Se acabó el juego de damas/CUANDO EL DUEÑO DEL CASINO PONE FICHAS, TABLERO, JUGADORES Y REGLAS
Lázaro González/ Cubanálisis-El Think-Tank
“En los sistemas totalitarios comunistas hay dos historias: la real que todos padecen, pero nunca aparece en los periódicos; y la falsa, la optimista, que ocupa siempre la primera plana”. Reinaldo Arenas
“El partido ya ha llegado a una conclusión correcta que no se cambiará de manera alguna”. Li Peng
En los últimos meses se observa la tendencia por parte de algunos observadores y analistas de la realidad cubana, a formular juicios optimistas sobre el fin próximo del castrismo.
El optimismo que proviene del latin “optimum”: [lo mejor] y que al parecer fue empleado por primera vez por Leibniz en sus "Ensayos de Teodicea sobre la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal" [1710], es individualmente considerado, una disposición de la personalidad a esperar los resultados deseables en el futuro.
Sin embargo, la actitud “optimista” que es sin duda un rasgo positivo de la personalidad, tiene que estar sustentada en algo más que deseos y sueños, particularmente si del examen de una realidad tan compleja como la social se trata.
Es por ello que la concepción de Popper de un optimismo sustentando en la permanente disponibilidad a la corrección que nos permita aprender de nuestros propios errores, es piedra angular en el análisis de la realidad cubana.
Entre los numerosos trabajos escritos sustantivos de un optimismo a ultranza, descuellan dos que auguran el próximo fin del castrismo.
“El Final se Acerca”, de Jesús Marzo Fernández, quien sustenta su tesis en los siguientes argumentos:
· Agotamiento del modelo a partir de sus lecturas diarias del Granma
· La política norteamericana hacia Cuba, que según él no tiene entre sus prioridades la salida de los Castro del poder
· La imposibilidad de los Castro de ir a residir a otros países
· El destino final de los Castro en la Patagonia o la Amazonia
Al margen de que nunca ha estado en las desmedidas ambiciones de los Castro residir en lugares tan “exóticos” como sugiere el analista, el subsecretario estadounidense para Asuntos del Hemisferio Occidental, Arturo Valenzuela, acaba de expresar que, aunque el ejecutivo continua preocupado por la situación de los Derechos Humanos en Cuba, se ratifica la voluntad de la administración de colaborar con el gobierno cubano en temas de interés común.
Por otro lado, Jorge Castañeda, ex Secretario de Relaciones Exteriores de México, y un cercano conocedor del castrismo desde sus años juveniles, en su artículo “Cuba: ¿se acerca el fin?” [Abril 21/10], se pregunta si el régimen esta viviendo sus últimos días.
Arribando a la conclusión que: “La hoguera está preparada, sólo hace falta la chispa, pero los bomberos están exhaustos y la última esperanza de la Revolución cubana, cifrada en Caracas, podría desplomarse en cualquier momento. Son circunstancias sin precedentes en la historia del castrismo, y podrían derivar en un fogonazo más —o en la tormenta perfecta”.
De acuerdo con Castañeda tres elementos determinan este juicio:
- La crisis de la economía cubana y de sus fuentes fundamentales de ingresos en divisas, la alta dependencia de los insuficientes subsidios venezolanos, y la incapacidad de garantizar las condiciones materiales mininas de vida a la población. Además, la imposibilidad de culpar al imperialismo porque, según el, Barack Obama goza de enorme popularidad dentro del pueblo cubano.
- Protestas públicas luego del fallecimiento de Orlando Zapata Tamayo como consecuencia de una prolongada huelga de hambre, a la que posteriormente siguieron otras, y la amenaza al régimen que representan las Damas del Blanco.
- Fidel Castro habría liberado o ejecutado a Zapata, pero jamás habría permitido que el reo lo arrinconara como hizo con su hermano menor, y el mismo procedimiento habría empleado contra Fariñas y las Damas de Blanco. Y es que Raúl Castro no tiene el carisma del Big Brother.
Considerando que, oficialmente, el denominado “Período Especial en Tiempos de Paz” se declaró en 1994, han transcurrido 16 años de una crisis crónica e insoluble de la economía cubana, pero el clan de Birán permanece en el poder, y todos los teóricos del efecto “domino” siguen esperando un “doble nueve” que está guardado en la Caja de Pandora del castrismo. Cuba no es Grecia ni Islandia, los sistemas totalitarios tienen otros mecanismos de supervivencia y de control de crisis, que no son posibles de aplicar en sociedades democráticas.
