró la no uniformidad de la élite, Raúl Castro retrocedió hacia las posiciones históricas de su hermano, y con ello dejó claro que en él no se concretaba la transformación. Todo ello se coronó al enterrar también lo que hubiera sido una ventana de oportunidad, cuando el presidente norteamericano Barack Obama le posibilitó la alternativa de negociar el diferendo Cuba-EEUU, lo que hubiera permitido un respiro económico y social. Por otro lado, en crisis el proyecto del ALBA, empantanado en el affaire hondureño, y la reducción de los ingresos petroleros venezolanos, podría mermar el subsidio de Chávez, con lo cual se deterioraría aún más el régimen cubano.
Lo que se presenta en la actualidad, ante la élite, no es la opción de mantener la economía de planificación centralizada o intentar reformas liberalizadoras de mercado, sino antes que todo asegurar, desesperadamente, el mínimo del consumo alimenticio y de servicios al país para evitar su desplome.
Con Fidel Castro todavía en capacidad para intervenir en la vida nacional, es casi imposible que se experimente con medidas de economía de mercado o de autonomía ante el Estado, como la ampliación de los mercados campesinos o un impulso al cuentapropismo y las microempresas familiares.
Algunos experimentos localizados que se han autorizado han sido en función de servir al Estado, no de mejorar al individuo. Incluso, el influjo modesto de inversiones extranjeras a partir del Período Especial, lejos de promover una apertura mayor, permitió a Fidel Castro no sólo posponer cualquier tipo de reformas, sino incluso revertir las que no tuvo más necesidad que aceptar, como hizo con el mercado campesino.
El discurso de Raúl Castro del 26 de julio del 2009 no fue más allá de lo que ahora se conoce como “la sombra”. El consejo de ministros, al reajustar por segunda vez en cuatro meses los planes de la economía, brindó muy poca información pública, y el anuncio, varios días después, de la posposición del congreso del partido, demostró la imposibilidad de realizarlo con Fidel Castro en vida, si es que se pretendiera iniciar reformas.
Por eso el general-presidente hizo un anuncio sorprendente en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, como es la celebración “en breve” de una Conferencia Nacional del partido, mecanismo contemplado en los estatutos de la organización, pero que solamente se utilizaba en el ahora inexistente Partido Socialista Popular en la etapa anterior al castrismo.
En esta Conferencia, según anunció, se deben producir movimientos y desplazamientos de cuadros en el Buró Político, el Secretariado, y el Comité Central y sus departamentos. De esta manera, Raúl Castro podría evadir el delicadísimo problema de tener que discutir si hay que mantener a Fidel Castro en el cargo de primer secretario, a causa de todas sus limitaciones de salud, e incluso ratificarlo como formalismo, pero podría cubrir los cargos en todas las instancias superiores del partido con personas leales a su proyecto, cualquiera que este sea.
Descontando fallecidos, tronados, presos, o en funciones secundarias, en estos momentos hay varios cargos vacantes en el Buró Político, la máxima instancia partidista, en los que Raúl Castro propondría, si pretende mantener el poder por el camino actual, personas que le hayan mostrado lealtad por mucho tiempo, que aunque no dejen de ser “fidelistas” en sus declaraciones, entiendan muy bien que el camino trazado por el viejo y enfermo caudillo es el camino del desastre, y que hay que perfeccionarlo: en realidad, misión imposible.
Igual sucede en las filas del Comité Central, con ciento cincuenta miembros, que Raúl Castro pretende reactivar con su enfoque más favorable a las instituciones que al carisma, ya que era un organismo absolutamente intrascendente en los últimos años de actividad diaria de Fidel Castro.No es más intrascendete ahora, pero hay que guardar las formas. A “la hora de los mameyes”, como se dice en Cuba, el general confía más en sus generales que en la colección de burócratas ineptos que conforman los cuadros profesionales del partido.
Pero tanto la institucionalización, como las medidas de reparto de tierras en usufructo, la incentivación a los trabajadores mediante el pluriempleo, el incremento de sueldos y la eliminación de los topes salariales, aunque son decisiones importantes, son medidas para las cuales sus resultados requieren tiempo. Raúl Castro está actuando como si este factor le sobrara, y ciertamente el tiempo le va a seguir apremiando cada vez más.
