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Eugenio
Yáñez
Según los mayas, esa peculiar civilización mesoamericana que
desconocía la rueda y carecía de un alfabeto, pero resultó
portentosa en astronomía y decapitaciones, el número 20 (cantidad de
dedos en los brazos y las piernas) y el 13 (las articulaciones
fundamentales del cuerpo humano) son números sagrados, y de su
multiplicación resulta la duración del año sagrado (tzolkin),
de 260 días (kines), a diferencia del año civil (haab)
de 365.
De
manera que al cerrarse el pasado 21 de diciembre del 2012 la
anterior era maya según la cuenta larga, cuando no ocurrió el fin
del mundo pronosticado no por los mayas, sino por la lucrativa
propaganda de farsantes de toda laya, comenzó una nueva era, en un
año que combina ambos números sagrados, 20 y 13, para crear el 2013
de nuestro calendario.
Eso
será para los mayas en el sur de México y en América Central o en
cualquier parte del mundo, pero no para quienes viven en Cuba, donde
no existieron mayas, sino siboneyes, guanahatabeyes, taínos, y
algunos que otros belicosos caribes,
ninguno de los cuales se dedicaban a la astronomía, sino más bien al
areíto, los juegos de pelota y los cohíbas, actividades nada
científicas, sino más bien de relax, hasta que los conquistadores
españoles los exterminaron a todos en aras de una civilización más
avanzada, con “adelantos” tales como la Inquisición y el cinturón de
castidad. Consiguientemente, lo que debe traer el año nuevo para los
cubanos no será una nueva era, como para los mayas, ni tampoco el
año de la serpiente, como para los chinos, sino
más de lo mismo.
Eso
se deduce de los escasos pronósticos y sombríos anuncios del
régimen, que comienza el quincuagésimo quinto año en el poder sin
dar el más mínimo indicio de pretender aliviar en ningún sentido la
represión contra toda manifestación de disenso o pensamiento
independiente, ni de pretender un verdadero relevo generacional más
allá de sus corruptas camarillas, y mucho menos un relevo de
posiciones y alternativas políticas, a pesar de más de medio siglo
de fracaso de la podrida ideología “revolucionaria”, esa de la que,
si alguna vez lo fue, solamente queda el nombre.
El
régimen y su casta sagrada de “históricos” que conforman la corrupta
gerontocracia no domina ni de cerca los conocimientos sobre
astronomía y la naturaleza que poseían los mayas, lo que se
demuestra fácilmente al ver que Cuba es un país que, al menos en el
último medio siglo y algo más, cuando no sufre sequías sufre de
inundaciones, y a pesar de que las represas se rebosan en tiempos de
huracanes, después se desperdicia toda el agua por infinitos escapes
y salideros en todas partes, por lo que Raúl Castro acaba de
señalar, y parece que muy seriamente, que
“el
agua es un problema ya y va a ser un problema mucho más grave con el
paso de los años, entre otras cosas por el cambio climático”.
Como
puede observarse, ya existe un factor sobre el que desviar la
atención en el tema del agua. Ya no hay que hablar de la ineptitud
en la gestión, porque se le pueden achacar las culpas al cambio
climático. Esa es una de las características que demuestran la
excepcionalidad y peculiaridad de la así llamada revolución cubana:
el cambio climático se ceba con saña sobre la Isla de la Libertad,
como la llamaban los soviéticos, y sin embargo no afecta igualmente
a naciones vecinas del Caribe y del resto del continente, que
también sufren sequías, tormentas, huracanes, volcanes o terremotos,
pero se las arreglan para que en sus tiendas y mercados se
encuentren viandas, frutas y vegetales todo el año, a precios
relativamente asequibles para la gran mayoría de la población,
fenómeno que no ocurre en Cuba. De donde habría que concluir que el
cambio climático es una parte oculta del “criminal bloqueo
imperialista” o una agresión más de “la mafia de Miami”.