Parece ser cierto que los subsidios chavistas a Cuba son insuficientes, pues el régimen no logra resolver sus problemas de insolvencias financieras. Sin embargo, más de 33 millones de barriles anuales de crudo [4.5 millones de toneladas], a precios promedio del 2010 representan mas de 2,600 millones de dólares, a los que hay que añadir los más de 10,000 millones de dólares por concepto de servicios con gastos “cero”, constituyen volúmenes de recursos nada despreciables para una escala de economía como la cubana. Pero estas son cifras provenientes de las estadísticas oficiales, la realidad castro-chavista es mucho mas pródiga en flujos de recursos que lo que nos es permisible conocer.
Mientras Cuba decreta un “corralito financiero” a las empresas extranjeras que operan en Cuba, y la Unión Europea condena las recientes flagrantes violaciones a los derechos humanos, algunos presidentes de comunidades autónomas de España, entre otras personalidades, hacen oídos sordos a lo que están obligados a atender, y vuelan a Cuba, donde son recibidos por el primer nivel de gobierno, que les da garantías de honrar las deudas con flexibilidad pero con honorabilidad.
Entre ellos, la reciente visita del presidente del Principado de Asturias Vicente Álvarez Areces, quien fue recibido por el segundo hombre en la nomenklatura oficial del régimen, Machado Ventura, el cual ordenó la solución en breve de 21.5 millones de euros de los 23 a los que asciende la deuda, lo que mereció que Álvarez Areces expresara: "Tuvo un compromiso firme de cumplir con sus obligaciones y de crear nuevas oportunidades de negocio".
Cuando un país que tiene una deuda oficial reconocida, sin incluir el monto con el antiguo campo socialista, de más de 16 mil millones de dólares, y cerrado el acceso a los circuitos financieros internacionales, decide que el segundo hombre de la nomenklatura formal atienda casi a nivel de jefe de estado a alguien que viene a negociar 23 millones en pagos retenidos, ofrece un mensaje preciso de cómo se están atendiendo hoy los asuntos desde el estado mayor.
Si bien es cierto que la elección como presidente de los Estados Unidos de Barack Obama disfrutó de cierto beneplácito entre la población cubana, esperanzada más en la solución externa a su desescanto y a sus miserias cotidianas, alimentadas cínicamente en sus inicios por el propio Fidel Castro, las mismas se han ido diluyendo en la tragedia diaria y, curiosamente, igualmente reforzadas por las reflexiones del Paciente en Jefe: “Barack Obama es un fanático creyente del sistema capitalista imperialista impuesto por Estados Unidos al mundo”; es su ultima referencia al presidente norteamericano.
El segundo factor al que alude Castañeda son las protestas públicas que siguieron al asesinato político de Orlando Zapata Tamayo. Efectivamente la trágica muerte de Zapata Tamayo conmovió al mundo occidental, y particularmente a la Unión Europea, y en gran medida compulsó a que la sistemática violación de los derechos humanos en Cuba pasara a encabezar titulares de portada y contribuyera a hacer fracasar el desmantelamiento de la posición común del grupo europeo respecto al régimen castrista, objetivo prioritario del gobierno socialista español.
Sin embargo Zapata Tamayo muere en la madrugada del 24 de febrero y no es hasta el domingo 14 de marzo que se realiza la tradicional caminata de las Damas de Blanco por la 5ta Avenida, luego de acudir a la misa en la iglesia de Santa Rita.
Lo que no constituía información pública en aquel momento era que las mismas marcharían durante una semana por diversas calles de La Habana, en conmemoración del 7mo aniversario de la Primavera Negra. En términos políticos estamos en presencia de dos acontecimientos que expresan una presencia activa de la sociedad civil cubana, pero desconectados uno de otro. Ni Zapata Tamayo llevó su huelga de hambre hasta las ultimas consecuencias en conjunción con el movimiento disidente y opositor, ni las Damas de Blanco expresaron su protesta explícitamente por el.
Y esta falta de conexión concreta y del trazado de objetivos políticos comunes por parte de los diferentes movimientos opositores y disidentes, es la mayor debilidad de las fuerzas anti-castristas.
Salvo Guillermo Fariñas, que continúa llevando hasta las ultimas consecuencias su batalla contra el régimen con lo único que no lo pueden subyugar, que es su propia vida, el resto de los huelguistas sin claros objetivos políticos y luego de las contundentes declaraciones de Raúl Castro en el IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, ha desistido de este método de lucha no violenta activa.
