Cubanet
Reinaldo Emilio Cosano Alén
LA
HABANA, Cuba – Las autoridades coloniales jamás imaginaron que los
portales de edificios y viviendas de La Habana extramuros, construcción
obligatoria para proteger a los transeúntes del sol, lluvia y rocío
nocturno tendrían otro uso, también muy humano.
E.O. F., de 3l años, cuenta sobre la notoriedad, aunque no exclusiva, de los portales de Monte. O, mejor decir, Monte y Cienfuegos, la esquina del pecado.
-Existe un secreto comercio después de las once de la noche. Antes no encuentras nada. Hace unos meses se estacionaban mujeres bonitas de diferentes edades y razas. Acosaban a los hombres invitándonos “a pasar un buen rato”. Se sabía qué hacían allí y a qué iban los hombres a esa hora. Oficio
fácil de reconocer por la forma de caminar, faldas muy cortas, ropas
apretadas, colores intensos en labios, cejas, pestañas. Ajustabas precio
con pocas palabras. La acompañabas al cuarto cercano y pagabas el
alquiler. Al final se pagaba. Se pasaba un buen rato-.
EOF expone una curiosidad: -No hay comercio homosexual y de travestis
con intermediarios. No por discriminación. Han encontrado su espacio
medio-tolerado en la avenida del Malecón, heladería Coppelia y otros
lugares de la capital, aunque a veces la policía les hace pasar sus
sofocones.
-Ahora no ves a ninguna en los portales. Está el intermediario. Se acerca, pregunta: -¿Buscas chica? Las hay buenas, bonitas y baratas.
Cinco CUC (divisa interna; un CUC=25 pesos) para la jinetera, un CUC
para el tercero y otro CUC para una hora del alquiler del cuarto en
algún solar [nombre de las cuarterías de La Habana]. Por lo general pequeño, medio oscuro, caluroso, poco aseado.
|
Los portales de Monte y Prado |
-Entras y seis o siete mujeres que un instante antes charlaban,
reían, bebían entre bocanadas de humo se ponen de pie. No por cortesía
sino intencionadamente sobándose los senos, mordiéndose los labios,
intentando ser escogida. Cuesta trabajo decidirse, pero hay que escoger
rápido, pagas por una hora y no puedes pasarte de tiempo. Afuera dos
forzudos guardianes aplicarán llaves y retorcerán brazos a quien
pretenda extralimitarse o no pagar.
Subimos a la barbacoa [entrepiso improvisado, para aumentar el espacio]. Generalmente hay dos cuartos separados
por un tabique de madera que traspasa jadeantes susurros o permite
imaginar posturas. Cuartos no muy higiénicos. La misma sábana toda la
noche. A veces ni agua para lavarse. Tampoco toalla sino papel
periódico. Pregunto a “Violeta”, mi ocasional compañera sobre la
posibilidad de enfermar de sida. Respuesta inmediata: -¡Sin condón,
nada!
Alejo Carpentier (1904-1980), escritor y musicólogo cubano llamó a La
Habana “La Ciudad de las Columnas” (1970) (*). Los portales de
viviendas e importantes establecimientos comerciales estaban muy
iluminados al anochecer en las calzadas Monte, Reina, Belascoaín, Paseo
del Prado, Diez de Octubre. Tantos que era puro gusto pasearse por los
portales y contemplar los escaparates llenos, hoy, ruinosos, en
penumbras, con muchos vacíos por lamentables derrumbes patrimoniales.
-¿Por qué las jineteras –palabra que aceptan con naturalidad- han desaparecido de los portales? Responde “Violeta”:
La policía aumenta la represión por racha contra el jineterismo [prostitución]. A veces resolvemos con unos fulitas
(CUC). ¡Pero si están de…P, ni eso! Nos agarran y no paramos hasta la
cárcel. La situación está dura. Pero muchas y muchos vivimos de esto.
Un informe de la Ministra de Justicia publicado en el sitio de la
Cancillería en octubre del pasado año señala que 241 personas fueron
procesadas por el delito de proxenetismo. De ellas, 224 fueron juzgadas.
Antiguamente la prostitución estaba relegada y controlada por las
autoridades en las llamadas Zonas de Tolerancia, hoy se desparrama por
la ciudad.
-¿Y si la policía las sorprende en el cuarto?
“Violeta responde:
-Todos los oficios tienen riesgos. Probaríamos suerte diciendo que
somos amigas que celebramos el cumpleaños de una de nosotras, ¡y que
Dios nos proteja!