Sin
embargo, aunque el régimen no domine la astronomía como los mayas
hace miles de años, descuella con una muy peculiar interpretación de
las matemáticas y un manejo muy utilitario de las estadísticas,
siempre a su favor, lo que combinado con una efectiva propaganda
produce sorprendentes resultados, que hasta los mismísimos
sacerdotes mayas envidiarían, resultados que se expresan sobre todo
entre tontos útiles de todo tipo, izquierdistas resentidos,
académicos (estadounidenses, latinoamericanos y europeos), y
“antiimperialistas” de cualquier especie y precio.
Si
fuéramos a creer al periódico “Granma” las cosas en el nuevo año
vendrán de maravillas:
“Hay
motivos suficientes para pensar que el 2013 será un año superior,
movido, de pasos más sólidos y amplias expectativas sobre el rumbo y
el futuro” (…) gracias a “los cambios que la economía y la
sociedad cubana experimentaron en el 2012, a la luz de la
actualización y de la implementación de una parte importante de los
313 Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido”.
Sin
embargo, si creyéramos al órgano oficial del Partido Comunista de
Cuba también podríamos escribir cartas a Santa Claus y Los Reyes
Magos con la esperanza de que nos traigan regalos, porque ese libelo
es capaz de las más escandalosas tergiversaciones bajo el pretexto
de la objetividad informativa y del combate revolucionario.
Por
eso fue capaz de escribir hace muy pocos días que todavía a finales
de diciembre quedaban en New York, tras el paso del huracán Sandy,
8,000 viviendas sin electricidad (de una población de más de diez
millones de personas)que deberían recibirla antes de fin de año, sin
tener ni siquiera que molestarse en señalar, y sin que exista nadie
que se lo pregunte, cuántas viviendas cubanas en las provincias
orientales, tras el paso de ese mismo huracán Sandy, están todavía a
estas alturas sin electricidad ni teléfono o, peor aun, sin techo o
paredes, y sin compromisos del gobierno, o ni siquiera falsas
esperanzas, de cuándo podrán tener soluciones, si las hubiera, para
sus tragedias.
Por
esa misma razón, y bajo los mismos conceptos esotérico-ideológicos
que envidiarían no solamente un chilán (profeta) maya, sino
cualquier casta sacerdotal en el mundo a lo largo de la historia, el
periódico “Juventud Rebelde” es capaz de escribir artículos sobre la
escasez crónica y crítica de maestros capacitados en Cuba sin
mencionar para nada los miserables salarios que el gobierno paga a
los educadores, o sobre los ciento cincuenta años del ron en Cuba
sin tener necesidad de mencionar la marca de ron más famosa del
mundo, “Bacardí”, apellido de sus creadores y dueños cubanos, que
abandonaron el país tras las confiscaciones “revolucionarias”, pero
tuvieron la precaución de asegurar que la marca siguiera
perteneciendo a ellos y no a los barbudos que robaron sus
propiedades. Gracias a lo cual los rones “Bacardí” todavía hoy son
demandados, conocidos, apreciados y respetados en todas partes,
menos en la isla en la cual surgieron.
Con
maravillas como las mencionadas, no debería ser sorprendente para
nadie que en la finca propiedad de los hermanos Castro, conocida
también como República de Cuba, donde el ya clásico y mítico Macondo
se queda corto, se pueda hablar tranquilamente del cumplimiento o
incumplimiento de los planes económicos y sociales, y de los
proyectos de presupuesto para el próximo año, sin tener necesidad de
dar cifras absolutas para que las personas conozcan y entiendan a
cuanto asciende el Producto Interno Bruto (PIB) o cuanto dinero del
presupuesto nacional se dedica a la educación, la salud pública o la
defensa, porque las informaciones oficiales están todo el tiempo
moviéndose solamente en tendencias, abstractos porcentajes y
comparaciones con años anteriores (no con todos, sino solamente con
los que conviene).