A diferencia de lo que afirman algunos, el físico y disidente Andrei Sajarov también empleó el recurso de la huelga de hambre con objetivos de lucha no violenta activa. Están reconocidas tres de ellas, durante las cuales el Kremlin lo mantuvo hospitalizado mientras lo alimentaba contra su voluntad. El mundo occidental reconocía a Sajarov como una alternativa, y siguió de cerca los dramáticos acontecimientos, lo que obligó al poder soviético a evitar su muerte, dado que la recurrida versión de suicidio no sería creíble.
Un estado está en la obligación de alimentar a un prisionero mientras esté en sus dependencias penitenciarias, pero el castrismo ni cree en obligaciones estatales ni experimenta los temores de sus anteriores patrocinadores y maestros:
“Al igual que en el caso anterior, se está haciendo lo posible por salvarle la vida, pero si no modifica su actitud autodestructiva, será responsable, junto a sus patrocinadores, del desenlace que tampoco deseamos… Qué dirían si como ellos hubiéramos violado las normas éticas y alimentáramos por la fuerza a estas personas, como se ha hecho habitualmente, entre otros muchos centros de tortura, en la Base Naval de Guantánamo”.
Luego de la semana de protesta de las Damas de Blanco por diferentes barriadas de La Habana, que acaparó la atención internacional, y siempre contando con la correspondiente compañía del cordón de “seguridad” que las protegía del pueblo “indignado”, el castrismo consideró que ya era suficiente, pues la calle es de Fidel y Raúl, y con una simple advertencia resolvió el asunto. O como expresara recientemente Frank Rodríguez: “A las Damas de Blanco no las dejan mover ficha”.
Entonces, ¿qué amenaza real representan las heroicas Damas de Blanco, merecedoras del Premio Sajarov y nominadas al Premio Nobel de la Paz, ante un régimen que le basta con enviar a un oficial subalterno para neutralizar la presencia publica de las mismas? ¿O que en un segundo escenario les impide salir de sus casas, o sencillamente las recogen en un ómnibus, ante la mirada silenciosa de cientos y miles de personas que el temor las paraliza a emprender el mas mínimo gesto de apoyo, o simplemente de solidaridad?
Por otra parte, es cierto que la mano de Fidel Castro hubiera manejado de diferente manera estos acontecimientos como explica Castañeda, y posiblemente hubiera evitado la connotación internacional que los mismos tuvieron. Sin embargo, hoy por hoy, el castrismo se ha reorganizado institucionalmente en la ausencia operativa de la mano caótica de Fidel Castro, particularmente en materias de seguridad, coerción, control y represión social.
Analistas acostumbrados a examinar los acontecimientos cubanos siguiendo las normas, protocolos y procedimientos de las relaciones internacionales, arriban a conclusiones que no se corresponden con la realidad, precisamente por seguir lo que es generalmente aceptado.
Y es que el castrismo aplica sus propias reglas y, ante la general repulsa que los últimos acontecimientos generaron en la comunidad política occidental, responde inalterablemente de la misma manera que ha venido haciendo durante más de 51 años: “No cederemos jamás al chantaje, de ningún país o conjunto de naciones por poderosas que sean, pase lo que pase. Tenemos derecho a defendernos. Si pretenden acorralarnos, sepan que sabremos parapetarnos, en primer lugar en la verdad y los principios.”
Y si alguien lo duda, revise los últimos 51 años de la Historia de Cuba. Cuando algo o alguien trata de acercarse al régimen, ya sea tangencial o directamente, con alguna propuesta que solo roza uno de los axiomas eternos del castrismo, inmediatamente se cavan trincheras reales o de “principios”, y se hace fuego cruzado con la artillería revolucionaria, ya sea con proyectiles reales o propagandísticos. Una mina antipersonal en forma de una cámara de video en una habitación, o un infarto masivo en un individuo sin ningún antecedente de problemas de salud, forman igualmente parte, entre otras muchísimas mas, de las agrupaciones de fuerzas del régimen.
Desde tempranas administraciones norteamericanas como las de "Ike" Eisenhower y John F Kennedy, hasta las de Clinton y Obama, el comportamiento ha sido similar: tomar lo conveniente y, sin miramientos, bombardear lo demás.
Diferente a lo que el pensamiento común pudiera considerar, este comportamiento no se limita al “enemigo imperialista”, sino alcanza hasta a los propios compinches de desvergüenzas revolucionarias, patrocinadores generosos, aliados incondicionales, profesores de esquemas de represión y control social, suministradores de armamentos, tecnología, avituallamiento y doctrina militar.
