LA HABANA, Cuba, 6 de diciembre de 2013 – Dos buzos de Jaimanitas descubrieron hace poco una nueva forma de ganar dinero, la venta de erizos a turistas que se hospedan en hoteles del litoral.
Son Joaquinito y Sandy, quienes entran todos los días al mar en busca de las prendas y dinero que pierden por descuido los bañistas, y también sobreviven de la pesca y la extracción de calandraca del fondo marino para la venta como carnada. Ahora han añadido a la lista el erizo de mar, especie que abunda en los arrecifes, considerados platos de lujo en algunos países desarrollados.
El descubrimiento fue realizado por Sandy, al que apodan en el pueblo el suicida, desde aquella vez que resolvió una compleja situación familiar clavándose un cuchillo en el abdomen. Cuenta que mientras buceaba en los arrecifes detrás del club Habana, tres turistas italianos se acercaron a la orilla y le pidieron que sacara erizos para comer. Dijeron que eran afrodisíacos, y en sus países platos caros.
Un saco de erizos
Sandy se puso la careta, mordió el snorker y se zambulló en el agua. En menos de diez minutos tenía afuera un saco de erizos. Los contaron, sesenta erizos de primera calidad, que los italianos devoraron en menos de lo que cantó un gallo.
Abrían los cascarones de espinas y se comían las huevas amarillas alojadas en su interior. Relataron que contienen un alto poder nutritivo y medicinal. Le pagaron 10 cuc por el atracón, que en su país hubiera costado una fortuna, ya que un plato de erizos se cotiza en restaurantes especializados en 50 dólares, dijeron.
Sandy acepto el dinero sin chistar, porque consideró ventajoso el negocio, que le había demorado solamente 10 minutos en recolectar los especimen marinos.
En unión de su amigo Joaquinito, un padre de familia que sobrevive con el negocio de la calandraca y del buceo en la orilla, y que ha añadido también la venta de caracoles, la pareja de buzos se ha agenciado una clientela fija de extranjeros que han corrido la voz entre sus coterráneos, de erizos y caracoles baratos, y los esperan al mediodía en la orilla, para comprarles.
Estómagos de hierro
–Se comen los erizos crudos, y también los moluscos que viven dentro del caracol. Los devoran sin sal, sin limón, sin cocinar. Tienen estómagos de hierros –dice Joaquinito.
Un custodio del club Habana los regañó hace poco, alegando una supuesta alteración del ecosistema. Los buzos contestaron que los erizos llevan años muriéndose de viejos en el fondo, y pinchando a los bañistas, y ellos ahora los estaban utilizando con un fin social.
–Además, estamos pasando las de Caín. Tenemos que sobrevivir como sea –dijo Sandy.
El jefe de sector de la policía les advirtió recientemente, de ciertas informaciones que le estaban llegando sobre venta ilícita de erizos, pero los muchachos se hicieron los suecos.
–¿Venta ilícita? ¿De erizos? ¿A quién? ¿Dónde? ¿Cuando?
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