De
todas maneras, pensando con mente amplia y demasiado liberal, el
régimen puede hablar de pasos de avance comparativos, porque si
entre 1967 y 1976, tras las grandes decisiones de el Comandante,
ni siquiera existían estadísticas, contabilidad, presupuestos, ni
cobros y pagos entre las empresas, el hecho de que ahora, treinta y
seis años después del supuesto final oficial de la barbarie, con el
neocastrismo en su apogeo, existan determinadas estadísticas (aunque
deban ser “perfeccionadas”), se utilice la contabilidad (aunque
todavía resulta “no confiable”), se realicen cobros y pagos entre
empresas (atrasados, es cierto, pero menos atrasados que hace un par
de años, y mucho menos que hace treinta y seis), y existan planes y
presupuestos que aunque no se cumplan y se expresen básicamente en
porcentajes y comparaciones, y no en cifras absolutas para
conocimiento de todos, si se comparan con aquellos tiempos
anteriores en que ni siquiera se elaboraban, se puede hablar sin
lugar a dudas de pasos de avance.
Para
ser un régimen donde priman los militares en posiciones clave de
poder, y que demuestra una elevada eficiencia tanto en la represión
de largo alcance como en la de baja intensidad, podría decirse que
no están prestando atención a lo que en ciencias militares se llama
la dirección del golpe principal, y se entretienen con las ramas
para no enfocar el árbol en su conjunto. Aunque en este caso no se
trata de incapacidad o de una insuficiencia del sistema, sino
fundamentalmente de una mala intención perfectamente definida y
establecida.
Sin
embargo, no deberían olvidar nunca, por muy torpes o
malintencionados que sean, que para los cubanos de a pie, de la
misma manera que para los peruanos de a pie, los afganos de a pie,
los surafricanos de a pie, o los australianos de a pie, las cifras
de la macroeconomía no dicen nada que interese ni que emocione a
nadie, porque hay otras cuestiones mucho más importantes, aunque no
se mencionen ni por el régimen, ni por su descomunal aparato de
propaganda y adoctrinamiento, ni por sus más conspicuos voceros en
estos temas, como Raúl Castro, el viceprimer ministro Marino
Murillo, o la ministra Lina Pedraza en las alturas del gobierno.
Para
decirlo concretamente, la papa que realmente preocupa e interesa a
los cubanos no es la que se ve en los noticieros de televisión ni en
los difusos planes del gobierno, ni la que se discute en las
inútiles reuniones de la Asamblea Nacional; no es la papa desabrida
y abstracta que mencionan los burócratas, sino la que esté frita o
hervida sobre la mesa a la hora de comer. Más ninguna. Todas las
otras papas no son más que paisaje.
Por
eso, las verdaderas preguntas que hay que hacerse en una discusión
seria para poder entender las realidades cubanas en estos momentos
son:
- Conociendo el salario
medio del país y lo que cuesta en Cuba una libra de pan, de
carne, de papas o de arroz, ¿cuantas libras de pan, de carne, de
papas o de arroz se pueden comprar con ese salario medio?
- ¿Cuántos pantalones,
camisas, vestidos, ropa interior, zapatos, medias, pañuelos y
abrigos pueden obtenerse con ese salario medio?
- ¿Cuánto tiempo promedio
necesita un trabajador para poder adquirir una vivienda que se
considere decente, y cuánto tiempo deberá vivir en ella?
- ¿Qué tiempo promedio
tardan los trabajadores en moverse de sus viviendas a sus
centros de trabajo, y cuánto deben pagar en pasaje para ello?
- ¿Cuánto dinero necesita un
cubano para comprar medicinas o para “asegurar” un trato rápido
y correcto en las instalaciones médico-sanitarias?
- ¿Cuanto dinero se necesita
para pagar los servicios de electricidad, agua, reparaciones,
y
para disfrutar de un mínimo de esparcimiento?
- ¿Cómo combinar todas esas
necesidades elementales con el salario que se recibe?
