Ser bueno es el único modo de ser dichoso.
Ser culto es el único modo de ser libre.
Pero, en lo común de la naturaleza humana,
se necesita ser próspero para ser bueno.
José Martí
Carta
abierta del Servicio de Cirugía General del Hospital Calixto García al
Primer Secretario del PCC y Presidente de los Consejos de Estado y de
Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz
El
hospital Calixto García de la Habana tiene como misión brindar atención
médica especializada preventivo-curativa y de rehabilitación de forma
ininterrumpida a la población, mediante asistencia médica de calidad y
alto nivel profesional[
1].
Con sus más de 100 años de historia ha sido una escuela permanente de
los cirujanos del país, y un elemento importante en la lucha de nuestro
país por su independencia; muchos de nuestros profesores fueron
combatientes de la clandestinidad
[2]
y brillantes médicos en misiones internacionalistas de gran
importancia. Los cirujanos de este hospital, respetando el juramento
hipocrático
[3],
se han caracterizado históricamente por ser críticos y autocríticos,
pero sobre todo combativos ante las dificultades, las decisiones mal
tomadas, y los múltiples errores que afectan a nuestra nación, y que
poco a poco ponen en peligro el futuro, considerando la salud como un
pilar de las transformaciones surgidas en el periodo revolucionario, y
nuestro deber brindar una atención médica profesional y digna, acorde a
los adelantos científicos del siglo XXI.
Luego de innumerables
informes a la jefatura de servicio, la dirección del hospital, de
discusiones en el seno de los núcleos del PCC, y la imposibilidad de
participar en análisis a otros niveles con los dirigentes del ministerio
desde hace mucho tiempo, donde el personal médico plantee sin
restricciones sus opiniones
[8]
y formas de resolver los grandes problemas que hoy afectan al sector de
la salud y que incluye desde la formación hasta la atención médica
directa, un grupo de cirujanos consideró su deber elemental[
8,
9,
10],
y acordó enviar esta carta a su persona, con el único fin de informarle
elementos sumamente graves en la atención al pueblo cubano, que al
parecer por el tiempo que viene sucediendo en la salud pública en
general y en nuestro hospital en particular, y la falta de proyecciones
inmediatas para resolverles, son desconocidos por la alta dirección
política del país, contrastando en proporción inversa con el discurso
oficial de nuestros medios de difusión
La atención médica, y sobre todo quirúrgica, en nuestro centro, es un gran desastre, caracterizada por:
- Hospital destruido en su estructura física, por su edad e innumerables reparaciones de pésima calidad y corta duración.
-
Falta de importantes recursos en la atención a los pacientes por
distribución inadecuada, por gestiones insuficientes o por exceso de
trabajo ante la reducción de la actividad en otros centros por causas
similares.
- Deterioro humano mental acompañante por la pérdida de
la mínima atención al hombre, que bajo largas jornadas de trabajo
gratuito en un número importante de horas, y en un país donde las
gratuidades se terminaron, tienen un confort para su trabajo que está
por debajo de la de cualquier lugar pobre del mundo.
Nuestro
centro hospitalario, en el aspecto quirúrgico, se ha ido reduciendo, de
unos 30 salones para todas las especialidades, a no más de 10 en la
actualidad, los que aún con gran destrucción brindan esta vital atención
al pueblo; las irregularidades en estos salones, sus continuas roturas
de aires acondicionados, falta de agua, falta de equipamiento adecuado
en algunos de ellos, provocan que pacientes con cáncer no puedan ser
intervenidos a tiempo en nuestra institución, que otros con patologías
benignas susceptibles de ser resueltas de forma mediata a su diagnóstico
lleguen complicadas por la falta de rapidez en la solución de sus
problemas, y como si esto fuera poco, las patologías urgentes también
tienen grandes dificultades. Estas, que constituyen un número
importantes de casos, que llegan remitidas de cualquier lugar de la
ciudad, muchas veces mal enviadas, poniendo en peligro la vida de los
pacientes y causando incluso muertes que teóricamente se podrían haber
evitado, y a pesar de que es la única prioridad quirúrgica con que
trabaja el hospital una buena parte del tiempo, deben en ocasiones
esperar más de 24 horas entre su anuncio y su intervención urgente,
debido sobre todo a la falta de disponibilidad de salones, del personal
suficiente y adecuado, pero además al cansancio físico y psíquico de los
médicos que plantean, replantean y discuten los problemas a todos los
niveles posibles y/o hacen buena parte de las veces de camilleros, de
auxiliares de limpieza, además de cargar con toda la responsabilidad de
un paciente enfermo ante su familia, el propio paciente y la sociedad.
Las deficiencias en el sistema de atención médica son tan graves, en
nuestra opinión, que nos obliga por estas cuestiones y otras de recursos
que se mantienen de forma transitoria o permanente, a no brindar una
atención profesionalmente ética y digna a nuestro pueblo, como es
nuestro sagrado deber.
Por otra parte, las reparaciones
emprendidas en nuestro centro, y que llevan más de 10 años de ejecución,
poco han cambiado la inviabilidad de un hospital horizontal en los
tiempos actuales; la mayoría de las reparaciones son coloretes a
edificios viejos, realizados con una pésima calidad y, por supuesto, una
corta duración, lo cual aumenta la frecuencia de la nueva reparación.
