tomografia axial computarizada, but nadie se cree nada, cada uno a lo
suyo, los politicos y el capital a rentabilizarse cada uno a su manera.
eso que llamamos latinoamerica o america latina o lo que sea, tiene un
patron cultural conductual que en los ultimos 200 anos para solo
considerar el periodo 'republicano' que explica hasta el hastio porque
las naciones no logran alcanzar esa cota minima necesaria para caer,
nunca se han levantado y echado a andar como en otro sentido pedia ese
otro buen ejemplar de una de las manifestaciones del idiota
latinoamericano que fue el che guevara. en la doctrina militar clasica
una guerra se gana cuando se ocupa el territorio enemigo, pero vi por
ahi que en las falklands todos los esfuerzo los argentinos fue enviar
una fragata por 1820 luego de ser abandonada por espana en 1811
reclamando su sucesion 'legitima', viven unos 29 gardelitos muy
contentos por cierto con sus trabajos, dineros, y status de ingleses de
ultramar. el tal vernet que disfrazado de comandante argentino luego de
seguramente haber huido de la liberacion de hamburgo de la anexion
napoleonico por las tropas rusas de bennigsen, ya se habia puesto el
traje gaucho-peronista y se dedico a torpedear lo unico que funcionaba
alli que era el cluster ballenero. y es que mas facil para los idiotas
con cualquier apellido entorpecer que crear fuentes de empleo,
infraestructura, valores, instituciones, sociedad y riqueza.
luego para ser consecuente con el esquema de la estupidez humana que se
viene aplicando durante dos siglos, la orden fue torpedear la cumbre con
el aporte criollo de cada uno, malvinas por aqui, pataletas de maduro
por alla, santos mediadores y 'reflexiones'.
no llega a alcazar el status de letrina, es un excusa'o y ya sabemos que
la porqueria mientras mas se revuelve mas apesta. es mejor dejarlo todo
asi, que se atraganten con ella. para una vision mas detenida de las islas falkland se puede consultar los siguientes sitios Falkland Islands Government y Falkland Islands: Welcome
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Antonio
Arencibia/
El
objetivo de las Cumbres de las Américas al iniciarse en 1994 fue
impulsar el libre comercio en momentos de dificultades económicas
para muchos países de América Latina. Con el paso del tiempo, los
principales países del hemisferio han superado aquella etapa; basta
mirar a Brasil, Chile y Perú para darnos cuenta del avance.
En
vísperas de la Sexta Cumbre, la de Cartagena, Colombia, los
funcionarios norteamericanos habían venido destacando que en el 2011
las exportaciones de Estados Unidos a la región crecieron en un 17
por ciento, un incremento mayor que el que hubo hacia cualquier otra
parte del mundo. Es cierto, como lo es también que la inversión
estadounidense directa en América Latina ha bajado a la mitad ente
el 2000 y el 2010, cayendo de un 32 a un 16 por ciento, mientras las
inversiones asiáticas en el hemisferio se han incrementado
sustancialmente.
Por
eso, aunque Obama llegó a Colombia con el Tratado de Libre Comercio
entre los dos países finalmente aprobado por el Congreso, el bloqueo
de los demócratas a ese acuerdo durante muchos años afectó al país,
considerado el más fuerte aliado norteamericano del continente. Eso
explica por qué el gobierno de Juan Manuel Santos se acercó a China,
buscando una inversión multimillonaria para la construcción de un
ferrocarril que una puertos de la región del Caribe y del Pacífico,
evitando el Canal de Panamá.
Hay, por lo tanto, un acumulado de acciones y omisiones en la
política norteamericana respecto a América Latina que ayudan a
entender por qué muchos países aprobaron la formación de la CELAC,
donde no están ni EEUU ni Canadá.
Después que se instituyeron las Cumbres de las Américas, se creó un
bloque de países aglutinados por la subvención petrolera del
gobierno venezolano de Hugo Chávez, que han hecho del
“anti-yanquismo” su carta de presentación en esas reuniones de
mandatarios de Estados Unidos, Canadá, Latinoamérica y el Caribe.
