lunes, diciembre 31, 2012

2013: nueva era maya, serpiente china, más de lo mismo en Cuba

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Eugenio Yáñez
Según los mayas, esa peculiar civilización mesoamericana que desconocía la rueda y carecía de un alfabeto, pero resultó portentosa en astronomía y decapitaciones, el número 20 (cantidad de dedos en los brazos y las piernas) y el 13 (las articulaciones fundamentales del cuerpo humano) son  números sagrados, y de su multiplicación resulta la duración del año sagrado (tzolkin), de 260 días (kines), a diferencia del año civil (haab) de 365.

De manera que al cerrarse el pasado 21 de diciembre del 2012 la anterior era maya según la cuenta larga, cuando no ocurrió el fin del mundo pronosticado no por los mayas, sino por la lucrativa propaganda de farsantes de toda laya, comenzó una nueva era, en un año que combina ambos números sagrados, 20 y 13, para crear el 2013 de nuestro calendario.

Eso será para los mayas en el sur de México y en América Central o en cualquier parte del mundo, pero no para quienes viven en Cuba, donde no existieron mayas, sino siboneyes, guanahatabeyes, taínos, y algunos que otros belicosos caribes, ninguno de los cuales se dedicaban a la astronomía, sino más bien al areíto, los juegos de pelota y los cohíbas, actividades nada científicas, sino más bien de relax, hasta que los conquistadores españoles los exterminaron a todos en aras de una civilización más avanzada, con “adelantos” tales como la Inquisición y el cinturón de castidad. Consiguientemente, lo que debe traer el año nuevo para los cubanos no será una nueva era, como para los mayas, ni tampoco el año de la serpiente, como para los chinos, sino más de lo mismo.

Eso se deduce de los escasos pronósticos y sombríos anuncios del régimen, que comienza el quincuagésimo quinto año en el poder sin dar el más mínimo indicio de pretender aliviar en ningún sentido la represión contra toda manifestación de disenso o pensamiento independiente, ni de pretender un verdadero relevo generacional más allá de sus corruptas camarillas, y mucho menos un relevo de posiciones y alternativas políticas, a pesar de más de medio siglo de fracaso de la podrida ideología “revolucionaria”, esa de la que, si alguna vez lo fue, solamente queda el nombre.

El régimen y su casta sagrada de “históricos” que conforman la corrupta gerontocracia no domina ni de cerca los conocimientos sobre astronomía y la naturaleza que poseían los mayas, lo que se demuestra fácilmente al ver que Cuba es un país que, al menos en el último medio siglo y algo más, cuando no sufre sequías sufre de inundaciones, y a pesar de que las represas se rebosan en tiempos de huracanes, después se desperdicia toda el agua por infinitos escapes y salideros en todas partes, por lo que Raúl Castro acaba de señalar, y parece que muy seriamente, que

el agua es un problema ya y va a ser un problema mucho más grave con el paso de los años, entre otras cosas por el cambio climático”.

Como puede observarse, ya existe un factor sobre el que desviar la atención en el tema del agua. Ya no hay que hablar de la ineptitud en la gestión, porque se le pueden achacar las culpas al cambio climático. Esa es una de las características que demuestran la excepcionalidad y peculiaridad de la así llamada revolución cubana: el cambio climático se ceba con saña sobre la Isla de la Libertad, como la llamaban los soviéticos, y sin embargo no afecta igualmente a naciones vecinas del Caribe y del resto del continente, que también sufren sequías, tormentas, huracanes, volcanes o terremotos, pero se las arreglan para que en sus tiendas y mercados se encuentren viandas, frutas y vegetales todo el año, a precios relativamente asequibles para la gran mayoría de la población, fenómeno que no ocurre en Cuba. De donde habría que concluir que el cambio climático es una parte oculta del “criminal bloqueo imperialista” o una agresión más de “la mafia de Miami”.

Sin embargo, aunque el régimen no domine la astronomía como los mayas hace miles de años, descuella con una muy peculiar interpretación de las matemáticas y un manejo muy utilitario de las estadísticas, siempre a su favor, lo que combinado con una efectiva propaganda produce sorprendentes resultados, que hasta los mismísimos sacerdotes mayas envidiarían, resultados que se expresan sobre todo entre tontos útiles de todo tipo, izquierdistas resentidos, académicos (estadounidenses, latinoamericanos y europeos), y “antiimperialistas” de cualquier especie y precio.