Por eso la Conferencia prevista pudiera ser una buena y quizás última oportunidad para que el general ganara tiempo, pero solo si hace lo que hasta ahora no se ha atrevido a hacer: tiene que lograr que los delegados debatan y se pronuncien a favor de introducir cambios significativos en la economía que muestren resultados inmediatos. También tiene que incorporar a los órganos superiores del PCC a gente jóven y capaz, y no necesariamente vinculada a su grupo de fieles seguidores. De lograrlo, ampliaría además el respaldo a su figura, pero si pierde esta oportunidad y convierte ese evento especial en un maratón de triunfalismo y acuerdos unánimes, no solo haría público su fracaso como Sucesor, sino que estaría liquidando también al Partido.
Ello conllevaría la mayor crisis de liderazgo que haya enfrentado Raúl Castro en toda su vida, y sería a la vez una invitación a que una parte de la élite cuestionara seriamente su capacidad de sacar al país de la crisis, proponiendo alternativas con figuras más jóvenes, que siempre serían dependientes del poder de la fuerza militar establecida, pero que darían una imagen fresca de renovación generacional e ideas nuevas, y que bajo los criterios de “salvar los logros de la revolución y el socialismo” serían capaces de aplicar las imprescindibles reformas para, primero, sacar al país del abismo al que lo ha conducido medio siglo de fidelismo-raulismo y, segundo, crear condiciones en la economía cubana para la estabilidad y el desarrollo, aunque no se sintieran obligados a democratizar la sociedad.
Lo del indefinidamente pospuesto VI Congreso del PCC es tema aparte: en realidad, los cinco congresos realizados hasta la fecha lo que hicieron fue refrendar la línea política que imponía Fidel Castro, y en varias ocasiones, como en el compromiso “internacionalista” en Angola después del primer congreso de 1975, o en el “proceso de rectificación de errores y tendencias negativas” después del tercero, en 1985, las decisiones unipersonales en la cúpula ignoraron la “voluntad” - ya de por sí domesticada- del congreso.
Como tales congresos solo eran en verdad útiles para la imagen de un proceso democrático partidista y para la propaganda nacional e internacional, el anuncio del aplazamiento ha tenido poca repercusión entre la militancia y la población en general, porque saben que lo que se haga, si se hace algo, no dependerá de la realización o no del congreso partidista.
Por ello, el anuncio de Raúl Castro de que el aplazado congreso partidista deberá definir “la sociedad socialista que aspiramos y podemos construir en las condiciones actuales y futuras de Cuba, [y] el modelo económico que regirá la vida de la nación” solamente provocó indiferencia en el país, y donde unicamente tuvo impacto fue en la prensa internacional.
Hasta los terroristas palestinos de Al Fatah pueden celebrar su congreso, aunque sea una farsa, en medio de todas las tensiones del conflicto con los israelíes, pero en Cuba no se puede. Esa definición que hizo el general solo interesa a los pocos “Pedro Campos” del patio, los que conforman un pequeño grupo de militantes convencidos de la posibilidad de reformar desde las raíces el “socialismo” cubano, si alguien logra saber lo que es, y sin tener que desmontarlo. Son los ilusos que quieren una perestroika a la criolla, pero sin Mijail Gorbachev, sin glasnot y sin economía de mercado.
El raulismo se ha adentrado en un atascadero derivado del mantenimiento de severas medidas económicas, la introducción de estrategias precipitadas que no han sido capaces de dar respuesta de manera rápida a las expectativas populares y las crisis. El descontento de los ciudadanos, que se expresa ya sin cortapisas, es una derivación de su frustración ante la falta de resultados de Raul Castro. Para el cubano de a pie, no existe una tercera vía entre el comunismo y el capitalismo. Porque por muy salvaje que fuera el capitalismo, dificilmente será más salvaje que el comunismo cuartelario cubano.
UN FANTASMA RECORRE CUBA
Tras medio siglo en las fuerzas armadas, el general-presidente y la gerontocracia verde-olivo tienen la experiencia suficiente para realizar correctamente la apreciación de la situación, y tienen que saber perfectamente que las opciones son muy pocas, y que ya en estos momentos se sitúan más allá de las ideologías. También lo sabe el anciano dictador en su lecho de enfermo, aunque no se quiera dar por enterado. No caben debates teóricos cuando en La Habana no se encuentran ni boniatos en estos momentos, y no se vislumbra el vuelco en la producción alimenticia, que constituye un asunto de seguridad nacional.