En
la agenda oficial de la Sexta Cumbre se incluían asuntos como la
erradicación de la pobreza y la lucha contra el tráfico de drogas,
temas que pueden ser objeto de incesantes debates en cualquier
evento internacional, aunque por su complejidad terminan
obligadamente en grandes declaraciones y acuerdos de difícil
implementación. Algunos países habían adelantado la idea de
despenalizar la posesión de drogas para el consumo, pero eso era
inaceptable para Estados Unidos, porque repercutiría en su seguridad
nacional.
La
reunión de Cancilleres en Cartagena debía acordar el texto base a
aprobar por los mandatarios, pero terminó el viernes sin acuerdo,
porque se trató de imponer una agenda no oficial. El venezolano
Nicolás Maduro y el argentino Héctor Timerman querían un párrafo
aceptando la inclusión de la dictadura de los Castro en el cónclave
de dirigentes democráticamente electos de las Américas, y otro donde
se apoyara a Argentina en sus reclamos de soberanía sobre Las
Malvinas. Ante la negativa de Estados Unidos y Canadá no hubo
consenso para un texto, y eso anunciaba serios debates en las
sesiones de los jefes de estado y gobierno.
Ya
Dan Restrepo, asesor del presidente Obama para la región, había
advertido que la posición de la Casa Blanca seguía siendo que si La
Habana quería participar tenía que mejorar su historial de derechos
humanos y respetar la democracia. Eso mismo dijo el mandatario
norteamericano al llegar a Cartagena, y lo repitió durante las
plenarias de Jefes de Estado, sabiendo que tal condición es
de imposible cumplimiento por los Castro, así que el tema Cuba se
pospone hasta el 2015, cuando Panamá sea sede de la próxima cita
continental.
El
Presidente norteamericano Barack Obama no dejó dudas de su posición
al respecto cuando dijo:
“Cuba no ha hecho la transición a la democracia, no respeta aún los
derechos humanos. Tenemos la esperanza de que una transición se dé”
(…) “como se lo indiqué al presidente
[colombiano Juan Manuel] Santos y otros líderes sentados
alrededor de la mesa [de debates de la cumbre], quizás habrá
una oportunidad en los próximos años de admitir plenamente a Cuba en
estos foros en la medida que Cuba empiece a considerar el camino que
debe recorrer para ofrecerle a su pueblo libertad y prosperidad”.
“Es mi esperanza que Cuba vea lo que ha pasado en países como
Colombia, Brasil y Chile. Cuando eso pase va a tener los brazos
abiertos en Estados Unidos” (…) “Quiero que el pueblo de Cuba se
integre en el continente, que sus ciudadanos se expresen, que puedan
criticar a sus líderes”
Rafael Correa no iba a acudir a Cartagena, en protesta por la no
invitación a sus aliados cubanos, pero se ignoraba qué iba a hacer
Hugo Chávez. Eso se aclaró el viernes 13 de abril, cuando habló en
un acto en Caracas por el aniversario de su regreso al poder tras el
fallido golpe del 2002. Chávez, siguiendo los viejos trucos de su
maestro en demagogia, dijo primero que para asistir a la reunión de
Cartagena debía contar con la aprobación de sus médicos, y a
continuación “preguntó al pueblo” qué opinaba. La multitud formada
por sus seguidores bien aleccionados, gritó ¡Reposo! Cuando Chávez
anunció que iría a Cuba a seguir la radioterapia, pero quizá pasaría
primero por Cartagena, estaba claro para muchos que no se proponía
asistir a la reunión de mandatarios.
La
luz la daban sus palabras al cierre de aquel acto en Caracas, con
las que desnudaba el plan de boicot a las Cumbres por parte de los
países de la Alianza Bolivariana:
Si estos dos gobiernos, Estados Unidos y Canadá,
se niegan a discutir temas tan profundamente consustanciados con el
ser de América Latina y el Caribe, como Cuba (...) o las islas
Malvinas, para qué más Cumbre de las Américas, habría que acabar con
esas cumbres.