Si fuéramos a creer al periódico “Granma” las cosas en el nuevo año vendrán de maravillas:

Hay motivos suficientes para pensar que el 2013 será un año superior, movido, de pasos más sólidos y amplias expectativas sobre el rumbo y el futuro” (…) gracias a “los cambios que la economía y la sociedad cubana experimentaron en el 2012, a la luz de la actualización y de la implementación de una parte importante de los 313 Lineamientos aprobados en el VI Congreso del Partido”.

Sin embargo, si creyéramos al órgano oficial del Partido Comunista de Cuba también podríamos escribir cartas a Santa Claus y Los Reyes Magos con la esperanza de que nos traigan regalos, porque ese libelo es capaz de las más escandalosas tergiversaciones bajo el pretexto de la objetividad informativa y del combate revolucionario.

Por eso fue capaz de escribir hace muy pocos días que todavía a finales de diciembre quedaban en New York, tras el paso del huracán Sandy, 8,000 viviendas sin electricidad (de una población de más de diez millones de personas)que deberían recibirla antes de fin de año, sin tener ni siquiera que molestarse en señalar, y sin que exista nadie que se lo pregunte, cuántas viviendas cubanas en las provincias orientales, tras el paso de ese mismo huracán Sandy, están todavía a estas alturas sin electricidad ni teléfono o, peor aun, sin techo o paredes, y sin compromisos del gobierno, o ni siquiera falsas esperanzas, de cuándo podrán tener soluciones, si las hubiera, para sus tragedias.

Por esa misma razón, y bajo los mismos conceptos esotérico-ideológicos que envidiarían no solamente un chilán (profeta) maya, sino cualquier casta sacerdotal en el mundo a lo largo de la historia, el periódico “Juventud Rebelde” es capaz de escribir artículos sobre la escasez crónica y crítica de maestros capacitados en Cuba sin mencionar para nada los miserables salarios que el gobierno paga a los educadores, o sobre los ciento cincuenta años del ron en Cuba sin tener necesidad de mencionar la marca de ron más famosa del mundo, “Bacardí”, apellido de sus creadores y dueños cubanos, que abandonaron el país tras las confiscaciones “revolucionarias”, pero tuvieron la precaución de asegurar que la marca siguiera perteneciendo a ellos y no a los barbudos que robaron sus propiedades. Gracias a lo cual los rones “Bacardí” todavía hoy son demandados, conocidos, apreciados y respetados en todas partes, menos en la isla en la cual surgieron.

Con maravillas como las mencionadas, no debería ser sorprendente para nadie que en la finca propiedad de los hermanos Castro, conocida también como República de Cuba, donde el ya clásico y mítico Macondo se queda corto, se pueda hablar tranquilamente del cumplimiento o incumplimiento de los planes económicos y sociales, y de los proyectos de presupuesto para el próximo año, sin tener necesidad de dar cifras absolutas para que las personas conozcan y entiendan a cuanto asciende el Producto Interno Bruto (PIB) o cuanto dinero del presupuesto nacional se dedica a la educación, la salud pública o la defensa, porque las informaciones oficiales están todo el tiempo moviéndose solamente en tendencias, abstractos porcentajes y comparaciones con años anteriores (no con todos, sino solamente con los que conviene).

De todas maneras, pensando con mente amplia y demasiado liberal, el régimen puede hablar de pasos de avance comparativos, porque si entre 1967 y 1976, tras las grandes decisiones de el Comandante, ni siquiera existían estadísticas, contabilidad, presupuestos, ni cobros y pagos entre las empresas, el hecho de que ahora, treinta y seis años después del supuesto final oficial de la barbarie, con el neocastrismo en su apogeo, existan determinadas estadísticas (aunque deban ser “perfeccionadas”), se utilice la contabilidad (aunque todavía resulta “no confiable”), se realicen cobros y pagos entre empresas (atrasados, es cierto, pero menos atrasados que hace un par de años, y mucho menos que hace treinta y seis), y existan planes y presupuestos que aunque no se cumplan y se expresen básicamente en porcentajes y comparaciones, y no en cifras absolutas para conocimiento de todos, si se comparan con aquellos tiempos anteriores en que ni siquiera se elaboraban, se puede hablar sin lugar a dudas de pasos de avance.