También petróleo, equipamiento industrial, alimentos, propaganda, espacios y apoyo en los escenarios políticos internacionales, dispuestos a inmolarse por sostener a la “Isla de la Libertad”.
Un día nos despertamos con la noticia de que la Unión Soviética había traicionado a la Revolución, solo porque evitó una hecatombe nuclear. Otro, que Mao era un renegado de la revolución mundial o que un comandante de la guerra revolucionaria era un traidor a la patria, solo porque había solicitado su renuncia ante el Comandante en Jefe. Otros desaparecían sin dejar rastro, y muchos más fueron encarcelados o fusilados. Luego de enviar al destierro eterno en las selvas bolivianas a varios, construyen con uno de ellos una descomunal campaña de marketing político internacional para los idiotas del mundo.
No han importado cuan profundas, desesperadas y agónicas puedan haber sido las crisis. Cuando Cuba era un gigantesco árbol de navidad de acción retardada, de 110 mil kilómetros cuadrados con 16 horas sin energía eléctrica, y los carteles de “Abajo Fidel” multiplicándose cada noche, un gran amigo, como el entonces presidente español Felipe González, envió a sus mejores expertos para ayudar al Comandante a resolver la crisis. Éste, según él mismo ha confesado, los escuchó con la paciencia de Job y la sonrisa de la Gioconda, y se los devolvió envueltos en papel de celofán, atados con una cintica roja, y siguió haciendo lo que le vino en ganas.
O cuando ha sido conveniente acusar de corrupción, traición o embriagados por las “miles del poder” a cualquiera, ya sea una figura en ascenso, establecida, o un simple compinche en turbios negocios, llámese como se llame y ocupe el lugar que ocupe en la nomeklatura del poder, ya sea Luis Orlando Domínguez, Arnaldo Ochoa, Tony la Guardia, José Abrantes, Roberto Robaina, Carlos Lage, Felipe Pérez Roque o Max Marambio. Simplemente, se sigue el procedimiento establecido para estos casos.
Entonces, el examen del castrismo tiene que atenerse no a las concepciones comúnmente aceptadas del análisis político, sino que a partir de ellas hay que entender los factores que explican la dinámica y las reales motivaciones y objetivos del sistema.
Porque el régimen implantado en Cuba por el gángster de Birán es ante todo sistema político unipersonal de control y coerción social, que se reproduce sobre la base de perpetuar la pobreza estructural social en un dinámico, pero férreo, sistema piramidal de castas, que tiene como misión su perdurabilidad en el poder, y hacia tal fin se dirigen todas las acciones fundamentales.
Como es conocido, la dictadura es un sistema de gobierno en el cual el poder se concreta en torno a un individuo, generalmente mediante un gobierno de facto sin la clásica división de los poderes del estado, los cuales están subsumidos a la voluntad del dictador.
Asimismo, el ejercicio del poder es arbitrario y proclive a favorecer a una minoría que practica la lealtad en tanto factor de supervivencia grupal e individual, y donde se somete a la mayoría de la población mediante un amplísimo arsenal de procedimientos, a un consentimiento pasivo y, además, están absolutamente bloqueados todos los accesos institucionales para que la oposición alcance el poder. Si la constitución socialista preveía que una solicitud avalada por 10 mil personas debía ser objeto de análisis legislativo, cuando este hecho ocurre el castrismo reacciona ipso facto derogando el derecho constitucional que ellos mismos habían establecido.
Por lo anterior, y porque en ocasiones no se distingue entre una dictadura de naturaleza autoritaria de una totalitaria, al emplearse indiscriminadamente los términos, es conveniente precisarlos
De acuerdo con las investigaciones de J.J. Linz, una dictadura autoritaria se caracteriza por tres elementos centrales:
- No tiene una ideología tan elaborada, el ensalzamiento del líder se hace de forma generalmente propagandística
- No busca el apoyo de las bases sociales y la población, sino simplemente controlarlas y someterlas a sus dictados
- Su meta última no es realizar grandes cambios en la sociedad, sino únicamente imponer su poder sobre la misma.
En tanto en las dictaduras totalitarias es posible apreciar:
· Concentración del poder en una sola persona o grupo muy reducido, usualmente un partido político o movimiento, que suele conducir frecuentemente al culto de la personalidad del líder
· Justificación de la actuación política mediante una concepción global que se manifiesta en todas las esferas de la sociedad: economía, cultura, familia, religión, etc.