Se
alega, y es cierto, que los servicios médicos y la educación
resultan “gratuitos” para la población, aunque ya se sabe muy bien
que nada es gratis en el mundo, pero es indudable que cuando el
cubano en la Isla va al médico o envía a sus hijos a la escuela no
tiene que pagar directamente por esos servicios. Ese razonamiento
hace abstracción absoluta de la calidad de los servicios médicos o
educacionales que se reciben, que es evidente que han caído en
picada tras la desaparición de los subsidios soviéticos, y ese
desplome no se ha revertido a pesar de los subsidios que Hugo Chávez
ha enviado al país por más de diez años.
Algunos economistas serios, en centros de investigaciones en
universidades cubanas, han calculado, teniendo en cuenta esos
servicios médicos y educacionales “gratuitos” que los cubanos
reciben, más los subsidios que aun existen en el país,
fundamentalmente en la vivienda y la alimentación, que el verdadero
salario medio en Cuba no debe situarse en los 455 pesos mensuales en
moneda nacional (unos 18.2 dólares de Estados Unidos) que
generalmente se acepta en todas partes como una cifra realista, sino
en 180 dólares estadounidenses al mes.
En
medio de la parafernalia, las imprecisiones, y el secretismo de las
estadísticas oficiales cubanas, es muy difícil corroborar esos
cálculos, pero teniendo en cuenta que quienes manejan estos
criterios son académicos que merecen todo mi respeto, y no payasos
de la economía como el mediocre jefe de la Comisión de Asuntos
Económicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular o el igualmente
mediocre jefe del Departamento Económico del Partido Comunista de
Cuba, aceptemos esos cálculos como hipótesis de trabajo.
Y
volvamos, aceptando la cifra de 180 dólares planteada por esos
académicos cubanos como expresión más coherente y correcta del
salario medio mensual de los cubanos, y partiendo de una familia
formada por un matrimonio con un solo hijo (la natalidad ha
disminuido en Cuba significativamente, como se sabe), y una persona
de la tercera edad en la casa (suegra o suegro), hagámonos otra vez
las mismas interrogantes expresadas más arriba:
-
¿Cuántas libras de pan, de carne, de papas o de
arroz puede comprar esa familia con esos ingresos? Y en esa
pregunta habría que sumar, entre otras cosas, productos que de
ninguna manera pueden considerarse suntuarios, como grasas
comestibles, granos, viandas, vegetales, leche, azúcar, sal,
especias, y productos de aseo fundamentales como jabón,
detergente, pasta dental, desodorante y cuchillas de afeitar.
-
¿Cuántos pantalones, camisas, vestidos, ropa
interior, zapatos, medias, pañuelos y abrigos pueden obtenerse
con ese salario medio?
-
¿Cuánto tiempo promedio necesita un trabajador
para poder adquirir una vivienda que se considere “decente”, y
cuánto tiempo deberá vivir en ella? Se trataría de considerar
“decente” una vivienda sin lujos, pero al menos con techo y
paredes, puertas y ventanas, con unas dimensiones que aseguren
un mínimo de confort y seguridad para sus habitantes y con una
cantidad aceptable de metros cuadrados por residente.
-
¿Qué tiempo promedio tardan los trabajadores en
moverse de sus viviendas a sus centros de trabajo, y cuánto
deben pagar en pasajes para ello? De esos medios de transporte,
¿cuántos garantiza el gobierno como transporte público, y
cuántos son producto de iniciativas privadas, o son vehículos
estatales que cobran ilegalmente a pasajeros, o vehículos que
ofrecen “botella” gratuita (en otros países se les llama
raids o aventones) a pasajeros varados en las paradas por
horas y horas?
-
¿Cuánto dinero necesita para comprar medicinas o
para “asegurar” un trato rápido y correcto en las instalaciones
médico-sanitarias? Para asegurar que aparezca el reactivo
“faltante” en el hospital para realizar un análisis, o la
película para poder llevar va cabo una placa de rayos X, o para
obtener una “dieta médica” que permita el acceso a una cuota
extra de pollo, leche o viandas, o un certificado médico para no
tener que ir al trabajo. O para que la farmacéutica “encuentre”
en el fondo de la farmacia un medicamento que está “en falta” y
no se sabe cuando entrará.
