Últimamente se ha puesto de moda en la prensa hablar del G-Cero. Es una forma de criticar la falta de una potencia líder mundial y la incapacidad del G-8, y el G-20, por sacudir al planeta de las múltiples crisis que lo atenazan. En esa misma cuerda ha aparecido en El País, de España, “El mundo vira sin nadie al volante”, un trabajo de Lluis Bassets, escrito con la gran carga de pesimismo que es natural en la Europa de estos tiempos, en que peligra el euro, y el “estado de bienestar” parece colapsar.
Bassets plantea que hoy, cuando el mundo está en manos de los mercados, las únicas instituciones “que de verdad cuentan” están encabezadas por el Fondo Monetario Internacional. Pero predice que ya viene en camino una alternativa mejor que el actual vacío de liderazgo político, y es la formación del Grupo-2, que significará la concertación entre China y Estados Unidos para gobernar en conjunto el planeta.
Ese preocupante vaticinio parece mucho más cerca cuando nos enteramos que la nueva directora del FMI, Christine Lagarde, acaba de nombrar como sus dos subdirectores a un norteamericano y a un chino, ambos con experiencia en importantes cargos en sus respectivos gobiernos.
Quien lo dude o crea se trata de manipulaciones ideológicas de la derecha norteamericana, que esgrime para sus fines electorales el fantasma de una nueva “amenaza amarilla”, les citaremos las palabras del Almirante Mike Mullen, Jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos en su recién terminada visita oficial a China:
La China de hoy es un país diferente del que era hace 10 años, y seguramente seguirá cambiando en los próximos 10 años. Ya no es una potencia en ascenso, en realidad, ha llegado a ser una potencia mundial.
Esto de potencia mundial no es nada nuevo, aunque muchos se resisten a admitir el cambio geopolítico que supone una China cada vez más cerca de su rival Estados Unidos. Pero hace rato el régimen neocastrista de La Habana ha visto venir esa realidad y, buscando su supervivencia, han apostado a la hegemonía compartida de chinos y yanquis.
Ya han abandonado la variante Cero, que consistía en fomentar la anarquía planetaria frente a todos los “imperios” occidentales, y se han abierto de brazos -y piernas- ante la China neocolonial, buscando integrarse a su clientela.
Aunque la dictadura criolla hace rato abandonó la subversión guerrillera para llegar al poder, y se decantó por el caudillismo reeleccionista y la reforma constitucional, tras la llegada de Hugo Chávez a la presidencia de Venezuela, los graves problemas de salud del Teniente Coronel, y la dilapidación del tesoro de su país, han puesto un límite a la subversión económica en el continente, anunciando el freno tanto del ALBA como a la creación de la Organización de Estados Latinoamericanos y del Caribe.
Del cáncer de Chávez y el “Plan B” de Raúl Castro ya escribió Eugenio Yáñez un contundente artículo en Cubanálisis; nuestro interés es otro: señalar qué ventajas y limitaciones trae la “opción china” al neocastrismo en el marco de la penetración de China comunista al sur del Río Grande.
El apetito energético chino
China acaba de marcar el 9,6 por ciento de crecimiento económico en la primera mitad del 2011. Para mantener ese alto y constante ritmo, desde hace tiempo ha venido incrementando la explotación de sus reservas nacionales de carbón, petróleo y gas, y se ha lanzado al aseguramiento de esos recursos energéticos en todo el planeta. Según la IEA, (Agencia Internacional de Energía), en 2009 China fue el segundo importador neto de petróleo y en julio del 2010 sobrepasó a Estados Unidos como el mayor consumidor de energía del mundo.
Los tres primeros países abastecedores de China son, en este orden, Arabia Saudita, Irán y Angola.
No obstante, la participación directa china en ellos es mínima, por lo que se ha establecido como estrategia la adquisición de concesiones en distintas naciones de Eurasia y América.
Cerca de sus fronteras marítimas en el Mar de China Meridional, los chinos disputan a sus vecinos de Malasia, Filipinas, Brunei y Vietnam, territorios e islas donde se suponen grandes yacimientos de petróleo y gas. Como veremos más adelante, esta disputa ha llegado a tener implicaciones militares.
Coincidiendo con la visita del Almirante Mullen a Beijing, barcos de guerra norteamericanos y de Filipinas llevaron a cabo 11 días de maniobras navales en el sur del Mar de China, y el sábado 15 comenzaron ejercicios similares de navíos de Estados Unidos y Vietnam. Sí, sí, nos referimos al Vietnam unificado y socialista de Ho Chi Minh, que busca el apoyo “yanqui” para defender sus intereses territoriales.
En la competencia por obtener recursos energéticos, China aventajó al Japón en la puja por el petróleo de Rusia, garantizando un contrato por veinte años, y en enero de este año se inauguró el oleoducto de casi 1,000 kilómetros que les llevará anualmente desde Siberia 15 millones de toneladas de crudo ruso.