Para ser un régimen donde priman los militares en posiciones clave de poder, y que demuestra una elevada eficiencia tanto en la represión de largo alcance como en la de baja intensidad, podría decirse que no están prestando atención a lo que en ciencias militares se llama la dirección del golpe principal, y se entretienen con las ramas para no enfocar el árbol en su conjunto. Aunque en este caso no se trata de incapacidad o de una insuficiencia del sistema, sino fundamentalmente de una mala intención perfectamente  definida y establecida.

Sin embargo, no deberían olvidar nunca, por muy torpes o malintencionados que sean, que para los cubanos de a pie, de la misma manera que para los peruanos de a pie, los afganos de a pie, los surafricanos de a pie, o los australianos de a pie, las cifras de la macroeconomía no dicen nada que interese ni que emocione a nadie, porque hay otras cuestiones mucho más importantes, aunque no se mencionen ni por el régimen, ni por su descomunal aparato de propaganda y adoctrinamiento, ni por sus más conspicuos voceros en estos temas, como Raúl Castro, el viceprimer ministro Marino Murillo, o la ministra Lina Pedraza en las alturas del gobierno.

Para decirlo concretamente, la papa que realmente preocupa e interesa a los cubanos no es la que se ve en los noticieros de televisión ni en los difusos planes del gobierno, ni la que se discute en las inútiles reuniones de la Asamblea Nacional; no es la papa desabrida y abstracta que mencionan los burócratas, sino la que esté frita o hervida sobre la mesa a la hora de comer. Más ninguna. Todas las otras papas no son más que paisaje.

Por eso, las verdaderas preguntas que hay que hacerse en una discusión seria para poder entender las realidades cubanas en estos momentos son:

  • Conociendo el salario medio del país y lo que cuesta en Cuba una libra de pan, de carne, de papas o de arroz, ¿cuantas libras de pan, de carne, de papas o de arroz se pueden comprar con ese salario medio?

  • ¿Cuántos pantalones, camisas, vestidos, ropa interior, zapatos, medias, pañuelos y abrigos pueden obtenerse con ese salario medio?

  • ¿Cuánto tiempo promedio necesita un trabajador para poder adquirir una vivienda que se considere decente, y cuánto tiempo deberá vivir en ella?

  • ¿Qué tiempo promedio tardan los trabajadores en moverse de sus viviendas a sus centros de trabajo, y cuánto deben pagar en pasaje para ello?

  • ¿Cuánto dinero necesita un cubano para comprar medicinas o para “asegurar” un trato rápido y correcto en las instalaciones médico-sanitarias?

  • ¿Cuanto dinero se necesita para pagar los servicios de electricidad, agua, reparaciones, y para disfrutar de un mínimo de esparcimiento?

  • ¿Cómo combinar todas esas necesidades elementales con el salario que se recibe?

Se alega, y es cierto, que los servicios médicos y la educación resultan “gratuitos” para la población, aunque ya se sabe muy bien que nada es gratis en el mundo, pero es indudable que cuando el cubano en la Isla va al médico o envía a sus hijos a la escuela no tiene que pagar directamente por esos servicios. Ese razonamiento hace abstracción absoluta de la calidad de los servicios médicos o educacionales que se reciben, que es evidente que han caído en picada tras la desaparición de los subsidios soviéticos, y ese desplome no se ha revertido a pesar de los subsidios que Hugo Chávez ha enviado al país por más de diez años.

Algunos economistas serios, en centros de investigaciones en universidades cubanas, han calculado, teniendo en cuenta esos servicios médicos y educacionales “gratuitos” que los cubanos reciben, más los subsidios que aun existen en el país, fundamentalmente en la vivienda y la alimentación, que el verdadero salario medio en Cuba no debe situarse en los 455 pesos mensuales en moneda nacional (unos 18.2 dólares de Estados Unidos) que generalmente se acepta en todas partes como una cifra realista, sino en 180 dólares estadounidenses al mes.

En medio de la parafernalia, las imprecisiones, y el secretismo de las estadísticas oficiales cubanas, es muy difícil corroborar esos cálculos, pero teniendo en cuenta que quienes manejan estos criterios son académicos que merecen todo mi respeto, y no payasos de la economía como el mediocre jefe de la Comisión de Asuntos Económicos de la Asamblea Nacional del Poder Popular o el igualmente mediocre jefe del Departamento Económico del Partido Comunista de Cuba, aceptemos esos cálculos como hipótesis de trabajo.