Si hasta ahora no se han producido protestas públicas que puedan obligar a implementar medidas de mayor liberalización, la continua regresión de la ya ineficiente y disfuncional economía acentúa los males sociales: tan escandalosos y generalizados como la prostitución, robo y asalto, racismo, incremento de la pobreza, miseria, mendicidad, familias sin viviendas, desabastecimiento de agua en ciudades y pueblos, contaminación ambiental, falta de higiene comunitaria, y crecimiento de las áreas marginales urbanas, entre otros explosivos problemas.
A estas alturas, la población en general ha perdido las esperanzas de progreso bajo la regencia raulista y, lo que es también peligroso, grandes sectores de la nomenklatura, que tras sus primeros pronunciamientos habían dado muestras de acomodarse a la sucesión raulista, han abandonado totalmente su creencia en el Sucesor designado como factor de mejoría o cambio.
Si se descuenta su círculo de incondicionales, ya Raúl Castro no es una expectativa de estabilidad en el país para la élite, ni una garantía absoluta para la preservación y permanencia en el poder, al representar en estos momentos el lado errado del pasado, la línea continuista, la cual desde su asunción ha entrado en bancarrota.
La élite castrista había conformado y santificado un despotismo totalitario como única forma de asegurar la preeminencia en el gobierno: en parte por su monolitismo unipartidista, la ultra centralización económica y la planificación absoluta. La creencia anterior en la infalibilidad política de Fidel Castro se ve reemplazada por la inhabilidad de Raúl Castro. La revolución ha devorado a muchos de sus hijos, y ahora, el octogenario “Mesías”, enajenado por el poder, ha inutilizado a su propio hermano.
El vacío creado por el desastre del viejo catecismo político fidelista no ha sido ocupado por el raulismo. Al haber abrazado nuevamente el fidelismo, el general ha sellado su suerte política con la de su hermano; así, en la medida que Fidel Castro continúe en su inexorable quebranto, la figura de Raúl Castro se irá deteriorando a los ojos del resto de la élite.
Si en algún momento se pensó que el grupo raulista buscaba la renovación política, sin adentrarse en la ruptura expedita, en la actualidad se encuentra aislado de su propia población y de la dinámica internacional, lo que constituye un valladar para que se torne en el nuevo vocero del aperturismo.
De no revertirse urgentemente la caída libre de la economía y de los valores sociales que vienen aparejados con la crisis económica en el país, será imposible evitar un estallido popular o una fractura de la ya nada monolítica nomenklatura, sobre todo en sus segundos escalones (los dirigentes no-históricos), y cualquiera de esos escenarios puede suponer un desenlace de violencia y enfrentamientos con resultados sangrientos y devastadores.
Ya a estas alturas no sólo sería erróneo para la cúpula raulista pretender proseguir por el camino trillado de Fidel Castro: ello puede conllevar efectos que podrían ser, además de erróneos, letales para el propio mantenimiento del poder.
Mientras bajo sus pies el país se deteriora a pasos agigantados, la figura de Raúl Castro, al no ofrecer alternativas realistas e inmediatas, ha perdido legitimidad también a pasos agigantados: le está sucediendo lo mismo que a Mijail Gorbachev, quien no se pudo librar de su rol simultáneo de Papa y de Martín Lutero. Pero mientras el soviético se arriesgó a abrir la caja de Pandora, el General de Ejército quisiera saber lo que la caja tiene adentro, pero sin abrirla.
Incluso pocos de los comunistas más ortodoxos (salvo quizás Raúl Castro y su pequeño grupo) creen ya en la economía centralizada de plan. Ya no existe un experimento social, ni objetivos centrales de la utopía, que pudiesen legitimar la estancia del general en el poder político. No sólo el gobierno no cuenta con un programa, un proyecto o una misión, sino que la élite en su conjunto se siente sin jefatura.
Para el resto de la militancia, con excepción de los que liban las mieles del poder, el asunto es paisaje: ya no creen en el socialismo, el comunismo, el marxismo-leninismo, y ni siquiera en la “revolución”: la ideología no llena platos en las mesas, calza pies, ni viste personas, no las transporta cada día, ni las protege de los huracanes, ni permite comprar en las Tiendas Recaudadoras de Divisas.