-
¿Cuanto dinero se necesita para pagar los
servicios de electricidad, agua, reparaciones, y para disfrutar
de un mínimo de esparcimiento?
-
Y, la gran pregunta final, ¿cómo combinar todas
esas necesidades elementales con el salario que se recibe?
Ninguno de estos temas se ha discutido nunca durante los treinta y
seis años de existencia de la siempre unánime Asamblea Nacional del
Poder Popular, la cual, muy justamente, es llamada despectivamente
por los cubanos como asamblea de focas amaestradas.
Ni
una sola palabra se habla concreta y seriamente sobre la existencia
de la doble moneda y de proyectos o planes para acabar de eliminar
esa denigrante lacra, que no demoró tanto tiempo para establecerse
cuando a Fidel Castro, entre adulaciones y sonrisas de sus
cachanchanes-asesores tipo “sí, Comandante, como no”, -llamados
“reformistas” por la prensa occidental- le dio la gana de implantar.
Ni
una palabra sobre un código penal despótico y arbitrario que condena
mucho más severamente el sacrificio de una res por parte de su
legítimo dueño que un homicidio en una reyerta callejera, que
convierte en delitos comunes derechos elementales en todo el mundo
como la libertad de expresión, asociación, o pensamiento, que
resulta única en el mundo estableciendo el delito de peligrosidad
pre-delictiva, donde no se condena a las personas por lo que
hayan hecho, sino por lo que el gobierno considera que pudieran
hacer, y que tiene el triste honor de “garantizar” que el 90% o más
de la población penal cubana sea de la raza negra.
Ni
una palabra sobre las violaciones de los derechos de los
trabajadores cubanos en el país y en el extranjero, cruelmente
explotados por empresas pantalla del régimen que le esquilman sus
ganancias para entregárselas a la camarilla gobernante, mientras
cubanos de alta calificación profesional y elevadas capacidades
laborales tienen que trabajar por un miserable estipendio, sea
dentro del país o en el extranjero con sus familiares como rehenes,
lo mismo en Venezuela que en cualquier lugar del mundo.
De
nada de eso, ni de muchas otras cosas realmente importantes y
trascendentes, se ha hablado nunca ni se habla y se discute en la
asamblea de focas amaestradas, focas que a cambio de un desayuno, un
almuerzo, dos meriendas y una cena en el Palacio de las
Convenciones, en el mejor de los casos cuatro días al año, levantan
la mano cuando se les ordena y aplauden cuando se les dice que lo
hagan.
Y es
muy dudoso que algún día se discutan en esa entelequia problemas de
ese tipo, no por incapacidad, sino porque se trata de temas que no
les interesan a nadie en las altas esferas del poder, y los que
pudieran estar interesados en analizar esos temas, en niveles
intermedios o inferiores, no tienen ni voz ni voto ni cuentan para
nada. Y cuando una sencilla y honesta delegada del Poder Popular en
un municipio oriental se cree de verdad, sinceramente, que
representa a sus electores, y que el Poder Popular es realmente el
poder del pueblo, la maquinaria burocrático-represiva del
neocastrismo se encarga de mostrarle rápidamente lo equivocada que
estaba.
Por
eso Raúl Castro, al clausurar el período de sesiones de la Asamblea
Nacional el 13 de diciembre de 2012 -clausura que por protocolo y
cargo debería corresponder al Presidente de la Asamblea, pero en la
Cuba de los hermanos Castro esas cosas siempre han sido y son
paisaje- pudo hacer un casi inigualable alarde de cantinfleo, al
señalar:
“Como ya es habitual en nuestras sesiones al concluir el año, hemos
pasado revista al comportamiento del plan de la economía nacional
que aunque no alcanzó la meta proyectada, preservó la tendencia
favorable de crecimiento del Producto Interno Bruto -el denominado
P.I.B.-. Con relación al 2011, la mayoría de las actividades
registran resultados superiores, en correspondencia con la política
de potenciar el desarrollo de la esfera productiva, como sostén de
los servicios sociales gratuitos, para todos los cubanos, que
conservaron niveles similares a partir de una mayor racionalidad y
eficiencia.