Y volvamos, aceptando la cifra de 180 dólares planteada por esos académicos cubanos como expresión más coherente y correcta del salario medio mensual de los cubanos, y partiendo de una familia formada por un matrimonio con un solo hijo (la natalidad ha disminuido en Cuba significativamente, como se sabe), y una persona de la tercera edad en la casa (suegra o suegro), hagámonos otra vez las mismas interrogantes expresadas más arriba:

  • ¿Cuántas libras de pan, de carne, de papas o de arroz puede comprar esa familia con esos ingresos? Y en esa pregunta habría que sumar, entre otras cosas, productos que de ninguna manera pueden considerarse suntuarios, como grasas comestibles, granos, viandas, vegetales, leche, azúcar, sal, especias, y productos de aseo fundamentales como jabón, detergente, pasta dental, desodorante y cuchillas de afeitar.

  • ¿Cuántos pantalones, camisas, vestidos, ropa interior, zapatos, medias, pañuelos y abrigos pueden obtenerse con ese salario medio?

  • ¿Cuánto tiempo promedio necesita un trabajador para poder adquirir una vivienda que se considere “decente”, y cuánto tiempo deberá vivir en ella? Se trataría de considerar “decente” una vivienda sin lujos, pero al menos con techo y paredes, puertas y ventanas, con unas dimensiones que aseguren un mínimo de confort y seguridad para sus habitantes y con una cantidad aceptable de metros cuadrados por residente.

  • ¿Qué tiempo promedio tardan los trabajadores en moverse de sus viviendas a sus centros de trabajo, y cuánto deben pagar en pasajes para ello? De esos medios de transporte, ¿cuántos garantiza el gobierno como transporte público, y cuántos son producto de iniciativas privadas, o son vehículos estatales que cobran ilegalmente a pasajeros, o vehículos que ofrecen “botella” gratuita (en otros países se les llama raids o aventones) a pasajeros varados en las paradas por horas y horas?

  • ¿Cuánto dinero necesita para comprar medicinas o para “asegurar” un trato rápido y correcto en las instalaciones médico-sanitarias? Para asegurar que aparezca el reactivo “faltante” en el hospital para realizar un análisis, o la película para poder llevar va  cabo una placa de rayos X, o para obtener una “dieta médica” que permita el acceso a una cuota extra de pollo, leche o viandas, o un certificado médico para no tener que ir al trabajo. O para que la farmacéutica “encuentre” en el fondo de la farmacia un medicamento que está “en falta” y no se sabe cuando entrará.
 
  • ¿Cuanto dinero se necesita para pagar los servicios de electricidad, agua, reparaciones, y para disfrutar de un mínimo de esparcimiento?

  • Y, la gran pregunta final, ¿cómo combinar todas esas necesidades elementales con el salario que se recibe?

Ninguno de estos temas se ha discutido nunca durante los treinta y seis años de existencia de la siempre unánime Asamblea Nacional del Poder Popular, la cual, muy justamente, es llamada despectivamente por los cubanos como asamblea de focas amaestradas.

Ni una sola palabra se habla concreta y seriamente sobre la existencia de la doble moneda y de proyectos o planes para acabar de eliminar esa denigrante lacra, que no demoró tanto tiempo para establecerse cuando a Fidel Castro, entre adulaciones y sonrisas de sus cachanchanes-asesores tipo “sí, Comandante, como no”, -llamados “reformistas” por la prensa occidental- le dio la gana de implantar.

Ni una palabra sobre un código penal despótico y arbitrario que condena mucho más severamente el sacrificio de una res por parte de su legítimo dueño que un homicidio en una reyerta callejera, que convierte en delitos comunes derechos elementales en todo el mundo como la libertad de expresión, asociación, o pensamiento, que resulta única en el mundo estableciendo el delito de peligrosidad pre-delictiva, donde no se condena a las personas por lo que hayan hecho, sino por lo que el gobierno considera que pudieran hacer, y que tiene el triste honor de “garantizar” que el 90% o más de la población penal cubana sea de la raza negra.

Ni una palabra sobre las violaciones de los derechos de los trabajadores cubanos en el país y en el extranjero, cruelmente explotados por empresas pantalla del régimen que le esquilman sus ganancias para entregárselas a la camarilla gobernante, mientras cubanos de alta calificación profesional y elevadas capacidades laborales tienen que trabajar por un  miserable estipendio, sea dentro del país o en el extranjero con sus familiares como rehenes, lo mismo en Venezuela que en cualquier lugar del mundo.
 
