Reflexiones del cambio
La revolución de los nuevos fariseos
No es un secreto para nadie ni hay que ser un analista político o social para comprender que en la isla de Cuba esta al producirse un sustancial cambio. Lamentablemente este cambio lo vemos hoy tardío, debió haberse producido mucho antes pero diversas circunstancias han coadyuvado a que se haya retardado más de lo que muchos hubiéramos deseado. Predecir cuando sucederá con alguna exactitud sería tarea de prestidigitadores y no es nuestro caso además, se sale también de nuestros objetivos. Lo que si hay que tener claro es que sucederá, de un momento a otro y que hay que estar preparado para ese momento.
Cada vez con más frecuencias vemos aparecer en los medios de comunicación, ya sean artículos periodísticos en diferentes publicaciones, ya sean comparecencias en programas de radio o televisión, pero siempre con el mismo estilo “mea culpas”, interesantes personajes que pertenecieron a la cúpula del poder revolucionario cubano y ahora tratan, esgrimiendo toda una serie de circunstancias, motivaciones y sobre todo con el babilónico argumento de que fueron engañados, de hacernos creer que están arrepentidos, que fueron simples instrumentos de un proceso que los cegó en un principio, que se dejaron llevar por las líneas teóricas, pero que después de desgastarse y botar por la borda sus mejores energías tratando de llevar a la práctica esos conceptos teóricos, reconocen que fue un error, que estaban equivocados y arremeten con fuerza contra aquello que ayudaron a crear, crecer y perdurar y juran que lucharan con todas sus energías por combatir el maligno “Frankenstein” en el cual, claro está, depositaron sus huellas. Evidentemente sus trabajos y exposiciones son exquisitos en cuando a documentaciones y datos puestos que ellos, en machísimos casos, fueron quienes los aportaron.
No cabe la menor duda que estos personajes se creen son unos adelantados a los tiempos y miran al futuro con luz larga, pero nosotros pudiéramos declararlos “Fouchés modernos” que tratan de navegar siempre con su barca a favor del viento y la corriente. Para usar una de las frases propias del régimen cubano actual pero que los dibuja de cuerpo y alma tendríamos que decir que son “…los oportunistas de los últimos tiempos”.
Recuerdo en una reunión informal entre amigos que uno de ellos enarbolaba una teoría que no estaba lejos de la verdad, a mí entender. En términos generales planteaba que en los primeros años se podía creer que existieron personas, armadas de muy buena voluntad e intensiones, que lucharon a brazo partido por cambiar el estado de cosas imperante en la década cubana del cincuenta, que llegaron hasta abrazar el naciente proceso revolucionario, con su carga de medidas a favor de las grandes mayorías y que hoy vemos que eran más populistas que democráticas y al poco tiempo se decepcionaron y comprendieron que todo no era más que un fraude mayúsculo y que habían sido engañados. Eso es perfectamente entendible y con toda seguridad sucedió en muchísimos casos. Lo que mi amigo no entendía y a ello también me sumo, es que ahora, después de haber ayudado decididamente a mantener aquel régimen por caso cincuenta años en contra de las leyes de la gravedad, de haber tenido, eso a no dudarlo, una buena cuota de extremismos porque de otra manera no se asciende en aquellas escalas de gobierno, después de haber hecho suficiente daño como para ganar los méritos necesarios, después, y esto también debe estar claro, de haber disfrutado de las ventajas, bondades y privilegios en dependencia de la altura del escalón ocupado, aparezcan estos personajes que se declaran engañados, arrepentidos y vuelvan a enarbolar la bandera, gastada ya a estas alturas, de que estaban ciegos y fueron utilizados. Ojo, este espécimen generado visceralmente por el sistema cubano es en extremo peligroso, dañino y puede corromper cualquier estructura donde se aloje.
El cambio está por venir; como dirían en mi tierra, “…se cae de la mata” pero es ahora cuando hay que tener los ojos bien abiertos y estar alertas para luchar contra estos depredadores, estos “vivos políticos” que piensan que toda la vida van a vivir de los “bobos”, entendiendo por ello a las personas de buena voluntad.
Soy partidario ferviente de un cambio pacífico en la isla puesto que desde que Jesucristo combatió la imperante Ley del Talien con su dogma del ojo por ojo y diente por diente, cobra más fuerza que la violencia solo engendra más violencia (ellos son un vivo ejemplo) y con la agravante que esta segunda puede ser descompuesta y alcanzar hasta inocentes, pero ello no quiere decir que no este de acuerdo con que cada cual tiene que responder por su parte de culpa y por ello es necesario tener la mente bien concentrada para no dar oportunidad a esos “vivos políticos” los cuales, repito, proliferan cada día más sin importarles donde se encuentren, dentro o fuera de la isla, aunque a mi forma de ver los más peligrosos son los que se han logrado insertar en el exilio y con su verborrea redundante tratan de confundir.
Varios son los factores comunes que los identifican y por ellos son fáciles de reconocer, pero solo mencionaremos algunos: En un elevadísimo por ciento estos individuos pertenecen al grupo de los que en la isla llaman “tronados”. Algo les salio mal en su carrera de simuladores profesionales y cayeron en desgracia, o se percataron a tiempo que la guillotina de la justicia revolucionaria que ayudaron a afilar haría rodar sus cabezas; dejaron de disfrutar de las prebendas alcanzadas y vieron diluirse sus sueños de grandeza, de seguir escalando a toda costa y entonces recurren al método que entienden más conveniente: cambiarse de bando, criticar al régimen que los engendro aun con más fuerzas de las utilizadas en antaño para mantenerlo y con la mejor de las armas desarrolladas, la hipocresía, tratan de buscar cabida en el otro bando.
Los objetivos son claros. El primero de ellos sobrevivir a toda costa, volver a disfrutar de los privilegios perdidos, volver a saborear el poder y sobre todo, con su militancia, ahora más activa y decidida, obtener el perdón de sus pecados sin tan siquiera comparecer como acusados al juicio que les corresponde.
Confió en la buena luz del pueblo cubano y en los que en un futuro tomaran las riendas. Confío en que no sean ahora “los del otro bando” los que se dejen engañar, confío en que se haga justicia y no venganza, confío, en el cambio pacífico pero adecuado y confío en primer lugar, que estos “nuevos fariseos” no hagan otra revolución con el próximo cambio aprovechándose, una vez más, de los hombres de buena voluntad.
Orpu