Con
Raúl Castro excluido, Correa y Chávez ausentes, parecía que de la
ALBA solo asistirían a Cartagena Evo Morales y Daniel Ortega para
protestar y amenazar con la retirada en bloque de las Cumbres. Pero
a última hora el nicaragüense, en una decisión de la que casi nadie
se enteró, declaró no asistir en solidaridad con los Castro, y se
declaró representado en el encuentro, nada menos que por su
“elocuente” homólogo boliviano
Después de Cartagena, los principales países de América Latina y el
Caribe mantendrán contactos bilaterales, o asistirán a reuniones
colectivas sistemáticas con las grandes potencias. Por su parte, los
países más pequeños seguirán asistiendo a las Cumbres de las
Américas para poder interactuar con el Premier de Canadá y con el
presidente de Estados Unidos, la nación más importante del
hemisferio americano y del planeta.
En
cuanto a los “Albistas”, son ellos los que no tendrán posibilidad de
reunirse fuera de las Cumbres ni con el presidente de Estados Unidos
ni con el jefe de gobierno de Canadá. Se duda que personajes como
los arriba mencionados sean invitados a la Casa Blanca o a la
residencia oficial del Primer Ministro canadiense en Ottawa. Por eso
el boicot a las Cumbres a quien aísla es a los países de la Alianza
Bolivariana.
Las
dos sesiones de la Sexta Cumbre a nivel de jefes de estado y
gobierno que se desarrollaron a puertas cerradas concluyeron sin
Declaración Final por falta de consenso. Como se veía venir desde la
fallida reunión de cancilleres, no hubo acuerdos ni en la
despenalización de tenencia de drogas, ni en la inclusión de Cuba,
ni en el tema de Las Malvinas. Así claramente lo declaró a la prensa
el presidente Santos:
“No hay declaración porque no hay consenso”.
Lo
que llamó la atención fue la posición favorable a admitir en la
próxima Cumbre de Panamá a la dictadura de los Castro por parte de
importantes mandatarios de la región que no son miembros de la
Alianza Bolivariana, como los de Argentina, Brasil y el del país
sede, Colombia. Gústenos o no nos guste, esto último se tiene que
tomar en consideración.
No
fue la primera Cumbre de las Américas sin declaración final: ya
había sucedido igual en el 2005. Es que, como dicen muchos
analistas, lo que no está acordado previamente de forma bilateral no
se logra por presión en las reuniones internacionales
Pescado y petróleo: Cristina frente a Gran Bretaña y España
La
cumbre de Cartagena podrá haber terminado, pero los temas de la
agenda populista-izquierdista latinoamericana siguen vigentes. A
pesar de las llamadas de la OEA y de las Cumbres Iberoamericanas a
la negociación entre Gran Bretaña y Argentina sobre el tema de las
Malvinas, la situación ha empeorado.
A
treinta años de la guerra por aquellas islas que se inició con una
invasión organizada por la junta militar que gobernaba Argentina, se
reaviva el nacionalismo en ese país. Las críticas a Estados Unidos
no son solo por el recuerdo de su apoyo entonces al Reino Unido, en
contra de los compromisos asumidos al firmar el Tratado
Interamericano de Asistencia Recíproca.
Ahora el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, que quería
incluir en el temario de la Sexta Cumbre la reivindicación de la
soberanía argentina sobre Malvinas, tiene un nuevo agravio: las
cancillerías de Canadá y Estados Unidos no lo aceptaron. Se dice que
la marcha de la presidenta a su país antes de la clausura del
cónclave hemisférico fue muestra de su enojo.
Para entender mejor la situación de Malvinas hay que saber que
después de la derrota argentina el gobierno pro-británico de las
islas (Falkland Island Government, o FIG, en inglés), se convirtió
en autogobierno en todos los órdenes, excepto en política exterior,
que es potestad del Reino Unido.
Por
eso el FIG (Gobierno de las Islas Falkland) abandera barcos propios
y de empresas mixtas para distintos propósitos. Entre ellas se
encuentra parte de la flota pesquera española con base en el puerto
de Vigo, en Galicia, que faena en aguas del Atlántico Sur.
