Por Andrés Pascual
Están sucediendo cosas extrañas en el mundo, producto de ciertos cambios "a la cañona" que comenzaron a efectuarse bajo el efecto de la "nueva mentalidad" de líderes comunistas soviéticos (hoy ex), que han demostrado, durante los últimos 20 años (acaso desde que existieron), saber más que los americanos de todo lo que tiene que conocerse para sobrevivir a cualquier prueba.
"Desguavinaron" a la Unión Soviética y al bloque europeo del Este conocido como Pacto de Varsovia para habilitarle espacios más comodos al comunismo y mucho más aceptación voluntaria, a través del proceso glasnot y la perestroika, que cuando lo imponían porque ocupaban militarmente, reflejo directo en las "democracias de nuevo tipo" que eligen a sus tiranías comunistas con intención dictatorial en el "Tercer Mundo vía "voto libre, secreto y sagrado".
El que crea que los americanos ganaron el enfretamiento Este-Oeste está frito; el que considere muerto al comunismo por lo anterior come mierda, para comprobarlo, que le de un vistazo a los acontecimientos en todos lados y que le ponga asunto a este país sobre todo.
Si algo debieron entregar a mediano plazo los "bolos" fue la supremacía ajedrecística, consecuencia de la baja participación en espiral en el "deporte ciencia" por el desgano y la apatía de una juventud que le retiraron ciertos "ariques de las patas"; por lo general, si el control se resquebraja con la posibilidad de elección de otras variantes, se pierde la imposición.
Ese precio estuvieron dispuestos a pagarlo los líderes del mundo de hoy con sede en Moscú y les valió mucho más que mantener la hegemonía del deporte de Lasker y Botvinick.
El desarrollo "masivo" y académico del ajedez en la Unión Soviética fue idea de Lenin: por el efecto de adicción que genera en el joven cuando aprende a mover las piezas, mantener a la mayor cantidad posible en espacios cerrados controlados por la policía política (academias), significaba tenerlo vigilado y fuera de toda posibilidad amenazante de sedición organizada en otros círculos "peligrosos y perniciosos" contra el sistema.
Únicamente intereses de origen cultural, sobre todo en la pintura y la literatura, lograron atraer a una generosa parte de la juventud moscovita de "inquietudes degenerativo-diversionistas contra el Estado", conocidos como los Muchachos de la calle Arvat, célula originaria de la UMAP castrista, que alimentaron en cantidades aberrantes durante el estalinismo, sin pruebas de delitos ni procesos judiciales efectuados, el Gulap o campo de concentración.
La única victoria de Occidente durante la Guerra Fría, específicamente americana, fue la demolición por Bobby Fischer de la llamada Escuela de Ajedrez Soviética, creación de Misha Botvinick, quien se convirtió en el principal elemento propagador del genio neoyorquino cuando dijo, después que barrió a Petrosian: "si sigue por 5 años tal vez haya que ponerle otra pieza al tablero" y lo llamó "matchade", opinión que le costó el puesto como presidente de la FIDE en Cuba a José Luis Barreras, cuando la repitió en entrevista a Juventud Rebelde, después que el americano derrotó a Spasski en Islandia.
El ajedrez tuvo su momento de esplendor durante 10 temporadas, desde que Fischer controló la competencia en pleno desarrollo de su inigualable juego individualista e imperfecto (1962-1972), un joven sólo contra 30 años de predominio por equipos e individualidades de una potencia criminal, negadora de todo lo concerniente al desarrollo humano y a la buena voluntad.
El fenómeno Fischer fue interesante e irrepetible, porque hizo que más de medio mundo estuviera pendiente de sus resultados en cualquiera de los torneos a que asistía, unas veces terminándolos; otras, abandonándolos antes de concluir el calendario, casi siempre con ventajas abrumadoras, por exigencias de última hora imposibles de cumplir por los organizadores de parte de quien se reconocía como el único vedette del mundo ajedrecístico... hasta hoy.
Nadie subordinó con expectación de fanáticos a profanos y eruditos al titular mañanero sobre el juego-ciencia como Bobby Fischer. Si este juego sigue vivo, aunque con muy limitado interés hoy, es gracias al genio neoyorquino.
Pero detrás del éxito mediatico y popular del americano como el más grande difusor para una época del ajedrez mundial, estuvo la polarización política que resultó en el nombrecito que inventaron para definir la era: LA CONFRONTACIÓN ESTE-OESTE o GUERRA FRÍA.
A fin de cuentas, sin proponérselo, el trebejista fue otra pieza en el complejo tablero del fenómeno politico mundial.
