Por Andrés Pascual
Antes de que se me olvide:
ayer se le ocurrió a un tiburón acercarse a la arena de una playa cubana
y el pobre “depredado” debió vivir el verdadero “terror en el mar”,
cuando más de 20 bañistas se internaron en el agua y, por la cola, lo
sacaron. A esta hora hace rato que se lo deben haber comido.
He
escrito por lo menos 20 veces sobre el “doctismo” de la dirigencia
disidente-opositora, incluso de los que “se quedaron en terceros países”
que, aunque no pertenecieron a esos grupos allá, comulgan con sus ideas
de “borrón y cuenta nueva”, de lancheros como Oscar Peña o de ex presos
como Ariel Hidalgo.
Es como una condición obligatoria
tener un título respaldado por la universidad castrista para poder
protagonizar dentro de esos grupos, lo que quiere decir que radio,
prensa, televisión y repartición de dinero solo puede estar en las manos
del doctor fulano, el sicólogo mengano o el economista o abogado
zutano…
El pueblo no, porque, cualquier día, puede
llenársele la gandinga por no tener leche para el niño y seguir
aguantándolo como un animal de tiro, salir a la calle y caerle arriba a
una perseguidora o virar al revés una garita y joderle el pasodoble lo
mismo a Fariñas, que a Espinosa Chepe, que a Yoani, que a Saladrigas o a
Montaner, incluso que a Rafael Rojas en su afán de capitanear, por lo
menos, una escuadra de esta legión de perdedores y pendejos que nadie
respeta, porque les faltan hasta los esenciales mínimos inmensos
conocidos como principios.
Nadie es soldado en esos
cultos extraños y satánicos contra la moral en la lucha por la libertad
de Cuba, todos “universitarios”, profesionales y, con énfasis de
importancia especial para sus patrocinadores, ex oficialistas, es decir,
dirigentes que un día les pisaron un callo, no importa si tarde o
temprano que, para estos "señorones" más pacíficos que los hippies
cuando lo de Viet Nam, el puesto de “líder del grupo opositor tal”, está
creado desde antes de que disienta por la rabia ante “la mierda que le
hicieron” con lo del estímulo que no le dieron (pudiera haber sido un
puesto de gerente de un grupo de inversiones mixto para robarle a lo
“extranjeros” a las dos manos) o el viaje a México que le dieron a otro.
Ahora, lanzar llamamientos firmados por esta crápula
intelectualoide dentro y fuera de Cuba se ha ido convirtiendo en un
vicio, como lo de las huelgas de hambre del “opositor de las Tropas
Especiales que mató negros buenos en Africa” o las detenciones de corta
duración, incluso huelgas, de casi todos.
Las caras
visibles para deponer tiranías, no para conversar con ellas ni con
ajenos para que intercedan como mediadores ante aquellas, tienen que ser
la del campesino, la del obrero textil, la del estibador, la de una
juventud que se cae a pedazos esperando el momento sublime que tanto
desperdician los opositores de hoy por temor a la labor proselitista con
ellos; tienen que ser, repito, las de aquellos que tienen el buche que
no aguanta más necesidades ni represión, pero con el valor para virar al
revés lo que sea si se les clasifica y apoya, algo que nunca podrán
hacer los pacifistas notorios empleados de Europa, de Miami y de la
propia tiranía, dentro o fuera de Cuba.
Si se persiste
en el guión de los compromisos, los caminos y los llamamientos que,
nadie lo dude, son facturados fuera de Cuba, le propongo a los cruzados
del “borrón y cuenta nueva” que prueben a recoger firmas en la cola de
la guagua que nunca llega, en la casa del vecino sin familia en el
Norte, en la del “soldado raso” que acaban de darle 40 patadas en el G-2
o en la del que ya está esperando juicio y nadie conoce, que son
muchísimos, también entre esa juventud que no tiene cómo comprarse un
jean o un disco de rap americano. Esos son buenos lugares para recoger
firmas de “coloquio con la dictadura”, yo diría que los mejores y los
únicos indicados, como hacen esos soldados de la violencia de Alfa 66,
sin recursos ni reconocimientos políticos de izquierdas encubiertas en
socialismos trasnochados.
Estos individuos nunca van a
buscar las firmas dentro del pueblo, porque se saben rechazados de
antemano, porque es muy difícil creer en alguien que ayer fue dirigente o
persiguió o chivateó y se bajaba de un Lada a su nombre en su casa y,
hoy, se aparece como activista en la lucha contra lo que siempre
representó, mientras que el cubano sigue muriéndose de hambre y
necesidad.
Al pueblo no pueden “arrimársele” con
cuentos de “acercamientos dialogueros” y convivencia pacífica para
protegerse, no se lo aceptarán nunca y tienen que estar preparados para,
si cometieron cualquier tipo de violación del derecho civil en fase de
mayimbe, agente del G-2 o como chivato, enfrentar la respuesta
justiciera que pudiera incluir hasta la ejecución. A fin de cuentas,
Cuba no es Alemania ni Rusia… con tanto odio acumulado no hay espacio
para diálogos ni para el “borrón y cuenta nueva”.
Esas
proposiciones se legislan porque más del 95 % de los que dirigen esos
grupos, dentro y fuera de Cuba, tienen tanta mierda arriba, deben haber
cometido tantas atrocidades en sus momentos de esplendor robolucionario
que necesitan, más que un compromiso, una ley que condone crímenes de
lesa humanidad contra el pueblo cubano.
Va y un día la tiranía arriesga algo y lo suelta, entonces, como se dice en la Isla, “será cuando es”.