China se establece en el vecindario de Estados Unidos
Pero lo que más interesa para acercarnos al tema cubano es la estrategia energética china en nuestro hemisferio, que se ha concretado principalmente en acuerdos a largo plazo con el gobierno de Hugo Chávez en Venezuela.
En ese país, el cuarto abastecedor de hidrocarburos a Estados Unidos, se ha autorizado a las compañías chinas del ramo la prospección petrolera y la construcción de refinerías.
Aparte del préstamo chino para la ampliación de la refinería de Cienfuegos, garantizado con petróleo venezolano, Chávez acaba de anunciar un nuevo préstamo a Venezuela por 4 mil millones de dólares, para respaldar proyectos de desarrollo nacional que ahora prioriza por razones electorales.
Así, China se ha ido convirtiendo con el tiempo en el principal acreedor de Caracas, al contraer los chavistas deudas por 34 mil millones de dólares, que serán pagadas con el petróleo de las enormes reservas del crudo pesado venezolano.
En segundo lugar en importancia están los acuerdos de China con Brasil, para explotar grandes yacimientos descubiertos en aguas ultra profundas (hasta 7,500 pies, equivalentes a 2,286 m). La petrolera estatal china Sinopec es la principal compañía extranjera en esa zona marítima brasileña, donde tiene asignados 16 bloques en las cuencas de Santos, Campos y Espirito Santo. La Sinopec, asociada a la española Repsol, al encontrar allí grandes depósitos de petróleo ligero, acaba de hacer el descubrimiento más importante de los últimos tiempos en la esfera de la energía en Brasil.
El apetito chino chocó con la seguridad nacional de Estados Unidos, cuando el Congreso norteamericano se opuso en el 2005 a la compra de la petrolera californiana UNOCAL por una de las corporaciones petroleras estatales de China. Pero no se detuvieron ante este obstáculo, y ahora Sinopec está ofreciendo casi 6 mil millones de dólares a Canadá, (el primer abastecedor de petróleo a Estados Unidos), para aprovechar los enormes depósitos de las arenas petrolíferas de la provincia de Alberta, mediante la construcción de un oleoducto con salida al Pacífico.
El reciente derrame petrolero en China afecta al régimen
Pero la búsqueda de petróleo por cualquier país, por avanzado que sea, no es inmune a problemas técnicos y repercusiones políticas. Tratando de evitar esto último, la Administración Estatal Oceánica del gobierno chino ha demorado un mes en reportar los derrames de petróleo de dos plataformas situadas en aguas profundas en la Bahía de Bohai, en el Mar Amarillo. La explotación corría a cargo de la ConocoPhillips de China (COPC), filial de la corporación norteamericana de ese nombre, y el derrame ocupa un área de más de 840 kilómetros cuadrados: ha sido comparado en extensión al ocurrido en el Golfo de México el año pasado.
El Diario del Pueblo, órgano del Partido Comunista Chino, ha responsabilizado a la COCP por el derrame, pero esa compañía es parte de una empresa mixta con China National Offshore Oil Corporation, CNOOC y el gobierno no ha dicho una sola palabra respecto a esta corporación estatal.
Por eso, y por la demora en informar a la prensa y no dar cifras exactas de la cantidad de petróleo derramado, se dice que Beijing está tratando de ocultar la magnitud del desastre.
Hasta ahora la multa que enfrenta ConocoPhillips es tan poco proporcionada, (29,850 dólares), que ha suscitado las iras de los ambientalistas chinos.
Y precisamente ahora, en medio del desastre del Mar Amarillo, reaparece China en el contexto de la exploración en aguas profundas de Cuba.
El 13 de julio, el director de exploración de la estatal cubana CUPET, ha dicho a la agencia Reuters que otra estatal petrolera china, China National Petroleum Corp (CNPC), está negociando un contrato para explorar uno o más bloques en la ZEE de Cuba en el Golfo de México.
Se nos perdonará que usemos una socorrida frase en inglés, aplicable también al mundo de los negocios petroleros: es notable el bad timing de esta declaración. Tras el derrame en el Mar Amarillo, el momento no es propicio.
Para mantener la debida objetividad hay que plantear varias cuestiones:
Primero, que por grandes que sean las compañías petroleras, no son inmunes a grandes derrames.
Según la Revista Fortune, BP es la 4ta compañía mundial por ingresos y ganancias, y hace un año sufrió en el Golfo de México el mayor derrame de crudos en la historia de Estados Unidos.
ConocoPhillips, culpada por el desastre en el Mar Amarillo, ocupa el puesto 17o a nivel mundial, y entre las compañías norteamericanas ostenta el cuarto lugar, con ingresos de 185 mil millones de dólares, y beneficios de más de 11 mil millones en el 2010.
