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Este episodio consta en el Volumen VI de la compilación Foreign Relations of the United States (Relaciones Exteriores de los Estados Unidos), atesorada por la Oficina del Historiador del Departamento de Estado. El documento 348 revela que el embajador estadounidense Philip Bonsal avisó a Castro luego de que el FBI recibiera informe de que Morgan encabezaba una conspiración para matarlo.
El 2 de agosto de 1959, el Departamento de Estado comunicó la esencia del informe a Bonsal, quien al día siguiente respondió haber notificado al canciller cubano Raúl Roa y recibido su agradecimiento. Bonsal tachó a Morgan de "irresponsable y falto de principios", además de comentar que cualquier atentado contra Castro, incluso si fracasara, pondría en peligro la seguridad de los ciudadanos norteamericanos en Cuba.
El 4 de agosto, Roa contó a Bonsal por teléfono que el presidente Osvaldo Dorticós se había alarmado mucho. Bonsal recalcó que su gobierno no podía confirmar la veracidad del informe al FBI e incluso acotó que podría estar dirigido a sembrar "sospechas y disensos".
¿La CIA detrás de Morgan?
El reportaje en profundidad de David Grann sobre el "Comandante Yanqui", publicado por la The New Yorker, el pasado año, no aludió a esta peripecia diplomática entre La Habana y Washington, algo que sí recogió el historiador Enrique Ros en su obra El clandestinaje y la
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Cruz Capote recurrió a la mención para justificar que Morgan conspiraba con el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo en contra de Castro y luego cambió de casaca al percatarse de que el G-2 iba a descubrir la "conspiración trujillista". El articulista alega que "Morgan ya era desde la lucha guerrillera cubana un agente de la CIA encubierto. La actividad de William Morgan es evidente si se lee un telegrama del Departamento de Estado enviado a su embajada en La Habana donde se da a conocer que éste está vinculado a alguna actividad contrarrevolucionaria al ser líder de un grupo que se proponía asesinar a Fidel Castro".
De esa manera, repica la tesis del general Fabián Escalante, ex jefe y actual historiador de la Seguridad del Estado, quien aseguró en su libro Cuba: la guerra secreta de la CIA (Editorial Capitán San Luis, 1993) que Morgan conspiraba ya contra Castro hacia febrero de 1959, bajo la supervisión del oficial de la CIA, Gerry Droller, alias Frank Bender.
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Para el año siguiente, Morgan se reviraba contra Castro. Una versión circulante sobre "la traición de Bonsal" se refiere a este episodio del verano de 1960.
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Morgan pasaría entonces por arresto y prisión, juicio y fusilamiento, pero su saga no concluyó en el Cementerio de Colón. Tras reclamar la viuda, Olga Goodwin, y acceder Castro en el 2002 a que se repatriaran a Estados Unidos los restos de Morgan, no fueron hallados en el osario adonde, según el registro oficial, habrían sido trasladados el 17 de abril de 1971.