Dr. Darsi Ferrer
La Habana, 5 de febrero de 2008.
Cubanos:La
Propuesta de Salvación Nacional es una invitación sincera a todas las personas que se esfuerzan por alcanzar una alternativa de solución para Cuba. Ofrece la negociación como la vía de alcanzar los cambios que urgen a la sociedad, pues, hasta hora, nuestros reclamos resultan inefectivos por la falta de consenso.
No se trata de un proyecto nuevo, está claro que recurre a una aspiración compartida por muchos desde hace años. Ejemplo de ello lo constituyen intentos anteriores como el Proyecto Varela, el Congreso de la Asamblea Para Promover la Sociedad Civil, Concilio Cubano y otros.Surge por el grave peligro que se cierne sobre nuestra Nación. No avanzamos a una transición como algunos quieren hacernos creer, sino que cada día el Gobierno provoca mayor acumulación de problemas sociales, va perdiendo la capacidad de gobernar y empuja a la sociedad al caos, a la anarquía y al estallido social.
El planteamiento de la creación de una Mesa de Negociaciones responde a la necesidad de sentarnos en calidad de iguales, sin condiciones previas de índole política, ideológica o partidista. Exhorta a que empecemos por escucharnos, solo así lograremos entendernos y conciliar una ruta común, ya que aunque andamos por caminos diferentes partimos del mismo ideal: la libertad y la democracia para nuestro pueblo.
En ningún momento se propone la posibilidad de dialogo con el Gobierno, no por escépticos sino por realismo. El Gobierno demuestra cotidianamente que no tiene ninguna intención de dialogar con la disidencia ni con el pueblo, se mantiene reticente a cualquier medida de apertura y opta por el continuismo, a pesar de no contar con soluciones a los males sociales que engendró con la imposición del modelo totalitario.Analistas políticos vaticinan variados escenarios de salidas a la crisis cubana. Para algunos la solución saldrá del Gobierno. En este sentido, se especula de la implementación de reformas al estilo del modelo chino. También, de luchas de facciones del poder y hasta se habla de la posibilidad del golpes de estado de parte de los militares. Otros aseguran que la inminente muerte del Sr. Fidel Castro será el evento que desencadene inevitablemente la transición.
El mensaje de la Comunidad Internacional es que la libertad de Cuba está a las puertas, que es prácticamente un hecho. Del exilio llegan llamados a que el pueblo se tire para la calle, que rompa las cadenas del miedo y mediante la desobediencia civil termine con la opresión.Hay quienes le achacan la culpa de que no acabe esta tragedia a la falta de un líder de la disidencia que encabece las propuestas de la oposición y que guíe a la población descontenta a presionar la salida de la tiranía del poder.
Debe tomarse en cuenta que todas estas “salidas” tienen como denominador común el factor de la espontaneidad. Responden más a los anhelos de solución que al potencial del que disponemos realmente.
Bajo el mando interino del Sr. Raúl Castro en vez de señales de apertura lo que se han adoptado son medidas draconianas que ahogan aún más a la población, principalmente a la clase trabajadora. No hay indicios de la existencia en el Gobierno de ningún “Gorbachov”, respaldado por seguidores con poder. El mando militar disfruta de amplios privilegios y el nivel de comprometimiento con la cúpula gobernante ofrece poco estímulo a traicionar a sus iguales.El Sr. Fidel Castro político murió hace año y medio, aunque unos viven de apelar a su cadáver y otros caen en la trampa de no entender que de ese Sr. solo queda un anciano incapacitado física y mentalmente de modo irreversible.
No se conoce hasta el momento de la existencia de una hoja de ruta ni de un plan trazado por la Comunidad Internacional que nos asegure la libertad y el tránsito a la democracia. Algunos gobiernos o instituciones intentan servir de mediador o facilitador de los cambios ante el gobierno cubano. Realmente y a pesar de sus esfuerzos el avance ha sido poco o nulo en este terreno.
La población cubana tiene una dependencia absoluta del Estado en todas las esferas de la vida. Para peor situación no cuenta con información más allá de la doctrina oficialista, y resulta casi imposible hacer llegar elementos alternativos a amplios sectores sociales por la falta de medios y la censura y represión de las autoridades. Por tanto, la mayoría de los cubanos carece de referencias comparativas para una cultura democrática.En estas condiciones, unido a otros factores vitales como el miedo, la miseria y la desesperanza, resulta difícil que el pueblo se sume conscientemente a un llamado a la desobediencia.
