LA HABANA, Cuba. 28 de septiembre de 1992.
(OEM-Informex).- Pese a los problemas que enfrenta Cuba para sacar
adelante a la población, Carlos Aldana, otrora ideólogo del Partido
Comunista Cubano, y quien además figurara como uno de los principales
políticos de su país, solo detrás de los hermanos Fidel y Raúl Castro,
asegura que la Revolución Cubana ya triunfó y que únicamente falta por
alcanzar algunos objetivos.
Aún está fresca la información de su
destitución del cargo, al grado de que muchos sectores se siguen
preguntando qué fue lo que pasó para que una de las piezas clave de la
política cubana saliera repentinamente del círculo cercano del
presidente Fidel Castro; no obstante, él se refrenda como "fidelista" y
rechaza tener diferencias con el máximo líder de su país.
Sobre
su futuro todavía no hay claridad, salvo que mantiene su disposición
para servir a su país en cualquier tarea que se le encomiende.
Durante la entrevista estuvo también presente José Ramón Balaguer, designado como su sucesor, y con el que también conversamos.
¿Dentro de sus funciones estaba el control de los medios de comunicación?
Sí,
en el sistema de orientación y de control que tenemos establecido
corresponde exactamente al departamento que llamamos ideológico, el cual
ha tenido otros nombres en otro momento; los medios de difusión en
nuestro caso tienen distinto carácter, y en la medida de su carácter es
como se expresa la forma en que nos relacionamos con ellos.
Hay
medios que son medios del partido propiamente dicho, donde tenemos
relaciones inmediatas, directas; hay medios que corresponden a
organizaciones de masa o sociales, instituciones que ejercen sobre ellos
una autonomía, y nuestra relación en este caso es de otro matiz, y
entre esos medios hay los que son estatales, como es el caso de la
televisión y la radio en Cuba, donde el nexo que mantenemos es íntimo y
hemos tenido que ver con ellos durante todo el tiempo.
Don
Carlos, algunos medios de comunicación en el mundo le están atribuyendo
a usted todos los cambios positivos que se han dado en Cuba.
Es
ridículo, profundamente erróneo; en algunos casos estos comentarios son
groseramente disparatados, pero cualquiera que conoce cómo se comporta
el sistema político en nuestro país, las instituciones que lo integran,
cómo se ejerce el Gobierno, cómo se ejerce la dirección de la sociedad, y
cualquiera que haya seguido nuestra vida y conozca los documentos en
los que están plasmadas nuestras decisiones y cuál ha sido el proceso
mediante el cual hemos llegado a estas decisiones, en ocasiones con
nuestro propio estilo y métodos propios de la Revolución consultando a
decenas, a miles y a veces millones de personas, procesos en los que han
intervenido centenares, miles de especialistas que expresan una
voluntad política de nuestro partido, y que en el momento en que una
persona aparentemente se encuentra, digamos en crisis, como en mi caso,
el atribuírselo a esa persona no es más que una acción de manipulación
tendenciosa tratando de restarle credibilidad y autenticidad a estos
procesos.
Por fortuna, la mentira tiene piernas cortas y la
realidad se va a imponer rápidamente, y ustedes y todos verán la
continuidad de estos procesos de resistencia, de enfrentamiento a las
dificultades, en este llamado periodo especial de rectificación y de
perfeccionamiento de nuestra sociedad, de todos los cuales es una
ficción suponerme el inventor, ni mucho menos.
Quería añadir que
aunque esta sustitución desde luego representa para mí un revés
personal, no soy un político profesional; yo son un militante y tengo
muchas razones para sentirme en capacidad, con energía y con fuerza para
asumir cualquier otra tarea tan pronto se decida en qué puedo invertir
mi experiencia y mi inteligencia.
Tengo muchas razones para
sentirme feliz en la realidad social de nuestro país, porque para esto
hemos vivido todos nosotros, a esto le hemos consagrado toda la vida;
esto va a continuar y soy, por encima de cualquier otra clasificación
que se pueda hacer, un hombre que cree en las ideas que sostienen
nuestra sociedad.