En este sentido, una de las principales insatisfacciones sobre el
plan del presente año radica en la falta de integralidad que ha
caracterizado la ejecución del proceso inversionista, el cual no
obstante sobrepasar en un 15 % al 2011, se incumple en un 19 %.
Las causas, debo decirlo crudamente, no son nuevas, son las mismas
que se han identificado hace muchos años: deficiente preparación
previa, atrasos en los suministros, baja productividad y déficit de
fuerza de trabajo, con el consiguiente incumplimiento de los
cronogramas pactados y la posposición de la puesta en explotación de
importantes objetivos productivos, lo cual compromete los ingresos y
ahorros previstos en la proyección de la economía, mientras se
inmovilizan recursos deficitarios para otros destinos”.
¿Qué
quiso decir exactamente el así llamado general-presidente? Harían
falta destacados astrónomos mayas para comprender exactamente ese
galimatías del general sin batallas. Aunque no se cumple el plan, se
alcanzan “resultados superiores”. Pero ¿superiores a qué? Hay una
serie de incumplimientos y fracasos, pero las causas “no son
nuevas, son las mismas que se han identificado hace muchos años”.
Entonces, general, ¿qué se ha hecho durante todos estos años para
que las causas, identificadas hace tanto tiempo, no se sigan
repitiendo? ¿En qué academia militar aprendió eso? ¿Es eso lo que
usted considera gobernar? ¿Es eso lo que usted considera dirigir?
¿Así pretende usted obtener “resultados superiores?
A
pesar de eso, el dictador siguió diciendo, y abróchense los
cinturones por lo que viene:
“Valoramos que la actualización del modelo económico cubano, tras
las medidas iniciales de supresión de prohibiciones y otras trabas
para el desarrollo de las fuerzas productivas, marcha con paso
seguro y se empieza a adentrar en cuestiones de mayor alcance,
complejidad y profundidad, partiendo de la premisa de que todo lo
que hagamos va dirigido a la preservación y desarrollo en Cuba de
una sociedad socialista sustentable y próspera, única garantía de la
independencia y soberanía nacional conquistadas por generaciones de
compatriotas en más de 144 años de lucha.
A la par de la elaboración de la conceptualización teórica del
modelo económico cubano, prosigue el estudio de las bases del
Programa de Desarrollo a largo plazo en las diferentes esferas del
quehacer nacional y se implantan nuevas metodologías para la
formación de los precios mayoristas y minoristas, el reordenamiento
y fomento del propio mercado mayorista, la creación experimental de
cooperativas no agropecuarias; mientras continúa el análisis de las
vías para superar el fenómeno de la dualidad monetaria con un
enfoque integral.
A partir del primer trimestre del próximo año se iniciará la
realización de experimentos en organizaciones empresariales
estatales seleccionadas por su importancia en el desempeño de la
economía nacional, lo cual constituye una profundización del sistema
de perfeccionamiento empresarial existente y permitirá ensayar
técnicas modernas en la gestión de entidades productivas y de
servicios con superior autonomía en aras de elevar sus resultados y
eficiencia, para posteriormente extender esas experiencias al resto
de las empresas del país”.
