¿Quién le contesta a Fidel?
Diálogo Abierto con Fidel Castro. (Primera parte.)
Ramón García Guerra | Para Kaos en la red | Hoy a las 0:03 | 436 lecturas | 6 comentarios
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Situamos como fecha de inicio de este diálogo el año 2005.
Entonces la prensa de izquierda en México había reportado un evento realizado en la UNEAC por “jóvenes cubanos” que se estaban replanteando los destinos del socialismo en Cuba (La Jornada: 08/03/05). Demasiado fuerte aquel reporte. Sobre todo, cuando recién se había adoptado en 2002 una reforma a la Constitución en donde se declaraba el carácter irreversible del régimen político vigente en la Isla --¡que además era calificado de socialista!--. Este evento se convertía en un acto de actualización de la opción socialista que marcaba la diferencia ante la ostpolitik de la clase dirigente en Cuba.
¿Qué hacer?
Sólo ocho meses más tarde se presenta el compañero Fidel Castro en la Universidad de La Habana –donde ofrecíamos clases-- para hacer un discurso que gira en redondo y se coloca a medio camino entre nosotros y aquel huevo que habían lanzado contra la puerta del futuro. (Aludo a actos de repudios en el caso: Mariel.) Evidentemente, la política de Estado frente al Proyecto Varela –por ejemplo-- había sido diferente a esta adoptada ahora con nosotros.
Ahora esta crítica al régimen no se hacía desde la derecha.
El dilema de los socialismos del siglo XX se reducía a su incompetencia para dialogar con los radicales de izquierda que emergían de la dinámica de una vida política que tendía a cancelar el cambio. La cautela del compañero Fidel Castro, frente a esta izquierda socialista-libertaria que les desafía, no halla otra explicación que una obvia resistencia ante la novedad.
Cuba era otra. Pero ellos no se habían dado cuenta aún del cambio. Ahora se cierra el ciclo.
En medio de la entrevista que ofrece el compañero Fidel Castro a periodistas venezolanos en Cuba llega a referirse a las buenas intenciones de Gorbachov y Eltsin en la antigua Unión Soviética. ¡Cómo no estar de acuerdo con estas ideas! –llegó a decir--. (Calificó al primero de látigo.) Evidentemente hace una elipse en el discurso para caer sobre nosotros. Siembra así la sospecha entre el auditorio. Entonces se pregunta: ¿Qué fue de todos ellos? En fin… el mar. Somos unos hipercríticos como aquéllos.
Desde luego, esta actitud decente del compañero Fidel Castro se diferencia de la adoptada por el actual presidente Raúl Castro ante la Asamblea Nacional. Grosera, en verdad. Éste no se refería a nosotros de forma directa, pero sí afectaba a compañeros de viaje nuestros.
¿Qué decir?
Podemos seguir el destino de aquellos radicales. Ante todo, si somos hoy incapaces de frenar la corrupción que produce el propio régimen stalinista cubano. Después nos pueden culpar de su fracaso. Sólo eso hizo naufragar a los rusos. Lo he dicho antes: ¡Fidel Castro no es el dilema de Cuba! Saquen el pie del cloche.
Nadie se engañe en Cuba. Durante los años 90s se gestó una Nueva Clase. Ésta surge no porque los cubanos nos enfrentábamos con una situación difícil en aquellos años, sino porque las políticas del Estado obrerista (que ahora intentan traer de vueltas) habían balcanizado a la sociedad, --así como estratificado la misma-- hasta potenciar a aquella élite burocrática-policial que integrará una nueva economía, desde donde además licitará al país en aquellos años aciagos. (¿Cómo si no entender la Causa 1 de 1989?) Todavía hoy: ¿Quiénes dirigen la nueva economía?
¿Están libres de sospecha estos señores?