En Cuba creer en esas ideas, sincera, honesta y
radicalmente, es ser "fidelista"; si yo tratara de definirme, es decir,
si alguien me pidiera que me definiera a mí mismo, para decirlo todo,
para que eso quedara sintetizado de la manera más calante, yo diría eso,
que soy "fidelista"; me siento muy orgulloso de poder decir eso con la
libertad y sinceridad que lo digo.
Desde luego, los días más
felices de mi vida han sido éstos, trabajando al lado del compañero
Fidel, donde he trabajado, he tomado decisiones, he cumplido sus
indicaciones, pero no debo vivir de esa nostalgia; creo que tengo por
delante trabajo, porque en nuestra sociedad hay necesidad de trabajar y
ese recuerdo me servirá de aliento, de estímulo para seguir luchando, y
para ser fiel y consecuente con las ideas al programa y perspectivas de
bienestar de nuestro pueblo, de equidad, justicia y libertad que el
compañero Fidel ha representado.
A su juicio, ¿qué faltaría para que la Revolución de Cuba se concrete?
Bueno,
yo creo que la Revolución Cubana ha triunfado, que tiene una obra, una
realización en el plano socioeconómico y en el plano moral, así como en
el plano ético y en el plano cultural.
Creo que esa obra que se
expresa en una sociedad singular no tiene paralelo en América Latina, y
creo que no lo ha tenido nunca en ninguna otra parte, porque pienso que
nuestro socialismo ha sido siempre cubano, y ha estado amenazado.
Creo
que hay una diferencia muy importante, en que efectivamente esté
amenazado por las dificultades conocidas, a que no haya triunfado; tiene
objetivos por alcanzar, que es también otra dimensión, objetivos
económicos que están condicionados hoy por las realidades de lo que
nosotros llamamos el doble bloqueo, el de Estados Unidos, que ahora
alcanza sus niveles más bárbaros con la llamada ley Torricelli, y la
consecuencia del derrumbe de la llamada comunidad socialista, por eso
creo que es en los términos en los que el problema estaría planteado con
más exactitud.
Por otra parte, nosotros seguimos un programa de
perfeccionamiento de nuestros sistemas, de nuestra sociedad, en los que
estamos enfrascados de una manera muy consecuente, a pesar de las
dificultades de orden material que estamos enfrentando.
Acabamos
ahora de discutir y aprobar modificaciones sustantivas de nuestra
Constitución orientadas en ese sentido de perfeccionamiento, nos vamos
ahora dentro de semanas a sumir en un proceso electoral novedoso que le
da continuidad a nuestras bases democráticas y a nuestras experiencias
democráticas en el sentido de profundizarlas, que sería otra dimensión
de la obra revolucionaria que tiene un gran porvenir, un gran futuro
perdurante de la independencia, de la situación real a la que el país se
va a ir enfrentando durante los próximos meses.
Esto no quisiera
que formara parte de la entrevista, porque, insisto, ya no es a mí a
quien le corresponde hacer estas reflexiones.
Perdóneme
Don Carlos, pero creo que en la forma en la que usted habla es muy
importante que el mundo se entere de la integración que tuvo como
militante del partido y que expresa ahora como un simple ciudadano
cubano.
Se lo agradezco, Don Mario.
¿Don Carlos, cuáles son sus planes y qué piensa hacer usted en el futuro?
Mi
idea es seguir siendo y sentirme útil, aprovechar mis conocimientos y
mi experiencia en lo que la dirección del partido considere y decida que
yo puedo ser de más utilidad.
Estoy seguro de que como va
nuestra plática, esto dará posibilidades de dialogar buscando el lugar
más idóneo, el ámbito en cualquier parte del país, ya que en cualquier
parte puede ser necesario nuestro aporte; desde luego, en especial en
aquellas cosas en las que puedo ser más eficaz.
En este momento
no tengo ninguna idea concreta, pero tengo el ánimo y el deseo de
terminar mi trabajo con el compañero Balaguer (que ha sido más largo de
lo que habíamos pensado); el proceso de transición lo estamos haciendo
con bastante detalle y más tarde comenzar la nueva tarea que se me
asigne.