Entonces, todo este galimatías esotérico e impreciso, más la
incertidumbre por la salud de Hugo Chávez, sobre lo que no se sabe
nada en concreto en ningún lugar, con excepción de los restringidos
y selectos
equipos médicos y corrillos del poder en La Habana, aunque resulta
evidente que los pronósticos y realidades no deben ser tan
optimistas como el oficialismo pretende hacer creer a los
venezolanos, sumado a las
rebatiñas que ya han comenzado sin ningún tipo de disimulo en las
filas chavistas en Venezuela, más la confusión e incapacidad que
empecinadamente se
empeña en demostrar continuamente la oposición
antichavista, que no logra recomponerse para las nuevas realidades, de conjunto con las consecuencias que todo eso pueda
traer en un sentido o en otro para los humildes que supuestamente
son el objeto y la razón de ser de la revolución socialista cubana,
la continuidad del desastre es lo único que puede augurar el 2013
para nuestro pueblo.
Una
falta física de Chávez no sería el final del neocastrismo ni mucho
menos: hace ya tiempo el régimen tenía elaborado su Plan B previendo
cualquier contingencia donde el carismático caudillo bolivariano no
pudiera estar al frente del gobierno por una razón o por otra, y
“cualquier contingencia” es un concepto que cubre desde muerte,
enfermedad o incapacidad hasta una victoria de la oposición
antichavista.
En
la madrugada del sábado 29 de diciembre del 2012 arribó al
aeropuerto de La Habana el vicepresidente ejecutivo y canciller
venezolano Nicolás Maduro, acompañado de la procuradora general
Cilia Flores, señora que por su cargo ni pinta ni da color en este
asunto, pero que resulta ser la mujer del señor Maduro, y nunca está
de más para esta claque, ni viene mal, un paseíto “revolucionario” a
cualquier lugar del mundo.
Evidentemente, la visita de Maduro a La Habana, donde según el
periódico “Granma” pretendía
“analizar con los facultativos el
momento adecuado para visitar al Presidente durante el propio día”,
expresa la clara intención de coordinar con el
régimen cubano y con el caudillo bolivariano (de ser posible) los
próximos pasos para enfrentar el entuerto que de seguro representará
la muy probable imposibilidad de Hugo Chávez de estar presente en
Caracas el próximo día 10 de enero del 2013, cuando debe juramentar
su nuevo período presidencial, y cuáles serán los birlibirloques a
que se recurrirá esta vez para violar, una vez más, la ya tan
violada, llevada y traída Constitución venezolana.
Las complicaciones
de salud del caudillo venezolano parecen haber demorado el retorno
de Nicolás Maduro a Caracas más de lo previsto inicialmente. No es
cosa de irse a despedir el año alegremente a Caracas cuando el
presidente-comandante anda complicado en cuidados intensivos en La
Habana.
Habrá que estar
atentos a lo que vaya a decir
Maduro cuando regrese a Venezuela,
para
tratar de descifrar cómo andan las cosas por el CIMEQ y
lo que se pueda haber
acordado
en La Habana en este complejo fin de año.
Hasta ahora, La Habana parece preferir a Nicolás Maduro frente al
nada pro-cubano Diosdado Cabello, que sin embargo tiene ascendencia
en la graduación militar de 1987, a la que pertenece y de donde
surge buena parte de los actuales jefes de tropas venezolanos en
estos momentos, por lo que no puede desconocerse abiertamente su
papel. Y, a base de puro pragmatismo y realpolitik, si el
neocastrismo necesitara sacrificar a Maduro para encumbrar a
Cabello, no vacilaría en dar ese paso: es cierto que la voluntad de
Chávez fue designar a Nicolás Maduro como sucesor, pero un Chávez
enterrado en un mausoleo en Caracas pesa menos que un Diosdado
Cabello vivo y respaldado por muchos jefes de tropa.
Los que fantasean con la posibilidad de un golpe de estado en
Venezuela deberían recordar que tal golpe de estado no tiene futuro
en el país sin el visto bueno de La Habana. En Angola hubo un
intento de golpe en 1977 contra el gobierno de Agostinho Neto y el
MPLA, protegidos por La Habana, y las tropas cubanas lo
abortaron inmediatamente. No sería diferente si se intentara
ahora una aventura de este tipo en Venezuela. Y aunque el
germano-mexicano y defenestrado gurú del socialismo del siglo
XXI, Heinz Dieterich, haya declarado a Folha de Sao Paulo que los
cubanos no son decisivos en la transición venezolana, eso no se lo
creen ni los que escriben cartas a Los Reyes Magos.
