Bueno, al grano, “intransigente” es una palabra de mayor cuantía
para la que hay que ser un “hombrecito” si es necesario vivir con ella,
porque puede ocasionar muchos y serios problemas… por lo que puede
“vivirse” de la palabra hasta que pruebas de alto nivel obliguen al
“tapiñao” a declarase de acuerdo a sus intereses personales, de corazón u
obligado por circunstancias “ajenas a su voluntad”.
La tiranía no corre peligro por ser los más intransigentemente
descarados del mundo, ellos decide desde el alpiste hasta el paredón,
así que…
Para probar la intransigencia de la dictadura, cualquiera que
proponga acercamientos, mejoras o relaciones plenas con esa caterva, lo
único que debe solicitarle al clan es que pongan por television un juego
del Chicago White Sox o de los Reales de Kansas City en los que,
diariamente, juegan tres cubanos ó cuatro escapados del “feudo
respetuoso de los derechos humanos”, también pueden pedirle que pongan
una pelea de Ringodeaux, de Lara o de Gamboa y hablo de la television
nacional, para un público que hasta en Cuba Debate no se cansa de
pedírselo “a quien pueda interesar”, es decir, a los fantasmas que todo
lo corrompieron y todo lo destruyeron sin responsabilidad criminal en el
asunto; los que decidieron “alargar la zafra” de este año, como han
hecho durante medio siglo, buscando más azúcar para, a la vez, que salga
al cuádruple del precio de producción y depués culpar a alguien como a
Borrego en 1968 o al éter, que es donde habitan los hectoplasmas.
Estas agresiones a la decencia y a la inteligencia son de pura
intransigencia, en una revision de control de la calidad, nadie les
podría quitar la etiqueta de “óptima para regla de oro”, según el
lenguaje de ellos mismos, puras al 100% y, ahora que Raúl va a desfilar
como Jardinera, provocando y molestando a las Damas de Blanco, “a correr
liberales…”
Pero a Armando Pérez Roura se le complicó su irreductible posición
de intransigencia anticastrista, una vez que consideró “un incidente”
(palabra que designa hechos pequeños, vulgares y sin importancia de
acuerdo al contexto), las declaraciones procastristas de Ossie Guillén.
Vamos a entendernos, tal vez Pérez Roura fue un “intransigente”
durante la era de Amancio, que le pagaba por serlo, sin embargo, cuando
la emisora cae en manos americanas, más que liberales,
procastrocomunistas, entonces hay que aceptar cosas, porque puede
peligrar el dinero que le dan para quitarle la careta de oportunista sin
brillo verdadero poco a poco, que debe ser bastante.
Armar un escándalo, una protesta, un boicot…contra Aruca, Hugo
Cancio, Max Lesnick, incluso contra Silvio Rodríguez es fácil, lo
difícil es hacerlo contra alguien que pertenece a una comunidad que le
importa más al pulpo televisivo que la cubana a estas alturas, luego,
ahí las cosas van hasta cierto punto, que sería como decir que “a Pérez
Roura lo dejan jugar con la cadena y ni ve al mono”.
Desde hace rato tengo la impresion de que el director de Mambí no
era como se vendía, sobre todo, porque era capaz de imponerle sus
criterios a algunos de sus empleados, como los del sector deportivo, que
debían rechazar, incluso echar pestes, del Salón de la Fama de Marino
Martínez, con lo que se ofendía a muchos veteranos exiliados que sí son
intransigentes y grandes cubanos que asistían y asisten cada año al
evento, pero, algo curioso, nunca orquestó ese rechazo contra el Diario
las Américas, que empleaba a Marino.
Para considerarse intransigente hay que serlo, ni decirlo ni
aparentarlo, por lo que puedo hacer una lista de patriotas interminable
que comience aquí y termine en Cuba, de la que no faltarían ni Miguelito
Saavedra ni Héctor Fabián por decir solo dos de miles.
Ahora, este señor, que ha convocado al exilio y le han respondido
porque la condición de los ex propietarios de la emisora era
intransigente, no puede ni intentar liderar más al exilio, porque,
cuando la conducta de los nuevos dueños cambió a diferente a rajatablas,
se acondiciona y, si cabe, se somete a los dictados del “cambio”,
considerando incidente una expresión que yo hubiera querido ver cómo la
trataba hace 20 años. Detallitos como ese, sin aparente importancia, son
el preámbulo de hecatombes de magnitud y proporción incontrolables
después
Tampoco se debe vender más como el sacrificado luchador que
transmite un mensaje peligroso para el pueblo de Cuba, porque allí si
cuesta serlo, desde poder trabajar, caer preso, apaleado en la calle o
fusilado.
Si Pérez Roura optó por situarse al lado de los salvadores del
manager, incluso a pesar de Felo Ramírez y de la exclusiva de las
transmisiones, allá él, pero que no crea que alguien puede comerse una
guayaba de madrugada y después ir al baño como si nada hubiera sucedido.
Para llamarse a sí mismo martiano y no responder siempre como se debe a
las duras pruebas que nos pone la lucha contra el castrismo, sino al
puesto bien remunerado, sobra lo que habla.