De nada de eso, ni de muchas otras cosas realmente importantes y trascendentes, se ha hablado nunca ni se habla y se discute en la asamblea de focas amaestradas, focas que a cambio de un desayuno, un almuerzo, dos meriendas y una cena en el Palacio de las Convenciones, en el mejor de los casos cuatro días al año, levantan la mano cuando se les ordena y aplauden cuando se les dice que lo hagan.

Y es muy dudoso que algún día se discutan en esa entelequia problemas de ese tipo, no por incapacidad, sino porque se trata de temas que no les interesan a nadie en las altas esferas del poder, y los que pudieran estar interesados en analizar esos temas, en niveles intermedios o inferiores, no tienen ni voz ni voto ni cuentan para nada. Y cuando una sencilla y honesta delegada del Poder Popular en un municipio oriental se cree de verdad, sinceramente, que representa a sus electores, y que el Poder Popular es realmente el poder del pueblo, la maquinaria burocrático-represiva del neocastrismo se encarga de mostrarle rápidamente lo equivocada que estaba.
 
Por eso Raúl Castro, al clausurar el período de sesiones de la Asamblea Nacional el 13 de diciembre de 2012 -clausura que por protocolo y cargo debería corresponder al Presidente de la Asamblea, pero en la Cuba de los hermanos Castro esas cosas siempre han sido y son paisaje- pudo hacer un casi inigualable alarde de cantinfleo, al señalar:

“Como ya es habitual en nuestras sesiones al concluir el año, hemos pasado revista al comportamiento del plan de la economía nacional que aunque no alcanzó la meta proyectada, preservó la tendencia favorable de crecimiento del Producto Interno Bruto -el denominado P.I.B.-. Con relación al 2011, la mayoría de las actividades registran resultados superiores, en correspondencia con la política de potenciar el desarrollo de la esfera productiva, como sostén de los servicios sociales gratuitos, para todos los cubanos, que conservaron niveles similares a partir de una mayor racionalidad y eficiencia.
 
En este sentido, una de las principales insatisfacciones sobre el plan del presente año radica en la falta de integralidad que ha caracterizado la ejecución del proceso inversionista, el cual no obstante sobrepasar en un 15 % al 2011, se incumple en un 19 %.
 
Las causas, debo decirlo crudamente, no son nuevas, son las mismas que se han identificado hace muchos años: deficiente preparación previa, atrasos en los suministros, baja productividad y déficit de fuerza de trabajo, con el consiguiente incumplimiento de los cronogramas pactados y la posposición de la puesta en explotación de importantes objetivos productivos, lo cual compromete los ingresos y ahorros previstos en la proyección de la economía, mientras se inmovilizan recursos deficitarios para otros destinos”.

¿Qué quiso decir exactamente el así llamado general-presidente? Harían falta destacados astrónomos mayas para comprender exactamente ese galimatías del general sin batallas. Aunque no se cumple el plan, se alcanzan “resultados superiores”. Pero ¿superiores a qué? Hay una serie de incumplimientos y fracasos, pero las causas “no son nuevas, son las mismas que se han identificado hace muchos años”. Entonces, general, ¿qué se ha hecho durante todos estos años para que las causas, identificadas hace tanto tiempo, no se sigan repitiendo? ¿En qué academia militar aprendió eso? ¿Es eso lo que usted considera gobernar? ¿Es eso lo que usted considera dirigir? ¿Así pretende usted obtener “resultados superiores?

A pesar de eso, el dictador siguió diciendo, y abróchense los cinturones por lo que viene:

“Valoramos que la actualización del modelo económico cubano, tras las medidas iniciales de supresión de prohibiciones y otras trabas para el desarrollo de las fuerzas productivas, marcha con paso seguro y se empieza a adentrar en cuestiones de mayor alcance, complejidad y profundidad, partiendo de la premisa de que todo lo que hagamos va dirigido a la preservación y desarrollo en Cuba de una sociedad socialista sustentable y próspera, única garantía de la independencia y soberanía nacional conquistadas por generaciones de compatriotas en más de 144 años de lucha.
 
A la par de la elaboración de la conceptualización teórica del modelo económico cubano, prosigue el estudio de las bases del Programa de Desarrollo a largo plazo en las diferentes esferas del quehacer nacional y se implantan nuevas metodologías para la formación de los precios mayoristas y minoristas, el reordenamiento y fomento del propio mercado mayorista, la creación experimental de cooperativas no agropecuarias; mientras continúa el análisis de las vías para superar el fenómeno de la dualidad monetaria con un enfoque integral.
 
