Por David Adams y Daniel Wallis
LA HABANA (Reuters) - Ernesto Borges, un oficial de
contrainteligencia entrenado por la
KGB, está en una prisión cubana
desde hace 16 años por intentar pasarle secretos a un diplomático de
Estados Unidos en Cuba.
Haydee Gallardo, de 51 años, es un ama de casa que se involucró en la
política hace solo dos años porque creía que sus hijos habían sido
encarcelados injustamente por delitos comunes. Se unió al grupo opositor
conocido como "Damas de Blanco" y tanto ella como su marido fueron
puestos tras las rejas después de gritar consignas contra el gobierno en
mayo.
Armando Sosa era parte de un pequeño grupo de exiliados armados
capturados cuando llegaron a Cuba, al parecer con la intención de
iniciar una insurrección. Ha estado en la cárcel durante 20 años.
Los tres tienen poco en común, pero sus casos representan el de
docenas de personas que ahora están bajo los reflectores después de que
Cuba se comprometiera a liberar a 53 personas consideradas presos
políticos por el Gobierno de Estados Unidos.
La liberación de prisioneros es parte de un acuerdo cerrado el mes
pasado entre Washington y La Habana para retomar las relaciones
diplomáticas entre los viejos enemigos, que buscan acabar con más de
cinco décadas de hostilidades mutuas.
Pero muchos de los 53 aparentemente están aún en prisión.
El Departamento de Estado norteamericano dijo el martes que algunos
habían sido puestos en libertad, pero no dijo cuántos ni quiénes eran.
Tampoco el Gobierno cubano ha dicho quiénes son los presos en la lista
ni cuándo serían liberados.
Los familiares de los que podrían ser liberados están desesperados por noticias.
"No sabemos nada acerca de lo que está pasando. Nadie nos ha dicho
nada", dijo con la voz quebrada por la angustia Reinyer Figueredo, de 32
años de edad, hijo de Gallardo y de su
esposo Ángel Figueredo.
El hombre dijo que su madre sufre de asma y de hipertensión arterial y que ha perdido peso desde su detención.
Grupos disidentes en Cuba dicen que hay cerca de 100 personas tras
las rejas por razones políticas -incluyendo a Gallardo, Borges y Sosa- y
que la mayoría de ellos fueron encarcelados por participar en
manifestaciones pacíficas.
Eso significa que decenas de presos no serían beneficiados por el acuerdo entre Estados Unidos y Cuba.
El Gobierno de Cuba suele acosar a activistas disidentes. La pasada
semana, por ejemplo, fueron detenidos varios prominentes opositores por
uno o dos días para impedir que asistieran a una manifestación
organizada por una artista plástica.
Las autoridades de la isla insisten en que no hay presos políticos en
Cuba y catalogan a los disidentes como "mercenarios" al servicio de
Estados Unidos.
Los funcionarios estadounidenses dicen que 53 presos serán liberados.
Pero el presidente cubano, Raúl Castro, hasta ahora ha hablado sólo de
la liberación de un número de personas por las que el gobierno de
Estados Unidos "había mostrado interés".
Los prisioneros se han convertido en una prueba de fuego para el plan de retomar las relaciones Estados Unidos-Cuba.
Quienquiera que sea liberado -se trate de manifestantes pacíficos,
cubanos que espiaban para Washington o incluso radicales
cubano-estadounidenses que desembarcaron en la isla con violentas
intenciones- enviará un señal de las prioridades de Estados Unidos, y lo
que está dispuesta Cuba a ceder en una nueva era de acercamiento.
DESILUSIONADOS
El de Borges es un caso raro de un ex miembro de los servicios de
inteligencia de Cuba que terminó en la cárcel por supuestamente volverse
contra el Gobierno.
Detenido en 1998, fue condenado a 30 años por tratar de entregar un
expediente a un diplomático estadounidense identificando a 26 agentes
cubanos entrenados para infiltrarse en Estados Unidos, según dijo su
padre Raúl Borges, de 74 años.
Borges padre, que también es un ex oficial de inteligencia cubano,
dice que su hijo habla fluido en inglés y ruso, y pasó cuatro años de
formación en la KGB, donde fue testigo de la caída de la Unión
Soviética.
Luego volvió a Cuba desencantado con el comunismo y decidido a dejar al descubierto espías cubanos en Estados Unidos.
"Mi hijo arriesgó su vida para proteger a los Estados Unidos de 26
espías cubanos. Le pido al presidente Obama que considere su caso", dijo
su padre.
Borges dijo que su hijo se convirtió al catolicismo en la cárcel y,
si lo liberan, es probable que viaje a Toronto para pasar tiempo con su
hija de 19 años, a la que no ha visto en nueve años.
"Necesita un
descanso, refugio y afecto", dijo.
Estados Unidos también podría buscar la liberación de algunos
exiliados cubanos que, al igual que Sosa, cumplen penas de prisión por
cargos relacionados al terrorismo, acusados de entrar a Cuba con armas
para atacar instalaciones del Gobierno.
Disidentes cubanos han puesto a ocho exiliados en una lista de
personas encarceladas por motivos políticos -y a otros cuatro que fueron
arrestados el año pasado - aunque admiten que podrían no calificar como
presos políticos porque violaron leyes internacionales.
Sin embargo, su liberación podría ayudar a la Casa Blanca a apaciguar
a los críticos en la comunidad cubano-estadounidense, muy influyente de
Miami, sobre la nueva política hacia Cuba.
Sosa fue encarcelado en los años posteriores a la revolución de 1959
encabezada por Fidel Castro, y más tarde partió a Estados Unidos tras un
acuerdo de amnistía. Pero regresó a Cuba como parte de un pequeño grupo
armado en 1994, fue rápidamente capturado y ha estado en la cárcel
desde entonces.
Otros dos exiliados que participaron en ese mismo intento fallido
también siguen en prisión junto a otros dos opositores detenidos en
1991, tres en el 2001 y otros cuatro capturados el año pasado, todos por
cargos similares.
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