· Empleo sistemático del terror por medio de instituciones represivas, de inteligencia, paramilitares, e incluso organizaciones sociales, con el objetivo de contener o eliminar disidentes y opositores
· Uso de cárceles, campos de concentración y otras instalaciones para aislar a la oposición y enemigos del régimen
· Mientras el autoritarismo busca acallar a los disidentes y evitar sus expresiones en público, el totalitarismo busca no solo acallar, sino también extirpar las formas de pensamiento opuestas, mediante el adoctrinamiento y la remodelación de las mentalidades
Factor esencial que comparten todas las dictaduras totalitarias es la voluntad irrevocable de convertir la política estatal en un mecanismo para controlar todas las esferas de la actividad humana y ocupar todo el espacio social.
Un aspecto novedoso del análisis del castrismo, que ha pasado inadvertido para los estudiosos del mismo, es que de hecho la dictadura totalitaria castrista se ha transformado en una dictadura totalitaria pseudo-constitucional, entendida como aquella forma de gobierno en la que, simulando respetar la constitución que ellos mismos crean, modifican a conveniencia y aplican discrecionalmente, el poder real se concentra absolutamente en las manos del dictador de turno, un Raúl Castro hoy, con facultades legislativas para consultar a Fidel Castro, o al que designen en su momento - que pudiera ser el propio Raúl Castro tan pronto se legitimase la sucesión-, en cuanto asunto estratégico o no, considere pertinente: garantía absoluta contra sucesores inquietos.
La promoción a fiscal general de la republica del general Juan Escalona Reguera hace 18 años, como premio a su actuación como fiscal inquisidor en la Causa No.1, no pasó de una nota de prensa. Hoy su relevo amerita una intervención especial de Raúl Castro delante de todos los implicados en el sistema legal cubano, y se le da amplia cobertura propagandista. Por algo será.
Entonces, el papel que los poderes legislativo, ejecutivo y judicial desempeñan en el sistema político cubano, se reduce a asistir solemnes y obedientes a la cita donde reciben las órdenes precisas de Raúl Castro, y regresar a sus oficinas a instrumentar rápidamente. En Teoría Política a esto se le denomina fraude constitucional.
No hay que olvidar que el totalitarismo contemporáneo surge de formas políticas más antiguas como el despotismo, el absolutismo y la autocracia. En tanto la autocracia es un sistema de gobierno donde la voluntad de un individuo es máxima suprema al margen de leyes o discursos, se puede considerar que en Cuba existe una dictadura autocrática totalitaria pseudos-constitucional.
El autócrata, Fidel Castro ayer y Raúl Castro hoy, no delega su poder en nadie, y es permanente la desconfianza sobre todos, incluyendo a los miembros de la nomeklatura más cercanos: establece un sistema diabólico, pero muy efectivo, de control de las actividades y motivaciones de estos. Carente de sentido de la autocrítica política que lo pondría en grave riesgo, el autócrata no admite cuestionamientos sobre sus decisiones, las que deben ser asumidas por los subordinados como encarnación de la voluntad de la patria y la revolución. No importa que hace 3 años prometiera darle un vaso de leche a todos y convertir los marabuzales en fértiles tierras productoras de alimentos. Es más fácil cambiar al secretario del partido de una provincia que producir alimentos.
Ello explica que la reproducción de la pobreza estructural sea base natural del autócrata, que le permite un control social más efectivo, en tanto condena a toda una nación a depender de sus órdenes para sobrevivir. No hay otra forma: chinos y vietnamitas lo han entendido perfectamente, y puestos ante la disyuntiva de elevar a niveles inadmisibles la represión, han optado por transmutarse de dictaduras totalitarias y autocráticas en dictaduras autoritarias.
Opción, por cierto, muy tentadora, viable y factible para un castrismo en fase de transformación sucesoria a neocastrismo. En apenas 4 meses Raúl Castro se ha referido al ritmo de las transformaciones, que reconoce como necesarias, y ha puesto un muro de contención para los que desean cambios inmediatos.
Y desde cualquier lógica responsable, y más aun desde la del castrismo, el ritmo de las reformas tiene que transcurrir siguiendo el conocido principio de la “rana hervida”.
A un país como Nueva Zelanda le tomo 10 años realizar las reformas necesarias. China y Vietnam llevan 30 y 20 enfrascadas en las mismas, y nadie puede asegurar cuanto tiempo más tomará realizar los ajustes requeridos en el mundo occidental. Mucho menos en los casos de Grecia, Islandia, e incluso España y Portugal. Solo desconocedores de la complejidad de las mismas, o ingenuos, o irresponsables, o provocadores, pueden exigir que un proceso de reformas transcurra al ritmo con que se cocina una hamburguesa.