Es imposible considerar que la élite, y en especial Raúl Castro, no avizore que por el camino actual se pueden confrontar muy serios problemas internos que reten la estabilidad y hasta al mismo gobierno.
El inmovilismo demostrado hasta ahora, de mantenerse, llevará hacia un régimen cada vez más ineficiente, brutal y repudiado, como el norcoreano, o provocará el surgimiento de una junta militar típica latinoamericana, probablemente con algún maquillaje civil, como única alternativa de sostener el poder.
Llegado el punto en el cual Fidel Castro se halle políticamente inmovilizado para incidir en la nación, se producirá el quebrantamiento de la unidad formal de la élite y comparecerá el escenario de una violenta, rápida y quizás sangrienta lucha por el poder. Sin dudas, eventualmente tiene que producirse una quiebra de este modelo cuartelario en crisis y sin recursos ni estrategias efectivas, ya sea por presión popular, por resultado de una lucha intestina en la élite del poder, o por una combinación de ambas.
No habrá invasión militar norteamericana ni crisis de balseros para solucionar o aliviar las cosas: el problema es interno, está adentro, en el país, en la élite, en la gerontocracia, y si no acaban con el problema el problema acabará con ellos.
En la élite sólo existen tres figuras políticas con facultad de convocatoria en el aparato represivo y en las fuerzas armadas: Fidel Castro, Raúl Castro y Ramiro Valdés. El resto de la dirigencia conocida no cuenta con aptitudes para asumir iniciativas estratégicas. La paulatina desaparición política de Fidel Castro, que irá arrastrando la de su hermano, está llevando a Ramiro Valdés a la disyuntiva de hundirse con el compromiso histórico del Moncada, o despejar el camino del poder a punta de pistola.
Lo cual podría desencadenar un choque frontal en los niveles superiores del poder, no por diferencias ideológicas, -ya no hay ideología en la cúpula del poder- sino como medida de emergencia para evitar el descalabro y colapso total.
Lo que no podían, ni tampoco querían hacer, los dirigentes más jóvenes defenestrados en marzo del 2009, que se conformaban por esperar el veredicto de la biología para tener su oportunidad, lo podría intentar en este escenario una parte de la más alta jerarquía en el poder, cuestionando la capacidad de liderazgo de Raúl Castro ante la crítica situación, y pretendiendo incluso la aprobación del Máximo Líder, a nombre de preservar la obra de la revolución.
Siendo así con Fidel Castro en vida, entonces si falleciera el Comandante, que ya cuenta con 83 años de edad y una prolongada enfermedad de secreto de estado, sería casi imposible evitar el choque frontal entre Raúl Castro, con una conducta errática en su liderazgo, y el grupo de quienes preferirían correr riesgos de reformas en la economía y un mejoramiento real de las relaciones con Estados Unidos, en aras de buscar garantizar un aterrizaje suave para sus intereses y los de sus familiares.
Nunca hubieran sido los Carlos Lage, Pérez Roque, Otto Rivero y comparsa, capaces de actuar de esa manera, con insuficiencia hormonal y magro o nulo expediente combativo en un país donde está muy bien definido que el poder es de “los guardias”. Sin embargo, sería temerario decir lo mismo de un Ramiro Valdés, quien aunque de momento haya pactado con Raúl Castro una detente personal, no tendría que sentirse obligado a una lealtad desmedida al general cuando la considere suicida, y hasta el momento, después de tres años, Raúl Castro no ha mostrado un liderazgo capaz de arrastrar de manera ciega tras de sí -como lo logró Fidel Castro- a quienes se consideran a sí mismos con tantos méritos y tanta capacidad para actuar como el general que se define a sí mismo como una sombra.
La fecha del detonante de tal explosiva situación no se puede anticipar, pero el momento es posible definirlo: cuando quienes detentan el poder alrededor del general consideren más peligroso para sus intereses –ya no hay ideología- no hacer nada y seguir en las imprecisiones y falta de definiciones que acometer reformas, no escucharán argumentos contra la necesidad de actuar, y no se detendrán en quitar del camino a quienes se interpongan.
