Arnaldo M. Fernández
- Oswaldo Payá pidió al gobierno de Castro que publicara el documento
- Manuel Cuesta Morúa le atribuyó valores agregados de «apertura a un modelo distinto de liderazgo [y] fundamento plural de la nación»
- Oscar Elías Biscet prometió otro documento para disentir
- Guillermo Fariñas soltó que firmará «cada proyecto que busque la unidad de la oposición»
- Juan Antonio Blanco concluyó a distancia que el documento El camino del pueblo «refleja un momento de mayor madurez».
- Payá corrió la suerte de Chacumbele: Castro ni prestó atención a su petición de divulgar El camino del pueblo. Así que —como se sabía de antemano— el gobierno castrista jamás se engolfará en los cambios de leyes propuestos. El documento se cierra desde ya sobre sí mismo como oxímoron: cadáver político nasciturus.
- Antes que pedir peras mediáticas al olmo totalitario Payá tendría que responder por su petición seminal: el Proyecto Varela, que avaló con dos tandas de más de 10 mil firmas cada una. Payá no ha dicho en qué paró la cosa: si el proyecto quedó engavetado sin respuesta en la Asamblea Nacional (AN), como dicen sus epígonos, o si alguna comisión de la AN dio respuesta y los promotores se negaron a recibirla, como dice Castro, o si ocurrió algo distinto. Sobre todo Payá tiene que aclarar si explicó a los firmantes que el Proyecto Varela no llegaría a ninguna parte —como advirtió René Gómez Manzano— porque tan sólo con la firma no se acreditaba la condición de elector de la forma exigida por la ley.
- Cuesta Morúa tendría que responder por su ademán de buscar con otros Cien mil firmas por la propiedad, que supuso subir la parada al Proyecto Varela, porque las propuestas dirigidas a la gente no se hacen para brincar de unas para otras.
- Fariñas no puede sostener que El camino del pueblo busca la unidad de la oposición si al menos Oscar Elías Biscet no aceptó de entrada. No se busca unidad lanzando tal o cual manifiesto para procurar adhesiones, sino que primero se forja la unidad política para luego expresarla en determinado documento.
- Tras el «terremoto» —como acuñó Francisco Chaviano para referirse a la riña solariega con Héctor Palacios y Martha Bonachea— en la Agencia para la Transición Cubana (ATC), que se volvió recurrente a la salida de la Oficina de Interes (septiembre 8, 2010) con René Gómez Manzano y Pérez Chaviano cayéndose a trompadas, mientras Félix Bonne se alejaba con pasito de yo no fui-yo no sé, Fariñas confió (noviembre 11, 2010) a Chaviano que «René va a disolver la Agenda para solucionar el conflicto, luego se creará una alianza de los principales líderes, para el análisis e intercambio de opiniones, unas 30 personas entre las cuales Bonachea no clasifica».
- El camino del pueblo es tinglado documental del reacomodo de —en vez de unas 30— casi 50 disidentes tras otro pleito intestino. La disidencia no moviliza a la gente y se estanca en la incertidumbre que definió Martha Beatriz Roque: «¿cómo lo logra, si apenas tiene recursos para mantenerse?».
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