A
propuesta de Argentina, que considera propios esos recursos, en
diciembre del 2011 MERCOSUR acordó no permitir atracar en puertos de
los países miembros a barcos que enarbolen la bandera de las
Falkland. Eso está trayendo serias consecuencias para los pesqueros
gallegos abanderados por el FIG, que no pueden acceder a puertos
suramericanos. Para tener una idea del impacto sobre la flota de
pesca de España y la economía española: en aguas de las islas se
captura la mitad de todo el calamar que se consume en la Unión
Europea.
Otro litigio con España es el de la producción petrolera en
Argentina. La Repsol española compró en 1999 más del 57 por ciento
de la argentina YPF (Yacimientos Petrolíferos Fiscales) por más de
13,000 millones de euros, lo que la convertía además en el primer
contribuyente al fisco y uno de los primeros empleadores extranjeros
de Argentina, con 13,500 trabajadores en nómina. La compra fue una
operación brillante para los españoles, que aprovecharon que el
barril de petróleo valía un promedio de 15 dólares. Solo un año
después Repsol subía al octavo puesto entre los productores de
petróleo del mundo, y llegaría a convertirse en el primer inversor
extranjero de Argentina.
En
los últimos meses distintos gobiernos provinciales argentinos le han
retirado la concesión de prospección petrolera a su filial YPF por
dejar de capitalizar en sus instalaciones, aunque la empresa
española asegura que realizó inversiones récord. Lo que hay en el
núcleo del diferendo, como señala EL PAÍS, es que YPF
“constituye la mitad de la producción de Repsol,
(…) algo menos de la mitad de sus reservas (…) y un tercio del
beneficio bruto”.
Algunos especialistas opinan que quizás lo más importante para
proyectar la incautación de la petrolera sea la significación
estratégica que tiene el descubrimiento que hizo Repsol-YPF en el
país hace un año. Se encontró el tercer yacimiento del mundo de gas
no convencional, lo que supone triplicar las reservas nacionales, y
asegurar la autosuficiencia energética de Argentina.
El
gobierno de Mariano Rajoy ha puesto el grito en el cielo ante la
posibilidad de una nacionalización total o parcial. No han faltado
enemigos políticos del gobernante Partido Popular que critiquen lo
que califican de una reacción exagerada deliberadamente, para que la
opinión pública española se distraiga de los grandes recortes
presupuestarios.
La
vicepresidenta primera, Soraya Sáenz de Santamaría, tras asegurar
que no le consta que se haya tomado la decisión nacionalizadora,
advirtió que si llega a tomarse,
“el Gobierno estará obligado a defender los
intereses de España”.
Previamente había hablado el Ministro de Industrias José Manuel
Soria, que acababa de regresar de Buenos Aires como parte de las
gestiones del gobierno español por evitar la intervención de Repsol.
Aseguró que “si hay gestos de hostilidad, estos traerán
consecuencias”. En otra muy fuerte declaración el secretario de
Estado español para la Unión Europea, Iñigo Méndez, recordaba a la
Casa Rosada que
“romper las reglas de juego tiene un coste y
Argentina se va a convertir en un apestado internacional”·
El
respaldo a España de la Unión Europea fue inmediato, con la
advertencia del portavoz del Ejecutivo comunitario al gobierno de
Cristina Fernández, de que presionará a favor de los intereses
españoles si nacionaliza la petrolera.
El
viernes 13, después de una reunión entre la presidenta y los
gobernadores de las provincias argentinas productoras de petróleo,
se pospuso tomar una decisión sobre la intervención de la YPF hasta
al menos el lunes 16, cuando regresaría la mandataria de la Cumbre
de Cartagena. El influyente diario La Nación señalaba que según
altas fuentes del gobierno, la causa del freno al anuncio de
estatalización de Yacimientos Petrolíferos Fiscales se debió a dos
razones:
“hubo presiones internacionales [en
referencia a la Unión Europea] y no hubo acuerdo entre los
gobernadores”.
