no importa quien lo diga-haga, sino lo que diga-haga, porque al principio y al final lo que "es" es lo que parece, no lo que "es".
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Si Yoani fue agente -part, full or double time- y de quién probablemente no se sabrá nunca. Lo que pasó con los archivos de la Stasi sirvió de escarmiento hasta para los chivatos camellos en Egipto, y Wikileaks puso en alerta a la Internacional Sorosista.
Que la ataquen los malcriados piqueteros rojos de clase media en Brasil significa menos que el hecho de que la dictadura cubana la haya dejado salir del país para realizar campañas públicas, lo que a su vez no implica demasiado pues las entidades del poder castrista juegan sin conocer todas las fichas de las otras.
Al final da igual quién te mandó, lo que cuenta es lo que tú haces y lo que tú dices. Y Yoani siempre se expresa de una manera profundamente socialdemócrata. Algo que es mejor que el castrismo y, sin duda, la forma en que siente políticamente la inmensa mayoría de los cubanos, incluso en USA e incluso antes de 1959. Ese sentir fue precisamente una premisa sine qua non para la imposición y largo sostén del socialismo en la isla.
Ahora bien, en sus declaraciones ante la élite política de Brasil Yoani se descolgó por la ventana. El burdo intento de matizar arguyendo ironía es un insulto a la inteligencia pública, por muy escasa que se presuma. En el mejor caso Yoani empatizó con el parlamento brasuca, densamente socialista y masivamente anti-americano. Y en todo caso se cagó en los paisanos que asesinó la dictadura en aquellas avionetas.
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