Salas que han demorado 10 años, hoy se desmoronan 4 meses después de su
apertura, ante el primer aguacero; filtraciones, derrumbes en los falsos
techos, y un número importante de áreas declaradas inhabitables,
constituyen el diario en nuestro trabajo y la estancia de nuestros
pacientes. Las suspensiones de operaciones por causa del clima, del
agua, insuficientes salones, o de cualquier cosa, dejaron de ser
imprevistos, para convertirse en algo cotidiano. Ya las unidades
quirúrgicas dejaron de ser las que tienen que estar listas para resolver
los problemas de los pacientes, ahora somos los cirujanos los que
tenemos que priorizar a uno u otro paciente en una lamentable y
desgastante búsqueda de oportunidades quirúrgicas para un cubano que
solo conocemos lamentablemente por causa de su enfermedad.
Solo a
este panorama deprimente necesitamos sumarles las condiciones de confort
que tienen los médicos y el personal en general, donde empezando por un
salario que no le alcanza para vivir a él y a su familia, una atención
degradante en los servicios de trabajo y guardia, que incluyen la
ausencia de un lugar para descansar en las largas jornadas quirúrgicas o
de trabajo, los varios kilómetros caminados en el recorrido entre
salas, bajo el polvo, el sol y muchas veces la lluvia, la pésima calidad
y suficiencia de la alimentación, la falta de un lugar decente donde
practicar sus necesidades fisiológicas, y duchas para refrescar en el
intenso calor o su limpieza ante una intervención contaminante, casi
obligan, cuando se convierten en permanentes, a cambiar mentalidades. La
fatiga, bien estudiada duplica las complicaciones[
4,
5,
6,
7];
si además adjuntamos la cifra ridícula de 10 litros de gasolina que le
dan mensualmente a los afortunados que tienen autos, y que no alcanza ni
para ir al trabajo la primera semana del mes, entre otras muchos
maltratos, se completa el cuadro de deterioro que influye de forma
determinante en la atención medica que se le brinda al pueblo. Hoy es
imposible pedirle a un médico, aún con auto, que acuda al hospital en el
horario de la noche a ver su paciente operado, o que venga el domingo,
como ha sido habitual en los cirujanos históricamente; más que eso, es
imposible pedirle que venga a reintervenir un paciente complicado a las
10 PM y que no hace falta ser muy inteligente para saber lo que pasa con
un caso que se ha tenido que reintervenir 5 veces por cirujanos
distintos.
Nosotros consideramos que esta situación desastrosa
indiscutiblemente genera complicaciones en los pacientes, donde estudios
demuestran que después de 6 horas de trabajo de un cirujano las
complicaciones se le multiplican [
4, 5,
6,
7];
por supuesto, hablamos de trabajo con confort adecuado. También en
muchos casos, la muerte, que le brindamos cuando se trata de un paciente
terminal que casi no tiene salvación, no es éticamente digna, pues no
se puede hacer con él lo que merece o lo que se debe hacer, en el tiempo
que se debe hacer: ejemplos múltiples tenemos todos los cirujanos que
laboramos en este centro, y gran parte de la población que observa y
critica que lo que se dice en el panorama informativo nada tiene que ver
con nuestro país y nuestros hospitales.
Pensamos que el gobierno
nuestro tiene compromiso en todo esto, pues existen para satisfacer las
necesidades del pueblo, para resolver los problemas del pueblo, de los
trabajadores, porque simplemente son los responsables de mantener los
centros hospitalarios, de que los trabajadores se formen adecuadamente
en un sistema educacional justo y de calidad, que les imprima una
educación ética y consecuente con la labor que van a realizar, o nadie
piensa por qué los médicos, ingenieros, constructores, en las misiones
se entregan en su trabajo: lo hacen porque el trabajo genera su mejoría,
la de su familia y la de la sociedad donde viven, pero por desgracia,
eso solo se alcanza en nuestro país saliendo del mismo, saliendo del
país que nos vio nacer
[10],
el que es nuestro, por derecho, el que nadie, absolutamente nadie,
tiene el derecho de arrebatarnos nuestra identidad por ningún concepto, y
por el que debemos entregar incluso la vida para que siga siendo
nuestra nación independiente.
Las desgracias narradas no vienen
solas, llegan despacio cuando se mantiene por años la inversión del
nivel de vida de las personas con su capacidad y entrega, ley socialista
bien conocida por todos: “a cada cual según su trabajo”. Cuando los
gobiernos, con sus leyes, decretos, circulares especiales, y sus
decisiones y disposiciones, van comprometiendo el futuro, ¿hasta cuándo
vamos a agradecerle a la generación del centenario por haber cumplido
con su deber y su obligación de liberar a Cuba, mientras nuestra
generación espera para cumplir con su deber de desarrollar y darles a
nuestra familia, a nuestros hijos, a nuestros hermanos cubanos la vida
que se merecen, mientras las destructoras huellas de la corrupción
transitan con libertinaje singular para cada lado de la sociedad al que
se pueda dirigir la mirada? Como decía José Martí: “en lo común de la
naturaleza humana, se necesita ser próspero para ser bueno”. El gobierno
es responsable de todo esto, y no solo de saberlo, sino también de
resolverlo. Por eso, y antes de que continúe siendo tarde y sucedan
acontecimientos como los del hospital de Mazorra, decidimos en este
colectivo de médicos, sacrificados, trabajadores, dedicados, éticos, y
sobre todo bien mal tratados, informar a usted y a los responsables de
todas estas preocupaciones, graves en nuestra modesta opinión, desde
este lugar tan subvalorado en la escala social como lo constituye el
heroico e histórico servicio de cirugía general del hospital más antiguo
de nuestra querida patria.
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