A
petición de la delegación norteamericana se celebró un encuentro
previo a la Cumbre entre Barack Obama y Cristina Fernández, donde el
presidente de Estados Unidos solicitó a su colega argentina que
negocie con España el diferendo petrolero. Esa repentina “mediación”
se explica mejor cuando se sabe que varios consorcios de Estados
Unidos son dueños del 20 por ciento de YPF, y se verían afectados si
Buenos Aires declara de “interés público” la intervención de la
compañía.
Todo esto indica que sobre la mesa de la presidenta hay varias
opciones que según lo profundas que sean puede traer serias
repercusiones para las relaciones argentino-españolas. Ya el
canciller español García Margallo ha dicho que
“la ruptura de una negociación entre España y la
Argentina no sería una ruptura sólo en términos económicos, sería la
ruptura de una relación fraternal que hemos tenido en mucho tiempo”.
Y
añadió que ese sería el “peor de los escenarios”.
Claro, que la cosa no es tan sencilla como para que España se lo
juegue todo a una ruptura con Argentina en caso de que nacionalice a
Repsol. En el país austral hay invertido capital español por más de
23,000 millones de dólares, ya que España es el primer inversionista
extranjero en Argentina. La gran banca española, como Santander y
BBVA, y empresas como Telefónica, Endesa o Gas Natural FENOSA,
afincadas allí, correrían demasiado riesgo si la reacción de España
por el caso Repsol fuera excesiva.
Por
otro lado la situación tampoco es simple para Argentina, ya que
además de los intereses españoles y norteamericanos, la intervención
de Repsol-YPF también afectaría a Colombia y México, que controlan
cerca del 10 por ciento del consorcio petrolero. Y la aceptación o
el rechazo de un decreto del gobierno argentino depende de la
fórmula que se escoja para ser aplicada, que puede ser expropiación,
incautación, o absorción parcial, sin descontar otras fórmulas
similares.
Por
cierto, hablando de Cumbres, hay que ver como va a repercutir este
diferendo hispano-argentino en la XXII Cumbre Iberoamericana, que se
celebrará en Cádiz a mediados de noviembre.
Por
ahora tanto el gobierno español como el argentino se han preparado
para alcanzar sus propósitos en una crisis que, como hemos visto,
rebasa a los dos países. Esta coyuntura nos permitirá también medir
la actuación del régimen de La Habana.
Si
se guía por la realpolitik, Raúl Castro debería considerar
que Repsol ha enfrentado muchos obstáculos para asegurarle la mejor
tecnología posible en la exploración y explotación de hidrocarburos
en aguas profundas de la Zona Económica Exclusiva de Cuba en el
Golfo de México.
Por
otra parte, la tentación de jugar la carta ideológica tiene una
tradición muy fuerte en la Cuba de la dictadura militar-guerrillera.
No olvidemos que Fidel Castro pasó por alto incluso los asesinatos y
torturas de miles de izquierdistas y comunistas a manos de la junta
militar que gobernaba Argentina en 1982 y respaldó su aventurera y
desastrosa invasión a Las Malvinas. Por eso es casi seguro que el
anciano déspota lance sus diatribas contra la actuación de españoles
y británicos en el Cono Sur, y apoye a Cristina Fernández de
Kirchner en cualquier enfrentamiento contra esos intereses.
El
anciano Comandante, que ya se burló en dos artículos de la reunión
de Cartagena, va a seguir azuzando el odio contra los grandes países
occidentales mediante otras “Reflexiones” destinadas al consumo de
la izquierda latinoamericana y el nacionalismo argentino.
Raúl Castro, por su parte tendrá que ser mucho más medido en sus
declaraciones. Está obligado a inspirar confianza en todos los
inversionistas extranjeros. Tiene que convencerlos de que la norma
del neocastrismo no es la de las nacionalizaciones. Les dirá que en
Cuba no tienen cabida proyectos como los del gobierno argentino. Que
deben confiar en su socialismo de mercado a la criolla, que aunque
avanza despacio y con mucha cautela, va a beneficiar también al
capital extranjero que se invierta en la Isla.
Solo faltará que se lo crean.