buena parte de la intelligentsia kubiche aislada, retirada, cuasi
critica, emigrada o [auto]recluida es resultado de esa propia educacion
universal y su “distanciamiento” con el regimen es condicional y se
deriva solo de que fue excluida de sus parcelitas de poder seudo
intelectual-burocratico. tal es el caso del cea de donde proviene el sr
dilla, donde efectivamente coexistieron un grupo de talentosos
profesionales [no decir que agentes de influencia y recopilacion y
procesamiento de informacion de inteligencia y no solo academica], que
fueron apartados de plumazo por el poder al que servian. muchos de ellos
pretendian y se creian con derecho “intelectal” a ser miembros de la
alta nomenklatura que sucederia a los historicos ya en los 90,
coincidentemente poco despues de la caida del muro. sonaban desde ese momento con ser hoy
los diaz-canel y bruno rodriquez.
ah!, sobre la educacion universal, lo que no cuesta no se aprecia.
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Emilio Ichikawa
La polémica Carlos Alberto Montaner-Haroldo Dilla de la que me habla un amigo es, como me ha hecho ver él mismo, una nostalgia de la “glasnocita” cubana de Carlos Aldana y Armando Hart. Pero es menos que las polémicas cubanas de fines de los ‘80 y principios de los ‘90, porque está sujeta a diseño. Es plástica. Claro que la discusión no tiene un motivo científico, ni siquiera un motivo ideológico: Se trata solo de una necesidad editorial combinada con la satisfacción del ego de los implicados.
Eso de que muchas polémicas cubanas se inventaban por editores sagaces lo conocí a través de Jesús Díaz, fundador de Encuentro de la Cultura Cubana. Jesús (el nuestro) siempre se reservó polémicas elevadas para sí mismo; contra Raúl Castro y Abel Prieto, por ejemplo. Quienes jamás le contestaron. Por eso, porque las polémicas son necesarias a las revistas, y porque las polémicas necesitan interlocutor, fue que Jesús Díaz tuvo que bajar sus expectativas y lograr una de las polémicas cubanas más mitificadas en un tiempo por los socialistas anticastristas: La que sostuvo con Aurelio Alonso en el evento de LASA celebrado en Miami a principios de la pasada década, creo que en el 2001. Uno de los primeros empujoncitos para la leyenda lo dio Rafael Rojas, muy cercano por entonces a Jesús Días, quien aseguró en Miami (exactamente en Kendall, en casa del profesor Jorge de la Fuente, comentando ese LASA) que después de que los contrincantes (Aurelio y Jesús) expusieron sus diferencias respecto a la concepción socialista y recordaron sus días con la revista Pensamiento Crítico, “se saludaron y hasta se tomaron juntos un café”.
Otros temas estaría fuera de tiempo evocarlos: demasiado tarde para auditores y demasiado temprano para historiadores.
Una vez fallecido Díaz, su estilo quedó vigente en instituciones desovadas de su genio organizativo, como Encuentro en la red y Diario de Cuba. Igual que la polémica Montaner-Dilla, o Unión Liberal Cubana-CEA, en esos sitios se han inflado polémicas entre Rojas y Ernesto Hernández Busto, para mover a Rojas a la izquierda y, aprovechando el anticastrismo del editor del blog Penúltimos Días, mejorar su percepción (la de Rojas) en los círculos intelectuales de La Habana. Y también se diseñó la polémica Rojas VS. Arturo López-Levy con un doble propósito: para dar a conocer al segundo y, bajo el error o falsa premisa de que López-Levy es un vocero del gobierno cubano, abultar a Rojas como uno de sus principales contendientes. Para mejorar la percepción de Rojas no ya en La Habana sino en círculos del exilio histórico, básicamente de Miami y Madrid.
La pseudo-polémica entre Montaner y Dilla es de beneficio para ambos. Dilla, que más que un nostálgico del socialismo es un nostálgico de su época como funcionario adjunto al Comité Central del Partido Comunista (PCC), envía la señal a La Habana de que es capaz de mostrar desacuerdos con alguien que, como Montaner, en la isla presentan como terrorista y Agente de la CIA (Montaner es tan Agente de la CIA como López Levy Agente de la Inteligencia Cubana o el Mossad). Dilla cobra caché adicional al mostrar a la izquierda radical y de paso a la “oposición” y la “disidencia” cubana que se enfrenta a los anticastristas históricos en su propio terreno: “afuera”. Montaner, en cambio, aprovecha la escaramuza con Dilla para repetir una vez más los fundamentos del pensamiento liberal; algo necesario en un periodista (Montaner jamás ha ejercido la docencia o las armas) cuyo “liberalismo” de introducción a las Ciencias Económicas no se conoce ni en la más discreta de las Universidades de Americana Latina. Ni hablemos de la academia norteamericana o el mundo universitario europeo. El poder de Montaner brota de su activismo en cenáculos dadores o restadores de fama y celebridad. Es riguroso en el manejo de sus “relaciones” y en el ejercicio de esa facultad, igual que “ayuda” con gentileza puede pulverizar con inclemencia a cualquiera.
Tanto para liberales como para socialistas nunca está de más esta sentencia de Hayek, que seguramente suscribiría un pensador como Keynes y no me canso de repetir: “La polémica es un ejercicio intelectual sobrestimado”.
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HAROLDO DILLA:
“Ya de hecho hay cambios políticos ya que están operando cambios de poder en las instituciones (cubanas-ei
) que cuando se realicen darán lugar a nuevas relaciones de política y poder, de poder político”. (
Hotel Kohly. Febrero 14 de 1996)
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