A partir del primer trimestre del próximo año se iniciará la realización de experimentos en organizaciones empresariales estatales seleccionadas por su importancia en el desempeño de la economía nacional, lo cual constituye una profundización del sistema de perfeccionamiento empresarial existente y permitirá ensayar técnicas modernas en la gestión de entidades productivas y de servicios con superior autonomía en aras de elevar sus resultados y eficiencia, para posteriormente extender esas experiencias al resto de las empresas del país”.

Entonces, todo este galimatías esotérico e impreciso, más la incertidumbre por la salud de Hugo Chávez, sobre lo que no se sabe nada en concreto en ningún lugar, con excepción de los restringidos y selectos equipos médicos y corrillos del poder en La Habana, aunque resulta evidente que los pronósticos y realidades no deben ser tan optimistas como el oficialismo pretende hacer creer a los venezolanos, sumado a las rebatiñas que ya han comenzado sin ningún tipo de disimulo en las filas chavistas en Venezuela, más la confusión e incapacidad que empecinadamente se empeña en demostrar continuamente la oposición antichavista, que no logra recomponerse para las nuevas realidades, de conjunto con las consecuencias que todo eso pueda traer en un sentido o en otro para los humildes que supuestamente son el objeto y la razón de ser de la revolución socialista cubana, la continuidad del desastre es lo único que puede augurar el 2013 para nuestro pueblo.

Una falta física de Chávez no sería el final del neocastrismo ni mucho menos: hace ya tiempo el régimen tenía elaborado su Plan B previendo cualquier contingencia donde el carismático caudillo bolivariano no pudiera estar al frente del gobierno por una razón o por otra, y “cualquier contingencia” es un concepto que cubre desde muerte, enfermedad o incapacidad hasta una victoria de la oposición antichavista.

En la madrugada del sábado 29 de diciembre del 2012 arribó al aeropuerto de  La Habana el vicepresidente ejecutivo y canciller venezolano Nicolás Maduro, acompañado de la procuradora general Cilia Flores, señora que por su cargo ni pinta ni da color en este asunto, pero que resulta ser la mujer del señor Maduro, y nunca está de más para esta claque, ni viene mal, un paseíto “revolucionario” a cualquier lugar del mundo.

Evidentemente, la visita de Maduro a La Habana, donde según el periódico “Granma” pretendíaanalizar con los facultativos el momento adecuado para visitar al Presidente durante el propio día”, expresa la clara intención de coordinar con el régimen cubano y con el caudillo bolivariano (de ser posible) los próximos pasos para enfrentar el entuerto que de seguro representará la muy probable imposibilidad de Hugo Chávez de estar presente en Caracas el próximo día 10 de enero del 2013, cuando debe juramentar su nuevo período presidencial, y cuáles serán los birlibirloques a que se recurrirá esta vez para violar, una vez más, la ya tan violada, llevada y traída Constitución venezolana.

Las complicaciones de salud del caudillo venezolano parecen haber demorado el retorno de Nicolás Maduro a Caracas más de lo previsto inicialmente. No es cosa de irse a despedir el año alegremente a Caracas cuando el presidente-comandante anda complicado en cuidados intensivos en La Habana. Habrá que estar atentos a lo que vaya a decir Maduro cuando regrese a Venezuela, para tratar de descifrar cómo andan las cosas por el CIMEQ y lo que se pueda haber acordado en La Habana en este complejo fin de año.

Hasta ahora, La Habana parece preferir a Nicolás Maduro frente al nada pro-cubano Diosdado Cabello, que sin embargo tiene ascendencia en la graduación militar de 1987, a la que pertenece y de donde surge buena parte de los actuales jefes de tropas venezolanos en estos momentos, por lo que no puede desconocerse abiertamente su papel. Y, a base de puro pragmatismo y realpolitik, si el neocastrismo necesitara sacrificar a Maduro para encumbrar a Cabello, no vacilaría en dar ese paso: es cierto que la voluntad de Chávez fue designar a Nicolás Maduro como sucesor, pero un Chávez enterrado en un mausoleo en Caracas pesa menos que un Diosdado Cabello vivo y respaldado por muchos jefes de tropa.