Clarísima la advertencia del autócrata, que congela las molleras intranquilas, pues en todo caso el general explícitamente expuso que los ansiosos irrefrenables pueden estar haciéndole el juego al enemigo. Si alguien es miembro de la nomenklatura, es porque, ante todo, asume que su supervivencia está en función directa de su lealtad. No hay que reprimir ni encarcelar a nadie, todos saben perfectamente que la orden de esperar está dada, y que las reformas no se analizarán con nadie y tendrán que ser aceptadas como la autocracia dictatorial las conciba. Principio clave de la continuidad y supervivencia del castrismo: excluir a todos de la toma de decisiones estratégicas, sea éste el presidente del parlamento o aquel el secretario del consejo de estado o de ministros.
Los “impacientes” de todas latitudes que claman a degüello por la aceleración de las transiciones, lo son por irresponsabilidad social, desconocimiento, o porque nunca se han visto involucrados en un proceso transicional real.
Comulgar con el ritmo de las reformas que el general tiene previsto no significa en modo alguno estar de acuerdo con el signo de las mismas: como bien aprendió con su hermano desde la infancia, la manipulación de los seguidores, de la población y de la opinión publica, es clave en la concreción de sus planes.
El general miente la mayor parte de las veces, y en otras no dice toda la verdad.
“En asuntos de envergadura estratégica para la vida de toda la nación no podemos dejarnos conducir por emociones y actuar sin la integralidad requerida. Esa es, como ya explicamos, la única razón por la cual decidimos posponer unos meses más la celebración del Congreso del Partido y la Conferencia Nacional que lo precederá”. [negritas –LG].
La socorrida y nunca invocaba anteriormente Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba, a realizarse tal vez en el 2011, de acuerdo con el cronograma del proceso que se observa, no es más que una manera de presentar oficialmente a los sucesores designados y las directrices por las cuales se hará efectiva la transformación de la actual dictadura castrista totalitaria en a una dictadura autoritaria neocastrista pseudo-constitucional.
¿Por qué no hacerlo directamente en el pospuesto VI Congreso del Partido, que debió realizarse en el 2002?
En primer lugar, porque los dictadores autócratas fundadores no pueden ser sustituidos en vida, como muestra la experiencia histórica con Lenin, Stalin, Franco, Mao y Tito, entre otros.
También porque la preparación de los sucesores designados a presentarse públicamente no ha culminado, y porque se requiere un tiempo político de legitimación de los mismos, ante todo con la dura realidad y la nomenklatura. No se puede improvisar, y el castrismo requiere garantías absolutas de que estos individuos seguirán eficientemente el mapa estratégico trazado y tendrá bajo su control, igualmente absoluto, todos los resortes concretos del poder. Por ello, la vía genética sucesoria es plausible en términos de poder real, aunque cualquier monigote político pueda ostentar el poder formal.
Y es que en Cuba no habrá una “Banda de los Cuatro”, ni un Chernenko, pero sí hay ya un Andropov personificado en el general-presidente, y no un autentico Deng Xiaoping, como algunos han sugerido. Un Jiang Zemin, pero más probablemente un Hu Jintao, aparecerá próximamente como el delfín real, no de Fidel Castro sino de Raúl Castro.
En Cuba tampoco veremos un Yeltsin, un Egon Krenz, y muchos menos un Gorbachev. Y es que un Yeltsin cubano no tiene un parlamento que bombardear, pues el poder real en Cuba esta convenientemente dislocado táctica y estratégicamente. Un hipotético grupo de obuses de 155 mm emplazado en la Plaza de la Revolución, disparando contra Palacio, el MINFAR y el MININT, a lo Yeltsin, solo ocasionaría bajas en secretarias, oficiales subalternos y daños fácilmente reparables en las fachadas de los edificios.
Los que convocan frecuentemente a que las fuerzas militares se hagan cargo de la situación, deberían meditar en el balance de fuerzas y el escenario de confrontación, entre otros factores aun más importantes. En Cuba, los generales inconformes o inquietos no mandan tropas, se les cita al 4to piso del MINFAR y de ahí van directos al paredón de fusilamiento, sin importar glorias, medallas o nombres.
Conjuntamente con ello, el castrismo requiere el cambio de los esquemas mentales actuales, no solo de la nomeklatura, sino también de la población. La construcción de un nuevo paradigma social, en el cual el estado dejará de ser el papá-estado, para convertirse en el papá autoritario, pero controlador y fiscalizador, es una ruptura que debe ser instrumentada paulatinamente para evitar el caos.