En comparación, aunque Repsol ha ascendido, solo ocupa el puesto 94o entre las compañías más importantes a nivel mundial.
También hay que decir, que muchos países, comunistas o no, que quieren atraer a grandes empresas, descuidan los controles directos sobre ellas, a los que están obligados por la ley, e igual hacen las empresas estatales mayoritarias que se asocian con éstas, ya sea por indolencia o por corrupción. Y en esos aspectos, el régimen cubano tiene el techo de vidrio.
Pero es importante relacionar la problemática del petróleo cubano en el Golfo con el incremento de los controles de las operaciones petroleras marítimas, que han establecido varios países desarrollados, y especialmente Estados Unidos, tras la nefasta experiencia del derrame del Golfo de México.
Allí hay además, por ley, un equilibrio entre el poder federal y el de los estados.
De ese modo, y aún antes del gran accidente petrolero del pasado año, la presión del Estado de la Florida por preservar sus playas, costas, y los Everglades, ha evitado que se perfore en sus aguas del área oriental de la plataforma continental en el Golfo de México, y en las del Estrecho de la Florida bajo jurisdicción federal.
Ese criterio ha impedido nuevas perforaciones, incluso en tierras del Estado, durante más de dos décadas. Por eso, -independientemente del sesgo político que toma allí el tema cubano- tiene validez la preocupación expresada por los políticos floridanos de ambos partidos ante los proyectos de prospección en la Zona de Cuba en el Golfo.
Ahora, el interés chino por explorar en aguas profundas de Cuba va a calentar el debate en el Congreso norteamericano.
Y los congresistas floridanos, especialmente los cubano-americanos, insistirán en frenar los planes de perforación de Repsol en el último trimestre de este año, con la plataforma Scarabeo 9, e impedir el proyecto de prospección de la CNPC china en Cuba.
Por supuesto que esa posición va a encontrar la resistencia de otros congresistas que representan al poderoso lobby petrolero, no por apoyar al régimen neocastrista, sino por intereses propios.
Entre los argumentos que se están manejando en esos círculos está el que las petroleras chinas y la española Repsol han tenido éxito en perforaciones incluso en aguas ultra profundas, como es el caso de la cuenca de Campos en Brasil, y que cada vez surgen mejoras técnicas en la prevención de derrames en los pozos marítimos.
A esto se puede añadir que, aunque la plataforma Scarabeo 9 tiene capacidad para trabajar en aguas ultra profundas (3,657 metros), la profundidad de los bloques de la ZEE de Cuba oscila sólo entre los 1,400 y los 2,000 metros como promedio.
Como hemos señalado en otras ocasiones, ante el debate promovido en el Congreso, la administración Obama está tomando medidas indirectas, evitando establecer contactos oficiales con La Habana.
En ese sentido, ha autorizado a viajar a Cuba a funcionarios de la Asociación Internacional de Contratistas de Perforación, que se han reunido con representantes de CUPET, MINBAS y MINREX.
Y ya está en marcha el permiso a dos compañías especializadas en respuesta de emergencia a desastres petroleros, para que firmen contratos de operaciones en Cuba.
Según se desprende de un artículo de junio 27 del The Miami Herald, una de ellas sería “Clean Caribbean Cooperative”, de Fort Lauderdale, Florida, cuyo cuadro de especialistas jugó un importante papel en la limpieza del derrame del Golfo el año pasado, y que cuenta con recursos y equipos valorados en unos 12 millones de dólares.
La noticia del interés chino en el petróleo cubano del Golfo fue precipitada y, como ya señalamos arriba, fue inoportuno hacerlo cuando todavía están valorando los efectos ecológicos del derrame en el Mar Amarillo.
Se trató de una mala jugada china, que le puede complicar el tablero al general-presidente.
Quizás fue una especie de réplica a Estados Unidos por el disgusto de Beijing a causa de las maniobras navales norteamericanas al sur del Mar de China.
Pero plantear ahora su entrada en el negocio petrolero marítimo en Cuba no les era imprescindible, pues China tiene asegurado en distintos continentes el combustible necesario para su desarrollo. Además, el hidrocarburo cubano del Golfo es solo una posibilidad: tiene muchas perspectivas, pero no hay nada materializado.
Considero que los planes de Repsol van a seguir adelante sin mucho mayor contratiempo. La compañía española se ha mantenido abierta a inspecciones y controles por instituciones gubernamentales estadounidenses, y tiene prestigio, porque sus prospecciones en Brasil han tenido éxito.
Hay que esperar a ver qué es lo que encuentran los chinos y españoles en el Golfo.
Por otra parte, no podemos evitar el pugilato entre Estados Unidos y China, los dos futuros virreyes del planeta
Esperemos que no sea como el cuento de los elefantes en la selva, que no importa si bailan de contentura o combaten: la tierra se estremece de todos modos