Nada motiva más a las personas, cualesquiera sean, que el instinto de supervivencia: si la percepción llega a ser que por Raúl Castro y sus indefiniciones están en peligro de perderlo todo, no vacilarán en actuar y echar a un lado al general, que no es ningún máximo líder, sino solamente un primus inter pares.
No es desdeñable la impronta de una figura militar o civil, a cargo de una gran unidad militar, o de una provincia, que pueda ascender meteóricamente a los primeros planos, en la medida que la crisis -económico-social para la población, pero política para la élite- se profundice. Sin los hermanos Castro, y ante la inefectividad congénita del Partido Comunista, que no sería más que paisaje en este escenario, como ha sido siempre en todos, a pesar de las pomposas declaraciones, se impondrá el único poder real en Cuba desde siempre: un gobierno militar, que llevará a un nuevo “Dorticós” al frente como imagen civilista.
¿Fantasías? No necesariamente. ¿Quién pudiera ser esa figura? ¿Quién sabe? ¿Recuerdan a Hans Modrow en la extinta República Democrática Alemana tras la caída del Muro de Berlín? Quienes lo recuerdan podrán entender lo que aquí se dice, con relación a una figura desconocida que la vorágine precipitó al vórtice de los acontecimientos de un día para otro. Quienes no lo recuerdan, o no sepan quién fue, harían bien en informarse.
Nadie nace como líder transformacional, sino se hace durante su vida, en los momentos coyunturales. El hombre es él y sus circunstancias, dijo Ortega y Gasset, un profundísimo pensador español demasiado poco conocido en Cuba. Ronald Reagan, que del tema sabía suficiente, y que fue un líder indiscutible, dijo en una ocasión: Todo el mundo es nadie hasta que comienza a ser alguien.
Quizás entonces, las divisiones dentro de la élite comunista gobernante permitan que sectores de la sociedad civil (cierta disidencia “vegetariana”) participen en un proceso de negociación política entre cubanos, no por convicciones ideológicas aperturistas de quienes detenten el poder, sino más que nada por consideraciones pragmáticas.
Los grupos que personalizan la oposición y los disidentes están muy lejos de una sociedad civil articulada, al ser creados en los arrabales habaneros y en ciertas urbes del interior, respondiendo entonces a necesidades muy concretas de los sedimentos sociales profesionales urbanos, sin tener en cuenta las vicisitudes de otros sectores sociales (afrocubanos o agrarios), precisamente los más desvalidos y carentes de representación. La dignidad y el valor, que abundan, no bastan para hacer política.
Por otra parte, en estos momentos el exilio miamense concentra el debate en torno a lo procedente o no de realizar un concierto por la paz del cantante colombiano Juanes en la Plaza de la Revolución de La Habana. Esto ha generado una porfía cargada de pasiones, duros epítetos, y hasta un aquelarre en la Calle Ocho.
Todas las opiniones son legítimas, pero lo prodigioso es ver a gran parte del exilio ajeno a lo que está sucediendo en Cuba ante sus propios ojos, como si lo único importante o trascendente fuera la actuación o no de Juanes. Casi todos parecen sentirse obligados a expresar su punto de vista ante el evento, y al hacerlo priman las emociones y se obvia lo complejo de la situación en la Isla y el interés de la administración Obama por lograr un engagement (interacción) con el régimen cubano.
Para ello se están incrementando las visitas a Cuba no solo de representantes de muchos intereses comerciales norteamericanos, sino también de estudiantes, artistas, deportistas y religiosos, para tratar de recobrar el nivel en que estaba ese tipo de intercambio bajo la presidencia de Clinton. Se trata, por lo tanto de, una ecuación política de mayor envergadura, donde el concierto de Juanes es solo una parte.
Ninguna de las alternativas que se perfilan en el horizonte le conviene a nadie, más allá de los irresponsables, los tremendistas, y quienes no se preocupan por una carnicería entre cubanos, aunque siempre alentándola desde lejos y sin declararlo abiertamente. Es hora de que la élite se decida a aceptar el fracaso de todas sus estrategias anteriores, que ha conducido a la actual estrategia del fracaso.
Un fantasma recorre Cuba en estos momentos. Y no es precisamente el fantasma del comunismo. Porque ya no hay estrategias ni liderazgo: sombras nada más.