Los que hayan seguido atentamente los plenos provinciales del partido y de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños [ANAP], presididos en todos los casos por la momia de ortodoxa de Machado Ventura, habrán notado que el común denominador es que hay que eliminar todas las barreras que impiden hoy el acceso de los productos agrícolas a la población. Dicho de otra manera, lo que se demanda por los campesinos, y se santifica por el poder, es el libre acceso a los mercados de estos bienes. Cualquier inconformidad que resulte de la lentitud en la implementación de lo necesario es responsabilidad de la cabeza de turno de la burocracia, nunca de los campesinos ni del poder.
No por gusto las primeras medidas “reformistas” se enfocaron en las que se denominaron “innecesarias restricciones”. Esto, por cierto, no es novedoso: todas las reformas estructurales conocidas han comenzado por eliminar lo que puede ser eliminado sin mayores contratiempos.
Ahora los hijos y nietos de los barberos y peluqueras defenestrados y lanzados a una proletarización forzosa en marzo de 1968 son lanzados abruptamente al mercado real. Pronto otras actividades en la esfera de los micros servicios correrán igual suerte, en lo que no es más que el despliegue a ritmo de rana hervida, y sin correr ningún riesgo, de las reformas por venir. Reformas y paradigmas, autoritarismo, y nuevos esquemas mentales.
Porque la transición inevitable del castrismo al neocastrismo no se limita a la sucesión de una nueva elite de poder. No es solo un tema generacional, aunque lo parezca a los partidarios de que desaparecidos los Castro, milagrosa y automáticamente, florecerá la democracia en Cuba: temas para panelistas de televisión, expertos de café callejero, y “ciberbulleros”, que de reformas estructurales, transiciones y correlaciones de fuerzas políticas y poder entienden inversamente proporcional al ruido que hacen.
Conjuntamente con la sucesión generacional, y que no concluye con ella, pues es un largo proceso siempre inacabado, se establece la ejecución de un amplio programa de reformas y, contrariamente a lo que muchos pronosticaron, desearon o aun sueñan, no pueden ser ejecutadas con el mismo frenesí propagandístico con que se convoca una marcha por el 1ro de Mayo: son, sencillamente, conceptos de distinto orden.
De hecho, el régimen de La Habana, aunque algunos más preocupados por los hits de sus blogs o las cámaras no se hayan percatado, está ejecutando una profunda anti-terapia de choque gradual, con vistas a conformar el nuevo paradigma a asumir por la nomenklatura y la población. Esto, que en ciencias políticas se conoce como ingeniería social fragmentaria, en contraposición a la utópica por la que se despeñaron las elites rusas en su momento, es el sendero por el que acertadamente se despliega el castrismo, siguiendo discrecionalmente a chinos y vietnamitas.
No se cuenta con un acabado plan general, lo que es congruente, pues, ante todo, de lo que se trata es de un mapa estratégico, donde las variantes de acciones concretas se derivan y modifican de acuerdo con aquellos segmentos del entramado social que presentan mayores urgencias potencializadoras o desestabilizadoras.
Así, a la vista de todos, en un contexto que algunos no entienden o se resisten a hacerlo, le guste a la izquierda occidental, tontuela y cómplice, o no sea del agrado del diverso espectro anti-castrista insular o del exilio, el castrismo está realizando la transición al neocastrismo.
Fidel Castro, quien ha sustentado sus “doctrinas” en la ridiculización del orden institucional generalmente aceptado, los fundamentos cívicos de la sociedad cubana y el estado de derecho, sustituyéndolos por su “derecho” a destruir el orden vigente y erigir el suyo propio, considera igualmente legitimo aplicar semejante concepción a familiares, [un primo suyo por línea materna fue fusilado mientras él personalmente daba garantías al padre -su propio tío, Julio Ruz- de que no se preocupara], “amigos”, “socios”, ministros, generales, enemigos, expertos, patrocinadores, aliados, consejeros, presidentes, organismos internacionales y bloques de países.
Todo es legítimo para una persona donde todos los intereses se subordinan y rigen por sus propios intereses. Solo 29 años después que Adolfo Hitler expusiera que la historia puede absolver a un acusado, en ocasión de la presentación de su autodefensa en el juicio que se le siquiera en 1924, y que adquirió forma definitiva en el “Mein Kampf”: "Aún cuando los jueces de este Estado puedan condenar nuestra acción, la historia, diosa de la verdad y de la ley, habrá de sonreír cuando anule el veredicto de este juicio y me declare libre de culpas", Fidel Castro, colocado en similares circunstancias, o propiciándolas, repite paso a paso a su inspirador y guía.
s por ello que hoy en día Fidel Castro tiene solamente dos objetivos: el principal, de que la historia lo absuelva y le conceda las glorias eternas a las cuales se considera merecedor, y uno obligatoriamente derivado, que consiste en la perpetuidad del castrismo en proceso de transformación sucesoria hacia el neocastrismo. Todo lo demás es absolutamente secundario, y para ello se hará lo que necesite hacer, sin esquematismos ni ortodoxias de un empleado más como Machado Ventura.