Y aquel individuo que odiaba a su país, que lo desperdiciaron en Cuba y en la propia Unión Soviética como el arma más soberbia que hubieran podido utilizar a su favor, aunque nacida de y por encima de derrotas en el tablero, fue el nombre oportunista de "lo malo del sistema comunista".
La triste conclusion del capítulo Fischer es que los jugadores "soviéticos" a quienes apabulló, que desde una posición equivocada gozamos sus derrotas, eran el verdadero símbolo del antisovietismo desde que Mijail Thal se enfrentó a las filosofía aberrante de un sistema oprobioso que conocían como nadie, porque lo sufrían en carne propia: más del 80 % de los ajedrecistas soviéticos eran anticomunistas, sin embargo, trágicamente el mundo, sobre todo en Cuba, los colocó en la línea de fuego contra la democracia, fabricándole a un esperpento político, negación absoluta de esos valores, una aureola inmerecida de carácter heroico.
Niño prodigio-genio, de los pocos que han evolucionado completamente e incluyo, parodiando a Marino Martinez, anti-periodista del Herald, "español nacido en el Castillo del Príncipe habanero", a José Raúl Capablanca, por cierto, es común escuchar que Alexander Alekhine no quiso darle la revancha al cubano "porque le tenía miedo...", cuando la verdad es que el criollo no pudo completar la bolsa que debía entregar como exigencia oficial para celebrar el re-match, es un noruego, la nueva figura que llena titulares hoy.
Magnus Marlsen está recibiendo tantos elogios que nadie puede asegurar si se trata de un ajedrecista, de Adele o de Leonel Messi, incluso que Obama en su mejor momento.
Hace poco leí: "...un hombre de este siglo que no guarda la compostura, que tiene 186 de coeficiente de inteligencia, un témpano de hielo con piernas..." y mil barrabasadas más.
Ahora, lo peligroso por manipulado para la historia del pasatiempo es "detrás de la voracidad mental del nórdico no asoma ni la locura de Fischer ni la arrogancia de Kasparov..." o esto otro "...que un ajedrecista vaya ganando la final de un mundial por 6 puntos a 3 es como si Vetel doblara a Alonso. Carlsen se enfrentó ayer a Anand, una leyenda viviente, con esta descomunal diferencia en el marcador a falta de medio punto para lograr el triunfo. Anand, entre abatido y humillado, insinuó tablas, como quien suplica la euthanasia. Y Carlsen la rehusó. Quiso ganarla..."
¿Por qué se escribe así, sin ninguna pena? Porque no hay fanatismo por el juego, es decir, este comentarista lo hace para su familia, sus amigos y un par de extraños, otro y yo? o ¿Sí?
¿No sabe, no recuerda o no desea rescatar la Gloria obligada a recular? Fischer regresó para la 3era del match del 1972, luego de regalarle dos puntos a otra "leyenda viviente" como Spasski, empató y lo dejó 12.5-8.5 en el terreno. Si esto no fue una demostración de poderío superior a lo del noruego yo no entiendo ni coña de la frase.
Pero hay más: "...Carlsen quería ganar..." tampoco sabe, no recuerda o se hace que, en 1966 en La Habana, durante la ronda entre Rumania y EUA mundial por equipos, Florin Gheorgiou le pidió tablas a Fischer con la partida ganada, si el Americano lo aceptaba, se iba con la la medalla de oro al primer tablero, que obtuvo Petrosian con su retahila de tablas de sienpre estilo Alberick O'Kelly. Entonces se paró, le dijo cobarde y le dio un manotazo a su rey que cayó en Consejero Arango, se rindió, porque no aceptaba regalos bajo ninguna circunstancia.
Dice el escribidor que el actual campeón mundial, siendo 10 años menor que Alejandro, lo ha conquistado todo, que disfruta de su familia, del juego del Real Madrid, de la farándula ocasional y hasta modelo ha sido.
Es un héroe en su país y una exageración mundial producto del acelerado descenso colectivo del ajedrez en lo que fue el Este comunista soviético, por eso se leen tantos nombres de la India o de cualquier otra latitud, países que nunca frecuentaron con importancia ni asiduidad la competencia ajedrecística
Mañana pierde el campeonato el joven y este tipo, como quien se mete una bota de vino y una longaniza en LAS VENTAS, salpica con otro Olé a un publico que está preparado para leer o escuchar lo que sea, como poner a Magnus Carlsen un poco más arriba de la cima del Olimpo de los Dioses.
Un gancho bueno para los muy pocos que siguen este juego es que superó el record de ELO histórico, que le pertenecía a Kasparov.
Para estas generaciones de rap, reggeton, sexo libre y drogas por tubería todo importa "de cierta manera", menos el ajedrez, por eso un español se puede dar el lujo de escribir toda la basura que comenté.