El caudillismo está bien arraigado a los males de la Nación. Quizá se debe pensar que en vez de un líder, la disidencia cuenta con varios y ello motiva la desunión y el empuje para direcciones distintas, lo que minimiza su fuerza y credibilidad.La historia reciente de otras naciones que transitaron del totalitarismo a la democracia demuestra que el factor decisivo para los cambios resultó la institucionalización de una propuesta coordinada, viable y llamativa, que vincule amplios sectores sociales y los enfoque en una misma dirección y no las acciones individuales. Tal es el caso de la Mesa Redonda en Polonia y Carta 77 en la antigua República de Checoslovaquia. En ambos casos la institucionalización de las respectivas propuestas fue decisiva, por encima de la meritoria acción individual de Lech Walesa y de Václav Havel.
El control del poder por la tiranía se basa en los mecanismos represivos y la implantación del terror. En algún momento la población superará el miedo paralizante por cualquier evento espontáneo y, con ello, puede desatarse el odio y el rencor reprimido durante años y llegar a la venganza incontrolable, con consecuencias impredecibles.
Bajo la amenaza que vivimos resulta más peligroso aún la pasividad o el conformismo con la solución espontánea. La oposición, que ha asumido la vanguardia dentro de la sociedad, debe replantearse su rol desde una perspectiva realista, objetiva. Es hora de que se logre conciliar una salida entre todos. De presentar con el esfuerzo coordinado una propuesta que cale en la población, que resulte atractiva a los indiferentes y apele al potencial de cada persona. Que la población la identifique como su alternativa.
La pasada farsa electoral representa un claro indicio de la ilegitimidad del Gobierno y de que los opositores, disidentes e inconformes suman una elevada cifra a tener en cuenta, por contar con el potencial suficiente para constituirse en fuerza política representativa de la sociedad.Los que detentan el poder son un reducido grupo de personas muy activas, desalmadas, ambiciosas en extremo y con un alto nivel de crueldad, que además gozan de grandes privilegios a costa de la discriminación del resto de la población a la que arrastran a la total miseria. Muchos de estos personajes tienen sus manos ensangrentadas. Su principal estrategia para gobernar es la improvisación y el uso del atraco mediante leyes injustas.
En una “elección” donde participa un solo partido político con una lista única de candidatos no hay posibilidad de abstención, pues se vota a su favor o por lógica se está en contra. Cerca de un millón de cubanos rechazó abiertamente al sistema según estadísticas oficiales, entre los que no asistieron a votar, los que anularon la boleta, los que no acataron la política del voto unido y los que echaron la boleta en blanco.
El Gobierno intencionalmente privó del derecho al voto a los 100 mil cubanos que mantiene cumpliendo misiones fuera del país. También conculcó el derecho a votar de los 3 millones que residen fuera de Cuba. La Ley Electoral vigente solo inhabilita a los enfermos mentales y reclusos, el lugar de residencia no se estipula como una limitante al ejercicio de este derecho elemental.
Un grupo ínfimo de diputados de la Asamblea Nacional es el único que tiene derecho a votar por quien nos representará como jefe del Consejo de Estado y de Ministro el próximo 24 de febrero. El pueblo no es consultado para decidir legalmente si apoya o no a quien lo dirige al frente del país.Estas razones unidas al millón 200 mil quejas de inconformidad en las asambleas de los centros de trabajo reconocidas por la oficialidad, más el descontento manifestado públicamente en las calles, transportes, casas, por la mayoría de la población respecto a la actual política que no satisface las imperiosas necesidades de la población, es sobrado motivo para ver la exigencia de un Plebiscito como un derecho que merecemos y que nos daría la posibilidad a todos de ser protagonistas en la búsqueda de solución a nuestras vidas, con la mera decisión particular de estar o no de acuerdo con quien sea designado por otros como líder de la Nación.
La Propuesta de Salvación Nacional implica un gran reto, prácticamente un imposible, pero al menos es un intento sano de considerar una posible vía de solución ante el drama hasta hoy inamovible que sufrimos.
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