A
pesar de todas las incertidumbres y pronósticos aciagos, o al
menos borrosos, para el
neocastrismo, Raúl Castro no ha dado señales de
preocupación ni de desespero, y, justo es decirlo, terminó su
discurso en la Asamblea de la unanimidad sin límites, y tampoco es
la primera vez que lo hace, deseando “Felicidades a todos”. Algo muy
sencillo y normal en tiempos de Navidad y año nuevo en cualquier
lugar del mundo, independientemente de las circunstancias de cada
país, pero que no puede olvidarse que el rencoroso y resentido Fidel
Castro nunca, en ninguna circunstancia, lo dijo ni lo pudo decir,
porque, sencillamente, él es incapaz de experimentar sentimientos
como ese.
Finalmente, para que no se diga que somos absolutamente
pesimistas, preguntémonos que si no estamos totalmente aislados del
mundo, y si en estos momentos, gracias a las nuevas tecnologías de
las telecomunicaciones, prácticamente todo se puede saber en todas
partes, si no podremos contar los cubanos con los compromisos de
Estados Unidos, Europa y América Latina y el Caribe con la
democracia, las libertades y los derechos humanos en nuestro país. Y
la respuesta, lamentablemente, no es nada esperanzadora.
En
enero, en Santiago de Chile, se celebrará la conferencia cumbre de
la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC),
organización que explícita e intencionadamente excluye a Estados
Unidos y Canadá. Durante ese evento, Raúl Castro recibirá de manos
del presidente chileno Sebastián Piñera la presidencia pro
témpore de la CELAC para el año 2013.
Mientras tanto, se sabe que la Unión Europea ya ha comenzado a dar
los pasos necesarios para “adecuar” la Posición Común a las
supuestas nuevas realidades, es decir, para poder acomodarse a las
mafiosas y chantajistas exigencias del régimen. Tal vez eso pueda
impedirlo, de momento, una vertical acción conjunta de Polonia, la República Checa y Alemania, aunque no es
seguro que pueda lograr impedir la maniobra. Y de poder impedirlo,
solamente lo lograría a corto plazo, pero nada más. Las intenciones
europeas no son nada estimulantes para la democracia en Cuba.
Y,
por otra parte, no son pocos los que consideran que el gobierno de
Estados Unidos, bajo la administración Obama, y más aun con John
Kerry como Secretario de Estado, más tarde o más temprano permitirá,
cuando menos, las visitas turísticas de ciudadanos norteamericanos a
Cuba, lo que se traduciría en miles de millones de dólares anuales
para las arcas castristas.
Así
que, al menos, esta vez ya sabemos claramente lo que podemos esperar
para el 2013, año sagrado en el calendario de los mayas, que inician
una nueva era, y también año de la serpiente en el calendario chino,
animal que en esa cultura milenaria consideran sagrado, de aspecto
positivo y de buena suerte, también relacionado con la sabiduría.
Según los chinos, las personas nacidas bajo ese signo serían nobles,
sabias y comprensivas, aunque también sensuales, vanidosas,
supersticiosas y orgullosas. Por si estas dos versiones -la maya y
la china- fueran poca cosa, dentro de poco conoceremos además las
“letras del año” -oficial y no oficial- de las religiones
sincréticas cubanas.
Sin
embargo, para los cubanos en general, la interpretación de lo que
representa el 2013 y lo que pueda traer para nuestras vidas, dentro
y fuera de la Isla, mientras exista la dictadura de los hermanos
Castro, es algo mucho menos complicado, que no requiere ni de
sacerdotes mayas con grandes dotes astronómicas, ni de una cultura
asiática milenaria, ni tampoco de depositarios del sincretismo
afrocubano, porque todo está muy claro:
Sencillamente, lo que viene en el 2013 es más de lo mismo.
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