Aprovechando su presencia, Señor José Ramón
Balaguer, exembajador de Cuba en la URSS, quisiera preguntarle ¿cómo
siente usted el trabajo de Don Carlos ahora que le está recibiendo la
oficina?
Yo en este momento siento un profundo espíritu de
agradecimiento en el trabajo que he realizado, apenas nos estamos
identificando con todas estas tareas; como usted sabe, he estado algún
tiempo fuera del país, y siento que las cosas que hemos estado
discutiendo y las cosas que me está informando y la forma en que se está
realizando me dan posibilidades de entender y familiarizarme con este
trabajo totalmente.
Embajador, usted ha estado muy atento a la plática entre Don Carlos y yo. ¿Qué opina usted de nuestra conversación?
Pienso que el verdadero revolucionario siempre habla con entusiasmo, con sentimiento y con la verdad, como lo ha hecho Carlos.
¿Don Carlos, se siente usted satisfecho de todo su trabajo en el partido?
El
problema es cualitativo y por eso es que la reflexión que se ha hecho
es una reflexión justa; lo lamento mucho, porque implica de cierto modo
fallar, implica defraudar y tiene además un costo político, que es el
costo de todas estas especulaciones, de toda esta charlatanería, de
todas estas cosas que habíamos previsto iban a suceder.
Una
decisión como ésta hay que tomarla y enfrentar ese costo, porque hay
cosas mucho más importantes, más trascendentes para nosotros como país, y
como sociedad, que la situación que transitoriamente se va a producir,
pero eso, aunque aquí con usted nos hemos sentido en un ambiente muy
amistoso, incluso nos hemos hasta reído, no quiero dejar la impresión de
ninguna manera de que lo asumo a la ligera.
He dicho que es un
revés, no en la carrera profesional de alguien, sino en mi vida
revolucionaria, como militante, sobre lo cual yo tengo que reflexionar
para que una próxima vez no vuelva nunca a verme en esta experiencia que
para mí, como usted puede comprender, es muy triste y lacerante, pero
como le dije: encaro el futuro con mucho optimismo y mucho deseo de
asumir, no voy a decir que responsabilidades, porque quizás lo más
aconsejable para mí ahora es desempeñarme de una manera más inmediata,
más directa, en cualquier trabajo, pero el que sea, estaré con muchas
ganas de comenzar.
Don Carlos, ¿desea agregar algo?
No,
Mario, solamente quería darle las gracias por esta oportunidad, se lo
agradezco muchísimo; cuando me informaron que deseaba reunirse conmigo
accedí de inmediato, porque lo respeto mucho a usted como profesional;
tengo antecedentes de su trabajo y es una oportunidad que no siempre
desafortunadamente tenemos, de ofrecer nuestra visión, nuestros puntos
de vista, nuestra perspectiva y dejar que la gente honesta de buena fe
se forme una opinión escuchando solo a aquellos que distorsionan, que
especulan, y hacerles llegar nuestro punto de vista con lealtad
honestidad y sinceridad.
Siempre se lo voy a agradecer.
Después
de esta conversación, me dediqué a esclarecer algunos puntos. Resulta
que un hombre de nacionalidad cubana que responde al nombre de Eberto
López Morales en algún momento se hizo pasar por representante de
algunas compañías internacionales y de instituciones gubernamentales en
Cuba.
Al parecer, engañó a varios dirigentes cubanos, entre ellos a Carlos Aldana.
Eberto,
casado con una señora italoargentina, utilizaba este argumento para
justificar sus frecuentes entradas y salidas de la isla, así como el
dinero que tenía, expresando que su esposa era una persona de altos
recursos económicos.
Tras varios meses de sospechas, se decidió
en el seno del buró político nombrar una comisión para investigar las
relaciones que el Gobierno había sostenido con esta persona, siendo el
más directo interlocutor el mismo Aldana. Mientras tanto, a mediados de
este año, Eberto fue detenido y, según información, se encuentra aún
preso.