oportuno constatar esa coincidencia de apellidos simbolicos. a pedrito de la hoz
lo conoci en cienfuegos en el 80 y siempre tuve la certeza que su
liberalismo alcoholico, fiestero y provocador era en cumplimiento de una
mision de oportunista a la caza de una oportunidad.
barnet era en los 70 un renombrado pedofilo en el instituto de etnologia. ni una palabra vi sobre la bronca que tienen montados los cineastas.
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Juan Martin Lorenzo/ Open Cuba
Se terminó el circo de la UNEAC, o el congreso
de escritores y artistas de Cuba - ¿es así como describen a esta organización oficialista?
-. Me pregunto, sin embargo, cómo puede reclamar una organización tamaña
unanimidad, “ser de Cuba”, cuando una gran mayoría de artistas cubanos están en
el exterior, algunos no pueden incluso visitar sus predios, y otros ni los
conocen sus ciudadanos en la isla. ¿Quizás por su partícula “Nacional” que agrega su nombre?
¿Entonces cómo pudo ser miembro Carpentier que
siempre tuvo la ‘infortunada desgracia’ de vivir en Paris y a Cabrera Infante,
muchos de esta nueva oleada de aplaudidores, no lo quisieron admitir por vivir
en Londres?
Suerte de malabarismo que toda institución totalitaria
tiene. En tanto, el congreso – en minúsculas – quedó con la generación de
radicales atrincherada en sus puestos. "La Vieja Dama Indigna" de Barnet, el
prestidigitador de Granma Pedro de la Hoz – ya el apellido es una muestra de cuál
es su función en ese órgano propagandístico – y Digna Guerra. Esta suerte de
apellidos militares que asumen su función con la misma inercia en una institución
que reclama no serlo, ya puede adivinar con sus propios apellidos la función escatológica
que celebran.
Mientras, el dictador solo agregó una gota de
cinismo, típico de estos personajes: toda una dulzura por la disidencia
oficial. No está de acuerdo con la unanimidad, nunca – ha dicho él – lo ha
estado. Me pregunto entonces por qué no se sometió a un plebiscito para
sentarse en el poder, o por qué no se convocaron a elecciones libres. O, aun
mejor, quiénes de los que le aplaudieron lo puede interpelar en la Asamblea
Nacional o en este congreso de la UNEAC.
En fin, el mar.
Por su parte, Miguel Barnet acudió a un símil
más adecuado para la ocasión, dijo, literalmente: “La UNEAC es en Moncada de la Cultura”.
¡Cierto!
¿Qué pasó allí?
Un grupo de ilusos vestidos de militares
atacaron un cuartel militar para dar un golpe de estado. Fracasaron porque su
jefe fue, y esencialmente siempre lo ha sido, un pendejo. Ni llego a entrar al
cuartel. Se alude por ahí que su automóvil se perdió en el tráfico madrugador –
a todas luces inexistente - de las
calles santiagueras, después de una noche de carnaval donde ni un alma ya
cruzaba sus calientes arterias pavimentadas. Pero esto no es importante. De
justificaciones oportunas está sembrado el camino del infierno, para decirlo de
algún modo.
Lo esencial es que el Moncada desembocó en festín
de sangre de una dictadura, para caer en otro festín de sangre en otra
dictadura. Las dos diferentes, e iguales… con algunas diferencias esenciales también.
Entonces Batista no reclamaba organizaciones culturales
oficiales. Censura existía, parcialmente, pero se escribía y se producía en
Cuba arte libre en contra de esa misma dictadura. Las consecuencias del
Moncada, sin embargo, fueron otras.
Se instauró un régimen totalitario que reclamó
instituciones, desangró artistas de su tierra, y sus obras. Nacionalizó
todo,
hasta el espíritu libre de las letras y hoy, ¡vaya legado espiritual!,
lo vende
todo para irse a la mierda. Es eso lo que sucede en Cuba con las nuevas
leyes y
los nuevos gerentes de verde-olivo. Vamos, que hoy el MINCULT puede
cambiar de nombre y llamarse "MONCULT", vestirse de verde en todo su
esplendor: de uniforme y de billetes uniformados. Muy apropiado para el
momento 'cultural', ¿no creen?
¿Y el arte qué?
Pues lo mismo. Un mercenarismo de malabares y
corneta. O se van a escribir a otras latitudes, o se ejerce la pluma a fuerza
de oportunismos. ¿Tengo que mencionar nombres por aquí?
¿Qué literatura, qué arte y qué artistas hoy
trascienden las fronteras de Cuba?
¿Quiénes escriben y publican y se hacen de
puestos visibles en aquella isla?
Los que quieren sobrevivir la ventolera tratan
de hacer una obra inícua, baladí, con destellos de cosmopolitismo. Tratan de
plantar puentes entre una realidad que los elude y una virtualidad que los
aplasta. Intrascendencia, así tratan de sobrevivir. Suerte de “Carpe Diem”, ¡vamos!
Los otros, no. Los otros o se repliegan, o se van vendiéndolo todo a New York y
desde allí escriben oscuras y cifradas oraciones intelectuales, semejando
desabridamente un carpenteriano estilo decembrista y afeminado, o sencillamente
tuercen el cuello y aplauden el discurso.
Es eso el fruto de este “Moncada de la Cultura”:
venderlo todo para irse a la mierda.
Sí, Barnet, en esta ocasión tus palabras
describen esencialmente la geografía nacional de las letras. Quizás el célebre
escribidor oficialista debería leer el mensaje incisivo que Nicolas Boileau le enviaría
desde sus versos: “Antes de escribir,
aprenda a pensar”.
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