Arzobispo Oscar Arnulfo Romero |
Como arzobispo, denunció en sus homilías dominicales numerosas violaciones de los derechos humanos y manifestó públicamente su solidaridad hacia las víctimas de la violencia política de su país.[2] Su asesinato provocó la protesta internacional en demanda del respeto a los derechos humanos en El Salvador. Dentro de la Iglesia Católica se le consideró un obispo que defendía la "opción preferencial por los pobres". En una de sus homilías, Monseñor Romero afirmó: "La misión de la Iglesia es identificarse con los pobres, así la Iglesia encuentra su salvación." (11 de noviembre de 1977)
En Polonia:
El padre Jerzy Popieluszko nació el 14 de septiembre en Okopy, provincia de Bialystok al nororiente de Polonia. Fue ordenado sacerdote por el cardenal Stefan Wyszynsky el 28 de mayo de 1972 en Varsovia. Además del trabajo parroquial, en la Iglesia de San Stanislao Kostka, desarrollaba su ministerio entre los trabajadores organizando conferencias y encuentros de oración. Igualmente asistía a los enfermos, los pobres y perseguidos.
Padre Jerzy Popiełuszko |
El padre Popieluszko ayudaba a todos los trabajadores, les alentaba, les educaba en el amor fraterno, les invitaba a no reaccionar de manera vengativa cuando alguno era lastimado, les administraba el sacramento de la confesión y se convirtió en un apoyo para sus familias. Les enseñaba a responder con oraciones y cantos sagrados y patrióticos ante las amenazas y las agresiones que pudieran recibir. Sostenía el movimiento Solidarnosc («Solidaridad» en español) en sus batallas, para garantizar mejores condiciones sociales para la libertad, la justicia y el progreso.
De muchas maneras el régimen comunista intentó amenazarlo y asustarlo. Asesinaron a los hijos y los parientes de las personas más cercanas. Incluso uno de sus colaboradores creía en las amenazas y se convirtió en un espía de los servicios secretos. Pero el padre Popieluszko, no creyó nunca en estas provocaciones. Nunca tuvo sentimientos de odio.
Una de las escenas de la película muestra cuando el padre Popieluszko descubrió que había sido traicionado: llevado por el miedo, uno de sus amigos no aguantó más la opresión y el terror. Entonces el sacerdote pronunció esta frase: «combato el pecado, mas no a sus víctimas».
Esta capacidad de amar a todos cristianamente, fue lo que le hizo más libre e invencible. Pero el régimen no sabía qué cosa hacer. Buscaron desacreditarlo y acusarlo de conspiración política, pero el padre Popieluszko nunca habló de política.
Así, el 19 de octubre de 1984 cuando regresaba de un servicio pastoral de Bydgosszcz a Gorsk cerca a Torun fue secuestrado por tres funcionarios del ministerio del Interior, fue salvajemente golpeado y torturado.
Aunque se encontraba atado, intentó escapar. Los persecutores le tomaron preso de nuevo y le golpearon de manera aún más violenta. Le ataron entre la boca y las piernas para que no pudiera desatarse sin asfixarse. Le pusieron una roca en los pies y lo echaron al Vístula cuando todavía estaba vivo. Tenía 37 años.
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