Los que fantasean con la posibilidad de un golpe de estado en Venezuela deberían recordar que tal golpe de estado no tiene futuro en el país sin el visto bueno de La Habana. En  Angola hubo un intento de golpe en 1977 contra el gobierno de Agostinho Neto y el MPLA, protegidos por La Habana,  y las tropas cubanas lo abortaron inmediatamente. No sería diferente  si se intentara ahora una aventura de este tipo en Venezuela. Y aunque el germano-mexicano y defenestrado gurú del socialismo del siglo XXI, Heinz Dieterich, haya declarado a Folha de Sao Paulo que los cubanos no son decisivos en la transición venezolana, eso no se lo creen ni los que escriben cartas a Los Reyes Magos.

A pesar de todas las incertidumbres y pronósticos aciagos, o al menos borrosos, para el neocastrismo,  Raúl Castro no ha dado señales de preocupación ni de desespero, y, justo es decirlo, terminó su discurso en la Asamblea de la unanimidad sin límites, y tampoco es la primera vez que lo hace, deseando “Felicidades a todos”. Algo muy sencillo y normal en tiempos de Navidad y año nuevo en cualquier lugar del mundo, independientemente de las circunstancias de cada país, pero que no puede olvidarse que el rencoroso y resentido Fidel Castro nunca, en ninguna circunstancia, lo dijo ni lo pudo decir, porque, sencillamente, él es incapaz de experimentar sentimientos como ese.

Finalmente, para que no se diga que somos absolutamente pesimistas, preguntémonos que si no estamos totalmente aislados del mundo, y si en estos momentos, gracias a las nuevas tecnologías de las telecomunicaciones, prácticamente todo se puede saber en todas partes, si no podremos contar los cubanos con los compromisos de Estados Unidos, Europa y América Latina y el Caribe con la democracia, las libertades y los derechos humanos en nuestro país. Y la respuesta, lamentablemente, no es nada esperanzadora.

En enero, en Santiago de Chile, se celebrará la conferencia cumbre de la Unión Europea y la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC), organización que explícita e intencionadamente excluye a Estados Unidos y Canadá. Durante ese evento, Raúl Castro recibirá de manos del presidente chileno Sebastián Piñera la presidencia pro témpore de la CELAC para el año 2013.

Mientras tanto, se sabe que la Unión Europea ya ha comenzado a dar los pasos necesarios para “adecuar” la Posición Común a las supuestas nuevas realidades, es decir, para poder acomodarse a las mafiosas y chantajistas exigencias del régimen. Tal vez eso pueda impedirlo, de momento, una vertical acción conjunta de Polonia, la República Checa y Alemania, aunque no es seguro que pueda lograr impedir la maniobra. Y de poder impedirlo, solamente lo lograría a corto plazo, pero nada más. Las intenciones europeas no son nada estimulantes para la democracia en Cuba.

Y, por otra parte, no son pocos los que consideran que el gobierno de Estados Unidos,  bajo la administración Obama, y más aun con John Kerry como Secretario de Estado, más tarde o más temprano permitirá, cuando menos, las visitas turísticas de ciudadanos norteamericanos a Cuba, lo que se traduciría en miles de millones de dólares anuales para las arcas castristas.

Así que, al menos, esta vez ya sabemos claramente lo que podemos esperar para el 2013, año sagrado en el calendario de los mayas, que inician una nueva era, y también año de la serpiente en el calendario chino, animal que en esa cultura milenaria consideran sagrado, de aspecto positivo y de buena suerte, también relacionado con la sabiduría. Según los chinos, las personas nacidas bajo ese signo serían nobles, sabias y comprensivas, aunque también sensuales, vanidosas, supersticiosas y orgullosas. Por si estas dos versiones -la maya y la china- fueran poca cosa, dentro de poco conoceremos además las “letras del año” -oficial y no oficial- de las religiones sincréticas cubanas.

Sin  embargo, para los cubanos en general, la interpretación de lo que representa el 2013 y lo que pueda traer para nuestras vidas, dentro y fuera de la Isla, mientras exista la dictadura de los hermanos Castro, es algo mucho menos complicado, que no requiere ni de sacerdotes mayas con grandes dotes astronómicas, ni de una cultura asiática milenaria, ni tampoco de depositarios del sincretismo afrocubano, porque todo está muy claro:

Sencillamente, lo que viene en el 2013 es más de lo mismo.

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