Huber Matos Araluce/ Articulo original paraCubanálisis - El Think-Tank
La reciente purga de funcionarios en Cuba podría parecer una acción dirigida a consolidar el grupo en el poder, pero puede haber sido un error que los haya debilitado.
Preguntemos: ¿Representaban un peligro para Raúl Castro los funcionarios purgados? ¿Era este el momento y la forma? ¿Cuáles han sido las consecuencias?
Es difícil defender el argumento de que los purgados representaban un peligro para el grupo que controla el gobierno. Ninguno de ellos tenía influencia o control alguno sobre unidades del ejército, o del aparato represivo, o influencia sobre el monopolio de los medios de comunicación del régimen. Cualquiera de los purgados podía eliminarse gradual y fácilmente, uno por uno, sin conmoción interna e internacional, y sin necesidad de una confesión de errores a la usanza estalinista.
Desde hace medio siglo la estructura de poder en Cuba es completamente piramidal y no ha habido nadie que haya representado un reto al pináculo. Hasta el General Arnaldo Ochoa, “Héroe de la Revolución”, que tenía tropas a su mando, fue descartado fácilmente e inducido, con drogas o amenazas a una lastimosa “autocrítica”, para luego ser fusilado en la madrugada del 12 de julio de 1989.
O el caso menos célebre pero muy ilustrativo del ex ministro de relaciones exteriores Roberto Robaina, de quien también se especuló en su momento que podía ser un posible sucesor de Fidel Castro. Robaina fue destituido de su cargo sin mucha repercusión y ha terminado de pintor vendiendo sus cuadros a los turistas. Ejemplos sobran.
¿Era el momento y la forma de la purga? Raúl Castro acaba de regresar a Cuba de un viaje que lo llevó a varios países. En Brasil recibió el apoyo de su presidente Lula da Silva. No se culmina una ofensiva diplomática en busca de legitimidad con una acción que ha sido motivo de editoriales y artículos en el mundo entero en la que se destaca la naturaleza militarista y represiva del régimen. Ni esta medida es el mejor mensaje para la nueva administración norteamericana, ni tampoco para los cubanos en la isla.
¿Cuáles han sido las consecuencias de la purga?
1. Raúl Castro y su grupo han hecho quedar en ridículo a sus aliados en el exterior, entre ellos a los presidentes latinoamericanos que han visitado La Habana recientemente, legitimando con su presencia a un régimen dictatorial que por dos años ha estado prometiendo cambios sin resultados.
2. Esta purga no ha sido un mensaje inteligente, ni oportuno, a la nueva administración estadounidense, ni a quienes en ese país proponen el levantamiento del embargo y una nueva política hacia la isla. Por el contrario, les han dado argumentos a quienes exigen garantías concretas hacia una transición democrática a cambio de la suspensión del embargo.
La purga no ha sido motivada, según dice “El Economista”, con el propósito de unidad de un frente común de Raúl en sus futuras negociaciones con la administración de Obama. Con ese argumento, tratan de buscarle justificación a una torpe medida. Cuba no es la URSS bajo Gorbachov, en la que había liderazgos y tendencias independientes.
3. La purga ha provocado frustración en quienes esperaban que los que mandan, entiéndase bien: los que mandan, pudieran usar a individuos como Carlos Lage para mejorar la imagen del gobierno y dar inicio a un proceso que, aunque no representara un cambio total, sí una esperada y urgente apertura. Estamos hablando de un sector numeroso y muy importante del país entre los que se encuentran miembros del Partido Comunista y funcionarios del gobierno. Frustración compartida también por una parte del pueblo.
4. Ha sido una purga contra la nueva generación de cubanos. Lage y otros son culpables de tener la capacidad intelectual que le falta al grupo de los “nuevos” gobernantes de 75 años. Son también culpables de no haber luchado en la Sierra Maestra. Lejos de disminuir su imagen, después de la purga han aparecido algunos letreros en la ciudad de Santiago de Cuba: “Lage Presidente”, aunque esto no tendrá mayor consecuencia.
5. A pocos escapará que el mal momento y la torpeza de proceder evidencia algo sumamente importante: Fidel Castro no está bien. En su sano juicio probablemente nunca hubiera cometido errores tan elementales. Raúl Castro y Ramiro Valdés lo han usado como un muñeco de trapo para que secunde acciones inoportunas, innecesarias y perjudiciales para el propio régimen.
Esta purga pública ha sido un ajuste de cuentas contra los “protegidos” de Fidel Castro que, inmunes bajo el manto total de su protector, actuaron por muchos años al margen de Raúl Castro y Ramiro Valdés, quienes hoy controlan el poder y ahora se dejaron llevar por viejos y profundos resentimientos, pasando por alto el momento y las consecuencias.
son muy malos en la isla , volvieron a burlarse de nosotros los cuabano amwricanos que ya somos de disneylandia, odio a los castro nos volvieron a dar pinga
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