Fernando Mires
'Hay quienes creen que con el acercamiento de EEUU a Cuba, el auge de un
capitalismo dependiente llevará a la disolución de la clase militar
dominante. No hay razones para pensar así.'
Alguna vez habrá que teorizar acerca del tema. Lo cierto es que hasta
ahora todas las vías proclamadas para la construcción del socialismo
han culminado en la construcción del capitalismo donde este no existía, o
existía sobre fundamentos muy primarios.
Aunque no guste a los marxistas ortodoxos, el socialismo hasta ahora
ha sido solo la expresión del fenómeno que Hegel denominaba "astucia de
la razón". Como es sabido, según Hegel la razón de la historia no se
rige por la de sus actores sino por una lógica suprahumana (Lecciones para una Filosofía de la Historia Universal).
En sentido hegeliano, el socialismo como medio para la construcción del
capitalismo también sería una astucia de la razón histórica.
Ya Lenin en 1920 a través de la NEP (Nueva Política Económica)
levantó la tesis de que la tarea del "partido del proletariado" debería
ser desarrollar el capitalismo de Estado en la URSS hasta el momento en
que las fuerzas productivas estuvieran tan evolucionadas como en los
países del "capitalismo avanzado".
El socialismo fue así concebido por Lenin como la fase capitalista
del comunismo (idea que nunca pasó por la cabeza de Marx). La llamada
"nomenklatura" sería la clase dominante del capitalismo estatal
soviético.
El Partido Comunista chino siguió esa lección. Durante Mao tuvo lugar
un proceso forzado de "acumulación originaria" (Smith, Marx) que
sentaría las bases para el desarrollo de un agresivo capitalismo
estatal. La primicia fue que, en lugar de estatizar todo, como hizo
Stalin, la nomenklatura china abrió un espacio de reproducción del
capital en donde sus actores gozan de amplias libertades económicas.
Bajo la protección del Estado "comunista" han aparecido en China
magnates a quienes son otorgadas facilidades para su enriquecimiento
pero bajo la condición de no cuestionar jamás a la clase dominante
organizada en el Partido.
Dicho sin ironía: en China, en nombre del socialismo, ha sido creado
un capitalismo perfecto. Un capitalismo sin derechos humanos, sin
movimientos sociales y sin huelgas. No extraña así que muchos
tecnócratas occidentales se sientan fascinados por el modelo chino. El
socialismo chino no es el paraíso de los trabajadores pero sí es, o ha
llegado a ser, el de los capitalistas.
En el modelo chino Raúl Castro encontró una posibilidad de
sobrevivencia para la clase dominante cubana y de igual modo intenta
crear las bases para un —así lo llamaremos— "capitalismo
concesionario". Pero hay dos diferencias. Una: mientras en China el
núcleo del Estado está formado por una burocracia muy eficiente, en Cuba
está formado por el Ejército. En Cuba el Partido es el Ejército y el
Ejército es el Estado.
La segunda diferencia es más importante: mientras en China el lugar
de la reproducción del capital es ocupado por un empresariado nacional,
en Cuba es y será ocupado por el capital internacional, particularmente
en la industria turística.
No obstante, la condición para el surgimiento de un "capitalismo
concesionario" es la misma en ambos casos. Las libertades regirán en la
economía pero no en la política. Y eso significa lo siguiente: el poder
de la nomenklatura cubana no deberá ser cuestionado.
Hay quienes creen que con el acercamiento de EEUU a Cuba, el auge de
un capitalismo dependiente llevará a la disolución de la clase militar
dominante. No hay razones para pensar así. El capitalismo no tiene
contradiciones "naturales" con ningún sistema político. Puede funcionar
tan bien o tan mal en naciones fascistas como en naciones comunistas.
Eso quiere decir que las libertades políticas no serán instauradas en
Cuba por concesiones económicas al "capital". Esas libertades solo
serán posibles gracias a la lucha democrática de sus ciudadanos. No hay
otra posibilidad.
Fernando Mires, chileno, es profesor jubilado de Política Internacional de la Universidad de Oldenburg, Alemania.