Notas de un prisionero político
Comandante Huber Matos Benítez/ Cubanálisis-El Think-Tank
Pedro Luis Boitel
Yo traté de persuadirlo, porque era el más viejo, le dije a Boitel…. “estos son unos hijos de puta, te quieren llevar a una protesta para desgastarte o liquidarte.”
Comienza la huelga de hambre y vemos que se está deteriorando seriamente.
Por acuerdo unánime decidimos demandar asistencia médica… llegamos al 23 de mayo de 1972. Boitel tiene sobre sus esqueléticas espaldas varias semanas consecutivas de ayuno. Insistimos, hasta con amenazas… consiguiendo que se lo lleven para darle atención medica.
Cuando llegan a buscarlo, uno de los funcionarios del Ministerio del Interior, el oficial Valdés, que viene siguiendo el proceso de ayuno, dice:
-Bueno, está bien, lo vamos a llevar, órdenes del Ministerio… Por mí, éste tendría que morirse; ya ha jodido mucho.
Por mi experiencia en las huelgas de hambre, sé que con suero sobreviviría.
Acercándose a la media noche, inexplicablemente, ponen una película que se escucha en los altavoces de la prisión. No sabemos de qué se trata, el sonido de la película no nos deja escuchar ningún otro ruido o movimiento.
En la mañana siguiente, le preguntamos al guardia que nos trae el desayuno:
-¿Como está Boitel?
-No, no, yo no tengo nada que ver con eso -nos responde alarmado y muy nervioso.
Su actitud nos hace pensar que algo muy malo ha pasado.
Una semana después, corre la noticia por la prisión de que en la madrugada del 25 de mayo el cadáver de Boitel fue llevado al cementerio y sepultado. Luego se lo comunicaron a su familia.
Rafael del Pino
En estos días de agosto de 1977 Rafael del Pino es tema de comentarios entre los presos. Ahora tiene posibilidades de salir de la prisión porque es ciudadano norteamericano. Con él, son cinco norteamericanos que pueden irse en un posible canje.
Del Pino había mejorado, parecía animado y en recuperación, debe creer que pronto saldrá… incluso se lo dicen… para que él lo haga llegar afuera y todo parezca normal…
Una mañana desde mi celda veo que escoltan a un preso al pabellón de castigo… camina trabajosa y lentamente hacia el tenebroso lugar... logro reconocerlo… es Rafael del Pino… es una persona tranquila y enferma, jamás se ha rebelado.
Pasan dos días y nos dicen… se ahorcó…
Nadie lo cree… estamos convencidos que lo mataron vilmente... si los separaron es porque no querían tener testigos… tampoco permitieron que nadie, ni su familia, viera el cadáver.
Lo asesinaron para excluirlo del canje.
Huber Matos
Estoy decidido a hacer una huelga de hambre en protesta por tanto abuso. No estoy dispuesto a que me sigan tratando peor que un animal… aquí el tiempo nunca es instante, siempre eternidad.
La huelga es el último recurso contra el abuso.
La muerte del prisionero político como consecuencia de una huelga de hambre es un acto de rebeldía.
Las tiranías temen la rebeldía porque se contagia, y los tiranos necesitan el miedo para gobernar.
Mi estado físico deja mucho que desear, arrastro años de amargura y privaciones. Veo en algunos compañeros los mismos estragos, y en muchos, los ojos marchitos.
Voy a retar a la dictadura hasta mi muerte si es necesario.
Sé que la dictadura puede evitar la muerte de un preso en huelga de hambre, pero también puede aprovecharla para dejarlo morir o para rematarlo.
Mis compañeros Lauro Blanco y Nerín Sánchez se acercan y me dicen:
-Huber, vamos a la huelga contigo.
Los primeros tres o cuatro días del ayuno total son muy difíciles; el cuerpo lucha por recibir su alimento... primero exige con ansiedad, y como no recibe, reacciona con dolores de cabezas y mareos.
Después el organismo comienza a vivir de sus reservas, gracias a la ración de agua que le sirve para metabolizarlas.
Al principio el organismo se va debilitando y la mente tiene mayor lucidez… luego desaparece el deseo de comer y la razón huye involuntariamente de la realidad; se confunde con las nieblas del sopor y participa con el cuerpo en esa fuga lenta y sostenida de la vida.
Una mañana me han traído a Lauro Blanco, como para que sirva de testigo:
-Estás a un paso de la muerte, me dice
Los carceleros se lo llevan, está desesperado, va dando gritos que no logro entender.
Me han trasladado a “Villa Marista”, el antro de cuartel de la policía política G 2. Desde un sótano, o desde celdas a otro nivel, llegan gritos humanos, desgarradores. A veces son lamentos prolongados y dolorosos, a veces alaridos breves, muy pronto sofocados.
Estoy tendido en el suelo, sobre una especie de colchoneta delgada. La grasa ha ido desapareciendo de mi cuerpo y este ha comenzado a alimentarse de los músculos; soy un manojo de huesos; el estómago me pega con el esternón.
Lo que veo, entre el sopor, es que me han sacado y me tienen en el suelo.
A mi alrededor está Medardo Lemus, el Coronel Jefe de Cárceles y Prisiones, el médico Batista, y Alipio Zorrilla, delegado del Ministerio del Interior. Hay dos personajes más: Alemán, el director, y Valdés, que están como espectadores y no se meten conmigo.
La tortura ha comenzado. Batista me ha enterrado varias veces, y por diferentes partes del cuerpo, una jeringa grande o un punzón. He resistido el dolor para no darles el gusto... entonces me la entierra en los testículos, el dolor es intenso pero lo resisto.
Batista habla de castrarme con un bisturí.
Lemus dice:
“Es mejor castrarlo con esto… si queda vivo se matará con su propia mano.”
Batista se sienta sobre mi estómago, el dolor es terrible. Me agarra la cabeza y me dobla el cuello como si lo fuera a quebrar... me saca un gemido que no pude controlar.
Me pone una toalla a presión sobre la boca y la nariz... no puedo respirar... débilmente trato de quitármela.
-Ven, sí está sintiendo lo que le hacemos.
Lemus dice:
-“Definitivamente, está loco”
Lemus, le dice a “Casquillo”- un ayudante de enfermería:
-Tráeme un bisturí, que le voy a sacar los huevos a este tipo.
Alipio Zorrilla, el representante del Ministerio del Interior, le dice rápidamente:
-No puedes sacarle los testículos porque eso no está autorizado... Si queda vivo es un problema y, además, ya el otro preso anda gritado por todas partes que estamos matando a Huber...
Han traído a Tony Lamas de nuevo para que vean que estoy vivo y que miente.
Tony llora como un niño la ver el estado en que estoy.
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Notas extraídas del borrador del libro del Comandante Huber Matos Benítez, “Cómo llegó la noche”, seleccionadas por Huber Matos Araluce. El Comandante del Ejército Rebelde y Jefe Militar de la provincia de Camagüey, Huber Matos Benítez, fue un prisionero político entre 1959 y 1979. Fue sancionado en juicio sumarísimo por supuesta traición, tras enviar una carta a Fidel Castro considerando que el país marchaba hacia el comunismo.