Veamos los record de fugas en Cuba: ¿Cuántos ministros en funciones han desertado en cinco décadas? ¿Cuántos altos oficiales del MINFAR y el MININT han tomado esa decisión? Entonces, qué: ¿libre de sospecha los suyos?
Entonces, ¿cuál será la reacción ante el alerta anticorrupción que ofreció Esteban Morales? Echarlo del Partido. Nadie se engaña en Cuba, insisto. ¡Esta gente está blindada hasta los pies! Somos una sociedad de imbéciles para ellos. La prensa del Partido publica un artículo cuyo título --“Socialismo con swing”-- nos revela con quién estamos tratando en esta ocasión. Cualquier cosa publican hoy en Granma… menos un artículo de los nuestros.
Promoviendo un proyecto de Enciclopedia Cubana, que resulte en una apertura al debate de ideas sin tapujos en Cuba, alguien se presento en el Instituto de Historia de Cuba (IHC) e invita allí a todos a participar de esta iniciativa cívica socialista. Nunca advirtió que aquella participación debía ser mediatizada por los directivos del IHC. Pero estos últimos son precavidos pues tanta libertad puede traerle dificultades más tarde con el Dpto. Ideológico del PC cubano. Cuadros que no discuten con los afectados cara-a-cara. Entonces se atreven a corregir la oferta original: Nadie podrá participar sin autorización de los directivos del Instituto.
(Cuentan los servicios del director del Instituto como apaga-fuegos o policía interno. Está aún pendiente un affaire del mismo, el cual calificó de agresión a la Revolución a un joven intelectual cubano que defendía su doctorado en Historia: ¡por haber hecho referencia a un tal Antonio Gramsci en su trabajo!)
En un ensayo que publiqué acá en Kaos-Cuba me ocupo en denunciar el modelo institucional stalinistas que afecta a las ciencias sociales cubanas. Estamos ante un ejército de profesionales que son reducidos por una institución que es domeñada por una élite política.
Entendemos que el compañero Fidel Castro, indirectamente, haya cruzado sus mensajes con los nuestros. Porque hay en Cuba mucha gente con la autoestima dañada (¿dañada por quién?) que tratan de salir en cámara. Lo único que podría explicar estas actitudes de los directivos del IHC sería su aprehensión por los cargos, así como la evidente incompetencia de sus jefes inmediatos ante el debate público de sus ideas.
(Tenemos noticias de la fuerte oposición que han recibido estos señores. Dentro y fuera del Instituto. Existen otros ejemplos más dignos en el CITMA. Como aquél director de un Instituto que a contrapelo de los reglamentos sometió a la decisión de todos su puesto: “Si no están acá conformes yo solicito mi baja” –dijo Aquél. Lo hizo de forma secreta y obtuvo un 93% de los votos.)
Pues bien, ahora el compañero Fidel Castro nos pregunta: ¿Cómo va a ser la sociedad (en el futuro)? Incluso nos pide precisar lo que digamos. Esto es: a) ¿Cómo se van a administrar los bienes y servicios?, y b) ¿Cómo se van ha obtener las fuentes renovables de energía?
Pienso que todas estas preguntas deben ser tomadas en cuenta.
Fidel Castro ha hecho preguntas sabias a todo el mundo.
¿Incluidos los cubanos?
Imaginemos que también los cubanos. Pero ahí se complica la cosa pues el elitismo en Cuba, --sumada además la despolitización de las ciencias sociales-- resulta un mal endémico que se halla agravado por el pacto político vigente entre el PCC y la UNEAC. [Dediqué un artículo a discutir este dilema: “Ante la Ciudad Letrada en Cuba” (Kaos-Cuba: noviembre/2008).] Prefieren los sabios cubanos crear thinking tank que integrarían ellos mismos, antes que explorar los border thinking que se hallan en la sociedad. Los expertos en Cuba está convencidos que tratan con una sociedad acéfala que aún necesita de un aditamento en la nuca para pensar lo correcto. (“Lo que entiende todo el mundo que es lo que entienden los funcionarios” –diría Che Guevara en 1965.) ¡Qué coincidencia esta! Piensan igual que los cuadros profesionales que atienden el área del trabajo ideológico en el PC cubano.
