El gobierno cubano, que en enero de 2014 cumplió 55 años en el poder, tendría poco más de 200 espías en Estados Unidos, cifra ligeramente más baja de la que tenía antes de que se desmantelara la llamada Red Avispa, de agentes cubanos en Miami, Florida, en 1998.
No es una especulación febril del anticastrismo radical, es una afirmación del teniente coronel Chris Simmons, oficial de la contrainteligencia militar de Estados Unidos y autor del libro The Spy's Wife: Beyond Betrayal (La esposa del espía: más allá de la traición), que escribió con Ana Margartia Martínez, ex esposa del espía Juan Pablo Roque, de la Red Avispa. Roque escapó a Cuba horas antes de que jets militares cubanos derribaran a dos avionetas civiles y desarmadas de la organización humanitaria cubanoestadounidense Hermanos al Rescate, con saldo de cuatro muertos. Esto ocurrió el 24 de febrero de 1996 con apoyo de Roque y la Red Avispa.
La afirmación de Simmons representó en su momento la primera vez que un funcionario estadounidense hablaba sobre el número de espías cubanos en territorio norteamericano, en los últimos años. Cuatro espías cubanos cumplen penas de cárcel en Estados Unidos, tras comprobarse que formaban parte de la Red Avispa. Un quinto fue liberado. Esta red espiaba a organizaciones cubanas en el sur de Florida, y se mencionó durante el juicio a que fueron sometidos que también trataron de espiar las instalaciones del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos.
Según Simmons, los espías cubanos actúan en células compartimentadas y separadas unas de otras, y su misión parece ser la misma de años anteriores: vigilar las actividades de las organizaciones cubanas en Estados Unidos y las instalaciones militares norteamericanas.
El alto oficial estadounidense comenzó a rastrear espías en todo el mundo en 1986, cuando inició su carrera en la contrainteligencia militar. En 1990 hizo varias investigaciones de este tipo para la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) del Pentágono. Luego del derribo de las avionetas de Hermanos al Rescate, fue nombrado jefe de análisis de la contrainteligencia para América Latina, con Cuba como foco principal.
Antes de la crisis económica de los 90 y la desintegración de la Unión Soviética, según Simmons, la cantidad de espías cubanos en Estados Unidos rondaba los 300.
Este oficial fue parte del equipo que capturó a la espía Ana Belén Montes, quien desde su cargo de analista de inteligencia del Pentágono pasaba información secreta al gobierno de Cuba. Montes fue arrestada en 2001.
En este mismo instante, varios espías al servicio de Cuba, entre ellos varios norteamericanos, guardan prisión. Están tras las rejas por ese delito, la misma Montes, condenada a 25 años de cárcel, y los esposos Walter Kendal Myers, de 72 años, y Gwendolyn Steingraber Myers, de 71, que trabajaron para la inteligencia militar cubana durante 30 años. Previamente, también estuvieron en prisión por espionaje, los esposos Carlos Alvarez y Elsa Prieto, ahora en libertad.
Por su parte, el Dr. Manuel Cereijo, profesor de la Universidad de Miami y autor de numerosos artículos sobre Cuba, asegura que no fueron cinco espías los de la Red Avista sino 27. De ese grupo, cinco se declararon culpables y cumplieron prisión, y otros cuatro también se declararon culpables en mayo de 1999 y se encuentran en un plan especial de cambio de identidad. Otros escaparon a Cuba.
Más Allá de Estados Unidos
La red de espionaje cubana ha ido más allá de Estados Unidos. A finales de los 80 desertaron varios agentes de Castro en distintos puntos del planeta. El más famoso de ellos fue el mayor Florentino Azpillaga Lombard, jefe de la inteligencia cubana en la entonces Checoslovaquia comunista. Azpillaga Lombard desertó en Austria en junio de 1987 y de allí pasó a Estados Unidos, donde reveló los nombres de 350 agentes cubanos que presuntamente se habían infiltrado en ciertos niveles de gobiernos extranjeros. Este hombre obligó a Castro a reestructurar todo el sistema de espionaje cubano en Europa. Reveló también que la Dirección General de Inteligencia de Cuba tenía entonces 2.086 agentes, y denunció que Fidel Castro había depositado varios millones de dólares en bancos suizos, y se beneficiaba de una impresionante flota de yates y mansiones a todo lujo en las 14 provincias cubanas. Acusó también a la cúpula gobernante de la isla de corrupta y de haber arruinado a Cuba.
A principios de octubre de 2000, otro agente cubano, Pedro Riera Escalante, fue arrestado en México mientras trataba de desertar, y finalmente resultó deportado a Cuba. Riera Escalante confesó a la prensa mexicana haber trabajado como espía desde que llegó al país azteca en calidad de cónsul en 1986. Admitió haber reclutado a un número récord de informantes mexicanos, entre funcionarios, empresarios, agentes de la inteligencia mexicana y periodistas. Este hombre comenzó sus actividades como agente en 1969, cuando era apenas un adolescente, y entre otras misiones suyas estuvo la de convencer al presidente de Mozambique, Samora Machel, en 1977, de expulsar al personal de la CIA de ese país africano. También trabajó en la redacción de un manual para capacitar a sus colegas cubanos en las técnicas de infiltrar a la CIA.
El desmantelamiento de la Red Avispa representó el más duro golpe a las actividades de inteligencia del régimen castrista en territorio estadounidense. Posteriomente, la captura de Montes fue otro revés importante. Pero ninguno de ellos se asemeja al protagonizado en 1987 por Azpillaga.
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