Entonces, cuando algo tan humano y alejado de los centros emisores de noticias, que es visitar y depositar flores en la tumba de Orlando Zapata Tamayo por su madre, familiares y amigos, a dos meses de su asesinato político, es razón suficiente para que se active un operativo local de la seguridad del estado, ordenado, por supuesto, desde el mando central, para dar al traste con este humano propósito.
¿Por que el castrismo reacciona de manera tan extrema a los ojos occidentales? Porque no tiene otras alternativas. La micro-localización geográfica de Banes determina que tiene un solo acceso por tierra, fácilmente bloqueable. Pero lo que suceda en un Banes incontrolable puede incendiar el norte de Oriente, y eso obligaría a tomar medidas de mayor impacto social.
Por igual razón, se le advierte a las Damas de Blanco que tienen que limitar sus marchas a la zona donde está enclavada la iglesia de Santa Rita, como lo habían realizando durante los últimos 7 años. Nadie puede garantizar absolutamente que en una calle de Centro Habana 50 ancianas se lancen a seguirlas, y sus hijos y nietos rompan el cordón de seguridad para protegerlas, generando una situación que solo es posible controlar luego de dejar varios cadáveres en las calles.
La calle es del castrismo, Cuba es del castrismo, y el color de la ropa que alguien vista puede ser considerado un delito contra la seguridad del estado. Un gladiolo silencioso es más subversivo que un fusil, en meridiana expresión de Frank Rodríguez.
Carece de absoluta importancia que no exista la figura legal que exige presentar una solicitud de permiso con al menos 72 horas, para marchar por cualquier razón en cualquier lugar de Cuba. Si algún amigo europeo les pregunta por el mismo, antes que termine la conversación una nueva legislación habrá sido incorporada convenientemente, y con efecto retroactivo, a la próxima edición de la Gaceta Oficial de Cuba, y asunto concluido.
El régimen se ha caracterizado, a diferencia de otras dictaduras autoritarias o totalitarias, por hacer un uso muy “ajustado” de la fuerza represiva, aunque muchos consideren lo contrario: justo lo necesario para coartar la situación y evitar la extensión del problema. Es puro y simple Aikido político.
La heroica y dramática huelga de hambre que sostiene Guillermo Fariñas tiene un objetivo político concreto, a diferencia de otras acciones realizadas por opositores y disidentes, y es expresión de una comprensión de los métodos de lucha no violenta activa por su parte.
Operativamente, mañana mismo el régimen puede liberar no solo a los 26 presos políticos gravemente enfermos por los que lucha Fariñas, sino a todos los opositores de conciencia encarcelados. Puede, incluso, permitir el derecho de asociación y expresión, y al menos en el corto y medio plazo no existen alternativas a su dominio monopólico del poder político.
Pero, sin embargo, no lo puede hacer aunque quisiera, porque después vendrían cada vez mayores exigencias, y es preferible adicionar un muerto más a la larga lista sobre la que se erige su posición actual que mostrar el menor signo de debilidad ante demandas inconvenientes para sus cabezas. Desde la óptica del castrismo, es preferible derramar una lágrima, como dice Raúl Castro que ocurrió ante el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, que ser sujeto del paredón.
Como es ético y profesional, agradeceré y respetaré todas las opiniones, incluyendo las que consideren que este es un trabajo pesimista: cuando la real politik se relaciona con los sueños y esperanzas suele perder la partida.
Hoy por hoy, cuando de los miles de opositores, disidentes, periodistas independientes, activistas, simpatizantes y blogueros, menos de 10 han reportado haber hecho acto de presencia como espectadores en las brutales represiones de las Damas de Blanco, y no existen vigilias en el lugar donde un hombre entrega lo único que tiene, que es su vida, por una causa, y cuando el régimen impunemente celebra unas elecciones locales sin que nadie convoque siquiera una campaña al abstencionismo, el optimismo fundado, es decir “optimum”, será replantearse con la mayor premura posible las múltiples formas de la lucha no violenta activa.