"Aprovecho para anunciar nubarrones en el horizonte de Penúltimos días. El jodido problema de tener que trabajar para vivir, como siempre". La escueta nota sobre el futuro inmediato de su popular bitácora, insertada hoy por Ernesto Hernández Busto, me ha echado a perder la tarde. ¿Se despide Ernesto por dificultades económicas? ¿Acaso es tan inevitable la pérdida de uno de nuestros mejores periodistas alternativos?
No debería ser, si quienes disponen de recursos hasta para botar y tanto dicen amar a la "cultura cubana de las dos orillas" no albergaran bajo su capote la oscura creencia latina de que la muerte de Penúltimos Días los beneficia. Es el momento de que alguna institución solvente, algún mecenas desinteresado haga un gesto altruista, desembolse un donativo mínimo capaz de mantener a flote a Penúltimos Días, uno de los dos blogs (El Tono de la Voz sería el otro) más exitosos, profundos, polémicos, actualizados y literariamente exigentes del exilio contestario en Europa. En cuanto a amenidad, lo considero punto menos que imbatible.
Poco costaría tirarle un cabo, pero mucho me temo que no aparezca nadie dispuesto a efectuar un salvamento financiero tan barato a favor de un blog tan auténticamente subversivo, transgresor a los ojos del seudoprogresismo europeo. Qué va, queridos, los fondos disponibles ya han sido malgastados una y mil veces para fomentar --entre otros engendros del género con ínfulas de ecúmene exiliar-- el pomposo estreno de la FECU, federación inexistente, criatura político-mediatica nacida inerte. (A un mes justo de fundada, ¿le conoce alguien sede, estatutos, medio de difusión, siquiera una dirección gratis en Yahoo, Google, Hotmail o Gmx, donde indagar para inscribirse?)
Se cumple así uno de los mandamientos inexorables del aparato de inteligencia cultural castrista: asfixiar económicamente al exilio intelectual militante en Europa Occidental mediante el oblicuo recurso de canalizar todos los fondos de promoción cultural a disposición del entramado fundacional local hacia entidades "moderadas", de "centro-izquierda", de la "cultura de las dos orillas", de la "Diáspora", "pro diálogo, conciliación y paz social"...
Sí, cómo no, me refiero también a la benemérita presidencia de la Asociación Encuentro de la Cultura Cubana (AECC), cuyo crecido presupuesto anual alcanza y sobra para eso y mucho más. Ernesto --no todos lo saben-- tiene consigo en Barcelona un hijo menor de edad que mantener. Es padre solo. Laborando por amor al arte en su bitácora, nunca pediría más de lo indispensable para subsistir creando cultura y manteniendo al día a sus lectores, sábados y domingos incluidos. Con todo, del aire no puede vivir.
Pese a mi escepticismo, albergo la remota esperanza de que esos "negros nubarrones" existenciales por él anunciados no lo obliguen a clausurar su excelente blog. Y es que, sin sombra de duda, con el cierre de Penúltimos Días perderíamos uno de los dos espacios para el diálogo y la polémica más prestigiosos y asiduamente visitados de toda la prensa alternativa exiliar.
Lugar de cita obligatoria, paradigma formal y de contenido para la creación del El Abicú Liberal, no puedo menos que expresar aquí mi porfía, mi ansiedad por ver a la bitácora de Hernández Busto subsistir contra viento y marea, por poder seguir hurgando cada mañana entre sus múltiples entregas para conocer las últimas novedades de la Isla y el Exilio, ver vídeos y gráficas desconocidos, deleitarme y aprender con la buena prosa de sus colaboradores...
En fin, siendo la esperanza lo último que se pierde en este aperreado ostracismo, mis palabras no quieren ser un adiós, una dolorosa despedida, sino un S.O.S. por Penúltimos Días. Como tal, se lo telegrafío a cualquier lector en grado de abogar de algún modo ante mecenas o fundaciones sensibles al drama de carestía de la cultura alternativa criolla en el Viejo Continente.
Apelo, en particular, a la AECC, que bien podría recuperar parte de la cara perdida actuando aquí de salvavidas cultural; y a los generosos patrocinadores de la FECU, quienes, con una fracción de la "platajunta" dilapidada en el ostentoso acto inaugural de una federación sombrilla que nunca existió, se resarcirían moralmente por aquel espectacular bochorno haciendo, en compensación, una obra de beneficencia cultural tan poco costosa como provechosa.
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