[Nosotros hemos publicado muchos artículos. Sólo en 2010: unos 18 títulos en total. Todos se refieren al tema. Precisamente estos han motivado en el Comandante en Jefe este cambio de actitud. (Presto mucha atención a cuánto escribe. Entre otras cosas, he sido profesor en Teoría de la Comunicación y he estado ocupado en hacer análisis de contenido en los medios. Podría hoy demostrar lo dicho.) Lo cual nos parece un mérito del compañero Fidel Castro en tanto se muestra aún abierto a nuevas ideas.]
Respecto al tipo de consulta que hace el compañero Fidel Castro ahora mismo, en particular, acabo de publicar un artículo: “Socialismo de qué, tavarich”, que viene a participa de las inquietudes del líder cubano y podría motivar un debate.
Desde luego, no todo lo dicho en tales textos es exacto.
Escribo sobre la montura del caballo y dispuesto para el próximo combate.
Los dos últimos textos publicados por mí cometen un error estadístico que voy a corregir.
Debimos decir que los estándares de exclusión en Cuba son altísimos. La sociedad oficial deja en outsider al 84% de los cubanos. Actualicemos el conteo: una diáspora del 27%; los reclusos son 5%; 25% de pobres (14% de indigentes o “buzos”) –gente que no piensan en otra cosa--; ancianos-en-archivos, 15%; más un voto crítico y/o disidente de al menos 12%.
[Los efectos de la política del miedo van desde los puestos sometidos a vigilancia estricta por agentes del DSE –entre otros: gerentes, militares, diplomáticos, ministros, etcétera--, hasta los índices de peligrosidad que aplica el Estado policial contra amplios segmentos de la sociedad a través de jefes de sectores de la PNR.]
Pero estos no superan la mitad de la sociedad oficial. (Sociedad que sólo incluye al 14% de los cubanos.) El control sobre el trabajo fue el mecanismo más efectivo del cual dispuso el Estado obrerista (entre 1971/1989). Rescatando este control político ellos tendrían asegurado su dominio sobre todos los ámbitos del poder: trabajo, sexo, subjetividad y autoridad. (Dominación política que procura justificar la explotación económica del actual régimen estatista en contra de la sociedad cubana.) Estos resortes de conscripción han colapsado hoy mismo. Explicaría esto el interés de los ortodoxos en el poder por rescatar la función institucional del “trabajo salariado” (pago-con-sal) como forma de dominación política de la sociedad.
Cuando logren restablecer el control, entonces, podrán cancelar todas esas autonomías obtenidas por diversos sectores sociales –artistas, campesinos, etcétera-- durante la década de 1990. La apatía de algunos ante estos dilemas en la actualidad, --como si no fuera con ellos-- pronto se convertirá en tragedia personal.
Entonces me pregunto: ¿Quién se decide a contestar las preguntas del compañero Fidel Castro hasta contrariar las sabidas respuestas que desean escuchar los abyectos? ¿Espera acaso el compañero Fidel Castro, en verdad, que alguien responda a sus preguntas en Cuba? Dentro de la sociedad oficial, ¿alguien? Fuera de aquélla, ¿quiénes?
Para tomar el convite en serio podríamos hoy empezar por publicar la papelería del último debate público –durante el segundo semestre de 2007-- (resultado: 1 300,000 opiniones). Opiniones que se hallan secuestradas en los archivos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Resolveríamos así, de paso, ciertas dudas: ¿Lo que hacen hoy honra la voluntad popular?
Ramón García Guerra.
Santa Fe, Ciudad de La Habana, Cuba:
15 de agosto de 2010.
E-mail: ramon0260@gmail.com
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